viernes, diciembre 11

No se me ocurre nada

Si hay una frase que me supera en mis talleres de literatura es: ‘no se me ocurre nada’. Frase que, por supuesto, esgrimen mis alumnos con una cadencia casi licenciosa. Ayer por la tarde realizamos una actividad más lúdica. Llegan las Navidades, se acaba el taller con el primer grupo, y deseaba poner en práctica el recurrido juego de escribir una carta anónima y que el destinatario fuese designado por el remitente mediante el azar. Obviamente, el resultado es dispar, pues el nombre surge de una bolsa y de un montón de papelitos arrugados, así que de la esperanza de sacar la chica o el chico de tus sueños pasas a la decepción de tener que escribirle una carta al compañero que peor te cae de la clase. Y como los grupos de hoy en día son tan… dispares (por calificarlos de alguna manera) la proporción de ‘amigo y enemigo’ se dispara respecto a la de ‘amigo y amigo’.
Y ya sabemos cuál es la frase más recurrente cuando tienes que escribir una paginita entera al tipo que te cae más gordo de la clase: ‘No se me ocurre nada’.
Lo peor de todo es escuchar esta frase cuarenta minutos después de comenzar la actividad. Los síntomas de que vas a enfrentarte a ella son evidentes: el alumno se aproxima a la mesa con aire abatido, como si acabara de recibir una paliza. Aunque parezca mentira, llega despeinado, resoplando, taciturno, con la mirada un poco perdida. Conforme se aproxima, reduce la velocidad y su gesto se vuelve descaradamente irritante. Entonces te planta un A4 pavorosamente vacío encima de la mesa con un gran título en letras devastadoras:

PARA MENGANITO

Y justo debajo: Feliz Navidad en unas cursivas que desbordan los márgenes y con un interlineado que haría sonrojar al ‘doble’. Entonces llega la fatídica frase: ‘Es que no se me ocurre nada’ o ‘No sé qué poner’ o ‘No sé qué decir’.
Mis respuestas suelen ser absolutistas: ‘Dios te dio una cabeza para pensar, haz uso de ese don divino’ o ‘A estas alturas del curso has redactado mil quinientos cuentos (mentira porque precisamente ese mismo alumno en cada actividad se ha aproximado a la mesa con la recurrida frase que me niego a reproducir otra vez), así que eso no me vale de excusa’ y si es la decimosexta vez que se aproxima al pupitre ya no me queda más remedio que argumentar: ‘Mira, si no pones ni siquiera el título el próximo día no participarás en el juego que vamos a hacer’.
Entonces el alumno da media vuelta, resopla como Moby Dick y retorna a su pupitre como San Pedro o San Pablo tras recibir sendos martirios a manos de Nerón.
Lo peor es que tras esta primera incursión del camicace de turno, se desata una ola de ‘No se me ocurre nada’ por toda la clase y te sientes desfallecer en un mar de ignominia.

Si la vida no fuese más que un sonido envolvente, Yann Tiersen sería moldeador de vidas.


By David Mateo with 4 comments

4 comentarios:

Horror de mis horrores. Veo reflejado en este blog mi vida cotidiana.

Es lo que tienen los críos de hoy. Se pasan la vida entre Operación Triunfo, Britney Spears, High School Musical y el binomio Playstation-Wii, es normal que se les acabe entonteciendo la mente como a los asnos. Si leyeran y se dedicaran a jugar a juegos de imaginación con sus amigos (tipo cazafantasmas, indios y vaqueros, policías y ladrones, monstruos y princesas...), como hacía mi generación de los 80, igual habrían aprendido a improvisar e imaginar y tendrían algo más que megabytes y melodías de los Jonas Brothers en la cabeza...

Pregúntales dónde les gustaría estar en lugar de en el aula y cuando piquen, diles que lo escriban.

Al próximo que lo diga le sugieres una redacción de mil palabras sobre la nada.

¡Igual creas un filósofo! :-)))

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