El otro día tuve la oportunidad de asistir a una mesa redonda entre autores donde se debatía sobre nuevas tendencias literarias. Como los autores no parecían tener mucho que decir sobre los géneros o los nefastos canales de distribución, rápidamente sacaron el futuro del libro electrónico. Lo cierto es que no entraron en demasiados detalles: se habló muy por encima de Libranda, se hizo hincapié en la tinta electrónica y se mencionó al ipad. En fín, nada nuevo bajo el sol y nada que aquí no hayamos visto ya miles de veces.
Lo realmente triste fueron las reacciones del público. Mientras los autores hablaban daba la impresión de que en la sala se estuviera debatiendo sobre las auroras de Saturno o los tres satélites de Plutón. La gente contemplaba la evolución del libro electrónico como si fuera una ecuación de Arrhenius, algo lejano y enrevesado. Un submundo peligroso que pudiera amenazar al mercado del libro.
Todo ello me hace temer que el futuro electrónico quizás no esté tan próximo como sospechábamos los más optimistas. Todavía vivimos sumergidos en un medievo en lo tocante a la literatura electrónica y demonizamos, cual brujas de Salem, los nuevos dispositivos que aguardan a la vuelta de la esquina y que nos pueden hacer la vida más fácil y económica.
Y ojo, que nadie me malinterprete, no critico la visión del libro como paradigma romántico. Ni critico los gustos de la gente cuando se inclinan hacia el formato de papel por encima del digital. Critico la falta de interés, la falta de inquietudes, la falta de curiosidad y, por supuesto, la necedad y la intolerancia porque sí. Parece mentira que cuando los grandes almacenes ofrecen un amplia gama de modelos de ebooks, los precios cada vez son más competitivos y ya hay distintas editoriales dispuestas a apostar por el formato electrónico con muy buenos escritores, el racionamiento cerril de la masa se imponga y nos arrastre de nuevo a un punto de partida donde los conceptos tengan que volver a explicarse y el camino andado se desande para volver a la línea de salida.
Como bien dice algún amigo, vivimos en un país de oportunidades. Mientras medio mundo está paralizado tecnológicamente en el punto cero, otros ya hemos recorrido la mitad del camino y nos beneficiamos de miles de posibilidades que el españolito común, desgraciadamente, ignora. Y no sé si el déficit de imaginación y de fe la tiene la televisión, los medios de comunicación o la extraña sociedad que estamos creando a nuestro alrededor, pero existe y se puede palpar en el ambiente.
En fin, que el mañana sigue aguardándonos, pero me da la impresión de que nos aguarda en una parada mucho más lejana de lo que augurábamos los más optimistas.
Lo realmente triste fueron las reacciones del público. Mientras los autores hablaban daba la impresión de que en la sala se estuviera debatiendo sobre las auroras de Saturno o los tres satélites de Plutón. La gente contemplaba la evolución del libro electrónico como si fuera una ecuación de Arrhenius, algo lejano y enrevesado. Un submundo peligroso que pudiera amenazar al mercado del libro.
Todo ello me hace temer que el futuro electrónico quizás no esté tan próximo como sospechábamos los más optimistas. Todavía vivimos sumergidos en un medievo en lo tocante a la literatura electrónica y demonizamos, cual brujas de Salem, los nuevos dispositivos que aguardan a la vuelta de la esquina y que nos pueden hacer la vida más fácil y económica.
Y ojo, que nadie me malinterprete, no critico la visión del libro como paradigma romántico. Ni critico los gustos de la gente cuando se inclinan hacia el formato de papel por encima del digital. Critico la falta de interés, la falta de inquietudes, la falta de curiosidad y, por supuesto, la necedad y la intolerancia porque sí. Parece mentira que cuando los grandes almacenes ofrecen un amplia gama de modelos de ebooks, los precios cada vez son más competitivos y ya hay distintas editoriales dispuestas a apostar por el formato electrónico con muy buenos escritores, el racionamiento cerril de la masa se imponga y nos arrastre de nuevo a un punto de partida donde los conceptos tengan que volver a explicarse y el camino andado se desande para volver a la línea de salida.
Como bien dice algún amigo, vivimos en un país de oportunidades. Mientras medio mundo está paralizado tecnológicamente en el punto cero, otros ya hemos recorrido la mitad del camino y nos beneficiamos de miles de posibilidades que el españolito común, desgraciadamente, ignora. Y no sé si el déficit de imaginación y de fe la tiene la televisión, los medios de comunicación o la extraña sociedad que estamos creando a nuestro alrededor, pero existe y se puede palpar en el ambiente.
En fin, que el mañana sigue aguardándonos, pero me da la impresión de que nos aguarda en una parada mucho más lejana de lo que augurábamos los más optimistas.
9 comentarios:
Pues sí. La gente es lo que tiene...
Me acuerdo dle 95, cuando empezó internet... Se profetizaba que la red asumiría un 40% de comercio al menor. A la hora de la verdad, quince años después, las cifras reales son un 5% (y encima, contemplan compras al mayor entre empresas, no es comercio minorista en realidad).
Esto es como tantos otros sectores, lo racional no gana, gana lo rentable y lo rentable es lo que da más valor añadido en toda la cadena.
Una buena noticia. A mi hija de 6º Ya les han puesto notes. Dijeron que tablets pero son notes, bueno... la factura de libros este año no asciende a 50 euros. La noticia mala es que se han liado con pizarras eléctrica, caras y poco rentables al lado del proyector estándar.
Poc a poc.
NOTA. Follow the leader YA!!!!
Todos los cambios han sido lentos, pero al final,no paran el progreso.
La imprenta de Gutenberg tuvo también sus detractores, pero se impuso con el tiempo y se quedó con nosotros.Luego llegó la imprenta digital y la impresión de libros en pequeñas cantidades, algo que decían que nunca podía ocurrir en el formato libro; y ahora llega el libro electrónico, y convivirá durante mucho tiempo con el libro, para, con el tiempo, irse imponiendo en nuestras vidas.
Lo importante, David, es que sigamos leyendo, en un formato u en otro, pero que la lectura (y los más jóvenes se engancharán a ellos), puedan disfrutar de un libro sea en el formato que sea.
Un saludo.
Ey, no tocaba hoy entrada sobre cine? Yo que esperaba que me destripases Machete o Enterrado... :P
Es que estoy con los coles y no puedo hacer entradas largas porque madrugo mucho. A ver si mañana me dejo preparada Machete.
Creo que el libro electrónico terminará triunfando, pero es un proceso lento, a mi ver, por dos causas (aparte de las que comentas):
1) Lectores caros (en tiepos de crisis) y algo pequeños.
2) Poca cultura electrónica (los jóvenes sí, pero aunque no lo parezca estamos en la edad de piedra en muchos colectivos).
Yo lo veo un gran avance aunque no he encontrado aún un lector que me convenza (tamaño, prestaciones, etc).
Por cieto fui a ver MACHETE (era una despedia de soltero y vestimos al novio de Machete, una pasada).
Espero tu crítica aquí y comentamos. El final muy flojo ¿no?
Un abrazote
Miguel Ángel
Hace poco me tuve que leer una serie de epítetos bastante poco generosos hacia mi persona por opinar a favor de los libros electrónicos (como complemento y/o alternativo al papel).
No les doy mayor importancia pero lo que más me sorprendió, por lo talibán del comentario, es que me dijeron que mi problema es "que no amaba realmente la lectura".
Estoy algo traumatizdo porque, por lo visto, me leo unos cincuenta libros al año y debo estar perdiendo el tiempo...
Creo que el libro electrónico, al menos en su versión pirata, va a ir más rápido de lo que pensamos.
Hoy por hoy sólo compro libros (sin leerlos) de auqellos autores que para mí son apuestas seguras. El rsto los leo en el ordenador y si me gutan me los compro luego en papel.
Un saludo!
A ver si me pongo con la crítica porque con esto de la Hispacon voy de cráneo :-s
Machete mola. No mola tanto como me esperaba, pero mola.
>>No les doy mayor importancia pero lo que más me sorprendió, por lo talibán del comentario, es que me dijeron que mi problema es "que no amaba realmente la lectura".
A lo mejor, los que no aman tanto la literatura son ellos por darle más valor al contenedor que al contenido.
Yo siempre he dicho que en cuanto paso la primera página o le doy al botón de pasar página, para mí lo único que importa es la historia. Y la historia se puede leer igual en una ebook o en un libro, así que como estoy más pelao que las ratas, me quedo con el soporte que salga más económico.
Sinceramente, veo muy lejos la difusión del libro electrónico. Los editores van en otra onda y no están por la labor. Así quedó manifiesto en el V Encuentro de Literatura Fantástica, este fin de semana. La situación sigue siendo confusa y mientras las editoriales no vean claro cómo sacar rendimiento del asunto, no se lanzarán a explotarlo.
El mercado del libro electrónico ya existe. Es decir, tú entras a una serie de webs pirtas, miras su catálogo y te bajas las novedades que te de la gana. La cuestión es: ¿qué pasaría si mañana, un montón de tíos en España se dieran cuenta de que con un lector electrónico se ahorran un gastazo en libro?
Me parece que en ese caso, poco podría decir el editor.
Los cambios de formato en el mundo audiovisual no han venido dados por decisiones de la industria, sino por la incursión y las pérdidas inducidas por la piratería.
Y en el mundo del libro, si no se deciden las editoriales y se mantiene la tendencia, pasará lo mismo. Será la piratería la que hará pendular el mercado.
La cuestión es: ¿cuándo se producirá eso? Muchos pensábamos que la cosa estaba más cerca que lejos, pero a día de hoy no lo veo tan claro.
Pero, José Angel, ten clarísimo que el cambio no vendrá impuesto por la industria, sino por el acceso gratuito e ilegal al producto.
En otros países, la transición es natural y lógica. España es un país completamente ilógico en esas circunstancias. Antes se impone la norma por terrorismo que por necesidad.
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