sábado, febrero 28

Entrevista a Ismael Biurrun


Ayer comentaba Anika que acaba de subir la entrevista que le hice a Ismael Biurrun hace un tiempo. A quien le apetezca un poco de reflexión sobre literatura de terror, no tiene más que ir a este enlace. Si lo que deseáis es leer la crítica del último trabajo de Ismael tenéis a vuestra dispoción este otro enlace.
Y para acompañar esta entrevista, un video también terrorífico: El osito come bayas. Que ustedes disfruten del fin de semana.

By David Mateo with 4 comments

viernes, febrero 27

Adiós amigo

Más de veinte años conviviendo contigo, asistiendo a tu graduación, a tus éxitos en la universidad, a tus primeros pasos profesionales y hoy ha llegado el momento de despedirme de ti. Tu vida ha sido un poco montaña rusa, lo admito, sobre todo en estos últimos años en los que la grandiosidad se mezclaba con decisiones inverosímiles. Tú no tienes la culpa. Lo sé. Son otros los que escriben tu vida y los que te han llevado a este punto de declive, pero ahora sé que tú ya no eres tú.
Tú te quedaste con tu mujer, con esa hija que jamás conociste pero que aún llevas en el corazón. Te quedaste atrapado entre la gloria y la persecución, como has pasado la mayor parte de tu vida. Te quedaste atrancado en un rincón de mi estantería, antes de que el gordo diablo llegara a tu vida y te robara la personalidad, y la mutilara a su antojo y creara una coreografía de tullidos, zombis y personajes que a nadie le importan.
Comprendo a los que se resisten a decirte adiós, cuesta mucho, pero también entiendo que te están haciendo un flaco favor pues mientras ellos sigan a tu lado, el gordo diablo seguirá proclamando su gesta triunfal.
Yo, por mi parte, y ahora sí, me bajo del carro y ya no te volveré a visitar más. Ha llegado un punto en el que ni te entiendo, ni me entiendes. En el que aquellos que cuentan tu vida, repiten y repiten y repiten esquemas que ya he leído hasta la saciedad. Y como dijo alguien una vez, la música puede ser bonita (aunque esa gente que últimamente escribe sobre ti toca como el culo), pero si el solista desafina, el conjunto sólo puede causar escalofríos.
Prefiero recordarte como fuiste en tu última etapa: glorioso, impredecible, magnífico, innovador. Pero ya se sabe que tras el éxito viene la debacle. Y esta decepción, amigo mío, ha llevado hasta el límite mi paciencia.
Mi estantería está repleta de tus andanzas, pero en mi casa ya no hay más espacio para ti. Que te compren esos nuevos mecenas a los que quiere engañar el diablo gordo con sus zalamerías y sus mieles envenenadas. Yo no. Ni me impresiona que salgas junto a Presidentes, ni me impresiona que busques nuevas novias.
Tú ya tienes tu familia y a esa no te la puede robar ningún diablo corporativista porque permanecerá siempre en mi corazón.
Los que antaño te alabaron, hoy te acuchillan por la espalda por una mísera moneda de plata. Hay quien tiene cuentas pendientes con el poder establecido y ya no te mira desde el corazón, sino desde el frío punto del cerebro donde se devuelven favores, se confabulan inexplicables estratagemas y el dinero tintinea de la misma forma que tintineaba en el bolsillo de Judas.
Yo no voy a ser responsable de esa traición. Que cada cual aguante su vela y el futuro los juzgue con benevolencia.
Hoy ya no hoy marcha atrás. Ni los que cuentan tus gestas quieren recular, ni yo quiero escuchar sus cuentos chinos. Tampoco espero el cambio. Perdí esa esperanza antes de ayer.
Que el viento te guíe bien por los nuevos caminos, que a mí me basta con el sendero que has practicado y a los que ahora has dejado atrás. Me quedo con ellos. Me quedo con tu antiguo tú. En ese nuevo universo que engloba tu vida yo tampoco tengo cabida.
Suerte, Peter. Suerte, amigo.


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Tajundrerías

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jueves, febrero 26

Friki de Enric Herce

Hay novelas que inspiran ternura. Cuentos que reflejan una porción de vida de nuestra infancia y saben captar la magia de todo cuanto fuimos, y eso, al fin y al cabo, es un reflejo de lo que seremos en un futuro. ¿Y qué se puede obtener de una combinación explosiva de comics, marcianos y compañeros de clase? La respuesta es sencilla: Friki, de Enric Herce.
Enric, en este maravilloso cuento de seres incomprendidos, explora las filias y las fobias de un joven inadaptado, de padres separados, que devora comics y trata de encontrar su lugar en la clase. La historia del joven timorato llamado Peter Parker (en este caso Tomás) que jamás se pondrá unas mallas, pero que tiene un espíritu aventurero dentro. Una recreación del Patito Feo adaptado a nuestros días y con marcianos incluidos.
¡Atención al último capítulo de la novela que es una genialidad digna del autor!
Libro recomendado cien por cien para coles e institutos… aunque a los aficionados a las historias divertidas y desenfadadas no les desagradará en absoluto. Y además cuenta con ilustraciones del genial David Rus, ¿qué más se puede pedir?

FRIKI
(A partir de 9 años)
ISBN: 978-84-96870-15-4


Autor: Enric Herce Escarrà. Ilustrador: David M Rus
Edimáter, 2009. Colección: La Osa Menor (Azul)
Ilustraciones en B/N
14×21 cm, 87 páginas
Precio: 10€

Tomás no entiende por qué los niños del colegio le han empezado a llamar friki. De hecho, ni siquiera sabe demasiado bien lo que significa la palabra de marras. Se pregunta si será por su afición a los cómics de superhéroes y a los libros de aventuras y de ciencia-ficción. O tal vez porque prefiere pasar los recreos inventando historias para Marien y Juan en lugar de jugando a fútbol.
Mientras tanto, a años luz de la Tierra, en la sede central de la Organización Estelar de Conflictos Interplanetarios se ha recibido una petición AJ-19. Ha sido formulada por los kranks, una de las civilizaciones más avanzadas de toda la galaxia. Nadie, ni los más viejos del lugar, recuerdan cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que fue reclamado un planeta en nombre del mal uso que le estaban dando sus habitantes.

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miércoles, febrero 25

La mansión de Agatha Christie

¿A alguien le apetece darse una vuelta por la mansión de la reina del crimen?

La casa de campo de la escritora Agatha Christie (1890-1976) en Devon, suroeste de Inglaterra, donde la 'reina del crimen' entretenía a sus amigos con sus obras, abrirá este fin de semana al público después de años de restauración.
La casa Greenway, ubicada cerca de la localidad de Brixham (en el condado de Devon), estaba en muy mal estado de conservación cuando el National Trust (Patrimonio Nacional) se hizo cargo de su reparación en 2005, tras la muerte de la hija y el yerno de la escritora británica, Rosalind y Anthony Hicks.
El National Trust, organismo dedicado al mantenimiento de propiedades históricas, emprendió un intenso trabajo de reparación, con un coste de 5,4 millones de libras (6,4 millones de euros).
La autora de célebres obras como 'Asesinato en el Oriente Express' o 'Muerte en el Nilo' solía reunir a su familia y amigos durante los veranos,para celebrar el final de una nueva novela que estaba a punto de ser publicada.
Los visitantes que acudan desde este fin de semana a Greenway, donde Christie vivió entre 1938 y 1959, podrán ver algunos de los objetos que pertenecieron a la escritora, así como los salones donde invitaba a sus amigos a escuchar las lecturas de sus últimos manuscritos y adivinar quién era el asesino.
La renovación de la lujosa casa ha sido completada a tiempo y dentro del presupuesto, gracias a las 10.000 horas que muchos voluntarios dedicaron para salvarla.
El encargado de administrar la propiedad, Robyn Brown, explicó que el tejado estaba en estado crítico y que una de las paredes estaba a punto de derrumbarse. "Ha sido una labor enorme y costosa restaurar la casa y el jardín —dijo Brown—, pero espero que los visitantes disfruten como lo hicieron otros dueños, como lugar de vacaciones familiar en el que había reuniones para gozar el interés por los jardines, el amor por los viajes, la literatura y la música".
En tanto, el nieto de la escritora, Mathew Prichard, ha expresado su satisfacción de que Greenway haya recuperado su esplendor. "Lo que más deseo es que la gente que venga pueda sentir algo de la magia que yo sentía cuando mi familia pasaba tanto tiempo en los años 50 y 70", agregó Prichard.
Además de poder visitarse los salones y las habitaciones, una parte de la vivienda se podrá alquilar como apartamento vacacional, con capacidad para albergar a unas 10 personas.


Información de El mundo.

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martes, febrero 24

Es que tus amigos…

Hace unos cuantos meses en Sedice se publicó una columna controvertida de Enric Herce en la que se debatía las críticas literarias entre fandomitas. El caso es que surgió una amarga polémica sobre mi primera novela «Nicho de reyes» y una crítica que apareció en la página de Regina Irae. La crítica, vista con perspectiva, es muy realista y la administradora remarca los puntos positivos y negativos de la novela. La cuestión es que en los comentarios, un maleducado refugiado tras el seudónimo del anonimato cargaba con graves insultos contra la administradora y alababa los puntos positivos de la novela.
En la polémica que comenzó en Sedice y después se trasladó al blog del propio Enric, se sacó un enlace a la crítica de Regina Irae y se puso como ejemplo de las reacciones negativas de algunos lectores (obviamente, lectores de mi obra). Más tarde, comenzó a llegarme el rumrum de que alguien cercano a mí era el responsable de esos insultos.
El tiempo, que suele quitar o poner a cada cual en su lugar, hizo que la administradora de esa web coincidiera conmigo en el Facebook y mantuviéramos una grata conversación al respecto de toda esta polémica. Sí, lo admito, tenía una espinita clavada y, ante todo, quería dejar claro a la administradora que nadie de mi entorno había dejado caer esa crítica y, si esto no le bastaba, disculparme por el mal trato dispensado. La propia administradora me dijo que el anónimo era uno de esos trolls que deambulaba por su web desde hacía tiempo. El típico imbécil al que controlas y que tiene mucho tiempo que perder al cabo del día.
Hoy, en cierta forma, me siento aliviado. La web Regina Irae ha decidido borrar por iniciativa propia todos los comentarios insultantes del anónimo, incluido el que estaba en «Nicho de reyes». Me parece una decisión superacertada por parte de la administradora, aunque si hubiera decidido dejarlo tampoco me hubiera parecido mal. Cada cual es dueño de su casa y actúa de la manera que cree conveniente en ella.
Gracias Regina.

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lunes, febrero 23

Oscars: la mejor película


Pasaron los Oscars y «Slumdog Millionarie» se convierte en la gran triunfadora. Pero… ¿se ha hecho justicia? ¿Es la mejor película de las cinco nominadas? Voy a hacer un repaso de todas y ustedes mismos juzgarán.

«El curioso caso de Benjamin Button» para mí es una película tramposa, y me explico. Comienza con un halo mágico que envuelve todos los fragmentos de la vida de Benjamin. Es más, hasta que Brad Pitt aparece en pantalla en su máximo apogeo, esa magia funciona, con Benjamin trabajando en el barco del capitán Mike, la relación con Elizabeth Abbott, la mujer del embajador, en el hotel ruso o, incluso, la propia infancia de Benjamin y sus encuentros esporádicos con Daisy y con su padre arrepentido. Estábamos ante un verdadero cuento mágico, ante una historia inverosímil que no trataba de engañarnos con un nudo demasiado sentimentaloide. Pero a media película, el cuento acaba y se convierte en un dramón de esos que se te atragantan y te hacen preguntarte: ¿de verdad es ésta la misma película del principio? ¿Dónde ha ido a parar toda esa maravillosa fantasía? ¿En qué momento ha acabado la fábula y el cuento y ha comenzado el drama puro y duro? Y estamos hablando de un buen argumento, pero me da la sensación de que al final, el señor Fincher se traiciona a sí mismo y se olvida de la esencia del personaje y se queda con los elementos más desgarradores para completar un drama que descuadra con unos primeros pasos magistrales.
Y, ojo, no estoy diciendo en absoluto que Benjamin Button sea una mala película, yo la puntuaría con un notable alto, pero es que las competidoras son duras del copón.

En cuarto lugar yo situaría «Mi nombre es Harvey Milk», y aquí es donde ya comienzo a tener serios problemas para situar una película delante de otra. El gran problema de este film es que el señor Ron Howard ha realizado uno de los mejores duelos interpretativos del 2008 y también está situado en el marco de la política. Sea como sea, la peli de Milk y la de Nixon comparten un rasgo común pero enmarcado en diferentes perspectivas. Mientras que en la peli de Ron Howard el poder de la política se concreta en una persona, en Havey Milk se habla de un colectivo, y es todo ese colectivo el que lucha por la necesidad de un hombre de llevar una causa justa a las instancias más altas del gobierno norteamericano. Todavía no he visto la peli de Mickey Rourke, así que no me atrevo a decir si el oscar a Sean Penn es merecido, lo que sí que digo es que la actuación de Penn es merecedora de Oscar, aunque yo se lo hubiera dado a Frank Langella simplemente por una mirada (y si ustedes han visto la película de Nixon ya sabrán de qué mirada hablo), pues esa mirada capta perfectamente la caída y todas sus consecuencias de uno de los hombres más poderosos de EEUU.
Volviendo a Harvey Milk, tras su visionado tuve la sensación de que había asistido a una historia deslavazada en su conjunto. Mientras que la acción de Nixon contra Frost se centra en ese duelo interpretativo, transmitiendo una sensación de consistencia, de historia concreta, en «Mi nombre es Harvey Milk» vamos saltando de fragmento en fragmento de la vida de Milk, por tanto la cohesión de la historia parece un pelín más volátil. Y ya estoy buscando excusas para rizar el rizo y tratar de hallar una justificación que me ayude a situar una peli sobre la otra, porque la historia social que trata la peli de Gus Van Sant es lo suficientemente intensa como para estar en el carrusel de las ganadoras.

En tercer lugar «El desafío: Frost contra Nixon», y ya comenzamos con los sobresalientes. Mucho se ha hablado de esta peli y se ha dicho que es demasiado política. Sí, la película tiene un marco político porque no nos olvidemos que estamos hablando del presidente de los EEUU que protagonizó el mayor escándalo acontecido en la Casa Blanca. Probablemente, a más de uno la perspectiva de encerrarse en un cine para que dos tipos discutan sobre política le haya echado para atrás. Pero puedo aseguraros que esta peli tiene muchísimos más alicientes que un mero enfrentamiento político. Simplemente quédense con la llamada que Nixon le hace a Frost la noche del cumpleaños del segundo, cuando Frost está hundido y Nixon le suelta el discurso que le pone las pilas. Justo en esa escena está la esencia del conjunto de la película. Frost contra Nixon representa la lucha entre dos hombres, la confrontación de ideales y de la capacidad dialéctica entre el animal del espectáculo y el poder de una figura que ha sido capaz de arrasar la estabilidad de una nación. Nixon representa la imagen de la máxima corrupción, pero a su vez es un personaje lo suficientemente atractivo como para que haya llegado a protagonizar un buen puñado de películas, novelas y series. Es decir, es una figura relevante dentro de la historia contemporánea.
Frost contra Nixon habla de muchas cosas, pero siempre centralizadas en el duelo dialéctico. En esta película percibes la banalización de Frost en sus primeros pasos, cuando sólo ve en Nixon la posibilidad de ganar dinero, y como poco a poco se va dando cuenta de que la figura del expresidente, pese a todo lo que ha hecho, no está ni mucho menos hundida y que gracias al poder de su oratoria, una simple entrevista podría suponer el relanzamiento de su carrera política. Estamos ante una historia que nos habla de dos oponentes, de dos hombres que mantienen un pulso, dos figuras cuyas carreras profesionales dependen de la capacidad de repartir las cartas y mantener el tipo ante las cámaras. Personalmente, creo que esta película tendría que haber merecido algo más en la ceremonia de ayer por la noche, pero ni el argumento es el más adecuado para el gran público, ni la figura de Nixon, para mí fascinante, nunca ha sido del todo atractiva para los espectadores.

Llegados a este punto, sólo queda preguntarme: ¿Por qué «El lector» es mejor película que «Slumdog Millionarie» o viceversa? ¿Qué distingue a una película de la otra? Y, la verdad, me cuesta muchísimo tomar la decisión final, pero como estamos jugando a los Oscars, hay que hacerlo, y esta vez no me queda más remedio que darle la razón a la gente de la Academia.
Segundo puesto para «El lector» y miren que me da rabia porque esta película habla de algo que me apasiona: el poder de la lectura. Kate Winslet se sale y se merece el Oscar que se ha llevado, demostrando una vez más que es una de las mejores actrices de Hollywood. Pero es que el chaval que encarna a Michael Berg (Ralph Fiennes) en la Alemania de posguerra también se sale. Esta es la típica película que hay que ir a verla completamente virgen, sin haber leído nada sobre ella e intentando evadir los trailers, críticas y argumentos que desvelan un momento importantísimo que acontece a mitad de la historia.
Es una película sobre la culpa y sobre las consecuencias. Kate Winslet, en el papel de Hanna Schmitz, está maravillosa. Nunca me la hubiera imaginado tan adusta, tan áspera, tan antisocial. Cada gesto de su rostro tiene un significado. Cada reacción viene provocada por una consecuencia de su pasado. Es una película con miles de lecturas y que invita a la reflexión y a seguir comentándola una vez que se sale del cine. Sobresaliente en todos los aspectos, de principio a fin. Creo que esta historia merecería muchísimo más, lástima que haya dado con el único film que podría robarle (y de hecho le ha robado) su paseo triunfal por la alfombra roja.

¿Y qué se puede decir de «Slumdog Millionarie» que no se haya dicho ya? Pues que es la mejor película en el mejor año de cine de los últimos tiempos. Que le ha ganado a «El lector» y le habría ganado a tito Clint si «El intercambio» hubiera entrado en la quiniela (y tito Clint, para servidor, es el mejor director que sobrevive junto a Sidney Lumet en el panorama internacional). No pasa nada, en los oscars del año que viene nos tomaremos la revancha con Gran Torino. Pero es que Slumdog Millionarie cuenta mejor el cuento que Benjamin Button no supo contar. Y el escenario es simplemente maravilloso: esa India sobrecogedora, decadente y a la vez embrujadora que envuelve a los protagonistas. Cada actor que encarna a los distintos personajes que van creciendo durante la trama se sale, desde los renacuajos corriendo por las claustrofóbicas calles de Dharavi, hasta los preadolescentes haciendo su agosto ante la grandiosa planta del Taj Mahal. Pero yo siempre me quedaré con la escena de la lluvia, con Jamal y Salim refugiados en un cobertizo y Latika desdibujada bajo el aguacero, suplicándoles con la mirada. Pero la película tiene más y más escenas: la respuesta dibujada en el espejo del baño (¡¡que cabrón!!), la brutalidad de Nanda, el declive de Salim… en fín, se podría comentar cada fragmento de la historia del señor Boyle, pero mucho me temo que no tenemos espacio para tantas alabanzas.
El único “pero” de la película se le puede poner a esa pregunta final del concurso que todo occidente conoce y que, inevitablemente, resta emoción al último tramo del film. Pero también hay que comprender que oriente no es occidente y que para ellos ciertos libros deben ser tan exóticos como para nosotros las primeras preguntas que responde Jamal.
En fin, un año maravilloso de cine con grandes películas. Y, por supuesto, los aficionados al género fantástico esta vez nos hemos llevado unas cuantas alegrías refrendadas en el galardón al desgraciado Ledger como mejor actor de reparto y en la maravillosa Wall-E como mejor película de animación. Y, por si todo esto fuera poco, nuestra Pe se ha llevado el oscar a la mejor actriz de reparto.
¡Ale, alegrías para todos!

MEJOR PELÍCULA
Slumdog Millionaire
MEJOR ACTOR PROTAGONISTA
Sean Penn por Mi nombre es Harvey Milk
MEJOR ACTRIZ PROTAGONISTA
Kate Winslet por The reader
MEJOR ACTOR SECUNDARIO
Heath Ledger por El caballero oscuro
MEJOR ACTRIZ SECUNDARIA
Penélope Cruz por Vicky Cristina Barcelona
MEJOR DIRECTOR
Danny Boyle por Slumdog Millionaire
MEJOR PELÍCULA DE ANIMACIÓN
Andrew Stanton por Wall-e
PELÍCULA DE HABLA NO INGLESA
Departures (Japón)
GUIÓN ORIGINAL
Dustin Lance Black por Mi nombre es Harvey Milk
GUIÓN ADAPTADO
Simon Beaufoy por Slumdog Millonaire
DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA
Anthony Dod Mantle por Slumdog Millionaire
EDICIÓN
Slumdog Millionaire
DIRECCIÓN ARTÍSTICA
Donal Graham El curioso caso de Benjamin Button
MEJOR DISEÑO DE VESTUARIO
Michel O´Connor por La Duquesa
MEJOR BANDA SONORA
A. R. Rahman por Slumdog Millionaire
MEJOR CANCIÓN
A. R. Rahman y Gulzar por Slumdog Millionaire
MAQUILLAJE
Greg Cannom por El curioso caso de Benjamin Button
MEJOR SONIDO
Slumdog Millionarire
MEJOR EDICIÓN DE SONIDO
Richard King por El caballero Oscuro
EFECTOS ESPECIALES
Eric Barba por El curioso caso de Benjamin Button
MEJOR DOCUMENTAL
Man on wire
MEJOR CORTO DOCUMENTAL
Smile Pinky
MEJOR CORTO DE ANIMACIÓN
Kunio Kato por La maison en petit cubes
MEJOR CORTOMETRAJE
Jochen Alexander por Spielzeugland (Toyland)
ÓSCAR HONORÍFICO
Jerry Lewis

By David Mateo with 10 comments

viernes, febrero 20

Preguntas indiscretas a un escritor

En el taller del Cole Avelí Corma suelo dedicar una clase a explicar el proceso de creación de un libro, desde el momento en que nace la idea en la mente del escritor hasta que las pilas de libros salen del almacén y llegan a las tiendas y librerías. Normalmente, la clase suele prestar un interés relativo, así que suelo salpicar mis comentarios con anécdotas personales y vivencias propias. De ese modo, logro que los alumnos claven en mí todos sus sentidos, me bombardeen con preguntas cotillas y aprendan un poquito del proceso creativo.
¿Sabéis cual fue una de las preguntas estrellas de ayer? No, no fue cómo se produce el volcado de un texto de Word a la maqueta, ni cuál es la estrategia a la hora de posicionar un libro en la estantería. Nada de eso. La gran pregunta de ayer fue: «¿Metes palabrotas en tus libros?» Mi primera reacción a la pregunta de la chica fue escurrir el bulto. Al ver que me salía por peteneras, algo que aprendes a hacer a base de bregar con niños, toda la clase se fundió en un clamor y la pregunta, de ser formulada de manera individual, pasó a ser colectiva. Llegados a ese punto, tuve que ser franco… ejem… y decirles que lo más importante de un libro es mostrar la realidad de una sociedad; que el lector, cuando se pone a leer, tiene que cuadrarle el contexto de la historia, no tienen que chirriarle las frases que salen de los personajes… En ese punto, otra chavala me dijo: «¡Que no te vayas por los cerros de Úbeda!» Entonces no me quedó más remedio que decir que sí. Que la literatura es un reflejo de la sociedad y que el taco, contextualizado, otorga realidad a un diálogo.
¡Delirio colectivo! ¡Regocijo general! Grito unánime de la clase: «¡¡David escribe tacos en sus libros!!». Momento sonrojo en el cuál pensaba: menos mal que no me han preguntado si en mis libros aparecen escenas de sexo. Luego llegó la consabida retahíla de preguntas nacidas a consecuencia de la primera: «¿Qué tacos utilizas? ¿En qué libros? ¿En qué página exacta salen las palabrotas?» A lo cual tuve que responder: «Pero a ver qué os creéis. Me apuesto lo que queráis a que en el noventa y cinco por cien de los libros que tenéis en vuestras casas, aparece algún taco.» Entonces los muy mamones adquieren aires de solemnidad y uno pone voz al sentimiento general de la clase: «No. No. Que bah. En los libros que tenemos en casa no aparecen palabrotas.»
Normalmente, este tipo de sesiones en las que cuento mi vida, suelen convertirse en una cacería alumnos-maestro en la que acabo poniéndome la corbata de políticamente correcto y trato de capear las ráfagas para salir lo menos “tocado” posible y que ellos aprendan lo máximo posible. Les fascina la vida privada del escritor. Percibes el interés por un oficio misterioso y desconocido para la gran mayoría. Por supuesto, tarde o temprano salta la liebre y sale a relucir la pregunta inevitable: «¿Cuánto cobras por hacer un libro? ¿Eres millonario?» Entonces, recurro al ejemplo Zafón (sí, Zafón me salva mucho el cuello y me ayuda a dejarlos boquiabiertos): «Imaginaos —les digo— el escritor cobra el diez por cien del precio neto de un libro. Lo único que tenéis que hacer es sacar ese tanto por cien sobre un precio de unos dieciocho o diecinueve euros, luego se multiplica por la tirada —normalmente se lo enreveso mucho para que les cueste hacer el cálculo… ¡¡que son sólo niños, joé, y no tendrían que preocuparse por estas cosas!!—. En el caso de la segunda parte de La sombra del viento, la prensa dijo que tiraron un millón de ejemplares. Haced la cuenta y obtendréis lo que cobra un escritor.»
A la mayoría les cuesta horrores hacer el cálculo, pero siempre hay algún cerebrito que obtiene la cantidad exacta, entonces exclama: «¿¿¿¿¿¿Cobras un millón de euros por un libro?????». Llegados a ese punto, servidor pone cara de pócker, me recreo un poco en la cara de alucinados, y añado: «Recordad siempre que el buen profesional escribe por gusto, jamás por dinero.»

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Tajundrerías

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jueves, febrero 19

El boca a oreja

Hace unas semanas, Maruja Torres se hizo con el Premio Nadal gracias a la novela: Esperadme en el cielo. En declaraciones a televisión, la buena mujer dijo que estaba segurísima de que la novela se vendería sola gracias al boca a oreja.
Bien, ¿cuántas veces hemos oído este tipo de expresión reflejado en una novela de género de un autor español? «Tu novela es buenísima, tío. Ya verás, va a pasar como «La sombra del viento», va a vender un montón gracias al boca a boca.» Mentira. Cualquier novela que no venga acompañada de una buena tirada y una distribución ejemplar, está inevitablemente destinada al ostracismo. Las pequeñas editoriales de género no están capacitadas para apoyar una campaña del boca a oreja. ¿Por qué? Porque sus libros se pierden en las estanterías y acaban desapareciendo.
Montones de lectores me han enviado emails quejándose de que su amigo del alma les ha recomendado «Perversa» o «Nicho de reyes» o «El susurro del bosque» y no los han encontrado en sus librerías. Es más, lo han pedido a diversas distribuidoras y no han sido capaces de traérselos.
El boca a oreja de Maruja Torres sólo sirve cuándo recomiendas un libro del que hay una pila enorme en la Fnac o en Casa del Libro, en caso contrario el interés del lector por conseguir un ejemplar se acaba extinguiendo. Estamos ante un mito que el autor advenedizo que firma con una pequeña editorial tendría que quitarse de la cabeza si a la larga no quiere sufrir una gran desilusión.
¿Sabéis cual es el único libro de género de un autor español que realmente funcionó y catapultó a la fama a su creador gracias al boca a oreja? «La espada de fuego» de Javier Negrete, y detrás estaba Minotauro trabajándose el libro como unos campeones y abasteciendo las demandas de las distribuidoras. Y no estamos hablando de un libro que haya vendido cincuenta mil ejemplares, pero sí que lleva un buen recorrido de mercado y podría decirse que el boca a boca ha funcionado en este caso.
La única recomendación que le puedo dar a un autor que saca su primer libro con una editorial modesta es que no se deje arrastrar por cantos de sirenas. Que la euforia no consigue imposibles y que el mercado está montado de tal forma que unos libros son carne de cañón y otros son lanzados para obtener un largo recorrido. Y si te toca ser carne de cañón y eres un autor primerizo, tampoco debe de importarte demasiado esta circunstancia, pues al fin y al cabo la euforia de publicar tu primera, segunda o tercera novela debe de ser tan grande que pueda con todo lo demás. Y si eres un autor como Maruja Torres y dices aquello de que mi novela va a vender bien gracias al boca a oreja significa que eres gato (o gata) viejo y ya te sabes muy bien como funciona todo este tinglado.

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miércoles, febrero 18

El elefante que pintó el mundo de azul

Lo admito, me he enamorado literariamente de las tres peques que están en mi taller: Alba, Aislinn y Emmita. Tres miniangelitos de nueve años que, cuando no andan peleándose entre ellas, se enfrascan en la escritura de un libro titulado: «El elefante que pintó el mundo de azul». Os voy a poner un fragmento pulido y sin las inevitables faltas para que vosotros también os enamoréis de ellas:



Capítulo 1


Hace muchos años, todos los seres que habitaban el mundo eran animales. Había un elefante que estaba harto de ver el cielo, el mar, los lagos y los ríos pintados de blanco. El elefante fue a pasear por la plaza y encontró un papel colgado de una chincheta (ellas han escrito «xinxenta») en la pared del Ayuntamiento. En él ponía que el domingo se iba a realizar un viaje a Canarias, una isla tropical, y que sólo quedaba una plaza en el barco. El elefante no dudó en apuntarse y fue corriendo a que nadie le robara esa plaza. Entró por la puerta del Ayuntamiento y le dieron el billete. Cuando llegó a su casa, un iglú, se preparó la maleta. Después, a las nueve y media cenó y se fue a dormir. Se levantó a las siete de la mañana, desayunó un buen vaso de leche, se puso la chaqueta, cogió la maleta y se dirigió en un taxi hacia el puerto. Cuando llegó allí, entregó el billete al conductor y éste le dijo que fuera al camarote 210. El elefante se acomodó y después de dos días y medio llegó a las Islas Canarias. Claro, tardaba tanto el barco en llegar porque el elefante vivía en Galicia. Cuando el barco atracó en el puerto, el elefante se puso muy contento. Por fin había llegado a Canarias. Nada más bajar del barco, al elefante le dieron un folleto donde estaban apuntados todos los hoteles que había en Canarias.

El elefante decidió ir al hotel Canarias. Entró a la habitación 121 y deshizo la maleta. Se puso su chándal azul y se fue a pasear. Una vez estuvo lejos de la ciudad, miró una palmera que estaba llena plátanos y una kiwitera, y empezó a coger un montón de plátanos y kiwis. Y pensó: Amarillo + verde = azul… ¡¡su color favorito!! Regresó al hotel, lo trituró todo y creó el color azul. Después compró una brocha en la tienda de pintura y…

(Continuará...)


By David Mateo with 14 comments

martes, febrero 17

Los oscars

Este año me llaman la atención las cinco películas nominadas a los Oscars. Recuerden:

El lector: Cuando cae enfermo en su camino a casa desde el colegio, Michael Berg, un joven de 15 años, es rescatado por Hanna (Kate Winslet), una mujer que le dobla la edad. Ambos comienzan un inesperado y apasionado idilio hasta que Hanna desaparece inesperadamente.
Ocho años después, Michael, convertido en un joven estudiante de derecho vuelve a encontrarse con su antigua amante mientras está como observador en un tribunal donde se está juzgando a colaboradores de la Alemania Nazi. Hanna está acusada de un horrible crimen y rechaza defenderse a si misma. Michael, gradualmente, se va dando cuenta de que el amor de su juventud guarda un secreto que considera aún más vergonzoso que el asesinato.

Slumdog Millionaire: Jamal Malik, un joven huérfano que vive en una barriada pobre de Bombay, decide presentarse a la versión india del concurso: "¿Quién quiere ser millonario?". Ante la sorpresa de todos, Jamal responde correctamente a todas y cada una de las preguntas. ¿Cómo es posible que un chico cómo él sea capaz de conocer todas las respuestas? Cuando Jamal está a punto de responder a la última pregunta, la que le hará ganar 20 millones de rupias, la policía lo detiene y se lo lleva para interrogarle. Jamal deberá explicar por qué conocía las respuestas, teniendo que recurrir para ello a relatar diferentes momentos de su vida, que además ayudarán a desvelar la verdadera razón de su participación en el concurso.

El curioso caso de Benjamin Button: "Nací en circunstancias inusuales". Así comienza "El Curioso Caso de Benjamin Button", una adaptación de la historia de los años 20 del siglo pasado escrita por F. Scott Fitzgerald y que trata de un hombre que nace con ochenta años y va rejuveneciendo con el tiempo: un hombre que, como cualquiera de nosotros, no puede parar el tiempo. Desde la Nueva Orleans de finales de la I Guerra Mundial hasta el siglo XXI, en un viaje tan inusual como la vida de cualquier hombre, esta película cuenta la gran historia de un hombre no tan ordinario y la gente que va conociendo por el camino, los amores que encuentra y que pierde, las alegrías de la vida y la tristeza de la muerte, y que perduran más allá del tiempo.

Mi nombre es Harvey Milk: Cansado de huir de sí mismo, Harvey deja un puesto ejecutivo en Wall Street para salir del armario y mudarse al barrio Castro, de San Francisco, con su eterno compañero Scott Smith (James Franco). Abre una tienda de cámaras que no tarda en convertirse en el punto de encuentro del barrio, cuyos vecinos no tienen otro lugar para reunirse en una época particularmente rígida. Harvey se da cuenta de que no son pocos y empieza a hablar por ellos. Se enfrenta a empresarios, sindicatos y políticos intolerantes. Sus victorias son cada vez mayores.

El desafío: Frost contra Nixon: Adaptación de la obra teatral de Peter Morgan sobre la serie de entrevistas del periodista David Frost al presidente Nixon. En los tres años siguientes a verse obligado a dejar la Casa Blanca, Richard Nixon permaneció en silencio. Sin embargo, en el verano de 1977, el astuto y frío ex presidente aceptó conceder una única entrevista y contestar a preguntas acerca de su mandato y del escándalo Watergate que acabó con su presidencia. Nixon sorprendió a todos al escoger a David Frost como confesor televisivo, seguro de que podría con el alegre presentador británico y se ganaría los corazones y las mentes de los estadounidenses. El equipo de Frost no estaba seguro de que el periodista fuera capaz de llevar a Nixon adonde quería. Pero en cuanto empezaron a rodar, la batalla comenzó. ¿Podría Nixon eludir las preguntas acerca de su papel en una de las mayores vergüenzas sufridas por la nación? ¿Exigiría Frost respuestas claras del hombre que llegó al poder por ser el maestro de la evasiva? Durante la entrevista, cada uno revela sus inseguridades, personalidad e inesperadas reservas de dignidad, para llegar por fin a una asombrosa exhibición de sinceridad.

Hasta ahora llevo vistas tres de las cinco películas, en breve espero hacer mi quiniela para los Oscars.


Jai Ho, de Slumdog Millonary, dicen que la favorita para llevarse el Oscar a la mejor canción. Desde luego, vale la pena quedarse a ver el vídeo musical de los títulos de crédito.

By David Mateo with 3 comments

lunes, febrero 16

Cuando llega el momento de desviarse…

Empiezas escribiendo ficción. Es lo que más te gusta. Es lo que te sale del alma. Pero a la larga apenas te da para echarte un mendrugo de pan a la boca. Escribir fantasía, para el autor, es uno de los negocios más improductivos que pueden llevarse acabo en este bendito país y, tarde o temprano, si quieres seguir escribiendo de manera profesional, te ves obligado a dejarla de lado.

Desde que soy escritor jamás he aparcado un libro para empezar otro proyecto. Tengo la impresión de que si dejo el manuscrito en la mesita de noche, luego me costará horrores volver a él. Casi como si la estrecha puertecita que conduce a ese mundo que estás confeccionando, se cerrara y luego fuera muy complicado volver a abrirla.

Pero en esta ocasión no voy a tener más remedio que entrecerrarla. Por un tiempo se acabó el escribir fantasía o terror porque encima de la mesa hay un contrato por un libro de no ficción que me va a llevar los próximos meses. Y ya saben ustedes que en tiempos de crisis, el dinero manda y el escritor, como buen profesional, va donde mejor le tratan.

Tampoco es que suponga demasiado problema el libro que voy a comenzar a esbozar hoy. Ni mucho menos. Es un libro que cualquiera que estuviese en mi situación difícilmente le diría que no. Es ese libro que llevas dentro del corazón y que probablemente a casi ninguno de mis lectores habituales le llamará la atención, pero que tendrá una aceptación mucho mayor que cualquier libro de género.

De momento no puedo dar más datos. Hay cláusulas de confidencialidad por el medio y una marca muy importante. Es un día triste y alegre a la vez. Alegre porque voy a adquirir una responsabilidad muy grande al escribir sobre algo que tiene muchísima relevancia en mi ciudad. Triste porque durante un mes no volveré a cruzar el umbral de lo imposible.

Quizás eso me ayude a recargar pilas. Ojala. De momento no puedo hacer otra cosa que decirle «hasta luego» a la fantasía.


¡¡Por si a alguien todavía no lo sabía, Fangoria saca nuevo disco!! VIVAAAAAA.

By David Mateo with 23 comments

viernes, febrero 13

Perdidos: la Teoría de la Santísima Trinidad

Tras leer ayer un par de teorías que deambulan por la red y compartir unos cuantos emails más con Juanmi, aquí va una nueva teoría sobre los secretos de la isla más famosa de la televisión, diferente a la teoría Otomo, pero no menos fascinante.

En esta ocasión no nos vamos a centrar en la isla, es más, tengo la impresión de que al final de la serie, no van a decirnos con todo lujo de detalles lo que es la isla, sino que van a responder las preguntas que todos llevamos arrastrando desde el principio sobre los «perdidos», o lo que es lo mismo, los verdaderos protagonistas.
A estas alturas, ya en el último tramo de la historia, hay un personaje capital que va a convertirse en la piedra angular de la serie. Incluso creo que desde el principio hemos conocido tres facetas diferentes del mismo personaje conviviendo al mismo tiempo en la isla. Algo imposible, según las reglas de los viajes en el tiempo, pero que este personaje ha logrado «manipular» dada su naturaleza.
La primera faceta, obviamente, aterriza en la isla con la caída del avión. Mientras para el resto de los supervivientes del Vuelo 815 la isla es un lugar amenazador, para él la isla es un lugar hermoso y fascinante. Me estoy refiriendo a John Locke, por supuesto.
Locke es el más adaptado, el que más arriesga, el que asume ciertas responsabilidades adquiridas al enfrentarse a la isla. John Locke es el primero que se pone ante el teclado para introducir los números. Porque una parte de él sabe que en el pasado, la irresponsabilidad de Desmond al no introducir la dichosa secuencia numérica, provoca que el sistema falle y el Vuelo 815 caiga en mitad de la playa.
Lo que en realidad, John Locke no sabe es que la propia isla lo está preparando y lo está poniendo a prueba. Está enfrentándole a adversidades que su conciencia futura conoce.
Remontémonos a años antes del desastre del 815, y metámonos en el pellejo de los dos malosos de la serie: Charles Widmore y Ben Linus. Ambos aspiran a obtener los poderes de la isla. Mientras Richard Alpert se conforma con acatar la palabra de Jacob, Ben y Charles aspiran a controlar la isla, a conocer sus secretos. Ambos juegan a ser Jacob. Charles Widmore es un tipo mezquino y oscuro, mientras que Ben Linus es un tirano que desató una purga que acabó con todos los miembros de la Iniciativa Dharma y asesinó a su propio padre —recordemos que John Locke no asesina directamente a Anthony Cooper, sino que se vale de Sawyer para llevar a cabo el parricidio—. Resumiendo, Jacob utiliza a Widmore y, sobre todo a Ben, pero en ningún momento les otorga el tratamiento de «elegidos». ¿Por qué? Porque Jacob quiere protegerse a sí mismo. Jacob, que se ha hecho amo y señor de los secretos de la isla, sólo puede ceder su trono a una persona: a sí mismo. Es decir, a John Locke.
Locke, en algún momento, llegará hasta el corazón de la isla, comprenderá los secretos de ese lugar maravilloso y se convertirá en Jacob. O quizás, sea el propio Jacob el que le abra las puertas del Cielo y John Locke se encuentre con otra de sus facetas: el John Locke futuro.
Pero donde caben dos John Lockes caben tres. Y es que puede haber otro Locke pululando por la isla mientras el Locke del presente manda a tomar por culo su silla de ruedas y el Locke del futuro juega a ser Dios con los supervivientes.
Volvamos a hacer un poquito de memoria: Locke es abandonado por su madre biológica al nacer. Jamás se le ha visto el rostro. Se cría en el seno de una familia de acogida, hasta que el muchacho se hace mayor y comienza a investigar su pasado. Las pistas le llevan hasta Anthony Cooper, un timador profesional que se las apaña para birlarle un riñón. ¿De verdad es Anthony Cooper el padre biológico de Locke? Según mi teoría no. Cooper es una prueba más en la vida de ese pobre mártir llamado Locke. Cooper arroja a Locke desde la azotea de un piso y lo deja lisiado de por vida. Cualquier otro hubiera muerto, pero Locke tiene la capacidad de sobrevivir. Tiene un don. El don que obtienen todos aquellos que han nacido en la isla y que le permite abandonar la silla de ruedas una vez que pisa la playa.


Los Otros forman una especie de comuna que adora a un Dios llamado Jacob. Jacob es un ser que nace en la isla, regresa a ella años más tarde y, finalmente, se convierte en Dios. ¿Pero qué es el tiempo en Perdidos salvo una paradoja? Ahora que estamos viendo que la isla es atemporal y tiene la propiedad de saltar hacia diferentes puntos de su historia, arrastrando a todos los protagonistas con ella, comprendemos que el ayer, el hoy y el mañana son puntos que en cualquier momento se pueden entrecruzar. ¿Nos apostamos algo a que será el propio Hugo el que, en uno de esos viajecitos al pasado, transmita a Dharma los dichosos números que tanto han determinado su vida?
Estamos ante paradojas que se repiten una y otra vez. Ante personajes como Faraday que buscan la salvación de los seres que aman retrocediendo al pasado. El tiempo, en la isla, es una paradoja. Entonces, ¿por qué John Locke no podría asistir a su propio nacimiento en la isla? Locke es Jacob, pero también es Aaron. Locke es el presente, Jacob es el futuro y Aaron es el pasado. Tres facetas de un mismo ser convergiendo a la vez en la isla. El misterio de la Santísima Trinidad encarnado en la figura de John Locke.

Recordemos que Locke protegió a Aaron hasta que Charlie superó el mono y asumió el rol de padre. Locke en todo momento cuidó de Claire, hasta el punto de que ésta llegó a empatizar con el calvorotas. Claire conserva el instinto de madre. Más tarde, John Locke se encontrará con Christian Shephard en la cabaña de Jacob, incluso en el episodio de ayer, será el padre de Jack el que empuje a Locke a llevar a cabo el mayor de sus sacrificios: morir para salvar a sus amigos. ¿Por qué esa obstinación en que sea el padre de Jack? Porque Jacob sabe que Christian es su abuelo y, por supuesto, es la persona más cercana a Locke. ¿O acaso no recordamos esa escena en la cabaña en la que papá Shephar y Claire rodean a Jacob con aires protectores? Ambos saben que Jacob es Aaron y a su vez es John Locke, así de complejo y de simple.
¿Y cómo situar a Aaron en el mismo plano temporal que Locke? Muy fácil, ahí entramos ya en el juego de los Oceanic Six, es decir, los seis supervivientes que abandonaron la isla. Que en realidad no son seis, sino nueve contando a los más pequeños, es decir Walt, Ji Yeon y nuestro Aaron. Tengo el pálpito de que ellos tres también regresarán a la isla. Y, concretamente, Aaron acabará en una época situada cuarenta o cincuenta años antes del desastre del Vuelo 815 (a saber la edad que tiene Locke), el punto exacto para acabar en manos de una familia adoptiva y que Richard Alpert lo someta a la prueba de la brújula sin darse cuenta de que el pequeño Jacob, Locke o Aaron —llámenlo como quieran— ya hacía sus pinitos como dibujante retratando el humo negro de la isla.

¿La misma persona?

Pues esta es la teoría de la Santísima Trinidad: un mártir encarnado en un mismo lugar de tres formas diferentes. Lo único que falta saber es el destino de Claire (¿la señora Hawking?) y si realmente esa mujer ilusoria que decía ser su madre biológica (¿ésta vez sí que será Claire?) tenía razón en aquello de que Locke fue concebido de manera inmaculada.
Sea como sea, el misterio está en manos de la isla, ese espacio atemporal que crea sus propias reglas, que une en un mismo punto muchos universos convergentes y que parece haberle otorgado su gracia a un simple mortal.

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Tajundrerías

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jueves, febrero 12

La mejor serie de televisión.

Los jueves tienen un saborcillo distinto gracias a Perdidos. Me levanto por la mañana, preparo la entrada del blog y, mientras tanto, voy echándole una ojeada a las páginas que suben los capítulos en versión original. Después toca darle a la tecla y escribir, a la espera de que se curren los subtítulos. Me voy a dar clase a Moncofa, llego a eso de las seis a casa y… ¡¡todo listo para disfrutar de la mejor serie de televisión de los últimos tiempos!!


¿Exagerado? Tal vez. Pero las tres últimas temporadas, pese a que han sufrido el inevitable desgaste de audiencia, se han ido superando una tras otra, hasta llevar los límites de emoción al máximo. Vivimos una época dorada en las series de tv (ahí está House, Carnivale, Roma, Galáctica, El séquito o Médium para atestiguarlo), pero Perdidos sigue brillando por encima de las demás.
¡¡Cuidado que va con SPOILERS!!

Y se nota que ya estamos en el último tramo de la serie, porque las pistas sobre los personajes y “las cualidades” de la isla, son cada vez más abundantes. La serie ha desembocado a una situación emocionantísima: por un lado el grupo de supervivientes reuniéndose en la ciudad con la ¿¿ayuda?? de Benjamín Linus y por otro los que quedaron en la isla asistiendo a la génesis de todo lo que conlleva el Universo Lost. Y es que los viajes en el tiempo es la excusa perfecta para mantenernos clavados en el sillón capítulo tras capítulo mientras vamos contemplando cómo un jovencísimo Charles Widmore ya estaba en la isla muchos años antes de que llegara la iniciativa Dharma y que no tenía escrúpulos a la hora de cargarse a un compañero de viaje, que Richard Alpert es el tío más afortunado del mundo porque durante la segunda guerra mundial lucía el mismo cutis que en los tiempos modernos , que la isla encierra en sus entrañas a Jughead o que Faraday sacó de un apuro muy gordo a los Otros con aquello «de enterrarla hondo y con mucho hormigón». Empezamos a olernos que la señora Hawking y Faraday son madre e hijo, y todo parece indicar que entre Marvin y Miles también hay relación paterno-filial.
El capítulo cuatro se quedó en un punto emocionantísimo. Y no porque regresara Jin (que nadie se había tragado que muriera en el carguero), sino porque el destino provoca que el grupito de Sawyer fuera a parar a uno de los momentos más dramáticos de la historia lostiana: la llegada de una jovencísima (y embarazadísima) Rousseau y de la expedición francesa. ¿Cuál es el destino de todos estos personajes? ¿Qué relación existe entre Ben y Rousseau, que lleva a que Ben considere a Alex como su propia hija?


Pero hay más, mucho más. Y es que Perdidos ha sido tan grande, que a lo largo de estos cuatro años ha sembrado una gran cantidad de personajes y situaciones que, ahora, de repente, comienzan a converger sutilmente (es decir, que ni se te ocurra engancharte a la serie a estas alturas porque no entenderías nada): hay una guerra declarada entre Benjamin y Charles Widmore por la isla, o lo que es lo mismo, por Jacob (ese ser omnisciente que vive en una cabaña ¡¡¡sin televisión!!! y provoca que incluso el mismísimo Richard Alpert se cague en las bragas). Los mercenarios de Widmore llevan la guerra entre los dos patriarcas a una nueva dimensión cuando eliminan a Rousseau y a Alex en la cuarta temporada, lo cual desata la ira de Ben y amenaza a Widmore con cargarse a su hija. El apardalao de Desmond, que no sabe nada de los cambalaches de su suegro, arrastra a Penny en su búsqueda de la señora Hawking (la madre de Faraday), que a su vez está vinculada a la organización de Ben. Es decir, que le esta poniendo a Ben, la cabeza de Penny en bandeja.


Y luego está el llanero solitario: Locke, cada vez más desbocado y echao p’alante. Es el nuevo elegido de Jacob y, por tanto, una amenaza para Ben. Locke es el nexo entre el pasado (los que quedaron en la isla) y el futuro (los que salieron al final de la temporada anterior), y todos sabemos que la estación orquídea tendrá mucho que ver para el reencuentro y que, una vez realizado el salto temporal, Locke acabará en un ataúd criando malvas.


Y para rizar el rizo están los Shephard. Christian Shephard se ha llevado a la casita de Jacob a su hija bastarda (Claire) y le ha echado una mano a Michael cuando el carguero de Widmore estalló en la última temporada. Por lo tanto, papá Shephard también está metido en el ajo. Jack anda beneficiándose a la Kate mientras cuida a su sobrino postizo, es decir Aaron, y deja que Ben lo manipule a su antojo. Por lo tanto, Jack sigue viviendo en los mundos de Yupi.
Si habéis logrado llegar hasta aquí, significa que estáis tan enganchados a la serie como yo, así que… ¿qué nos va a deparar el futuro?


Parece que nos vamos a meter hasta las entrañas de la isla y, por fin, vamos a saber lo que es el humo negro. La isla nos va a deparar una tourné por la vida de Ben, lo cual responderá aún más preguntas morbosas (como por ejemplo… ¿qué fue de aquella amiguita misteriosa que el joven Ben conoció nada más llegar a la isla? Es de suponer que su destino, fuese el que fuese, es de capital importancia en la vida de nuestro malo más maloso). Y, por supuesto, cuáles van a ser los roles de Walt y Ji Yeon en toda esta historia.
Y hasta aquí llego. No sigo tirando más de la madeja porque esto se puede hacer eterno. Ya tengo bajado el capítulo de hoy. Que ustedes lo disfruten también. Me voy a escribir.

By David Mateo with 31 comments

miércoles, febrero 11

El tren del infierno

Justo en frente de mi casa hay un gran colegio, el de los escolapios, más allá un bloque de edificios y, cruzando el horizonte, la vía del tren que pasa por la Patacona y se dirige hacia la estación del Cabañal. De fondo se atisban los edificios de la Universidad de Valencia, más lejos el contorno de la ciudad y, al final, las montañas que delimitan el paisaje.
En un sueño que tuve hace un par de noches, esa vía que continúa hasta el Cabañal se dividía en dos. El primer tramo sigue hacia el sur, tomando el rumbo habitual. Pero el segundo tramo va hacia el norte.
Una vieja leyenda dice que si el tren sigue el trazado habitual, no pasará nada. Pero… ¡ay del despistado que tome la ruta del norte! Algunos trenes se han desviado por un descuido y jamás han regresado. Han desaparecido para siempre, con todas las personas que llevaban dentro. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Ningún pasajero ha vuelto para contarlo.
En ese sueño, regresaba de Moncofa, de dar una clase en el cole, cuando sentí que la inercia del tren nos llevaba a todos hacia el norte. Algunos pasajeros se asomaron por la ventanilla y vieron cómo la Malvarrosa quedaba atrás y las vías que señalaban el camino hacia la estación cada vez eran más pequeñas.
—¡Diablos! Esto no es normal —murmuraban unos.
—¿Pero qué hace este hombre? Ha tomado la ruta prohibida —replicaban otros.
El nerviosismo cundió entre el pasaje. ¿En qué cojones estaba pensando el conductor para llevarnos por aquel camino? ¿Se había vuelto loco? Los pasajeros se pusieron en pie y comenzaron a ponerse muy nerviosos. La mayoría se agolpaba junto a las ventanillas, buscando un lugar preferente para ver lo que iba a pasar a continuación.
El tren iba hacia el norte, por descuido o por negligencia, y ya no había posibilidad de dar vuelta atrás. Nuestro destino iba a ser el mismo de todos aquellos que habían desaparecido a lo largo de los últimos tiempos.
Sentí el cuerpo empapado en sudor. La gente me agobiaba. El miedo arponeaba mis tripas. La tensión me llevaba a girar una y otra vez la cabeza hacia la ventanilla para ver qué nos deparaba el horizonte.
Algunos pasajeros se pusieron histéricos y corrieron hacia las salidas del vagón, pero nadie se atrevió a abrir las puertas con el tren en marcha.
El cielo se volvió rojo sobre nuestras cabezas. El calor se hizo más corrosivo. Costaba encontrar una bocanada de oxígeno entre toda aquella humanidad sudorosa. Y al mismo tiempo el tren aceleraba. Aumentaba la velocidad como una enorme bestia desbocada, siguiendo el trazado de la vía y llevándonos hacia un punto indeterminado plagado de llamas y de estructuras ferrosas condenadas al fuego.
—¡El infierno! —gritó alguien—. Vamos derechitos al infierno, donde los demonios nos condenarán hasta el fin de los días.
Por entonces el calor era tan agobiante que muchos se habían quitado las camisas y sudaban como cerdos. El olor a masa mojada y jadeante se convirtió en una costra que se me pegó a la garganta. ¡Aquello no podía estar pasándonos! ¡Era imposible! ¡Derechitos al infierno sin posibilidad de redención! Y todo por un descuido del estúpido conductor.
En ese momento, alguien pulsó el botón de apertura de emergencia y las puertas se abrieron. El sonido que llegaba del exterior se convirtió en un rugido ensordecedor. Pero mejor fuera que dentro. El interior del tren se había convertido en un rodillo de hierros incandescentes en donde la carne se pegaba por la fricción.
Muchos comenzaron a saltar, de tal modo que la mala fortuna les llevó a caer entre los raíles. Trozos de carne salpicaron las ventanillas. A la gente no pareció importarle demasiado. Mejor abajo que dentro. Mejor muertos que en el infierno.
Por supuesto, yo también salté. Rodé por el suelo como una trompa desbocada. Todos los músculos se me quedaron entumecidos, incluso me hice algún cardenal al rebotar contra las piedras.
Pero al menos ya no estaba dentro de aquella criatura metálica. El tren se alejaba hacia el Norte, buscando un horizonte cuajado de llamas, llevándose consigo a todos los desgraciados que habían quedado atrapados en los vagones.
Me levanté como pude, me sacudí la ropa y miré a mi alrededor. Me encontraba en un enorme campo de tierra que me resultó familiar. Aquí y allá grupos de personas que habían caído del tren, recomponían su dignidad y se espolsaban el polvo de la ropa. Todos miraban desconcertados aquel enorme campo de tierra batida. A mí, en cambio, el paisaje me era tremendamente familiar. ¡El campo de fútbol de los escolapios! ¡Claro que sí! El lugar donde la mayoría de mis compañeros de EGB jugaban en los recreos y yo me aburría como una ostra.
¿Qué hacía allí si nos habíamos distanciado tanto de casa? Es más, desde los escolapios se divisaba mi calle… ¿por qué entonces lo único que llegaba a ver era aquel cielo tumefacto y rojo?
Sonaron cuernos de guerra al otro lado de la valla que separaba el campo de fútbol del cole. Todo el mundo se quedó muy quieto, atento a lo que iba a suceder a continuación. Retumbaron aullidos en la distancia. Los niños comenzaron a llorar. Algunos adultos corrieron hacia ninguna parte, pues no había lugar dónde refugiarse.
En ese momento, enormes formas cruzaron la valla y todos nos quedamos paralizados. Los autómatas sin rostro que llegaron del otro lado montaban caballos de fuego, iban armados con picas y redes, y esgrimían espadas de hoja curva.
Un ejército pavoroso se materializó ante nosotros en menos que se lanza un suspiro.
¡No hubo piedad! Cargaron como una manada de bestias enardecidas por la rabia, lanzando estocadas contra cualquier bulto que se moviera a su alrededor y amputando los miembros de los desafortunados que se quedaban petrificados ante los cascos de sus monturas. Los chillidos arreciaron. Los lamentos se hicieron más hirientes. La gente corría despavorida, pero las redes caían sobre los que se retrasaban y los jinetes los arrastraban hacia sus dominios.
La tierra se tintó de rojo. Regueros de sangre mancharon las plantas de mis pies. La gente rodaba por el suelo con miembros amputados, era asaetada sin piedad y todos acababan enredados como ratas, pero nadie moría. Si no que caían en una agonía indescriptible y eran arrastrados al otro lado de la valla de hierro forjado.
La captura se consumó en unos pocos segundos.
Apenas tuve tiempo de preguntarme qué había pasado. O de divagar si al final había sido buena idea bajar a aquellas arenas de muerte o hubiese sido mejor permanecer en el tren.
Un jinete sin rostro se abalanzó sobre mí. Los cascos de su caballo rompieron con un trueno ensordecedor el suelo que había bajo mis pies. El mundo se eclipsó por una gran sombra que no tenía ojos, ni nariz, ni boca, sólo un ovalo de cuarzo en el que se reflejaban las llamas que serpenteaban en el cielo. El jinete alzó la lanza, rasgó el mundo en dos y la realidad se desvaneció tras un fulgor de plata que me abocó a una singladura de dolor imperecedero.

Hay quién dice que siente alivio por no recordar sus pesadillas. Yo opino justo lo contrario. A veces las pesadillas son tan reales, que das gracias a Dios por permitirte asistir a ellas y que permanezcan en tus recuerdos una vez que la conciencia retorna tras el sueño.
¡Me siento afortunado por haber tenido esta pesadilla! ¡Gracias, Dios!



By David Mateo with 12 comments

martes, febrero 10

Vivir de escribir

Hay entradas y entradas en este blog. Por un lado las mías, normalmente casposas y buitrosas, y luego las que me manda informador colorao que suelen ser tan buenas que, inevitablemente, tengo que subirlas para vuestro deleite. Y como muchos soñamos con escribir durante ocho horas al día (si pueden ser menos mejor) y el resto del tiempo pasarlo tocándonos la pancha, aquí va uno de esos artículos que nos encantan: ¿Cuántos escritores españoles viven de la Literatura? Esta vez publicado en el Cultural y obra de ese peazo de periodista llamado Daniel Arjona. Que ustedes lo disfruten.

Fernando Savater se ufanaba en su autobiografía (Mira por donde. Taurus, 2003) de que su trabajo de escritor era lo más parecido a “vivir sin trabajar”. Pero, ¿se puede vivir de escribir? Con el oscuro nubarrón de la crisis en el cogote, nos interesamos por las variopintos ingresos de nuestros narradores -conferencias, clases, jurados literarios, colaboraciones periodísticas- a los que sus libros publicados contribuyen sólo en una pequeña parte. Hay clases, sin embargo. Un grupo de privilegiados con millones de ejemplares a cuestas que podría prescindir sin apuros ni estrecheces de lo que Isaac Rosa llama “la industria auxiliar”.

Todo se desmorona, o eso parece. Lo que comenzó con unos risueños banqueros estadounidenses despachando hipotecas a quien no tenía siquiera el dólar para pagarse el transporte público hasta la sucursal, ha devenido en catástrofe mundial. Mundial e íntima. Echan a los amigos, tiemblan los padres y el único empleo que prospera es el de rotulador de carteles de “Se vende”. Y nadie parece a salvo: obreros, arquitectos, fontaneros, periodistas, ¿escritores? Cuentan que el libro es un objeto de ocio “barato”, una trinchera natural anticrisis que cubre grandes segmentos de tiempo por un precio asequible. Pero las visitas a las grandes superficies, donde se venden miles de ejemplares, menguan, y los anticipos editoriales se dividen por dos. Así, los escritores podrían no salir indemnes del derrumbe económico. A todo esto, ¿qué tal les iba hasta el momento?
En El Cultural hemos realizado un barrido general, una suerte de encuesta pecuniaria a una importante muestra de nuestros literatos. No queremos saber lo que ganan pero sí satisfacer la curiosidad de hasta qué punto se puede vivir de la Literatura -y de sus actividades anejas- en España. Nos han contestado Rafael Chirbes, Ignacio Martínez de Pisón, Antonio Orejudo, Isaac Rosa, Agustín Fernández Mallo, Ricardo Menéndez Salmón, Alberto Olmos, Juana Salabert, Rafael Reig y Juan Marsé.

Economías paralelas.
Lo decimos ya, sin intrigas innecesarias: sólo uno de los narradores interrogados, Juan Marsé, admite vivir únicamente de los beneficios de sus libros. Hay más, se sabe. Nombres que no se caen de los primeros puestos de las listas de ventas año tras año. Los Arturo Pérez Reverte, Carlos Ruiz Zafón, Eduardo Mendoza, Antonio Gala, Almudena Grandes, Matilde Asensi, Julia Navarro, José Luis Sampedro, Alberto Vázquez Figueroa... Algunos, como es el caso de este último, han atesorado, ejemplar tras ejemplar, fortunas de ensueño.
No es el caso de Rafael Chirbes (Tabernes de Valldigna, Valencia, 1949), quien publicó en 2007 Crematorio (Anagrama), la mejor novela del año para los críticos de El Cultural. Chirbes explica que no ha conseguido nunca vivir de sus libros, “siempre he tenido economías paralelas”. Economías que no pasan necesariamente por los consabidos bolos, las colaboraciones periodísticas, los jurados literarios, etc. “Lo que pueda ganar al año por esas cosas es más bien simbólico. No escribo columnas, ni doy muchas charlas (ahora, alguna más), y la mayoría de las que doy son más bien por compromisos, amistades, gente a la que no puedes decirle que no, etc...”.
La última novela de Isaac Rosa (Sevilla, 1974) es El país del miedo (Seix Barral, 2008) pero no han sido sus ventas ni las de sus anteriores libros las que le han dado de comer durante estos años. “Hace cuatro años que vivo de mis libros, aunque más bien indirectamente. Quiero decir que no vivo sólo de la venta de mis libros, sino de ellos y de otras actividades derivadas: colaboraciones en prensa, traducciones, conferencias, cursos... La industria auxiliar del escritor. Sí, se puede vivir en España de la Literatura. Solemos oír que sólo unos privilegiados lo consiguen, pero yo conozco a bastantes escritores que viven de escribir, algunos incluso viven muy bien. De hecho, una novedad de los últimos años es que ya no sólo se puede vivir de los libros: ahora es posible incluso hacerse millonario. Recuerdo la promoción de lanzamiento de la última novela de Ruiz Zafón, su insistencia en los millones de ejemplares vendidos y en los que esperaba vender, en lo que parecía un mensaje destinado a los novelistas más que a los lectores, algo así como atención, fíjese bien, es posible ganar mucho dinero escribiendo novelas, este muchacho lo ha hecho, tú también puedes. Los best-sellers ya no son todos extranjeros, y estoy convencido de que hay cada vez más autores aficionados cuya aspiración es ser escritor más que escribir, y sueñan con ganar mucho dinero -de ahí la insistencia en ciertas fórmulas narrativas de éxito tan presentes en primeros títulos-”.

Una vida burguesa
La vanguardia literaria nacional andaba desvaída cuando Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) reunió las notas redactadas tras un incidente hospitalario en Thailandia y arrancó la “Era Nocilla”, de la que Nocilla Experience (Alfaguara, 2008) es la penúltima entrega. Fernández Mallo corrobora: “No, no vivo de mis libros. Por una parte, eso está bien, prefiero tener la libertad de poder escribir lo que quiera sin la presión del dinero. Viviría de mis libros si mis ventas fueran de best seller, cosa que no ocurre. No creo que sea posible para un escritor de producción y ventas medias vivir de sus libros de una manera normal, tranquila y digna, es decir, burguesa, y creo que esto es igual hoy que ayer y que antes de ayer. No creo que tenga nada que ver con la crisis, argumentar eso es tramposo. Los editores venden menos, es cierto, pero es que los beneficios que le llegan a los autores eran ridículos antes y son ridículos ahora. ¡Los novelistas afectados por la crisis! Es paródico. Los novelistas siempre están en crisis. De los libros, viven exclusivamente diez, los que pasan de cien mil ejemplares vendidos por título”.

La economía sumergida
Hay quien abandonó toda esperanza desde el primer momento. Alberto Olmos (Segovia, 1975), que inquietó con su última nouvelle dialogada -Tatami (Lengua de trapo, 2008)-, matiza: “No vivo de mis novelas. Tampoco esperaba hacerlo. Entiendo obvio que para vivir de la literatura hay que vender muchos ejemplares de cada novela, y también considero obvio que los escritores que viven de escribir acaban escribiendo novelas sobre escritores, lo que resulta empobrecedor a largo plazo”. Pero el escritor puede abandonarse -no sin peligro- a la “economía sumergida” con la que poder mantener la cuenta al día sin publicar gran cosa. “Se puede, por desgracia -lamenta Olmos-, los jurados son siempre los mismos, los premiados son siempre los mismos y los bolos caen siempre sobre los mismos”.
Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) compagina sus ejercicios narrativos con su trabajo como editor en KRK, “que complementa el ingreso inestable de mis libros”. Menéndez Salmón, que acaba de publicar El corrector (Seix Barral, 2009), admite que habrá quien vive de bolos y demás acompañamientos pero “al precio de dejar de ser escritor para convertirse en otra cosa: en representante de sí mismo, por ejemplo, o en una marca registrada. No me imagino a ninguno de los escritores españoles que me gustan esclavizando a su musa por culpa de una agenda como la de un ministro”.
Por su parte, Rafael Reig (Cangás de Onís, 1963) se cabrea, socarrón, cuando aludimos a su modus vivendi: “No fastidie, ni aunque fuera un faquir, un penitente o por completo herbívoro. Esta tripa que tengo, ¿tú crees que es de las novelas? Yo vivo de lo que escribo en los periódicos, de las clases que doy y de los bolos. De las novelas sólo pueden vivir unos pocos, igual que pasa en el billar, el ajedrez o la natación sincronizada. Yo no estoy entre ellos: yo formo parte del Tercer Mundo de la novela, o como mucho, en vías de desarrollo. A la gente le gusta que los países pobres sean exóticos, igual que le gusta que los autores que no vendemos tanto seamos exóticos, bohemios y esas cosas. Si nos ven de corbata, como si fuéramos Carlos Fuentes, ya no les mola, les parece sospechoso: como si van a un viaje de aventura y resulta que hay hoteles de cinco estrellas y solomillo, en lugar de comer hormigas”.

Mal informados
Y Reig, que en 2006 publicó el a un mismo tiempo mítica y subterráneo Manual de Literatura para caníbales (Debate), se atrinchera y revuelve ante la cuestionada moralidad del escritor sin libros: “Por supuesto, y no hace falta ser novelista: se puede ser articulista y no escribir libros, etc. Aunque mucha gente no lo sepa, escribir un libro aún es optativo. Hay un anteproyecto de ley, pero aún no se ha aprobado la obligación de publicar un libro, pese a lo que crean los políticos, los presentadores de la tele y los famosos en general. Están mal informados: se puede ser feliz y buen ciudadano sin tener que demostrar que se tiene vida interior”.
Antonio Orejudo (Madrid, 1963), el sorprendente autor de las Fabulosas narraciones por historias (Tusquets, 2007), comparte igual espíritu desacomplejado: “De hecho, para ganar dinero conviene no escribir demasiados libros. Los libros quitan mucho tiempo a los bolos, que es la actividad verdaderamente lucrativa”. E Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 196a), autor de Dientes de leche (Seix Barral, 2008) aclara: “Yo diría más bien que vivo de lo que escribo. No sólo de los libros: también de artículos, prólogos, etc. Desde hace un par de siglos ha habido escritores que vivían de sus libros. Supongo que seguirá siendo así”.
Quizás la previa aventura de escribir y la pretensión de hacer frente al euríbor pluma en ristre sea todavía, lamentablemente, una práctica de riesgo en la España del XXI. Juana Salabert (París, 1962) firmó en 2007 su última novela hasta la fecha, El bulevar del miedo (Seix Barral). Dice Salabert: “Trato de vivir de mis libros, al menos, combinando en la medida de lo posible mis anticipos de novela con las conferencias, la escritura de artículos y alguna que otra traducción ocasional. Si vivir de la pluma en España siempre fue difícil, en la última década la situación ha empeorado con respecto a los años noventa y ello a pesar de la buena situación -de momento y por fortuna- de la industria editorial española. De todos modos, me considero bastante afortunada en este terreno, vivir, o ‘sobrevivir’, haciendo lo que te gusta es un raro y espléndido privilegio. Pero también una elección vital que supone la renuncia a muchas cosas, a comodidades y seguridades, porque no siempre sabes que será de ti al siguiente trimestre”.

Tal vez el viejo Cela...
Para concluir, uno de los grandes termina por agriar el panorama al explicar que “hace muy poco que pude vivir de la Literatura”. Juan Marsé (Barcelona, 1933), premio Cervantes 2008, autor de una obra espléndida y abrumadora en la que se cuentan novelas como últimas tardes con Teresa (Seix Barral, 1966), La muchacha de las bragas de oro (Planeta, 1978) o Canciones de amor en Lolitas Club (Lumen, 2005), afirma desconocer “la situación de los demás escritores pero dudo que haya quien pueda haber vivido fácil y exclusivamente de la escritura. No sé, tal vez en su tiempo, el viejo Cela...”.
Aclaradas las dudas y endurecidos los sueños, ¿qué les queda a los aspirantes, a los novelistas lastrados, más que cargados, de un futuro pasado por agua y amenazador? Escuchen, escuchen a Rafael Reig: “A mí me pagan más o menos los mismos anticipos, lo mismo por artículo y lo mismo por conferencia que me pagaban cuando empecé, hace ya veinte años. O sea que cada vez estamos más pobres. Los nuevos talentos lo tienen difícil, sin duda, las editoriales cada día son más avarientas: he oído que ahora ya firman contratos con menos del 10% para el autor. Y me parece estupendo: si los nuevos talentos lo tuvieran demasiado fácil, se echarían a perder, je, je: es todo por su bien”.

(Jejeje, que cachondo… eso lo digo yo).

By David Mateo with 12 comments

lunes, febrero 9

Al rico raje


Al lorito porque el raje no tiene desperdicio: «Stephenie Meyer, es una escritora mediocre, escribe para chicas adolescentes y es incapaz de crear nada que merezca la pena.» Estas declaraciones han aparecido en el diario USA Today y las ha dicho ni más ni menos que el señor… … … … ¡¡¡Stephen King!!!


Y que nadie se me tire encima que conozco a los seguidores de la Meyer y no lo he dicho yo.
King continúa con las siguientes perlitas: «La gente se ve atraída por las historias, por el ritmo, y en el caso de Meyer está claro que ella escribe para una generación de muchachas adolescentes que ve como se abre ante sus ojos la caja fuerte del amor y el sexo en estos libros. El mundo vampírico es una especie de "taquigrafía" para trasladar algunos sentimientos y experiencias para las que las adolescentes todavía no están listas.»
Pero el gachó, no contento con poner verde a la pobrecita Stephenie, continúa comparándola con la Rowling. ¿Y quién creéis que gana? Basta recordar que King y Rowling son amiguitos del alma y que toman café en uno de los salones del palacio de la segunda. Además, King fue uno de los autores que animó el movimiento: «Rowling no mates al niño Pota en el último libro», así que la respuesta casi casi parece previsible. Sea como sea, aquí van las declaraciones: «Las dos, Rowling y Meyer, se dirigen directamente al público joven. La diferencia real está en que Rowling es una escritora fantástica y Stephanie Meyer no puede escribir nada que merezca la pena. No es muy buena.»
Esto es un raje en toda regla y lo demás son tonterías. Todavía hay que comprobar si la Meyer le ha dado calabazas a alguno de los hijos de King o si al autor de Maine no le hace gracia que exista otro escritor de terror que use el nombre de Steph para catapultarse en las listas de ventas. Sea como sea, desde la Sombra hay que darle un tirón orejil al señor King por decir cosas tan feas de una colega.
No sea malo, señor King, imagínese que cuando usted publicó «Carrie» hubiera salido en prensa un señor cejijunto y le hubiera dicho: «Carrie es un libro que sólo le interesa a las chavalas reglosas y a las pijas que les agrada bañarse cada día con sangre de cerdo». Pues seguramente no le habría hecho mucha gracia, ¿verdad?
Aunque… ahora que recuerdo… a King sí que le dijeron por activa y por pasiva que sus novelas eran malas del copón. ¿Estará llevando a cabo el sr. King la misma estrategia para apoyar el libro de Crepúsculo? Y la pregunta más importante: ¿Le importará lo más mínimo a la Meyer lo que dice el señor King después de haberse forrado a base de vender Crepúsculos?
Para que veáis que no soy malo con la Meyer: Stephenie, si lees esto, recuérdale a King que él ha escrito Cell, Buick ocho y un libro sobre una niña que se pierde en un bosque y se tira todo el puto libro pensando en un jugador de béisbol.
Bueno… casi mejor no le recuerdes nada, porque él te responderá que escribió en su día «El misterio de Salem’s Lot» y ahí lo habremos jodido.
El caso es que desde la Sombra de Grumm animamos a Stephenie a que responda con otro raje (¡más morbo! ¡más morbo!) y que pase de todo, que el señor King se ha vuelto muy gruñón de un tiempo a esta parte y que en este mundo de las letras cualquiera es muy libre de escribir lo que le de la gana… sí, hasta de vampiros mariconas… también de vampiros mariconas… ¿qué le vamos a hacer?


By David Mateo with 32 comments

domingo, febrero 8

Grumm’s books

Se reedita el libro de un buen amigo: El hombre de la plata, de León Arsenal en Edhasa. Libro imprescindible.

TRAS LOS PASOS DE TARTESSOS.
León Arsenal pone nuevamente de manifiesto su talento para la creacion de tramas de aventuras con esta nueva versión de su novela EL HOMBRE DE LA PLATA, una obra situada en el siglo VI a.C. en el sur d ela penísula Ibérica, donde florece la legendaria cultura de Tartessos. Con esta nueva versión ampliada, como explica el propio autor en el prólogo, cierra algunas brechas narrativas de la primera edición y pule ciertas cuestiones de estilo que contribuyen a hacer de esta novela una obra redonda.
El saqueo de la tumba de un noble, con el hallazgo de una enigmática pieza de plata, es el desencadenante de esta aventura en la que la acción y la intriga se alternan a medida que se avanza en un expectacular recorrido por el Mediterráneo occidental.
Tartessos sigue siendo hoy una cultura mítica y legendaria, envuelta en el misterio y de la que muchos aspectos permanecen en la sombra, por lo que es un espacio idóneo para que un autor con el sentido de la aventura, como León, desarrolle su trama.

By David Mateo with 5 comments

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