Ayer estaba viendo con Yolanda el excelente programa «Página 2» y su director y presentador, Óscar López, entrevistó a David Monteagudo, el autor de «Fin», novela publicada por «Acantilado» y que parece ser se está convirtiendo en el libro revelación del año. Todavía no he tenido la oportunidad de leerla, pero sí que es cierto que todo lo que he escuchado de ella es positivo y no pongo en duda que el libro esté funcionando muy bien. Lo que ya no comparto con su autor es ese entusiasmo ante la posibilidad de que un éxito literario pueda conducir a la profesionalización.
Es una posibilidad que se dejó en el aire durante el programa y, justo en ese momento, Yolanda y yo nos miramos y dejamos escapar una sonrisa irónica. Tengo la sensación, dejando bien claro el respeto que siento por cualquier autor que ha publicado su libro, que pensar que se puede llegar a ser profesional de la escritura es el sueño onanístico de los inocentes… o de los inconscientes. Soy de los que creen que en España sólo viven dos de la literatura: Reverte y Vázquez Figueroa, y después asoma algún Zafón que puede tener un éxito arrollador que llegará a perdurar más o menos en el tiempo. Y ya está. Sé finí. Sí que es cierto que una novela (o dos, o tres…) puede ser un éxito fulgurante y situar a un escritor en una posición llamativa en la escena literaria de nuestro país, pero el éxito es frugal y salvo que seas un autor de bestsellers, el público mayoritario, tarde o temprano, acaba olvidándose de ti.
Por sistema, pongo en duda las cifras que vierten editores y escritores a los medios de comunicación. El ochenta por cien me parecen infladas, sobre todo cuando hablamos de editoriales modestas (siempre me negaré a usar el adjetivo «pequeñas») y medianas. Como ya es harto sabido entre los profesionales, aquí solo vale el baremo Nielsen para conocer la situación real de una obra y mientras ese dato no se adjunte, pongan en duda todo lo que escuchen por la tele y la radio.
La realidad de este mundillo lo captas a través de los profesionales, la mayoría de las veces en petit comité, y la realidad indica que:
a) España es un país en el que la gente no lee, por lo que es muy complicado que cualquier editorial modesta llegue a los 10.000 ejemplares vendidos.
b) Que no existe el modelo de lector fiel, y si existe el modelo es limitado y restringido a un mínimo núcleo de gente.
He conocido a escritores muy grandes y de enorme impacto mediático y su discurso siempre es el mismo: no existe público residual para que un autor pueda desarrollar en España una carrera literaria. Sí que puede darse un éxito inesperado, pero a la larga, las aguas siempre vuelven a su cauce y la expectación de la próxima novela se reduce al impacto promocional que la editorial programe sobre el libro.
Además, y sin enrollarnos mucho en este punto que ya lo hemos hablado en otras ocasiones, en el horizonte inmediato de la edición vemos una gran incógnita que se llama ‘futuro virtual’ y que está llamado a zarandear los cimientos de la industria. Pensar, hoy y ahora, en la profesionalización cuando todo parece indicar que mañana el modelo puede cambiar me parece una enorme imprudencia.
Es una posibilidad que se dejó en el aire durante el programa y, justo en ese momento, Yolanda y yo nos miramos y dejamos escapar una sonrisa irónica. Tengo la sensación, dejando bien claro el respeto que siento por cualquier autor que ha publicado su libro, que pensar que se puede llegar a ser profesional de la escritura es el sueño onanístico de los inocentes… o de los inconscientes. Soy de los que creen que en España sólo viven dos de la literatura: Reverte y Vázquez Figueroa, y después asoma algún Zafón que puede tener un éxito arrollador que llegará a perdurar más o menos en el tiempo. Y ya está. Sé finí. Sí que es cierto que una novela (o dos, o tres…) puede ser un éxito fulgurante y situar a un escritor en una posición llamativa en la escena literaria de nuestro país, pero el éxito es frugal y salvo que seas un autor de bestsellers, el público mayoritario, tarde o temprano, acaba olvidándose de ti.
Por sistema, pongo en duda las cifras que vierten editores y escritores a los medios de comunicación. El ochenta por cien me parecen infladas, sobre todo cuando hablamos de editoriales modestas (siempre me negaré a usar el adjetivo «pequeñas») y medianas. Como ya es harto sabido entre los profesionales, aquí solo vale el baremo Nielsen para conocer la situación real de una obra y mientras ese dato no se adjunte, pongan en duda todo lo que escuchen por la tele y la radio.
La realidad de este mundillo lo captas a través de los profesionales, la mayoría de las veces en petit comité, y la realidad indica que:
a) España es un país en el que la gente no lee, por lo que es muy complicado que cualquier editorial modesta llegue a los 10.000 ejemplares vendidos.
b) Que no existe el modelo de lector fiel, y si existe el modelo es limitado y restringido a un mínimo núcleo de gente.
He conocido a escritores muy grandes y de enorme impacto mediático y su discurso siempre es el mismo: no existe público residual para que un autor pueda desarrollar en España una carrera literaria. Sí que puede darse un éxito inesperado, pero a la larga, las aguas siempre vuelven a su cauce y la expectación de la próxima novela se reduce al impacto promocional que la editorial programe sobre el libro.
Además, y sin enrollarnos mucho en este punto que ya lo hemos hablado en otras ocasiones, en el horizonte inmediato de la edición vemos una gran incógnita que se llama ‘futuro virtual’ y que está llamado a zarandear los cimientos de la industria. Pensar, hoy y ahora, en la profesionalización cuando todo parece indicar que mañana el modelo puede cambiar me parece una enorme imprudencia.
12 comentarios:
El mileniarismooooooo!!!
Como se nota que tu nueva novela trata de un apocalipsis (zombi).
Gente que vive de la escritura: Lorenzo Silva, Fernando Marías, Laura Gallego, Andreu Martín... Y no solo eso, sino que además escriben lo que quieren y hacen lo que les viene en gana. Andreu Martín, por ejemplo, también guioniza cómics, que eso sí es un lujo.
Hablando con Juan Ramón Biedma, se retiró de su oficio (abogado, creo) tras su tercera novela. Y sus palabras fueron: "Es como estar de vacaciones todo el año".
Otra cosa es que te puedas hacer MILLONARIO, que es algo muy distinto. Los que citas son ejemplos, al que añadiría al difunto Vázquez Montalbán, que aseguraba que sin su colaboración en Interviu le costaba llegar a fin de mes... pero sólo hay que ver el tren de vida que llevaba.
Por lo demás, de acuerdo en cifras y tal, aunque añadiría algo: dejar de preocuparse de vender y más por escribir buenas historias.
Felicidades al pavo de Acantilado, por lo bien que le funciona el libro.
El otro día me pasaron la tarifa que Fernando Marías pide por una conferencia y me quedé helado... o al menos lo que pide su promotor, porque no sé si lo pedirá directamente él.
Vivir de la cultura no es lo mismo que vivir de los libros. Sin ir más lejos yo vivo de la cultura porque tengo una empresa dedicada a la gestión de talleres y eventos culturales, pero una cosa no tiene nada que ver con la otra, aunque beban de la misma fuente.
¿Cuánto genera un libro y cuánto genera una charla?
Por cierto, este comentario: 'dejar de preocuparse de vender y más por escribir buenas historias' es muy engañoso y forma parte de la gran mentira que rodea este mundo mega-fantasioso-ilusorio que es la literatura. El comentario real que pensaría cualquier autor mediático y que jamás diría en voz alta sería el de: 'preocupaos por escribir buenas historias pero preocuparos también por vender muchos libros'. Sin ventas, no hay editorial que te publique... y esa es la gran verdad. El mundo editorial es despiadado y es una industria más.
Estoy contigo, David. Suena decepcionante más que apocalíptico (especialmente para un novatillo como yo), pero es la realidad literaria española. Hasta Rosa Regás, que lleva más años en la escritura que los bolígrafos, o Espido Freire, ganadora del Planeta más joven, dependen de artículos, conferencias, charlas, colaboraciones, etc... Y así un montón más, con nombre o innombrables. ¿Qué le vamos a hacer si la gente se cree que el escritor es un tipo que fuma en pipa, frente al ordenador, en una casa de campo? Lo peor es que los mismo escritores nos hemos creído esta especie de sueño americano literario. Después vienen las decepciones... (cruzo los dedos por lo que viene)
Ya me dijo mi padre: hazte fontanero :-)
Tampoco se trata de llevar las ventas como Cristo cargó con su Cruz. Ni mortificarse con el deseo de buscar límites imposibles.
Cuando uno publica un libro con una editorial modesta, sin cobrar anticipo y sin el respaldo de una campaña publicitaria, lo único que puede hacer es:
a) Disfrutar del momento.
b) Ayudar al editor en la medida de sus posibilidades en la difusión del libro.
c) Volver a disfrutar del momento.
Que publicar un libro no es fácil y solo lo consiguen los privilegiados. Luego, las ventas serán mejores o peores, pero nadie te podrá culpar.
Los que deben preocuparse de verdad son todos aquellos en los sí se hace promoción, se tiran miles de libros y luego su título se pierde en la marea de novedades de la librería.
"Cuando uno publica un libro con una editorial modesta, sin cobrar anticipo y sin el respaldo de una campaña publicitaria, lo único que puede hacer es:
a) Disfrutar del momento.
b) Ayudar al editor en la medida de sus posibilidades en la difusión del libro.
c) Volver a disfrutar del momento."
Me apunto a lo de disfrutar del momento. Yo por mi parte no aspiro a vivir de escribir, casi no aspiro ni a publicar. Así que eso de disfrutar suena muy bien.
Ese es un buen consejo, me lo apunto.
Y David no ha hablado de impuestos, questaesotra...
Realmente, uno esta aquí por los buenos ratos y porque si no escribo algo me estreso y me acatarro de morirme.
Lo cual no implica que vaya a regalar los cuatro duros que uno saca, eh!!! Vamos, antes me bebo vitriolo.
Ostras pues yo escribo y me paso todo el invierno acatarrado.
Será por escribir fantasía, si pruebas con CF, verás tú que bien... Lastima que te jodes el estómago, eso sí.... :)))))
Yo sospecho que la cosa es más como la dice Claudio, considerando que la vida de un escritor incluirá tarde o temprano conferencias y otras "colateralidades", como también en otras profesiones se da. No todo lo que hace un médico es curar gente, que mucho trabajillo administrativo y aburrido tiene que hacer también. Y eso yéndole bien. :)
Lo fundamental, creo, es mantener la cabeza fría: no alocarse por un primer golpe de suerte y seguir trabajando a conciencia. También es posible llegar a vivir decentemente de la escritura con algún que otro trabajillo extra y ya estarás tan contento. Aún en el mundo virtual.
Jodida está la cosa, pero es la que hay. ¿Acaso dejaremos de escribir?. Yo siempre he dicho que no entendía el negocio de la literatura. Y sigo sin entenderlo.
Por cierto, ¿qué es ese baremo nielsen? David.
Saludos y suerte a ytu heredero de la alquimia. Deseando estamos echarle el guante
Yo creo que no dejaremos de escribir. Es más, escribiremos con más ganas porque el mercado se va a expandir. Otra cosa es la profesionalidad, un estatus que cada vez será más complicado de alcanzar.
Respecto al Nielsen, mejor que te lo expliquen ellos mismos:
http://es.nielsen.com/site/index.shtml
Digamos que hoy por hoy es la fuente de estadísticas más fiable de la red, inexcusable a la hora de lanzar campañas publicitarias, elaborar listas, etc etc...
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