viernes, marzo 26

Volando en la cárcel de Antonio Valera

Ayer, Antonio Valera, escritor natural de Moncofa, nos visitó en el Colegio Público Avelí Corma y nos habló de sus inicios como escritor. Por el taller han pasado muchos, muchísimos escritores: algunos llegados de Madrid, otros procedentes de Barcelona, Valencia, Cádiz, etc etc… pero ninguno tuvo un bautismo del fuego como el de Antonio —y, por favor, que nadie se me enfade porque rápidamente entenderán la razón—. Antonio, con 16 años acabó en prisión, a los veintitantos estaba en una celda de aislamiento, llevaba acumulada demasiada rabia interior, demasiada hostilidad que surgía a la más mínima oportunidad. Pero hubo un medio que exorcizó toda esa ira: la escritura. La escritura hizo volar a Antonio, le ayudó a enterrar cada uno de sus demonios, a sacarlos de su mente y exiliarlos para siempre jamás. Gracias a la literatura y al oficio de escribir, Antonio abandonó el módulo de aislamiento, volvió con sus compañeros y estableció lazos afectivos tanto con funcionarios como con otros presos. Estamos hablando de escritura terapéutica, de escritura regeneradora. Su libro ‘Volando en la cárcel’, publicado por la editorial Tandem, hizo de Antonio un ser completamente diferente al de su adolescencia y provocó que muchas voces políticas e institucionales defendieran su causa y lo sacaran de prisión. Hoy Antonio es un padre de familia que confiesa sin sonrojarse que es un adicto a la escritura. Cuando habla de sus experiencias es inevitable quedarse embobado escuchando sus anécdotas y su forma de ver el mundo. Cada palabra de Antonio es un mundo… un mundo complejo que una persona normal jamás podrá comprender ni llegar a imaginar.
Mantener la mirada de Antonio resulta complicado. Sus ojos siguen siendo duros y firmes –tanto como el rigor de sus palabras—, pero cuando los observas con atención, ves en lo más profundo de sus pupilas que esa dureza ya no es áspera, sino que se ha fundido con una aureola de cognición y nobleza que lo hacen volar hacia mundos que el resto de los mortales jamás podremos conquistar.
Uno de los muchachos le preguntó qué hubiera sido de él si no hubiera abandonado la mala vida y se hubiera embarcado en la literatura. Antonio no dudó un segundo. Su respuesta fue lapidaria y provocó un silencio extremo que me puso un nudo en la garganta: no estaría con vosotros, estaría muerto.
Muchos autores vemos la escritura como una necesidad y un modo de evasión, pero para Antonio la escritura fue un medio de redención y una adicción que superó a cualquier droga o a cualquier fechoría. La escritura liberó a Antonio y, gracias a Dios, hoy podemos disfrutarlo todos los que nos consideramos sus amigos.



Por cierto, ayer hablamos de Petter Moen y se me olvidó decir que su diario, aquel diario realizado con hojas de papel de estraza, fue editado por primera vez en España por la Editorial Veintisiete Letras, que lo podéis encargar en cualquier librería o centro comercial y que en este enlace de la editorial podéis disponer de más información. Tal como nos indicó María en los comentarios, hay un video en el youtube que explica pormenorizadamente la historia de este vendedor de seguros que nos legó uno de los documentos más desgarradores sobre la reclusión y la desesperanza. Os dejo con él.


By David Mateo with 7 comments

7 comentarios:

Pues me parece mucho más sugerente la historia de Antonio Varela. Dicen que para escribir hay que vivir. Yo escribi género policiaco, y algo he vivido en mis carnes: conocer delincuentes y policias, principalmente, su forma de actuar y de ser, pero nunca en primerísima persona, no de una forma tan directa como Antonio. Le seguiré la pista muy de cerca.

Valera, no Varela. Que se me va la pinza a estas horas tan tempraneras.

Antonio es un testimonio vivo que habla de la libertad y de la necesidad de vivir.

Un interesante historia de un tipo interesante.
:)

Muy buena esta historia. Alguien a quien vale la pena conocer y, sobretodo, aprender.

Hay otro escritor a quién la literatura le exorcizó d ela mala vida: Mohamed Chukri. En su obra el pan Desnudo, donde narra las "aventuras" (prostitución, robo, crimenes, rabia, desgracias, hambre...) de un niño de la calle que era él, en los años de plomo, en Marruecos, el final es precisamente ese: conoce la escritura a través de un preso político, y aquello fue una revelación que le sacó de la más completa negrura y miseria humana, otorgándole dignidad. Algo tendrán las letrillas cuando las bendicen.

yo soy una acmiradora de antonio valera idalgo por su valentia y lo demas me lo reservo me llamo carmen y soy de la alberca me gusta mucho su libro felicidades

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