Todos los que habitualmente siguen este blog, conocen de sobra mi pasión por esas explosiones-multiculturales-ruralemotivas que son las verbenillas de verano. Este año toca dedicarle otra entrada, no podía faltar en este caluroso mes de agosto. Por desgracia, en el Castellar no pudimos disfrutar de la Pirata, considerada por muchos como una de las mejores orquestillas que va tocando por toda la geografía española, pero hubo otra banda muy majica, en la que cantaban tres mozas bien lozanas y un heavy longo a la guitarra eléctrica que, inmediatamente, trajo muy buenas vibraciones a la plaza —y que en la parte de los pasodobles pegaba igual que el Titi en una Casa de Ocupas— y que conformo transcurrió la madrugada, lo bordó en las siempre recurridas canciones de Europe o AC/DC.
Pero regresando al meollo de la cuestión, hoy vamos a hablar de:
¡¡LAS RAZAS SUBURBANAS QUE SE ENCUENTRAN EN LA VERBENILLA DE VERANO!!
Los abuelicos: Sí, vale, el principio de la verbena siempre es tedioso, hay que superar como sea la primera hora de pasodobles, rancheritas y demás repertorio cañí, pero es que ese tiempo de la verbenilla es para ellos, para los abuelicos que conforman la España profunda que vibra al son de ‘Suspiros de España’, ‘Paquito el chocolatero’ o ‘Francisco Bravo’. Y qué gozo da ver la plaza llena de parejas que de septiembre a julio permanecen encerradas en el geriátrico y que de golpe, llega la Virgen de Agosto, dejan a un lado sus pastillitas (pero las buenas, ¿eh?), sus supositorios y sus sobres vitamínicos, y levantan la montera para disfrutar con la parienta de esos compases que extraen de nuestras raíces históricas el verdadero espíritu español. Ole, ole y ole. Además, en pleno éxtasis musical, la mayoría de los abuelicos se enganchan a alguna moza (preferiblemente de entre 17 y 35 años) y les enseñan esos pasos pa’lante y pa’tras y mediavuelta con los que ellas, posteriormente, nos torturan a los novios, que por otra parte solo pensamos en escabullirnos a la barra y regar las penas con cerveza o wiskacho del bueno.
Los mozos: Es una raza formada por los solterones que todavía permanecen en el pueblo y cuya edad oscila entre los treinta y pocos y los cincuenta y largos. Los más abuelicos los recuerdan como ‘esos niños eternos que trotaron por la plaza’ y los foráneos los vemos como ‘esos gañanes que no encuentran novia ni a la de tres y se dedican a conducir los rebaños’. Esta raza, en la verbena, se divide en dos subrazas. Los apalancaos, que permanecen en la barra desde que meten el toro embolao en el toril hasta las siete o las ocho de la mañana. Y los seguratas, que se plantan en mitad de la verbena, cruzan los brazos y prenden la mirada en el tablao de la orquesta. Los seguratas más pasivos, ni siquiera se mueven cuando comienzan las canciones más machaconas y a su alrededor se desata el éxtasis. Luego están los seguratas activos, que cuando llegan las canciones movidas como las de Bustamante o Coyote Dax, hacen un amago de baile que consiste en desplazar a un lado y a otro los hombros y semiflexionar las rodillas. Ya está. No bailan más. Podría decirse que los mozos, más que vivir la verbena, sienten como se desplaza a su alrededor sin llegar a sumergirse en ella.
Los preparaos: Esta es una de las razas más interesantes. Normalmente llegan en manada, se plantan muy cerca del tablao y forman un corro o una fila longitudinal. No admite que nadie se les aproxime. No hablan ni beben, sólo bailan. Y encima bailan bien, convirtiéndose en el centro de atención de todos los presentes de la verbena. Servidor tiene la teoría de que durante todo el año, destinan cantidades ingentes de dinero en salones de bailes y gimnasios que los preparan concienzudamente para ese momento. Son Terminators del baile capaces de reproducir cualquier paso, cualquier coreografía, cualquier movimiento salsero o rumbero. Como he dicho antes, en canciones como ‘No rompas más, mi pobre corazón’ o ‘Mayonesa’ o ‘Follow the leader’ se convierten en el centro de atención de toda la verbena, pues saben replicar a la perfección cada movimiento que ejecuta el cantante original de la canción. Es en ese momento cuando el resto de la verbena trata de seguir los pasos de los preparaos y se monta el mayor zapatrostio, en donde los empujones, las patadas y los desplazamientos forzosos amenazan con sacarte fuera de la plaza.
Los conversantes: Doscientos decibelios en vena, la cantante desgañitándose sobre el escenario, todo el mundo dando botes y sudando, y justo en ese momento aparece el plasta, se te echa encima con su olor revenido a sudor y te dice: ‘….. …… …… ….. ……’. Tú obviamente no te enteras de nada porque a tu alrededor el mundo se ha convertido en un gran estruendo de música y de adrenalina. Pero él insiste: ‘….. ……. ……. …… …… ….’, entonces tú tratas de componer con la boca monosílabos sencillos y fáciles de entender como ‘claro’ ‘vale’ ‘sí’ ‘no’, pero él insiste e insiste: ‘……… ……. ……. ……. …..’. Tú sonríes, le das una palmada al hombro e incluso mueves la cabeza asintiendo o negando como si escucharas algo. Tras media hora de palique o de narrarte un chiste misterioso que sólo escucha él, se pira con la música a otra parte. Entonces te preguntas: ¿Y si me acaba de decir que a su hermano lo han hospitalizado por tener lupus y yo no he hecho más que sonreír?
La abejita: Normalmente es un chaval joven, con trazas de roquerillo que no pinta ni con cola en la verbena y que esta ahí, en mitad del folclore, como un tachón en un texto que tienes que presentar al decano de la universidad. Lo cierto es que ese chaval, que durante el resto del año detesta la música pachanguera, está en la plaza porque esa verbenilla, esa música pachanguera, la están tocando en el pueblo donde nacieron sus padres y donde pasó su infancia, y es precisamente ese sentimiento el que entierra sus códigos éticos y le empuja a bailar canciones como las de Xenoa y Bisbal. Además, la abejita, precisamente por su vinculación al pueblo, conoce a todo el mundo y no pertenece a ninguna tribu residual. Es un individuo nómada de la verbena que no tiene problemas en acercarse a los abuelicos, a los mozos o a la peña de los cucarachos. ¿Qué quienes son los cucarachos? Bueno… pues vamos con ellos.
Los cucarachos: Hacen honor a su nombre y permanecen escondidos en sus nidos, normalmente peñas o casales, hasta alta hora de la madrugada, pillándose melopeas bestiales y comiéndose la olla unos a otros. Cuando a las cuatro de la mañana, la orquestilla comienza a tocar temas heavylongos o canciones de Ska-P, Soziedad Alkoholika o Extremo duro, aparecen en tropel, como cucarachas atraídas por la roña, se plantan debajo del tablao y comienzan a dar botes y a darse empujones unos a otros. Huelga decir que esta tribu se compone de miembros de catorce a diecinueve años con estómago a prueba de cirrosis y pastillitas (pero de las malas, ¿eh?).
Pili y Mili: Son las amigas que sólo se ven en las fiestas y que en los momentos álgidos de la orquesta (sí, esos momentos en los que el conversante viene a darte la vara y tú no te enteras de nada porque la música está a toda castaña) ellas están cotorreando tan tranquilas justo al lado del bafle, dándole a la sin hueso desde la una de la madrugada hasta el alba. Son tías que tienen el tímpano a prueba de bomba y que hablan y hablan sin parar. Obviamente, nadie entiende su lenguaje salvo ellas.
Los ludópatas: Sí, sí, aunque parezca mentira, en la jungla de la verbena también hay ludópatas. Los ves con cara de asco desde que la orquesta comienza a tocar pasodobles hasta el primer o segundo descanso, allá a las tres de la mañana. Entonces se bajan los músicos y sube la comisión de fiestas y comienza el Bingo de la Suerte. Pueden ganar o pueden perder, pero tras el Bingo ya no queda rastro de ellos en la plaza.
Bueno, supongo que me dejaré alguna tribu más de la verbena, pero estos sujetos son con los que yo suelo toparme en el pueblo. Seas abuelico, mozo, preparao, plasta, abejita, cucaracho o ludópata, supongo que andarás en horas bajas pues el mes de agosto está a punto de pasar y las verbenas se acaban en los pueblos. No te preocupes. No pasa nada. Fiestas patronales hay siempre. La verbena es inmortal, como el Fari, Mecano o ‘Los gorilas’ de Molody, así que no sufras, el próximo fin de semana coge el coche y busca un pueblo en fiestas o, simplemente, aguarda un año más, porque la verbena de verano siempre amenaza con volver.
Pero regresando al meollo de la cuestión, hoy vamos a hablar de:
¡¡LAS RAZAS SUBURBANAS QUE SE ENCUENTRAN EN LA VERBENILLA DE VERANO!!
Los abuelicos: Sí, vale, el principio de la verbena siempre es tedioso, hay que superar como sea la primera hora de pasodobles, rancheritas y demás repertorio cañí, pero es que ese tiempo de la verbenilla es para ellos, para los abuelicos que conforman la España profunda que vibra al son de ‘Suspiros de España’, ‘Paquito el chocolatero’ o ‘Francisco Bravo’. Y qué gozo da ver la plaza llena de parejas que de septiembre a julio permanecen encerradas en el geriátrico y que de golpe, llega la Virgen de Agosto, dejan a un lado sus pastillitas (pero las buenas, ¿eh?), sus supositorios y sus sobres vitamínicos, y levantan la montera para disfrutar con la parienta de esos compases que extraen de nuestras raíces históricas el verdadero espíritu español. Ole, ole y ole. Además, en pleno éxtasis musical, la mayoría de los abuelicos se enganchan a alguna moza (preferiblemente de entre 17 y 35 años) y les enseñan esos pasos pa’lante y pa’tras y mediavuelta con los que ellas, posteriormente, nos torturan a los novios, que por otra parte solo pensamos en escabullirnos a la barra y regar las penas con cerveza o wiskacho del bueno.
Los mozos: Es una raza formada por los solterones que todavía permanecen en el pueblo y cuya edad oscila entre los treinta y pocos y los cincuenta y largos. Los más abuelicos los recuerdan como ‘esos niños eternos que trotaron por la plaza’ y los foráneos los vemos como ‘esos gañanes que no encuentran novia ni a la de tres y se dedican a conducir los rebaños’. Esta raza, en la verbena, se divide en dos subrazas. Los apalancaos, que permanecen en la barra desde que meten el toro embolao en el toril hasta las siete o las ocho de la mañana. Y los seguratas, que se plantan en mitad de la verbena, cruzan los brazos y prenden la mirada en el tablao de la orquesta. Los seguratas más pasivos, ni siquiera se mueven cuando comienzan las canciones más machaconas y a su alrededor se desata el éxtasis. Luego están los seguratas activos, que cuando llegan las canciones movidas como las de Bustamante o Coyote Dax, hacen un amago de baile que consiste en desplazar a un lado y a otro los hombros y semiflexionar las rodillas. Ya está. No bailan más. Podría decirse que los mozos, más que vivir la verbena, sienten como se desplaza a su alrededor sin llegar a sumergirse en ella.
Los preparaos: Esta es una de las razas más interesantes. Normalmente llegan en manada, se plantan muy cerca del tablao y forman un corro o una fila longitudinal. No admite que nadie se les aproxime. No hablan ni beben, sólo bailan. Y encima bailan bien, convirtiéndose en el centro de atención de todos los presentes de la verbena. Servidor tiene la teoría de que durante todo el año, destinan cantidades ingentes de dinero en salones de bailes y gimnasios que los preparan concienzudamente para ese momento. Son Terminators del baile capaces de reproducir cualquier paso, cualquier coreografía, cualquier movimiento salsero o rumbero. Como he dicho antes, en canciones como ‘No rompas más, mi pobre corazón’ o ‘Mayonesa’ o ‘Follow the leader’ se convierten en el centro de atención de toda la verbena, pues saben replicar a la perfección cada movimiento que ejecuta el cantante original de la canción. Es en ese momento cuando el resto de la verbena trata de seguir los pasos de los preparaos y se monta el mayor zapatrostio, en donde los empujones, las patadas y los desplazamientos forzosos amenazan con sacarte fuera de la plaza.
Los conversantes: Doscientos decibelios en vena, la cantante desgañitándose sobre el escenario, todo el mundo dando botes y sudando, y justo en ese momento aparece el plasta, se te echa encima con su olor revenido a sudor y te dice: ‘….. …… …… ….. ……’. Tú obviamente no te enteras de nada porque a tu alrededor el mundo se ha convertido en un gran estruendo de música y de adrenalina. Pero él insiste: ‘….. ……. ……. …… …… ….’, entonces tú tratas de componer con la boca monosílabos sencillos y fáciles de entender como ‘claro’ ‘vale’ ‘sí’ ‘no’, pero él insiste e insiste: ‘……… ……. ……. ……. …..’. Tú sonríes, le das una palmada al hombro e incluso mueves la cabeza asintiendo o negando como si escucharas algo. Tras media hora de palique o de narrarte un chiste misterioso que sólo escucha él, se pira con la música a otra parte. Entonces te preguntas: ¿Y si me acaba de decir que a su hermano lo han hospitalizado por tener lupus y yo no he hecho más que sonreír?
La abejita: Normalmente es un chaval joven, con trazas de roquerillo que no pinta ni con cola en la verbena y que esta ahí, en mitad del folclore, como un tachón en un texto que tienes que presentar al decano de la universidad. Lo cierto es que ese chaval, que durante el resto del año detesta la música pachanguera, está en la plaza porque esa verbenilla, esa música pachanguera, la están tocando en el pueblo donde nacieron sus padres y donde pasó su infancia, y es precisamente ese sentimiento el que entierra sus códigos éticos y le empuja a bailar canciones como las de Xenoa y Bisbal. Además, la abejita, precisamente por su vinculación al pueblo, conoce a todo el mundo y no pertenece a ninguna tribu residual. Es un individuo nómada de la verbena que no tiene problemas en acercarse a los abuelicos, a los mozos o a la peña de los cucarachos. ¿Qué quienes son los cucarachos? Bueno… pues vamos con ellos.
Los cucarachos: Hacen honor a su nombre y permanecen escondidos en sus nidos, normalmente peñas o casales, hasta alta hora de la madrugada, pillándose melopeas bestiales y comiéndose la olla unos a otros. Cuando a las cuatro de la mañana, la orquestilla comienza a tocar temas heavylongos o canciones de Ska-P, Soziedad Alkoholika o Extremo duro, aparecen en tropel, como cucarachas atraídas por la roña, se plantan debajo del tablao y comienzan a dar botes y a darse empujones unos a otros. Huelga decir que esta tribu se compone de miembros de catorce a diecinueve años con estómago a prueba de cirrosis y pastillitas (pero de las malas, ¿eh?).
Pili y Mili: Son las amigas que sólo se ven en las fiestas y que en los momentos álgidos de la orquesta (sí, esos momentos en los que el conversante viene a darte la vara y tú no te enteras de nada porque la música está a toda castaña) ellas están cotorreando tan tranquilas justo al lado del bafle, dándole a la sin hueso desde la una de la madrugada hasta el alba. Son tías que tienen el tímpano a prueba de bomba y que hablan y hablan sin parar. Obviamente, nadie entiende su lenguaje salvo ellas.
Los ludópatas: Sí, sí, aunque parezca mentira, en la jungla de la verbena también hay ludópatas. Los ves con cara de asco desde que la orquesta comienza a tocar pasodobles hasta el primer o segundo descanso, allá a las tres de la mañana. Entonces se bajan los músicos y sube la comisión de fiestas y comienza el Bingo de la Suerte. Pueden ganar o pueden perder, pero tras el Bingo ya no queda rastro de ellos en la plaza.
Bueno, supongo que me dejaré alguna tribu más de la verbena, pero estos sujetos son con los que yo suelo toparme en el pueblo. Seas abuelico, mozo, preparao, plasta, abejita, cucaracho o ludópata, supongo que andarás en horas bajas pues el mes de agosto está a punto de pasar y las verbenas se acaban en los pueblos. No te preocupes. No pasa nada. Fiestas patronales hay siempre. La verbena es inmortal, como el Fari, Mecano o ‘Los gorilas’ de Molody, así que no sufras, el próximo fin de semana coge el coche y busca un pueblo en fiestas o, simplemente, aguarda un año más, porque la verbena de verano siempre amenaza con volver.
Siete Versiones para Siete Cascabeles
(sí, lo sé, son doce cascabeles, pero era muy duro buscar doce versiones)
(sí, lo sé, son doce cascabeles, pero era muy duro buscar doce versiones)
11 comentarios:
¿Estás enfadado por algún motivo y nos castigas, o algo...?
Es que hay cada orquesta por ahí... Las que molan son las que meten temitas roqueros en el repertorio, al estilo de Centauro, Supermàgic y tal.
Ahi sí que te desatas...
Normalmente las orquestillas van por fases. De una a dos ponen pasodobles, rumbas y música folclórica, para los más mayores. Luego viene la fase pachanga y merengona. Después va lo español ochentero y suelen acabar con tralla. Al menos así lo hacen por la zona de Teruel.
La Pirata directamente pasa de los pasodobles y empieza a meter caña.
http://www.orkestas.com/node/3256
http://www.egesart.com/pirata
Pero es de las más caras. Mete caña para que os la lleven a Onda y esa noche me invitas a unos wiskachos :p
Soy un triste mozo-cucaracho con mentalidad de abuelico!!
El horror, el horror...
A ti ya se te está pasando el arroz para ser cucaracho.
Yo soy del sector "preparao".
Tengo unas sugerencias.
incluir categoría “preparaos” en el campo mayor.
“Peñista”. que se subdividen entre los citados “preparaos”, y el item a crear “peña-joven-quintos, menos de 22, los amos del pueblo”. Cuidado y peligro extremo a las 6.00 en adelante (disco movil). Peligro irreversible caso de ser una peña exclusivamente masculina y que coincide con “quintos del pueblo de al lado que llegan con tías buenas”, y no te digo si hay una banda de pijos o presuntos pijos con tías buenas de edad compatible. Date por hostiado.
En mi zona, són dignos de estudio los inmigrantes, divididos en polacos-eslavos (borrachos es poco) y latinos, que podríamos mejor concretar en latinas, con sus tejanos increíblemente apretados (hay varias técnicas, la más popular, calzarselos en la cama con las piernas hacia arriba y con la ayuda de alguna amiga, según el pandero, dos amigas, incluso tres). El caso es que deben menear el culo a ritmo de batidora si suena algo minimamente tropical. Desaparecen como por embrujo con ACDC y música no tropical.
Luego está el Mr. Torrija de las Fiestas 2009 de 22 a 55 años. Es una categoría única. Elemento que no puede faltar. Está completamente pasado, baila solo (sus colegas, caso de tener, le dieron por imposible a las 23.00 horas) y es un hombre completamente feliz. Alguna vez le rompen la cara, pero por lo común no. A veces coincide con el concejal de cultura (a veces)
Sigo, este año me he comido cuatro verbenas, zonas Pirineos (2), Sierra de Madrid y Estepa castellana.
El patrón musical era el mismo tratando de contentar a la diferente casuistica verbenera.
Pasodobles, mix de 60-70-80-versiones OT y análogas, pop ochentero, Capitán Canalla (guarradas), transición ACDC/Kortatu y tal y final en Nino Bravo de claro regusto himníco.
Y ahora ya me callo
ja, muy bueno. Yo definitivamente soy abejorro-cucaracho aunque depende del pueblo bailo más pachanga que menos. Por cierto yo añadiría una clase más que por lo menos al norte de Castellón se lleva mucho: "los forasteros", dicese de los turistas que suben a ver una fiesta verbenera y pasan de las vacaciones en la costa porque la montaña mola más y lo dice tu padre y te callas.
Y lo de La Pirata esa, no sé si soy el único que no la conoce pero parece que ya tardo ¿no?
Os veo muy empollados en el tema verbenero jeje.
Voy a poner otra subraza que me la ha recordado mi novia (que por cierto pertenece al sector Pily y Mily): El patachanclas, cuyo perfil corresponde al típico cuarentón que aparece con su hijo pequeño, que le encanta bailar pero que no tiene ni puta idea. Por lo general, se dedica a estirar las piernas y a bailar al estilo reboltijo, y la mayoría de las veces da mucha penita verlo. Normalmente, la gente suele mirar al hijo con condescendencia y decir: pobret...
Por cierto, Sim ha dado en el clavo en la distribución de los estilos de canciones. Completamente de acuerdo.
Y luego está el 'sobrao' que se caracteriza por el pensamiento de 'yo soy demasiado bueno para bailar' o 'esta música no va conmigo' y se queda completamente parado, apoyado en una pared o en el tablado de la orquesta, observando al resto de la gente en la verbenilla. Se conoce porque siempre va con un compañero y se dedica a señalar a la gente que hace más el ganso en la plaza.
Que publicación más completita!
En estos días fuí también a una especie de concierto verbena salsera y la mayoría de los que bailaban eran abuelos. A lo mejor me has dado ideas para mi próxima publicación por que les tomé unas fotos bien chulas. Gracias!
Publicar un comentario