Perdidos se acaba y se disparan los comentarios y las especulaciones… y, por supuesto, las críticas. Y ahora las críticas van a arreciar porque una serie que ha creado tanta expectación, inevitablemente, se le va a exigir el final más maravilloso de todos los finales maravillosos habidos y por haber. Pero seamos claros: los finales suelen ser decepcionantes. Por un lado porque todos tenemos nuestro final en mente y todos jugamos a ser guionistas de la serie. Por otro lado, la trama ha sido tan enrevesada y tan compleja que el final, sin duda alguna, pecará de sencillo.
Voy a ser muy claro: a mí me la trufa.
He disfrutado tanto con ‘Perdidos’ durante estos últimos años que para mí, la resolución más interesante sería dejar el misterio en el aire. Un truco de magia deja de ser mágico cuando se explica. La maravilla pierde brillo cuando se mira con lupa. Para mí, ‘Perdidos’ ha mostrado a lo largo de los últimos años suficientes respuestas como para dejarme harto satisfecho. Hawking, en la estación el faro, nos dio suficiente información para especular sobre las maravillas de la isla. A través de los personajes principales hemos visto la magia de la isla y a través de los ojos de Daniel Faraday nos aproximamos a su lado más hard.
Ahora sólo le pido a los guionistas precisamente lo que nos están dando: una última temporada divertida. Y me importa tres cojones que Jacob sea Jesucristo y el AntiJacob Satán, o que ambos vengan del espacio exterior o de una dimensión distinta… me da exactamente igual. La fascinación que ‘Perdidos’ ha ejercido sobre mí comienza en la primera temporada y acaba en ésta. Son cinco años —con éste seis— enganchado como un idiota a una pantalla del ordenador esperando a que alguien subiera los subtítulos. Y eso, sea cual sea el final de la serie, no tiene precio.
De momento, los tres primeros capítulos siguen generando expectación y vuelven a dejar ese saborcillo divertido y aventurero que adquirió la quinta temporada durante los cinco o seis primeros episodios. Un templo a lo Shangri-La o Shambhala, una fuente de la vida, unos ‘otros’ más corsarios que nunca y una criatura sobrenatural que ha ocupado el cuerpo de uno de los mejores personajes de la historia de la televisión: el pobre diablo de John Locke… ¡¡incluso sale Fumanchú!! Es genial.
Y de fondo el verdadero motor que ha supuesto que la serie siempre estuviera en los primeros puestos de audiencias: los personajes. En ‘Perdidos’, una muerte no es un lastre que te puedas quitar de encima sin pestañear. La muerte de Juliet merece un capítulo completo como lo mereció la de Mr. Eko, la de Boone o la de Shannon. Para mí ahí radica la genialidad de Perdidos: que los guionistas conceden a los personajes el tiempo que necesitan para obtener una despedida a la altura de su rol en la trama.
Por otro lado, tal como vaticiné el verano pasado con mi propia quiniela (¡a la tercera va la vencida!), Juliet con su sacrificio logró crear una nueva línea temporal paralela a la real. Una línea temporal en la que la isla no existe y, por lo tanto, la magia, el misterio y la maravilla de ese lugar yace enterrado en lo más profundo del mar. Tengo la sensación de que al final de la temporada, los supervivientes de esta larga odisea tendrán que decidir entre permanecer en un paisaje extraordinario como su propio universo o desplazarse a otro donde no hay vuelta atrás y la realidad desnivela la balanza frente a la fantasía.
Además, mi instinto me dice que ahora van a jugar con líneas temporales paralelas, así que la explicación de Jacob y de los otros va a ir por ese sentido. Hawking nos mostró en el faro que la isla es un ente que se mueve libremente a través del espacio. En su interior se generan fuerzas ignotas que además de permitir los viajes en el tiempo, permiten la creación de universos paralelos; algo que la pobre Juliet tuvo que aprender a la fuerza. Si en la cuarta fuimos testigos de viajes por el espacio y en la quinta de desplazamientos temporales, ahora toca ver cómo entre las facultades de la isla está la de moverse entre dimensiones. Hemos hecho mil especulaciones sobre el origen de la estatua y hemos dado por sentado que sus constructores eran antepasados nuestros, pero toda esa simbología que rodea a Jacob no cuadra con ninguna que conozcamos. Tal vez Jacob y su opuesto sean supervivientes de una civilización parecida a la nuestra procedente de otra dimensión. Otra dimensión en la que estuviera la isla antes de dar el salto y llegar a nuestro Universo. De ese modo, estos dos seres ancestrales se convertirían en viajeros con unas facultades diferentes a las nuestras y explicarían muchos de los misterios de la serie.
Creo que la clave está en el templo. Igual que había una rueda que al tirar de ella, movía la isla de lugar o permitía desplazarse en el tiempo, el templo es la llave para viajar entre dimensiones. Pero es la isla quién decide donde quiere ir, no sus habitantes, de ese modo llegamos a la intervención de los Otros y su implicación en toda esta historia. Los otros serían los custodios de la isla. Ben y el resto de la banda no son más que meros peones de la propia isla cuyo objetivo es impedir que nadie llegue hasta la fuente de poder que permite los viajes dimensionales, algo que desea el antijacob a toda costa. Recordemos la frase: «lo que más deseo es regresar a mi hogar» y el terror que este ser instiga en los protectores del templo.
Dejando a un lado todas estas divagaciones, quedan muchos enigmas por resolver (la desaparición de Claire, la inmortalidad de Richard Alpert —por favor, que vuelvan los flashbacks y nos remontemos a la época de la llegada de la Roca Negra— o la resolución de los famosos numeritos) y otros enigmas que aún guardo la esperanza que retomen (la búsqueda insaciable de una cura para que las mujeres puedan concebir en la isla, los misterios de Walt o la confrontación entre Richard Widmore y Ben). Sea como sea, la sensación final que uno obtiene de todo esto es que Perdidos generará una reacción semejante a la de Avatar: un producto impresionante que ha logrado subyugar a miles y miles de espectadores de todo el mundo y que, lejos de ser valorado en la medida que merece, recibirá el desprecio o la antipatía de muchísima gente que jamás habría tenido la capacidad de crear algo así.
¡¡Larga vida a Perdidos!!
Voy a ser muy claro: a mí me la trufa.
He disfrutado tanto con ‘Perdidos’ durante estos últimos años que para mí, la resolución más interesante sería dejar el misterio en el aire. Un truco de magia deja de ser mágico cuando se explica. La maravilla pierde brillo cuando se mira con lupa. Para mí, ‘Perdidos’ ha mostrado a lo largo de los últimos años suficientes respuestas como para dejarme harto satisfecho. Hawking, en la estación el faro, nos dio suficiente información para especular sobre las maravillas de la isla. A través de los personajes principales hemos visto la magia de la isla y a través de los ojos de Daniel Faraday nos aproximamos a su lado más hard.
Ahora sólo le pido a los guionistas precisamente lo que nos están dando: una última temporada divertida. Y me importa tres cojones que Jacob sea Jesucristo y el AntiJacob Satán, o que ambos vengan del espacio exterior o de una dimensión distinta… me da exactamente igual. La fascinación que ‘Perdidos’ ha ejercido sobre mí comienza en la primera temporada y acaba en ésta. Son cinco años —con éste seis— enganchado como un idiota a una pantalla del ordenador esperando a que alguien subiera los subtítulos. Y eso, sea cual sea el final de la serie, no tiene precio.
De momento, los tres primeros capítulos siguen generando expectación y vuelven a dejar ese saborcillo divertido y aventurero que adquirió la quinta temporada durante los cinco o seis primeros episodios. Un templo a lo Shangri-La o Shambhala, una fuente de la vida, unos ‘otros’ más corsarios que nunca y una criatura sobrenatural que ha ocupado el cuerpo de uno de los mejores personajes de la historia de la televisión: el pobre diablo de John Locke… ¡¡incluso sale Fumanchú!! Es genial.
Y de fondo el verdadero motor que ha supuesto que la serie siempre estuviera en los primeros puestos de audiencias: los personajes. En ‘Perdidos’, una muerte no es un lastre que te puedas quitar de encima sin pestañear. La muerte de Juliet merece un capítulo completo como lo mereció la de Mr. Eko, la de Boone o la de Shannon. Para mí ahí radica la genialidad de Perdidos: que los guionistas conceden a los personajes el tiempo que necesitan para obtener una despedida a la altura de su rol en la trama.
Por otro lado, tal como vaticiné el verano pasado con mi propia quiniela (¡a la tercera va la vencida!), Juliet con su sacrificio logró crear una nueva línea temporal paralela a la real. Una línea temporal en la que la isla no existe y, por lo tanto, la magia, el misterio y la maravilla de ese lugar yace enterrado en lo más profundo del mar. Tengo la sensación de que al final de la temporada, los supervivientes de esta larga odisea tendrán que decidir entre permanecer en un paisaje extraordinario como su propio universo o desplazarse a otro donde no hay vuelta atrás y la realidad desnivela la balanza frente a la fantasía.
Además, mi instinto me dice que ahora van a jugar con líneas temporales paralelas, así que la explicación de Jacob y de los otros va a ir por ese sentido. Hawking nos mostró en el faro que la isla es un ente que se mueve libremente a través del espacio. En su interior se generan fuerzas ignotas que además de permitir los viajes en el tiempo, permiten la creación de universos paralelos; algo que la pobre Juliet tuvo que aprender a la fuerza. Si en la cuarta fuimos testigos de viajes por el espacio y en la quinta de desplazamientos temporales, ahora toca ver cómo entre las facultades de la isla está la de moverse entre dimensiones. Hemos hecho mil especulaciones sobre el origen de la estatua y hemos dado por sentado que sus constructores eran antepasados nuestros, pero toda esa simbología que rodea a Jacob no cuadra con ninguna que conozcamos. Tal vez Jacob y su opuesto sean supervivientes de una civilización parecida a la nuestra procedente de otra dimensión. Otra dimensión en la que estuviera la isla antes de dar el salto y llegar a nuestro Universo. De ese modo, estos dos seres ancestrales se convertirían en viajeros con unas facultades diferentes a las nuestras y explicarían muchos de los misterios de la serie.
Creo que la clave está en el templo. Igual que había una rueda que al tirar de ella, movía la isla de lugar o permitía desplazarse en el tiempo, el templo es la llave para viajar entre dimensiones. Pero es la isla quién decide donde quiere ir, no sus habitantes, de ese modo llegamos a la intervención de los Otros y su implicación en toda esta historia. Los otros serían los custodios de la isla. Ben y el resto de la banda no son más que meros peones de la propia isla cuyo objetivo es impedir que nadie llegue hasta la fuente de poder que permite los viajes dimensionales, algo que desea el antijacob a toda costa. Recordemos la frase: «lo que más deseo es regresar a mi hogar» y el terror que este ser instiga en los protectores del templo.
Dejando a un lado todas estas divagaciones, quedan muchos enigmas por resolver (la desaparición de Claire, la inmortalidad de Richard Alpert —por favor, que vuelvan los flashbacks y nos remontemos a la época de la llegada de la Roca Negra— o la resolución de los famosos numeritos) y otros enigmas que aún guardo la esperanza que retomen (la búsqueda insaciable de una cura para que las mujeres puedan concebir en la isla, los misterios de Walt o la confrontación entre Richard Widmore y Ben). Sea como sea, la sensación final que uno obtiene de todo esto es que Perdidos generará una reacción semejante a la de Avatar: un producto impresionante que ha logrado subyugar a miles y miles de espectadores de todo el mundo y que, lejos de ser valorado en la medida que merece, recibirá el desprecio o la antipatía de muchísima gente que jamás habría tenido la capacidad de crear algo así.
¡¡Larga vida a Perdidos!!
12 comentarios:
A estas alturas creo que nadie le puede quitar méritos a Lost, ni decir alabanzas que ya no se hayan repetido hasta la saciedad. Esta serie ha reinventado la forma de entender los seriales televisivos y lo ha hecho echando mano de elementos de género. Yo me quedé enganchado tan solo ver el primer episodio que emitió TVE1, creo que por entonces no la seguía ni el Tato, ni era usual lo de bajarse episodios por internet, y en seguida me convertí en su más ferviente promotor, la mayoría de mis amigos la descubrieron por mí. Ahora bien, mentiría si no dijera que hay elementos que me empiezan a chirríar demasiado desde la última temporada, todo el tema Jacob y antijacob me sobran, y me parecen un recurso fácil para una trama tan absorbente y que ha parido maravillas como el episodio de la constante. Sobretodo cuando, como tú comentas, se había insinuado al final de la primera, en un video de Dharma, premio a un juego que colgaron en su web y que puede verse en youtube, que todo giraba alrededor de los números, un experimento, una cura y el hecho de que las embarazadas murieran en la isla, de ahí la importancia de las inyecciones que los otros se afanaban en ponerle a Clarie. No pierdo la esperanza de que todo eso reaparezca de alguna forma en los episodios que quedan y se hilvane con lo sucedido en las últimas temporadas, si lo consiguen seré el primero en celebrarlo, pero de no hacerlo, la trama global quedará peligrosamente cerca de una acumulación de golpes de efecto en el que se han ligado tantos cabos sueltos como tantos otros se han dejado olvidados por el camino. Eso no querrá decir que Lost pase entonces a recibir mi desprecio o antipatía, las buenas horas que me ha hecho pasar no tiene precio, pero está claro que tendré el suficiente sentido común para no obviar lo que no me ha convencido y lejos de eludirlo, ponerlo junto a todo lo bueno cuando el tema salga a colación. No creo que haya nada malo en eso, es un ejercicio la mar de sano.
A mí, en cambio, la aparición de Jacob -un personaje que a nadie puede cogerle por sorpresa porque desde la tercera temporada se le menciona (e incluso sale la cabaña rodeada de pólvora)- sí que me ha gustado. Es más, incide sobre el verdadero late motive de la serie que Locke le explica a Walt en la primera temporada.
Personalmente, creo que el tema de los niños saldrá a colación de la obsesión de Ben por mantener el control sobre la isla y sobre la natalidad de los Otros. Las disputas entre Ben y Widmore desviaron la atención de los otros de su verdadero objetivo: guardar el bienestar de la isla y dirigirlo hacia fines personales.
Respecto a lo que comentas de los números y la ecuación que salió durante aquel juego virtual que se hizo tras la segunda temporada, fue una teoría de la gente de Dharma. Y los de Dharma, hoy por hoy, ha quedado claro que no son más que una comuna hippie que dio con la isla y que acabó siendo consumida por los poderes místicos de la misma.
Todo esto que he expuesto no son más que valoraciones personales. Hay mucha gente que busca en Lost respuestas científicas. Pero la serie siempre ha dejado muy claro una consigna: eres hombre de fe u hombre de ciencia. Así que es inevitable que la ciencia ficción se conjugue con el misticismo y la fantasía.
Sigo pensando que una cosa es lo que uno espera de la serie que es bien diferente a la resolución de la serie. Obviamente, nunca va a llover a gusto de todos.
¿Me estás diciendo que si toda la trama queda finalmente reducida a la lucha de intereses de dos seres poderosos, por no llamarles dioses, tú no te sentirás ni un poco decepcionado?
Pues yo (para variar...) voy a llevar la nota discordante entre tanto fans de Lost. A ver, reconozco que me enganché como el que más a la serie, me enchufé las tres primeras temporadas directamente en vena (recuerdo un domingo, en el que vi junto a mi pareja más de 8 capítulos seguidos...)
Pero a partir de la cuarta, se me quedó el regusto de que la serie lo único que hacía era poner un interrogante detras de otro, pero sin resolver ninguno. Y entre eso, y las enrevesadas vueltas de guión, pues me he ido desencantando un pelín.
He visto la quinta, y empecé a ver la sexta, pero es que hay momentos en los que me paro, y digo.. ¿qué coño está pasando? Para algunos es una maravilla, pero yo me quedo con Sobrenatural, que me tiene enganchao, como buen friki que soy jeje.
Ya pueden empezar a lapidarme jeje
Saludos
Pues a mi me tienen enganchado las dos series, Perdidos y Sobrenatural. sobre Perdidos me da la sensación de que el final no va a ser muy satisfactorio. Demasiadas preguntas, demasiados enigmas, como para poder solucionarlos todos en solo 18 capítulos. Aún así coincido con David en que algunas cosillas podían dejarlas al aire. Así se mantiene ese aire fantasioso que caracteriza a la serie.
Lo del Jacob y el anti-Jacob me viene mosqueando desde que los vi aparecer juntos (uno vestido de blanco y otro de negro) charlando como Dios y el diablo mientras contemplan el mundo desde las alturas.Lo que más me mosquea es que esa idea de la lucha del Bien y el Mal, desde luego, sería una salida para todos los interrogantes abiertos. ¿Por qué ha pasado esto? Respuesta: La lucha entre el Bien y el Mal a veces sigue caminos extraños.
Aún me acuerdo de Matrix, que es su primera entrega planteaba enigmas y preguntas morales y filosóficas, y que luego quedaba reducida entre una lucha personal entre un virus informático malo, y el "Ingeniero" bueno. O sea, que sí, que ya veo que por ese camino pueden cerrar la historia sin problemas. Es más, podrían cerrarla en apenas un capítulo y dedicar todo el resto de la temporada a seguir planteando enigmas.
Pero lo que ha hecho hasta ahora los guionistas de Lost es impresionante. Ninguna serie de televisión ha jugado nunca a un juego tan arriesgado y lo ha hecho tan bien. ¡Y con éxito de audiencia!, porque "El prisionero" jugó a lo mismo, pero no tuvo el mismo éxito ni pudo mantenerse tantas temporadas. Mantener el hilo de esa trama tenso, con tantos personajes, planteando un enigma tras otro, y que la gente no se pierda y pueda seguir enganchada temporada tras temporada es una obra maestra del guión. Otros vemos cómo lo intentan (Flahsforward, V, Héroes) y fracasan en unos pocos capítulos.
Por eso mismo, a pesar de lo que me temo y me veo venir, aún confío en los guionistas de Lost.
Juanmi
Un tema del que se ha hablado poco: la música.
Para mi, parte imprescindible del éxito de la seria. Primero, porque los cuatro temas machacones de la BSO nos los sabemos tan de memoria como los de Dragon Ball (por ejemplo) y no nos cansamos de escucharlos.
Y segundo, porque consiguen mantenerte en tensión en cada fotograma. Desde dos personajes hablando hasta perdidos por la selva. Joder, es que parece que vaya a pasar algo increible en cualquier momento (y muchas veces así es).
Probad a ver cachos de Lost sin sonido, veréis de lo que hablo.
PD: ¿Para cuando el politono?
>>Me estás diciendo que si toda la trama queda finalmente reducida a la lucha de intereses de dos seres poderosos, por no llamarles dioses, tú no te sentirás ni un poco decepcionado?
Claro que me sentiría decepcionado. Pero no creo que vayan a reducir todo a eso. Pero sí que es cierto que escarbar en el personaje de Jacob es escarbar en la mitología de la isla, que es lo que más me gusta de la serie. ¿Qué es la isla? ¿Qué civilización está detrás de las escrituras egipcias? A mí eso me fascina y creo que Jacob es la clave.
>>ya pueden empezar a lapidarme jeje
En este blog no se lapida a los amigos de los Winchester. ¡¡Grande Sobrenatural!!
Lo mejor de la BSO de Lost es ese temazo del principio.
No es Fu Manchu: es Ras-al-Ghoul y el Pozo de Lázaro
Tengo a dos amigos que han escrito un libro en común, que también sale un clon del tío ese. Pero me guardo el secreto :p
Vaya lío! menos mal que no la veo y no sé ni de que estáis hablando.
Pues nada, suerte con ese desenlace. Y que no os decepcione.
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