El valiente capitán James T. Kirk, junto a su primer oficial Spock (a la derecha) y al Jefe de Ingenieros Montgomery Scott (a la izquierda) abandonan el USS Enterprise dispuestos a enfrentarse a lo desconocido. El viaje fue muy agradable. En esta ocasión me acompañaron mis buenos amigos de Sedice.com Victor y David, a los que agradezco su inestimable apoyo. Y, por supuesto, a Yolanda, que no sale en ninguna foto porque fue la reportera dicharachera que se mantuvo siempre al otro lado de la trinchera, retratando el ambiente que se vivía en el Parque del Retiro.
¡¡Cuidado, chicos del Enterprise!! -advierte la teniente Ujura- ¡¡No habéis avisado a la Flota Estelar de esta incursión inesprada!!
Lo sé, lo sé… he estado tan obsesionado en mi nuevo libro: Heredero de la alquimia, que no he contactado con los principales portales de fantasía para anunciar la sesión de firmas, pero tengo mucha confianza en mis buenos amigos de Madrid y, sobre todo, en la gente que a lo largo de estos tres años tanto han aportado para que La tierra del dragón sea una serie querida por su público.
Un autor del que sólo he escuchado cosas buenas: Ismael Martínez Bíurrun. Creo que fue mi colega David Jasso quien me recomendó Infierno nevado, y lo que dice el maño va a misa. En la foto el Almirante de la Flota Estelar: Jorge Ruiz Morales.
Creo que respiré aliviado cuando comenzamos a ver gente frente a
la Caseta 211 de Equipo Sirius (por cierto, siempre situada en el punto kilométrico más alejado de la puerta por la que entramos al Retiro, menos mal que este año no iba cojo). En esta ocasión ya nos esperaban amiguetes como Raxxar y su novia Lestat,
Lawbug, Inno, etc etc… Además, pude reencontrarme con una gran amiga a la que quiero muchísimo pero que el azar (o el capricho del fandom) hace que nos veamos de uvas a peras:
Pily, administradora del fabuloso portal
NGC. Muchísimas gracias por estar ahí, preciosa.
Primera misión, incorporar en las filas abisinias a uno de los administradores de la Megacorporación Negretista: Takelu. Misión cumplida.
Mención especial merece Francisco Antonio, que fue desde Tarragona a Madrid para conseguir la firma en los distintos volúmenes de La Tierra del Dragón. Y por supuesto alguien a quien tenía muchísimas ganas de conocer: Alfredo (Excali_vila en los foros), un tipo entrañable que me esta ayudando un montón en mi último libro. Además, durante la mañana fueron apareciendo muchos, muchos, muchos amigos que se unieron a la fiesta de Equipo Sirius. El bueno de Adrián, editor de Ábaco, Nuria (la Karuuuuuu) y Alvarillo, Eloy, Miguel (con el que siempre se me queda alguna conversación pendiente), Melani (que ya se nos ha hecho mayor y se ha convertido en toda una economista) etc etc etc… ¡¡Seguro que algún amigo se me olvida, si es así, lo siento!!
El capitán Kirk y el Doctor "Uriel" McCoy posando con un viejo manuscrito de siglos remotos titulado Encrucijada.
Por la tarde tuvimos ocasión de reencontrarnos con Andrés Díaz, que firmaba su última obra (El camino del acero) en
Estudio en escarlata y con Naturópata, administrador de Sedice. Abandonamos la feria cansados, porque se firmaron muchos ejemplares. Por suerte, el Retiro queda muy próximo a los bares y siempre hay buenas cañas en Madrid para refrescar la garganta.
El capitán Kirk tiene importantes aliados en la galaxia, y éste es uno de ellos: el Alto Negociador de Frikadas Interestelares Raxxar. A él recurre siempre que la situación se vuelve comprometida.
En resumen, que regresamos a Valencia a altas horas de la madrugada, pero con la sensación de que el Universo de Argos esta muy vivo y que cada vez que voy a Madrid, hay muchos amigos dispuestos a recibirme y a compartir un día de libros, risas y cervezas; gente anónima que es fiel a La tierra del dragón, rostros desconocidos que con timidez o ilusión depositan el libro en la mesa para que garabatees una firma en la primera página o que tan sólo desean intercambiar unas cuantas palabras.
¡¡A todos vosotros, muchas gracias!!
En lo más profundo de Ensenada Húmeda, rodeada de bosques y montañas, se encuentra la aldea de San Pedro, una comunidad cristiana que convive con las leyendas y los mitos de las antiguas tribus incas. En esta pequeña localidad reside Tomás, el lazarillo huérfano, tartamudo, introvertido y miedoso del Padre Bernal, presbítero de la comunidad y miembro del Cabildo Municipal. Tomás escucha con atención las leyendas que se cuentan en las posadas sobre fantasmas que habitan el bosque y sueña que algún día abandonará San Pedro para encontrar una vida mejor lejos de la pequeña aldea. Pero en los últimos meses, los cazadores y los leñadores que habitualmente trabajan en la selva, hablan con temor de una sombra furtiva ataviada con hábitos de monje y armada con una larga guja española con la que asesina indiscriminadamente a sus víctimas. La alarma cunde en el pueblo y todos los habitantes de San Pedro comienzan a observar con temor la selva de Kangucha, pero el Monje jamás ha cruzado la pasarela que separa el bosque del pueblo y todos se creen a salvo en sus casas.
