El pasado viernes se nos acabó el taller de Onda e hicimos una galita muy entrañable donde padres y alumnos asistieron para recoger los diplomas y un segundo libro electrónico para el ganador. Esta vez, el campeonísimo fue Héctor Madueño, en cuyo relato hizo un auténtico despliegue de gangsterismo, extorsiones y luchas fraticidas, todo con un saborcillo a western americano que dejó muy satisfechos a todos aquellos que leyeron la historia. Creo que si Héctor, junto a los otros chicos, se ponen las pilas, podrían ir haciendo sus pinitos dentro de la literatura.
Onda fue el campo experimental donde pude trabajar por primera vez con adolescentes. La primera vez que entré en la clase me temblaban un poco las piernas. ¿Dónde vas, David, con un grupo de chicarros que probablemente sean un nido de hormonas desatadas? Y lo cierto es que sí, son un nido de hormonas desatadas, están completamente zumbados y de vez en cuando se les va demasiado la olla, pero para mí, el taller de Onda, ha sido una de las experiencias más bonitas de toda mi trayectoria profesional. El grupo comenzó compuesto de cuatro personas y creció y se multiplicó hasta alcanzar los nueve componentes. Va a ser muy difícil que olvide a gente como Lara, Vicent, María, Claudia, Sara, Ainoa, Jesús o Héctor. Ellos han sido los auténticos protagonistas del taller y se me antoja que son un grupo de chicos con tantas cualidades, que llegarán hasta donde les de la gana.
A la gente de la biblioteca como Mercé , gracias por hacer la faena tan sencilla. A Rosario Fabra, gracias por acompañarnos durante la entrega de premios. A Javier Bolado decirle que es un genio de la literatura fantástica y que sus clases magistrales, tanto en Onda como en Moncofa, fueron maravillosas y encandilaron a los chavales. Y a ellos, mis ocho magníficos, los protagonistas de la película, gracias porque han hecho de este taller una experiencia maravillosa.
Esta entrada va dedicada a Victor Alós, uno de los capos de Onda.
El año que viene más y mejor.
Onda fue el campo experimental donde pude trabajar por primera vez con adolescentes. La primera vez que entré en la clase me temblaban un poco las piernas. ¿Dónde vas, David, con un grupo de chicarros que probablemente sean un nido de hormonas desatadas? Y lo cierto es que sí, son un nido de hormonas desatadas, están completamente zumbados y de vez en cuando se les va demasiado la olla, pero para mí, el taller de Onda, ha sido una de las experiencias más bonitas de toda mi trayectoria profesional. El grupo comenzó compuesto de cuatro personas y creció y se multiplicó hasta alcanzar los nueve componentes. Va a ser muy difícil que olvide a gente como Lara, Vicent, María, Claudia, Sara, Ainoa, Jesús o Héctor. Ellos han sido los auténticos protagonistas del taller y se me antoja que son un grupo de chicos con tantas cualidades, que llegarán hasta donde les de la gana.
A la gente de la biblioteca como Mercé , gracias por hacer la faena tan sencilla. A Rosario Fabra, gracias por acompañarnos durante la entrega de premios. A Javier Bolado decirle que es un genio de la literatura fantástica y que sus clases magistrales, tanto en Onda como en Moncofa, fueron maravillosas y encandilaron a los chavales. Y a ellos, mis ocho magníficos, los protagonistas de la película, gracias porque han hecho de este taller una experiencia maravillosa.
Esta entrada va dedicada a Victor Alós, uno de los capos de Onda.
El año que viene más y mejor.
2 comentarios:
Pues no se merece esa distinción, que vaya impresentable que soy... Al final ni pude ir ni nada.
En fin, que me alegro que en Sepelaci capital se hagan estas cosas y que repitas pronto...
Un saludín
Sí que te la mereces, tío. En buena parte has puesto tu semillita en este taller y será recompensada ;)
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