jueves, marzo 20

La piel fría, de Albert Sánchez Piñol


Un faro asediado por hombres anfibios. La verdad es que todavía me resulta sorprendente que un libro cuyo argumento propone, a simple vista, una historia tan simple se haya convertido en superventas. Craso error. No creo que el libro trate sobre un hombre acorralados por monstruos. Ni siquiera creo que el plato fuerte de esta obra radique en los encuentros «tórridos» entre Aneris y Kollege. «La piel fría» es un libro pavoroso, pero de ese terror intranquilo e incómodo que sólo puede despertar un psicoanalista. Y tras leer este libro me da la sensación de que Sánchez Piñol es uno de esos psicoanalistas a los que es mejor mantener alejados.

Si nos fijamos, la novela tiene suficientes elementos para que el autor se hubiera recreado en ellos: la isla, el bosque, el faro, la cabaña que sirve de estación meteorológica, el océano… pero, sobre todo, los citaucas. Me ha impresionado verdaderamente el tratamiento que Piñol hace de estas criaturas. Están presentes durante todo el libro, incluso adquieren un protagonismo especial en Aneris, pero al llegar a la última página, siguen siendo los grandes desconocidos. Y lo mismo pasa con la criatura que comparte la vida con Kollege y Caffó. Piñol no les otorga más que una lógica muy subjetiva; la lógica que subyace en la cabeza de Kollege.

Creo que es ahí donde radica el verdadero acierto de la novela: todo es subjetivo, todo es intuitivo, todo emana del protagonista, desbordado por los acontecimientos. Es el éxito del terror psicológico sobre el terror ambiental. No hay escenas en las que Kollege se adentra en un bosque armado con su fusil y siente la amenaza de los citaucas en el pescuezo. Y no me malinterpreten, que la amenaza existe (y en algunos capítulos alcanza un grado físico superlativo), pero en la mayoría de las ocasiones esa amenaza proviene en primer orden de la mente de Kollege. Y Aneris, a su vez, es el bálsamo en el que se refugia el irlandés. Aneris es una obsesión hecha realidad. Representa todos los escalafones de la adicción más perturbadora: deseo, lujuria, sometimiento, sumisión, dolor, ignominia… Caffó queda prendado a ella. Posteriormente es Kollege el que acaba rendido en sus redes.

«La piel fría» contiene escenas demoledoras por su salvajismo. Todavía me estremezco al recordar la gran explosión que asola la isla tras la detonación de la dinamita. No obstante, una vez más, esa matanza indiscriminada, sin sentido y atendiendo simplemente a cuestiones de mera supervivencia, nos agrade a los sentidos. Los monstruos son los citaucas. No los conocemos, pero como lectores estamos unidos a Kollege y a Caffó. Y Albert Sánchez Piñol ya ha puesto en la novela los medios suficientes para que deseemos verlos morir. Queremos unirnos a la orgía de destrucción que provocan los habitantes del faro. Odiamos a los citaucas, aunque no sepamos sus intenciones. Representan la «amenaza» y, por tanto, deben agonizar como seres primitivos.

Albert Sánchez Piñol vuelve a ser el perfecto psicoanalista y convierte a los monstruos en una amenaza viral. Pero a su vez, se encarga de ofrecernos una cara distinta en la encarnación de Aneris y de ese inolvidable triángulo. Es un giro brusco en la línea argumental del libro que nos deja más confundidos de lo que ya estábamos al principio. Es la primera ley de lo indómito: si no lo comprendes te agobiará más.

En resumidas cuentas, «La piel fría» rescata lo mejor de la literatura pulp, pero la combina con las mejores dotes del terror psicológico para crear un libro que se digiere rápido y deja un sabor bastante agrio en el paladar (que de eso se trata, ¿acaso no estamos hablando de una novela que pretende ser perturbadora?). Define ciertos aspectos de la soledad y los entronca con los deseos más ferales del hombre. Nos habla de supervivencia, pero también de desesperación y agonía. No es una nueva forma de hacer terror, pero sin duda es efectiva. Tras leer esta primera obra de Piñol, ya estoy deseando hincarle el diente a «Pandora en el Congo».


By David Mateo with 12 comments

12 comentarios:

Algunos dicen que el libro hay que interpretarlo en clave nacionalista, y si no pregúntale a Emilio Bueso.

Yo lo admito todo: lectura sociológica, lectura política, lectura psicoanalística...

... pero defiendo que el libro funciona y sorprende maravillosamente como puro relato terrorífico.

Este Piñol es una de las sorpresas más interesantes del panorama español (ejem, estatal, lo que sea) en el ámbito fantástico.

Pandora en el Congo es muy diferente, para empezar incorpora el sentido del humor, pero también es un libro fascinante. Te lo recomiendo sin ninguna duda.

(Tengo entendido que ambos libros forman parte de una especie de trilogía con criaturas acuáticas, terráqueas, y... supongo que las últimas serán aéreas)

El libro tiene muchas lecturas, en efecto, y su carácter irredento se acentúa en el protagonista de la historia (¿y qué mejor que un irlandés para representarlo?), pero prefiero obviar ese elemento y quedarme con una lectura más metafísica: el terror (el miedo lujurioso y salvaje), que al fin y al cabo es lo que más me ha fascinado.

Yo también había escuchado lo de la trilogía monstruosa. A ver cuando sale el tercero.

A mi me encanto, pero luego lei (por recomendacion tuya) Soy leyenda y le encontre demasiados paralelismos psicologicos. O sea, son dos libros superdiferentes, pero la soledad de Neville me recuerda demasiado a la del tio de La piel fria.
JM

Yo es que creo que la soledad del tío de La piel fría es diferente a la de Neville. La de Neville es desaforada. Vive aislado en un mundo sin humanidad. Esa sensación no la encontré en Kollege, cuya soledad es más introspectiva. Vive con "la mascota" y con Caffó, por lo tanto su aislamiento no es tan asfixiante como el de Neville.

Por cierto que al autor le preguntaron en una entrevista por que tenia esa obsesion por meter en sus novelas relaciones sexuales entre monstruos y humanos. Su respuesta fue:
"Porque estoy loco".
Jajaja, con un par.
JM

Si el libro no tiene una lectura alegórica nacionalista, ¿por qué el meteorólogo es un ex miembro del IRA?

Yo creo que Piñol quiso, como mínimo, hacerle un guiño descarado a esa interpretación.

Estamos acostumbrados a analizar concienzudamente todo tipo de novelas, pero cuando se trata de narrativa fantástica, la apuesta interpretativa de nuestras lecturas termina cayendo inexorablemente en el escapismo tontuno y se hace un lado la lectura crítica para darle cancha a la evasión.

Y eso, señores, no vale. No podemos leer estos libros como si fuéramos niños y nada más. Una historia de sexo y violencia del calibre de "La Pell Freda" no es para leerla inocentemente.

En cualquier caso, yo no quiero sentenciar este debate, opino que hay que dejarlo abierto, como abierto a interpretación queda el libro. Y que cada cual vea lo que quiera ver.
Porque una conclusión es esa cosa a la que llega un memo cuando se ha cansado de pensar.

Tampoco se trata de dar la espalda a los aspectos políticos, pero a mí me interesa más otras lecturas de la obra, ya que es rica en matices.
Como tú bien dices, el sexo y la violencia están ahí, pero no son más que pilares para encumbrar el horror que envuelve al protagonista. A mí, lo que más me gusta de Piñol, es su tratamiento del terror psicológico. Me parece brutal sacar adelante casi 300 páginas con ralladuras de cabeza del tipo: "como los hombres reptiles están a punto de cortarme los huevos, pago mi frustración con la mascota".
Por cierto, hoy en la feria del libro antiguo he tenido Pandora en el Congo en la mano, pero por cinco euracos. Lo he dejado porque creo haberlo visto en bolsillo más económico.

Pues a mí me interesa especialmente el trabajo de Albert Sanchez Piñol porque veo en él lo mismo que hay en el de Jose Miguel Vilar: se trata de dos autores del panorama nacional inmediato que han sabido dotar de una profundidad de lectura a lo fantástico que excede de buen trozo lo que este mercado espera recibir.

Y abrirle puertas a este reducto es prioridad si aspiramos a sanearlo. O eso creo yo, vamos.

Creo que los libros como estos podrían cambiar la actitud de la gente hacia la narrativa de género. Nada menos.

Diversidad. Diversidad de autores, diversidad de subgéneros, diversidad temáticas, diversidad literaria para enrolar a todo tipo de lectores (sea cual sea su escala generacional) a este maravilloso mundo del fantástico.
Si conseguimos esa diversidad, ya llegará el momento de dar un nombre propio a las voces. Lo importante es luchar por encontrar esa diversidad literaria.
El gran problema (o el gran acierto, no lo sé) es que el público mayoritario apuesta por un estilo de fantasía muy concreto. Basta con que ese público eche una mirada al amplio espectro que le rodea y constate que más allá de lo visible hay vida. Sin embargo, la cuestión es: ¿aquellos que articulan los mimbres de lo que hay más allá de lo visible hacen todo lo humanamente posible para que les vean o, al contrario, van a lo seguro?

Cuando hace años leí esta novela en su versión original catalana me sorprendió muchísimo la hondura psicológica de los personajes. Era como si a un relato o novela de Lovecraft, más allá del miedo visceral y tópico al extraño, al monstruo, el autor hiciera un esfuerzo por bucear en los mecanismos de ese miedo y en las miserias de las supuestas víctimas humanas y su tendencia a animalizar el enemigo.
En cuanto al tema del nacionalismo en una entrevista el autor, este comentaba que había intentado que todos los elementos del conflicto que narra fueran suficientemente simbólicos como para que cualquier conflicto real se viera reflejado y como ejemplo cita el israeliano-palestino.

Gran novela. Muy lovecraftiana (¡jo, qué suerte Kafka de llamarse Kafka!). Por cierto, seguro que ya lo sabeis, pero Aneris=sirenA ;)

Nos vemos por aquí y por allá {^_^}

Me gustó, pero no me convenció del todo cuando lo leí. Había aspectos que no terminaban de encajar.

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