Desvelar la historia que está detrás de la historia. Contar los recovecos de una leyenda arcaica y milenaria que se desliza sutilmente entre los diálogos de los personajes. El misterio que debería estar y no está. Durante mucho tiempo me negué en rotundo en contar esa intrahistoria que se desliza suavemente por las páginas de «Noches de sal» y que de alguna forma, de manera muy consciente, quise que pasara inadvertida. Al fin y al cabo, en esta historia predominan los personajes y su visión. Las acciones cotidianas de Abel, Aurora, Patricia o Lorena deben superar y superan los matices arcaicos que rodean a los pálidos o al mismísimo Pilatos. Por vuestros mensajes, por vuestros comentarios, creo que eso queda patente y, al mismo tiempo, es el gran triunfo de la novela. Pero sí que hay cierto sector que llevado por la curiosidad me pregunta por Verónica, por los espejos, por el sentido de ese árbol putrefacto tras el que se esconde Zoe, y creo que ha llegado el momento de explicar ciertas cosas. Eso sí, huelga decir que si no has leído el libro y pretendes hacerlo, establece aquí el punto y final y retorna cuando lo hayas hecho. Vamos a desgranar el alma de Noches de sal, y este viaje solo pueden hacerlo aquellos que ya hayan descendido al infierno y regresen con el corazón palpitante de Pilatos entre las manos. ¿Preparados? ¡Vamos allá!
Unas cuántas frases contundentes. Una maldición que se desata en una fiesta de pijamas, con unas niñas que no saben muy bien lo que hacen, pero que lo lamentarán el resto de su vida, especialmente Aurora. Sea como sea, muchos de vosotros me habéis preguntado… ¿quién es Verónica?
El cuento de Verónica no es más que una adaptación contemporánea de una leyenda que arranca muchos milenios antes, con la concepción del mundo. Lilith, a quien también se le llamaba Lili o Lilu, significa reina de la noche y era considerada la Madre de los Demonios, en Mesopotamia fue la figura mitológica asociada con el viento y se pensaba además que era portadora de la enfermedad y la muerte. Se creía que era una mujer con alas, de belleza siniestra e intemporal, con pelo largo y rizado.
La lengua de Naamah se refocilaba con la de Lilith cuando la costa del Mar Rojo todavía no había conocido hombres, y entre ambas formaban posturas que incluso al propio Yavé le causaban repugnancia en su trono de Sión. ¡Puta de Samael, la llamaban! Corruptora de Semyaza y de los ángeles caídos. Sirvienta de Mefistófeles, Satán y Lucifer. Se dice que las cópulas entre Naamah y Lilith fueron las primeras que acaecieron en el fértil jardín de Yavé, y que las manos de las amantes se multiplicaban y las caricias eran suaves y evanescentes, y otras fieras y salvajes, hasta que el olor del sexo manchaba la tierra y perduraba en las grandes torres que alzaron los antiguos sumerios.
La leyenda dice que Yahvé, en un intento por crear a la primera esposa de Adán, la formó del barro pero su alma se corrompió y abandonó a Adán para unirse al ejercito de Satanás, estableciéndose en el Mar Rojo que era habitado comúnmente por demonios de los cuales fue amante, razón por la que sólo fue capaz de engendrar espíritus malignos o lilim. La razón de que odie a los niños e intente a toda costa pervertirlos o asesinarlos, es fácilmente explicable en el hecho de que encontró repulsivos a los seres malignos que engendró. Aunque también puede ser que su rebeldía fuera castigada a través de la muerte diaria de 100 de sus hijos y en venganza Lilith asesinara a niños menores de ocho días de nacidos o incircuncisos.
Se dice también que, de alguna forma, el contacto de sus labios y el uso de sus afilados dientes para beber de la sangre de algún hombre de Oriente Medio dio origen a los vampiros, y esto nos lleva a considerarla el vampiro original o la primer vampiresa en el mundo. Además, Lilith posee poderes propios de los vampiros: atraviesa las paredes, es seductora y toma por víctimas a los hombres que seduce, agotándolos sexualmente y bebiendo de su sangre. Otra de las actividades favoritas de Lilith es robar el semen de los hombres mientras duermen y que han tenido relaciones durante la noche para engendrar a nuevos demonios.
Teniendo en cuanta todo esto, «Noches de sal» propone una versión modernizada de Lilith como concubina del diablo y madre de todos sus hijos. Verónica, en realidad Lilith, presta su vientre a cada elegida para engendrar a uno de sus descendientes y ponerlo al servicio del demonio. La metáfora que viene a explicar la pequeña Aurora señala el fin de la humanidad de Lilith, encarnada por Verónica, y su ascensión como madre eterna de Satanás.
Pero, ¿qué tiene que ver en todo esto los espejos? Para ello volvemos a Eishet Zenunim otro de los personajes clave de la novela:
Dice la leyenda que el cristal puro es la esencia de los mundos, a través de él fluyen los cuerpos celestes, la magia, la energía e incluso el mandato de Yavé o la lengua de Samael. Un espejo sirvió para que el ángel se presentara ante el vidente Balaam y le impidiera ir al encuentro del Rey de los moabitas; el espejo es el nexo de las diez esferas y los veintidós senderos del Árbol de la Vida, así como de su contrapartida en las tierras de Biná, Gevurá y Hod. El espejo sirvió para transportar al hijo de Yavé de la mano de Samael, del desierto al pináculo del Templo de la Ciudad Santa, y de ahí al monte desde el que se divisaban los reinos del mundo y la gloria que crecía en ellos. El espejo sirvió de receptáculo de las tres tentaciones y se forjó con la sangre de los caídos.
Los espejos son simples portales a otros mundos, a otras dimensiones, capaces de transportar la conciencia o el cuerpo físico. De alguna forma, los pálidos se mueven a través de él, pero también los demonios. El propio Eishet Zenunim es un demonio menor, una serpiente al servicio de Satán y de Lilith, que se desplaza a lo largo del mundo con un gran armario que conecta nuestro universo con el infierno de Satán. Es el último recaudador de almas, el eslabón final de Lilith que conecta el vientre terrenal con el insaciable demonio padre dispuesto a llenar la Tierra de herederos.
En «Noches de sal» cada demonio tiene su propio infierno. Satán recrea ese gran árido, contrapuesto al Paraíso de Dios, donde cuelga a sus víctimas y las tortura a placer. Sin embargo, los demonios inferiores, como Pilatos, recrean su propio infierno a partir de los recuerdos que para ellos encarnan el dolor. En el caso de Pilatos, el dolor nace de la concepción y de una simple mecedora:
Aurora leía sin descanso, hasta altas horas de la madrugada, aquejada por ese dolor crónico que no tenía alivio ni consuelo. Leía hasta quedarse afónica, elevándose como el resplandor de un faro sobre el oleaje violento que desencadenaban los demonios. Cada vez que el feto se removía en el vientre de la muchacha, Abel percibía de fondo el chirrido de la mecedora, batiéndose con furia contra el piso, escupiendo quejidos que se unían al coro de voces que se adueñaba de la casa. ¿Cuánto dolor se concentraba en aquella pequeña habitación? ¿Cuánto miedo? Ni siquiera se atrevía a imaginarlo.
No es de extrañar que nuestro adorable feto, concebido entre versos de poetas y el batir violento de una mecedora, cuando captura a su primera víctima la amordace a una mecedora:
Vive perdida en silencios eternos, incapaz de encontrar frases tranquilizadoras o un lapso temporal al que aferrarse y que le ayude a prolongar la ausencia del dolor. A veces se cree cuerda, otras veces se hunde en la locura. Borracha de sangre, gime mientras los resortes de la mecedora crujen y crujen en su cabeza. El mundo sube y baja, sube y baja, sube y baja, sube y baja… y baja, y baja, y baja, hasta que las tripas se le comprimen y una náusea extrema la hace boquear en las tinieblas.
Pero la pregunta que más me han hecho todos los lectores es la siguiente: ¿Qué es Pilatos en realidad? ¿Quién es Zoe? Si tomamos como referencia los mitos judíos de la cábala, Pilatos es un qlifot, que es el nombre con el cual se designa a las sefirots negativas contrarias a las emanaciones benévolas de Dios, en este caso “los pálidos”. El conjunto de qlifot es llamado Árbol de la Muerte o Árbol Infernal. Pilatos no es más que un diablo menor que va ganando poder a lo largo de la historia conforme rompe sus yugos mortales, para ello va asesinando a todos aquellos que lo rodearon en su concepción y determinan su humanidad. En realidad adora a Lilith y la invoca en algún momento de la historia:
Qui ut ego ipsum?… fiel guardiana de todo gozo… Qui ut ego ipsum?... de toda felicidad en nuestro corazón, nuestro cuerpo y nuestro espíritu… Qui ut ego ipsum?...
Pilatos demuestra su malévola naturaleza hebrea durante su huída del correccional, cuando se transforma en un gran árbol negativo, un Árbol Infernal que separa la sefirot de la parte física de Zoe:
Conforme el tronco se alzaba sobre su cabeza, la sensación de que se encontraba ante algo aberrantemente antinatural se hizo tan acuciante que cada paso hacia el centro de la celda suponía un esfuerzo colosal. Los tallos se desprendieron de la superficie y se alzaron de forma amenazadora. Nidos de estambres y de pedúnculos articulados se retorcieron en la base e hicieron gala de ristras de espinas tan afiladas que parecían diseñadas para arrancar la carne de los huesos. Algunos tallos acababan en pecíolos de hojas negras como el azabache y estípulas de un color cárdeno muy llamativo, tan hermosas que no parecían de este mundo.
Alicia Thai da con la clave del asunto, pero como simple mortal que es, no llega a componer el puzzle del todo y termina enloqueciendo al contemplar las almas puras de las séfirots congregadas en el callejón de Los Nocturnos. Con el transcurso de los años, llega a creer que Abel es la mismísima encarnación del mal, porque es él el que la lleva al callejón y la enfrenta a lo inaudito, a lo sobrenatural, a lo que no tiene explicación más allá del horror.
Esto es una parte de los enigmas que se esconden tras las páginas de Noches de sal. La historia que se esconde detrás de la historia. Hay otros muchos puntos difusos, pero seguro que tras leer este texto, todo cuadrará de una manera más lógica y vosotros mismos podréis encontrar las respuestas. Sin embargo, hay algo que me propuse antes de escribir esta historia: en Noches de sal quería narrar el encuentro entre la realidad y el fantástico, entre la armonía y lo sobrenatural. Cuando pienso en todo esto, creo que jamás hallaremos respuestas lógicas en aquello que nos sobrepasa y nos es desconocido. En la vida real no hay un narrador que nos cuenta los recovecos de la leyenda, no hay una voz en off que pone orden en el caos. La explicación que acabo de dar es para lo más curiosos, para aquellos que tras acabar el libro todavía siguen experimentando “hambre”, para el resto, Noches de sal es, y debe ser, una historia de jóvenes enfrentándose al misterio… y el misterio tiene una parte morbosa que a todos los amantes del terror nos entusiasma: que no tiene explicación. Quedémonos con eso.
Rezó a quién no debía rezar y ese que ha tenido cien nombres desde que el mundo es mundo le prometió una larga descendencia. Así se lo dijo, con una voz que son rumores, entre sonidos de cadenas y de carne desgajada, entre sombras inexistentes y retorcidas ramas de árbol. «Todos tus hijos serán mis hijos. Los señalarás llegada la medianoche y tú, hija mía, serás madre en mil vientres diferentes». Tras aquella promesa, a los dos días, Verónica falleció.
Unas cuántas frases contundentes. Una maldición que se desata en una fiesta de pijamas, con unas niñas que no saben muy bien lo que hacen, pero que lo lamentarán el resto de su vida, especialmente Aurora. Sea como sea, muchos de vosotros me habéis preguntado… ¿quién es Verónica?
El cuento de Verónica no es más que una adaptación contemporánea de una leyenda que arranca muchos milenios antes, con la concepción del mundo. Lilith, a quien también se le llamaba Lili o Lilu, significa reina de la noche y era considerada la Madre de los Demonios, en Mesopotamia fue la figura mitológica asociada con el viento y se pensaba además que era portadora de la enfermedad y la muerte. Se creía que era una mujer con alas, de belleza siniestra e intemporal, con pelo largo y rizado.
La lengua de Naamah se refocilaba con la de Lilith cuando la costa del Mar Rojo todavía no había conocido hombres, y entre ambas formaban posturas que incluso al propio Yavé le causaban repugnancia en su trono de Sión. ¡Puta de Samael, la llamaban! Corruptora de Semyaza y de los ángeles caídos. Sirvienta de Mefistófeles, Satán y Lucifer. Se dice que las cópulas entre Naamah y Lilith fueron las primeras que acaecieron en el fértil jardín de Yavé, y que las manos de las amantes se multiplicaban y las caricias eran suaves y evanescentes, y otras fieras y salvajes, hasta que el olor del sexo manchaba la tierra y perduraba en las grandes torres que alzaron los antiguos sumerios.
Noches de sal, página 347.
La leyenda dice que Yahvé, en un intento por crear a la primera esposa de Adán, la formó del barro pero su alma se corrompió y abandonó a Adán para unirse al ejercito de Satanás, estableciéndose en el Mar Rojo que era habitado comúnmente por demonios de los cuales fue amante, razón por la que sólo fue capaz de engendrar espíritus malignos o lilim. La razón de que odie a los niños e intente a toda costa pervertirlos o asesinarlos, es fácilmente explicable en el hecho de que encontró repulsivos a los seres malignos que engendró. Aunque también puede ser que su rebeldía fuera castigada a través de la muerte diaria de 100 de sus hijos y en venganza Lilith asesinara a niños menores de ocho días de nacidos o incircuncisos.
Se dice también que, de alguna forma, el contacto de sus labios y el uso de sus afilados dientes para beber de la sangre de algún hombre de Oriente Medio dio origen a los vampiros, y esto nos lleva a considerarla el vampiro original o la primer vampiresa en el mundo. Además, Lilith posee poderes propios de los vampiros: atraviesa las paredes, es seductora y toma por víctimas a los hombres que seduce, agotándolos sexualmente y bebiendo de su sangre. Otra de las actividades favoritas de Lilith es robar el semen de los hombres mientras duermen y que han tenido relaciones durante la noche para engendrar a nuevos demonios.
Teniendo en cuanta todo esto, «Noches de sal» propone una versión modernizada de Lilith como concubina del diablo y madre de todos sus hijos. Verónica, en realidad Lilith, presta su vientre a cada elegida para engendrar a uno de sus descendientes y ponerlo al servicio del demonio. La metáfora que viene a explicar la pequeña Aurora señala el fin de la humanidad de Lilith, encarnada por Verónica, y su ascensión como madre eterna de Satanás.
Pero, ¿qué tiene que ver en todo esto los espejos? Para ello volvemos a Eishet Zenunim otro de los personajes clave de la novela:
Dice la leyenda que el cristal puro es la esencia de los mundos, a través de él fluyen los cuerpos celestes, la magia, la energía e incluso el mandato de Yavé o la lengua de Samael. Un espejo sirvió para que el ángel se presentara ante el vidente Balaam y le impidiera ir al encuentro del Rey de los moabitas; el espejo es el nexo de las diez esferas y los veintidós senderos del Árbol de la Vida, así como de su contrapartida en las tierras de Biná, Gevurá y Hod. El espejo sirvió para transportar al hijo de Yavé de la mano de Samael, del desierto al pináculo del Templo de la Ciudad Santa, y de ahí al monte desde el que se divisaban los reinos del mundo y la gloria que crecía en ellos. El espejo sirvió de receptáculo de las tres tentaciones y se forjó con la sangre de los caídos.
Noches de sal, página 349
Los espejos son simples portales a otros mundos, a otras dimensiones, capaces de transportar la conciencia o el cuerpo físico. De alguna forma, los pálidos se mueven a través de él, pero también los demonios. El propio Eishet Zenunim es un demonio menor, una serpiente al servicio de Satán y de Lilith, que se desplaza a lo largo del mundo con un gran armario que conecta nuestro universo con el infierno de Satán. Es el último recaudador de almas, el eslabón final de Lilith que conecta el vientre terrenal con el insaciable demonio padre dispuesto a llenar la Tierra de herederos.
En «Noches de sal» cada demonio tiene su propio infierno. Satán recrea ese gran árido, contrapuesto al Paraíso de Dios, donde cuelga a sus víctimas y las tortura a placer. Sin embargo, los demonios inferiores, como Pilatos, recrean su propio infierno a partir de los recuerdos que para ellos encarnan el dolor. En el caso de Pilatos, el dolor nace de la concepción y de una simple mecedora:
Aurora leía sin descanso, hasta altas horas de la madrugada, aquejada por ese dolor crónico que no tenía alivio ni consuelo. Leía hasta quedarse afónica, elevándose como el resplandor de un faro sobre el oleaje violento que desencadenaban los demonios. Cada vez que el feto se removía en el vientre de la muchacha, Abel percibía de fondo el chirrido de la mecedora, batiéndose con furia contra el piso, escupiendo quejidos que se unían al coro de voces que se adueñaba de la casa. ¿Cuánto dolor se concentraba en aquella pequeña habitación? ¿Cuánto miedo? Ni siquiera se atrevía a imaginarlo.
Noches de sal, página 424
No es de extrañar que nuestro adorable feto, concebido entre versos de poetas y el batir violento de una mecedora, cuando captura a su primera víctima la amordace a una mecedora:
Vive perdida en silencios eternos, incapaz de encontrar frases tranquilizadoras o un lapso temporal al que aferrarse y que le ayude a prolongar la ausencia del dolor. A veces se cree cuerda, otras veces se hunde en la locura. Borracha de sangre, gime mientras los resortes de la mecedora crujen y crujen en su cabeza. El mundo sube y baja, sube y baja, sube y baja, sube y baja… y baja, y baja, y baja, hasta que las tripas se le comprimen y una náusea extrema la hace boquear en las tinieblas.
Noches de sal, página 207
Pero la pregunta que más me han hecho todos los lectores es la siguiente: ¿Qué es Pilatos en realidad? ¿Quién es Zoe? Si tomamos como referencia los mitos judíos de la cábala, Pilatos es un qlifot, que es el nombre con el cual se designa a las sefirots negativas contrarias a las emanaciones benévolas de Dios, en este caso “los pálidos”. El conjunto de qlifot es llamado Árbol de la Muerte o Árbol Infernal. Pilatos no es más que un diablo menor que va ganando poder a lo largo de la historia conforme rompe sus yugos mortales, para ello va asesinando a todos aquellos que lo rodearon en su concepción y determinan su humanidad. En realidad adora a Lilith y la invoca en algún momento de la historia:
Qui ut ego ipsum?… fiel guardiana de todo gozo… Qui ut ego ipsum?... de toda felicidad en nuestro corazón, nuestro cuerpo y nuestro espíritu… Qui ut ego ipsum?...
(Parte de una oración pagana a Lilith) Noches de sal, página 315
Pilatos demuestra su malévola naturaleza hebrea durante su huída del correccional, cuando se transforma en un gran árbol negativo, un Árbol Infernal que separa la sefirot de la parte física de Zoe:
Conforme el tronco se alzaba sobre su cabeza, la sensación de que se encontraba ante algo aberrantemente antinatural se hizo tan acuciante que cada paso hacia el centro de la celda suponía un esfuerzo colosal. Los tallos se desprendieron de la superficie y se alzaron de forma amenazadora. Nidos de estambres y de pedúnculos articulados se retorcieron en la base e hicieron gala de ristras de espinas tan afiladas que parecían diseñadas para arrancar la carne de los huesos. Algunos tallos acababan en pecíolos de hojas negras como el azabache y estípulas de un color cárdeno muy llamativo, tan hermosas que no parecían de este mundo.
Noches de sal, página 315
Alicia Thai da con la clave del asunto, pero como simple mortal que es, no llega a componer el puzzle del todo y termina enloqueciendo al contemplar las almas puras de las séfirots congregadas en el callejón de Los Nocturnos. Con el transcurso de los años, llega a creer que Abel es la mismísima encarnación del mal, porque es él el que la lleva al callejón y la enfrenta a lo inaudito, a lo sobrenatural, a lo que no tiene explicación más allá del horror.
Esto es una parte de los enigmas que se esconden tras las páginas de Noches de sal. La historia que se esconde detrás de la historia. Hay otros muchos puntos difusos, pero seguro que tras leer este texto, todo cuadrará de una manera más lógica y vosotros mismos podréis encontrar las respuestas. Sin embargo, hay algo que me propuse antes de escribir esta historia: en Noches de sal quería narrar el encuentro entre la realidad y el fantástico, entre la armonía y lo sobrenatural. Cuando pienso en todo esto, creo que jamás hallaremos respuestas lógicas en aquello que nos sobrepasa y nos es desconocido. En la vida real no hay un narrador que nos cuenta los recovecos de la leyenda, no hay una voz en off que pone orden en el caos. La explicación que acabo de dar es para lo más curiosos, para aquellos que tras acabar el libro todavía siguen experimentando “hambre”, para el resto, Noches de sal es, y debe ser, una historia de jóvenes enfrentándose al misterio… y el misterio tiene una parte morbosa que a todos los amantes del terror nos entusiasma: que no tiene explicación. Quedémonos con eso.
4 comentarios:
Menudos conocimientos que tienes de la mística judia y de la cábala.Yo reconozco que es un campo en el que estoy pez.
Tampoco te creas, Juanjo. Al final vas a las pequeñas parcelas que requiere el libro. Poco a poco vas aprendiendo más porque te pica la curiosidad y el tema mola mucho.
Muy interesante, un suplemento ideal para después de la lectura de tu novela ^^
Jose Luis de Valencia
pues a mi me parece magnifica la novela. lo que menos me gusta es esa cierta confusión que crea el elemento fantastico, algo que también aprecié en "heredero de la Alquimia" pero...la parte humana, y la relacion sentimental a tres bandas mas la ciudad de Valencia te ha quedado soberbia. es la novela que mejor muestra la Valencia acutal. Ademas los personajes estas muy, pero que muy bien descritos. Realmente no importa tanto entender el elemento fantastico del todo (aunque se agradece mucho la explicacion que das aca) como lo bien construida y bien llevada que esta la novela. por cierto hay que ver en una calle tan pequeñita como los nocturnos la de cosas que pasan. Enhorabuena por tu novela . Me ha gustado mucho y a recomendarla voy
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