jueves, abril 24

Vuelta a los orígenes


Siempre que se me estropea el ordenador tengo la sensación de que está a punto de sobrevenir el Apocalipsis. Diréis que soy un exagerado. Vale, un poquito sí, pero es que el ordenador es mi principal herramienta de trabajo. En él tengo todos mis libros, mis cuentos, la contabilidad de los talleres, los presupuestos, las facturas… (por no mencionar las películas y las series que me descargo de la mula y que utilizo siempre de manera legal ya que son COPIAS DE SEGURIDAD).

El caso es que cuando el ordenador estira la pata o se rompe alguna costillita y tiene que pasar varios días en talleres, juro en arameo y me subo por las paredes. No concibo un día sin escribir. Creo que fue en «Mientras escribo» donde Stephen King dice que escribe todos los días del año excepto el de la Independencia (cuando Will Smith salvó al mundo de los extraterrestres) y el de Navidad. A mí me pasa algo parecido. Si algún día, por cuestiones de viajes o trabajo en los talleres, no me acomodo delante de la máquina, me pongo de mal humor (y acaba pagándolo mi novia o mi madre… es la Ley del Talión) o despierta un gusanillo en el estómago que no me deja estar tranquilo.

Llevaba ya varios días escribiendo a disgusto, supongo que tenía muchas cosas en la cabeza, demasiadas. No lograba concentrarme en Noches de sal. Los capítulos, ya largos de por sí, se eternizaban hasta el infinito. En alguna ocasión ya he dicho que escribir terror es trabajar uno de los géneros más complicados de la literatura: ambientación, psicología de los personajes, conversaciones, etc etc… Escribo de forma más fluida fantasía épica que novelas y cuentos de terror. El caso es que todo el maremagno que llevaba de inquilino en la cabeza, me impedía concentrarme.

Debo decir que, esta vez, la espichada del ordenador ha servido de algo. ¿De qué? He vuelto a mis orígenes. He cogido mi boli de la suerte, mi cuaderno de viajes y me he puesto a escribir en papel. ¡¡Y mano de santo, oiga!! En menos de una semana he escrito todo un capítulo y la mitad de otro. No sé si gracias al papel he sabido hallar una voz interior que ha aproximado un poco más la historia a mi subconsciente. O tal vez, armarse con un bolígrafo y un libro de notas permite ser más reflexivo, permite detenerte de vez en cuando, otear el horizonte y ser consciente de que la historia fluye de manera intimista. No lo sé. El caso es que estoy encantado.

Ahora que han pasado los días del Apocalipsis y el mundo vuelve a discurrir con normalidad (¡¡viva los megabites!!) compagino la escritura con bolígrafo con el tecleo de ordenador. Y no me va nada mal. Es como si hubiese recobrado parte de la ilusión que tenía en el libro, como si los personajes se hubieran aproximado a mí y volvieran a formar parte de mi existencia. Por la noche pienso en ellos, me preocupa lo que les va a pasar y siento cierta simpatía por sus vidas.

Todo esto me hace pensar que el ser humano, de alguna manera inconsciente, sigue anclado a una caverna. Que la cabra tira al monte; por muchos rascacielos y trenes de alta velocidad que construyamos, necesitamos nuestra cueva donde encender la hoguera, reunirnos alrededor del fuego y asar conejos en espetones. Nuestro espíritu es costumbrista, necesitamos de los elementos que construyen nuestro pasado y nos hacen ser primitivos. Podemos construir largas rampas hacia el futuro, pero siempre tendremos que dejar una vía de servicio que nos permita regresar con nuestros ancestros. El día en que cerremos esa vía de servicio, la humanidad estará condenada.

By David Mateo with 21 comments

21 comentarios:

Escribir con lápiz y papel es radicalmente diferente a hacerlo con el ordenador, aunque sólo sea porque utilizas únicamente un hemisferio del cerebro al hacerlo.
En mi caso, el problema es que no logro hacerlo a la velocidad debida, y al final lo que acabo haciendo es un resumen lleno de frases sin sentido.
Al menos para mí, usar lápiz y papel me sirve para esos momentos de bloqueo en que no sabes por dónde van a ir los tiros. Comienzo a describir una situación y anotar todas las asociaciones que me vienen a la cabeza al hacerlo, y al final se acaba convirtiendo más en una especie de diálogo conmigo mismo (me escribo preguntas que a continuación respondo, discuto, pongo a parir una idea que se me ha ocurrido, etc...). No es tan bueno como un verdadero diálogo acerca de la obra con otra persona , pero me sirve.
Supongo que todo es con qué chip lo haga cada uno...

Pues estoy totalmente de acuerdo con ambos.
Por practicidad y vago que es uno, ya no escribo directamente en papel, pero es cierto que al hacerlo es como si las ideas fluyeran de forma más clara. Como si la conexión entre la imagen que puebla tu mente y el papel fuera más directa, sin procesadores ni silicio de por medio.
Por otro lado no hay que menospreciar el poder hipnótico de los arquetipos instalados en nuestra memoria genética. La contemplación del fuego o el tacto del papel siempre nos hacen sentir como en casa. Al menos hasta que tenemos algún interruptor a mano. :)

Es conveniente pillarse un disco duro externo. Para no llevarse sustos...
JM

Entender a un escritor y su forma de proceder a la hora de ponerse delante del papel es como hacer una radiografía del funcionamiento de la mente, con sus caprichos, sus rarezas y sus sistemas de trabajo. "La escritura y el método" da para hacer un interesante informe psicoanalista del género humano.

A mí se me ha olvidado cómo escribir a mano. Y es que en mis comienzos ya escribía a pc toooodo.

Me ocurre lo mismo que a Marc: mi mente va más rápido que mi mano, y cuando he terminado una frase, la siguiente no es exactamente la que tenía antes de perder 20 valiosos segundos en escribir la precedente, y entonces me encabrono y me quedan cosas sin pies ni cabeza.

Eso sí, cuando sea un Ruíz Zafón tendré un negro que escribirá todas mis novelas manuscritas (tras escribirlas yo en pc, claro) y luego las venderé a precio de original. Las correcciones serán mías, eso sí.

Si haces correcciones sobre el manuscrito del negro, entonces se notará el cambio de letra y ya no podrás venderlas como originales. Te aconsejo que las correcciones también las haga el negro sobre el manuscrito.

Puestos a hablar de métodos y rarezas, ahí va una: siempre me imprimo los borradores a espacio sencillo, en apaisado y dos columnas, de modo que la maquetación queda lo más semejante al aspecto final del libro abierto. Así veo el "aspecto" de los párrafos y la densidad de las páginas. Tan solo otra cosa a tener en cuenta...

Una pregunta producto de la curiosidad: ¿y si el aspecto del párrafo es denso? ¿Cambias la estructura? Eso significa cambiar el contenido del texto, no?

No hay nada malo en un párrafo largo, como tampoco lo hay de bueno en uno corto. Es sólo otra cosa que tengo en cuenta, como cada vez que me encuentro con un gerundio o un adjetivo. ¿Los elimino todos? No. Pero siempre me planteo si se puede quitar, y si se debe quitar. ¿Aporta algo? ¿Estaría mejor sin él?
Maqueto de ese modo los borradores porque me permiten enfrentarme a ellos como lector, no como escritor, porque siempre es el papel del lector el que intento asumir cuando corrijo. De todas formas, esta maquetación solo la uso en los últimos borradores. En los primeros, espacio y medio y folio en vertical, para poder añadir anotaciones entre las líneas.
El problema de hacerlo así (en vertical), es que el número de caracteres por línea y el número de líneas por página no es igual que el de un libro, por lo que se lee de diferente forma. Puede suceder que lo que "suene" bien en ese formato, no suene igual en el otro. Y como el otro es el que tendrá cuando sea publicado (si lo es), es al que le dejo decir la última palabra.
Pero, vamos, que no hay cosas buenas ni cosas malas. Solo aspectos a los que prestas atención y aspectos que dejas pasar por alto.
En cuanto a cómo corregir un párrafo... La mayoría de las veces hay que reescribirlo. Suele ser más fácil añadir que quitar, por cierto.
Pero, buf... daría para una serie entera de entradas :D

La verdad es que tu manera de escribir es metódica y perfeccionista. Yo soy muy instintivo. Sí que leo los textos muchas veces, borro, rectifico y añado en diversos borradores. Intento leer los diálogos en voz alta (sobre todo cuando busco que la acción de un capítulo se concrete en la conversación de dos personajes)y repetirlos una y otra vez me ayuda a que se ajusten de forma fonética.
También me gusta corregir en papel. Es lo que hemos dicho tantas veces, la lectura en un papel suena diferente a la lectura en pantalla.
Pero sobre todo, que todo cuadre y suene natural, sin fórmulas rebuscadas ni frases demasiado barrocas.

Hombre, no te creas. A la hora de escribir también soy instintivo, pero la hora de corregir es otra cosa. Ahí sí que soy metódico. Me encanta emborronar y emborronar hojas con tachones, anotaciones, etc. Y, desde luego, huyo siempre que puedo de las frases barrocas y complicadas. Al corregir, una de las cosas que busco es que el texto fluya con naturalidad (sea lo que sea que "naturalidad" signifique para el texto en el que esté trabajando), y a ser posible que el lector ni siquiera se dé cuenta de que las esté leyendo...

A veces es necesario escribir con lápiz y papel. De hecho, si me pusiera a contar, creo que la mitad de mis obras se escribieron originalmente con bolígrafo y luego se pasaron a ordenador, pues muchas de las ideas y muchos de los pasajes que luego desarrollo en las novelas empiezan anotados en un cuaderno.

Aunque no es el tema principal del artículo, ya que lo mencionas, David, hazte con un disco duro portátil y utiliza la herramienta de "Mi maletín" para hacer periódicamente una copia de seguridad. Si se te fastidian los dos discos duros a la vez (el del ordenador y el portátil) es que te han echado un mal de ojo. :D Yo me siento mucho más tranquilo haciendo así las copias de seguridad a lo sumo cada quince días.

Yo utilizo una pendrive y guardo semana sí, semana no el trabajo. De todas formas hay cosas que no puedes salvar en un pendrive, así que seguiré tu consejo del disco duro extraible.

Yo por mi parte, todos los días guardo una copia de lo escrito en mi memoria USB.
Antes solía escribir en papel para pasar al ordenador, pero ahora soy consciente de que mi trabajo rinde el doble directamente en el ordenador.
La ventaja es que el novio de mi hermana es ingeniero de sistemas, y cualquier cosa que le suceda a la máquina la repara en cuestión de horas.

Eso es enchufe y lo demás son tonterías :D

Sobre lo de escribir en papel, pues lo uso cuando escribo algún guión (jó, hace un año que no escribo nada de eso) para escribir deprisa y corriendo el argumento, descripción de personajes y demás. Además, de para apuntar alguna idea cuando el PC está apagado.

Porque, en mi caso, lo de escribir a papel para luego pasarlo al ordenador, lo intenté, pero tardo casi el doble.

De las copias de seguridad, yo del disco duro hago una al mes en DVD-R, pero para el día a día, suelo guardar los trabajos que hago en un CD-RW. Y yo también estoy pensando en un Disco duro externo, ¿es tan útil como dicen?

Por cierto, ya puestos, ¿qué procesador de textos usan los escritores de por aquí?

Para mis trabajos de traducciones y demás, desde hace unos meses uso el WordPerfect X3 y va como la seda. Lo mejor es su corrector de gramática y estilo, muchísimo mejor que el del Word, aunque como corrige de todo, arcaísmos, galicismos, anglicismos (hasta avisa de si puede faltar alguna coma, de vez en cuando) a veces es algo enmienda planas y me sale con "La expresión A TIEMPO COMPLETO está tomada del inglés "full time". Puede ser sustituida por formas equivalentes en español como CON DEDICACIÓN EXCLUSIVA.

Y también avisa de cosas como mensajes de error tipo "Las oraciones largas pueden resultar difíciles de leer y entender". ¿Los escritores soléis hacer caso de estos errores cuando os ponéis a escribir u os marcáis vuestro propio estilo?

Pues yo siempre que acabo de escribir, envío el documento (generalmente con extensión RTF, que es compatible con cualquier programa de edición) a mi cuenta de correo de g-mail. Allí tengo tooodos los borradores de toooodas las fases de edición y corrección, así no lo pierdo nunca y puedo acceder a ellos en cualquier parte: cybercafés, trabajo, casa de otra persona...

(Además, puedo editarlos dentro del propio editor de textos de goolge, pero, bueno, eso da igual)

En cuanto al editor de textos, Abiword, en Ubuntu, que es una distribución de Linux para torpes o gente que no quiera complicarse la vida. Lo prefiero a OpenOffice o incluso al Office 2003 corriendo bajo Linux. Más sencillo.

Y sobre las sugerencias del procesador, siempre las tengo desconectadas. Si hay una errata, que sea mi culpa, no del procesador de textos.

Yo suelo escribir a papel y boli, y realmente resulta más fácil. Pero lo malo que tiene es que luego lo debo pasar a ordenador eso es muy pesado, aunque ayuda a corregir errores ortográficos.

Marc, ¿también eres un linuxero?

Yo también lo soy desde hace tres años y en Kubuntu suelo usar el ABIWORD, guardando las cosas en RTF, que el DOC da problemas con este programa.

Luego en un disco virtual, usando el programa VIRTUALBOX, tengo instalado el XP donde he instalado el WordPerfect y el software que me ayuda en el trabajo de traducción, como el diccionario Collins, el Babylon y demás.

En lo de la corrección de estilo, los escritores seguramente lo tenéis mejor, pero el problema es que a los traductores los editores no suelen pasarnos ni una y por eso suelo usar (además de mis conocimientos propios antes de entregar los trabajos) el corrector del Wordperfect.

Por cierto, lo del Gmail yo también suelo hacerlo.

Pues sí, desde que probé la distribución de Ubuntu hace un año y medio, no he vuelto a Windows. Sólo en el trabajo, y porque no me queda otra, que ya me gustaría que me dejaran ponerlo aquí...
Por cierto, que estamos de enhorabuena, acaba de salir Hardy Heron :D

La idea de Marc, de enviárselo a Gmail, es buena, especialmente para almacenar documentos que quieres ver desde cualquier sitio.

Yo sugiero utilizar un disco duro portátil que, se supone, es más sólido y eficiente. Un Pendrive es una memoria flash, más frágil y con caducidad. Es como un CD-ROM, que en algún momento puede dejar de funcionar o puede haberse borrado al menos parcialmente. A un disco duro no le debería pasar eso, al menos "tan pronto".

Yo sigo utilizando Word, por tradición y porque nadie me ha exigido otra cosa. Pero es cierto que Wordperfect está mejor.

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