El mundo de «Heredero de la alquimia» es un mundo complejo. La Pentápolis es un nido de víboras donde reina una aparente paz, pero los líderes de las ciudades del Mar de la Sal, después de muchos siglos de confraternidad, comienzan a desconfiar unos de otros. Más allá del desierto, los descendientes de Gigamesh reúnen sus huestes y avanzan implacables arrasando el territorio enemigo e imponiendo la devoción a un nuevo ídolo conocido como Marduk. Dos facciones rivales, herederas de una religión remota, luchan por controlar diversas criaturas sobrenaturales que han ido apareciendo a lo largo de los últimos tiempos. Y sobre todos estos avatares, la irrupción de una nueva especie de híbrido conocido como mantícora que ataca violentamente a todo aquel que se interpone en su camino.
Ese es el mundo de «Heredero de la alquimia», peligroso e indómito, anacrónico y peculiar, y en él se mueven dos personajes que tratarán de poner en orden todas las piezas mientras siguen el rastro de un misterioso individuo que parece tener todas las claves para ordenar el puzzle. Cuando pensé en esos protagonistas, inmediatamente me vinieron a la cabeza Guillermo de Baskerville y Adso de Melk (que a su vez son los Holmes y Watson que Umberto Eco se sacó de la manga para resolver los misterios de la abadía); la relación entre estos dos personajes siempre me ha fascinado. Por un lado Guillermo, un individuo mucho más maduro que Adso que es un pozo de sabiduría y que siempre guarda un as en la manga para cada incógnita que encuentra a su paso. El halo paternal que envuelve a Guillermo y su carácter explosivo y vehemente me parecieron rasgos interesantísimos que quise inculcar en Neferet. Adso, en cambio, es ese eterno secundario que se mantiene bajo las faldas de Guillermo, pero que brilla con destellos muy marcados en cuanto se separa de su maestro y decide obrar a su bola. Esa peculiaridad de Adso, me vino perfecta para definir a Akbeth. Un títere en las manos de su maestra, un muchacho acomplejado por las circunstancias de servir a una erudita, pero que en cuanto escapa de “sus garras” se convierte en un elemento indispensable de la historia.
Neferet es uno de esos personajes que escapan de las manos del escritor en cuanto cobra vida propia y acaba convirtiéndose en una pieza básica de la historia. Ante todo es femenina, pero posee un erotismo muy ambiguo que no duda en explotar para alcanzar sus fines. Liberal, atrevida, insolente, de genio explosivo y anárquica, Neferet se obsesiona hasta lo imposible con las metas que se marca. Manipula a Akbeth sin pensárselo dos veces y juega con él como un ratoncillo asustado. Tan pronto es hermana confesora, como madre preocupada o amante juguetona. Pero no os engañéis, le va tanto la carne como el pescado, aunque procura no atarse a nadie… salvo a Akbeth y porque no le queda más remedio. Otro de los rasgos que quise acentuar en Neferet es la independencia… un individualismo que sale a flote cada vez que se enfada con el mundo y lo paga con quien se encuentra más cerca, habitualmente Akbeth (efectivamente, el muchacho en muchos momentos de la historia le echa más moral que el Santo Job), pero en el fondo es un pedazo de pan y toda ese caos que lleva dentro es consecuencia de sucesos acaecidos en el pasado y que serán revelados en la novela.
Pero un personaje tan perfecto como Neferet debía tener su talón de Aquiles. La sunu se droga con polvo de shemshemet (marihuana) para contener el dolor que la martiriza por dentro y para detener los síntomas de una enfermedad que la está matando.
Akbeth es todo lo contrario a Neferet. Aparentemente inocente, emplea antes la lengua que el cerebro y durante buena parte de la historia es un corderito fiel que camina a la sombra de su maestra. Pero lo mejor de Akbeth sale a la luz en cuanto se separa de Neferet. Akbeth es el héroe clásico por excelencia. El pupilo que se tiene que curtir para alcanzar una nueva dimensión que lo haga mucho más poderoso y sabio. Es un alma cándida que en muchas ocasiones se convierte en el ratón con el que juega su gatuna maestra, pero Akbeth también tiene un pasado y una historia propia… y la búsqueda del alquimista irá revelando circunstancias que poco a poco irán determinando el verdadero rostro de Akbeth… en todas sus dimensiones.
Ese es el mundo de «Heredero de la alquimia», peligroso e indómito, anacrónico y peculiar, y en él se mueven dos personajes que tratarán de poner en orden todas las piezas mientras siguen el rastro de un misterioso individuo que parece tener todas las claves para ordenar el puzzle. Cuando pensé en esos protagonistas, inmediatamente me vinieron a la cabeza Guillermo de Baskerville y Adso de Melk (que a su vez son los Holmes y Watson que Umberto Eco se sacó de la manga para resolver los misterios de la abadía); la relación entre estos dos personajes siempre me ha fascinado. Por un lado Guillermo, un individuo mucho más maduro que Adso que es un pozo de sabiduría y que siempre guarda un as en la manga para cada incógnita que encuentra a su paso. El halo paternal que envuelve a Guillermo y su carácter explosivo y vehemente me parecieron rasgos interesantísimos que quise inculcar en Neferet. Adso, en cambio, es ese eterno secundario que se mantiene bajo las faldas de Guillermo, pero que brilla con destellos muy marcados en cuanto se separa de su maestro y decide obrar a su bola. Esa peculiaridad de Adso, me vino perfecta para definir a Akbeth. Un títere en las manos de su maestra, un muchacho acomplejado por las circunstancias de servir a una erudita, pero que en cuanto escapa de “sus garras” se convierte en un elemento indispensable de la historia.
Neferet es uno de esos personajes que escapan de las manos del escritor en cuanto cobra vida propia y acaba convirtiéndose en una pieza básica de la historia. Ante todo es femenina, pero posee un erotismo muy ambiguo que no duda en explotar para alcanzar sus fines. Liberal, atrevida, insolente, de genio explosivo y anárquica, Neferet se obsesiona hasta lo imposible con las metas que se marca. Manipula a Akbeth sin pensárselo dos veces y juega con él como un ratoncillo asustado. Tan pronto es hermana confesora, como madre preocupada o amante juguetona. Pero no os engañéis, le va tanto la carne como el pescado, aunque procura no atarse a nadie… salvo a Akbeth y porque no le queda más remedio. Otro de los rasgos que quise acentuar en Neferet es la independencia… un individualismo que sale a flote cada vez que se enfada con el mundo y lo paga con quien se encuentra más cerca, habitualmente Akbeth (efectivamente, el muchacho en muchos momentos de la historia le echa más moral que el Santo Job), pero en el fondo es un pedazo de pan y toda ese caos que lleva dentro es consecuencia de sucesos acaecidos en el pasado y que serán revelados en la novela.
Pero un personaje tan perfecto como Neferet debía tener su talón de Aquiles. La sunu se droga con polvo de shemshemet (marihuana) para contener el dolor que la martiriza por dentro y para detener los síntomas de una enfermedad que la está matando.
Akbeth es todo lo contrario a Neferet. Aparentemente inocente, emplea antes la lengua que el cerebro y durante buena parte de la historia es un corderito fiel que camina a la sombra de su maestra. Pero lo mejor de Akbeth sale a la luz en cuanto se separa de Neferet. Akbeth es el héroe clásico por excelencia. El pupilo que se tiene que curtir para alcanzar una nueva dimensión que lo haga mucho más poderoso y sabio. Es un alma cándida que en muchas ocasiones se convierte en el ratón con el que juega su gatuna maestra, pero Akbeth también tiene un pasado y una historia propia… y la búsqueda del alquimista irá revelando circunstancias que poco a poco irán determinando el verdadero rostro de Akbeth… en todas sus dimensiones.
13 comentarios:
Mola, mola. Ya hay ganas.
Muchas, muchas, muchas novelas buenas van a salir en breve. Intentaré hacerme con tu heredero de la alquimia.
Muchas gracias a los dos :-)
Buena pinta tiene. Respecto a la pregunta que te hice, si no es desentrañar mucho el argumento, pues ponla en un post, por ej. Resulta interesante.
¿Sobre la alquimia? Claro que sí... es muy interesante y en alguno de los posts incidiré sobre ello. El problema es que la alquimia en sí, en Heredero, es un arte con muchos secretos que deriva de la Gran Incógnita que se esconde tras la trama, así que tengo que ir con pies de plomo.
Además en el libro se siente enseguida todo el trabajo que hay detrás, pero nunca deja de ser ágil.
Gracias, Josemi. Un gran halago viniendo por tu parte.
A ver si la editorial nos ofrece pronto una portada chula :D
Que maravilla David, ya tengo ganas de leerlo.
Enhorabuena, compañero.
David, esto pinta muy, pero muy bien. Sí que se nota el curro de investigación. Ya dirás para cuando sale.
Pues la editorial dijo que para la Feria del Libro de Madrid estaría disponible. Así que supongo que finales de mayo, principios de junio.
Pedazo de personajes, aunque me quedo con la enigmática Neferet y ese matiz que siempre parece saber más de lo que dice y la relación ambigua con su aprendiz.
Cuando he llegado al comentario de El Nombre de la Rosa y los dos personajes, ya me has ganado. Es mi libro de siempre, lo leo cada 3 o 4 años y siempre me fascina.
Luego más tranquilo te contesto, pero ya te adelnato que la respuesta es SÍ. ;)
Fer
Yo 'El nombre de la rosa' lo leí con 12 o 13 años y me fascinó. Había momentos del libro que superaban mi entendimiento y me costaba mucho, pero la trama detectivesca... uffff, me enganchó de mala manera.
Vale, espero tu email.
PD. Alex, yo también cuento los días para que la HBO estrene CDHyF.
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