Cambia un toro por cultura

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Cuando dije que ya estaba de vacaciones creo que me adelanté demasiado, no estoy de vacaciones, es más, estos días llevo un trasiego bastante importante ya que estoy preparando presupuestos y talleres para el año que viene. Uno de mis objetivos es introducir un taller para los quince colegios de la Vall d’Uxó (sí, la población de Castellón tan famosa por sus cuevas), pero me he encontrado con un grave obstáculo: no hay fondos para cultura. O mejor dicho, los pocos que hay son insuficientes para cubrir toda el área escolar.

Hablando con Mari, propietaria de la librería A3, me comentaba que muchas de sus clientas se quejaban porque la Vall tiene el record de sacar más toros a la calle durante la semana de fiestas. Mari me decía con cierto enojo que el ayuntamiento se las ve putas para aportar dinero para cuestiones culturales, pero a la hora de invertir en toros no se lo pensaba dos veces.

Antes de que nadie me malinterprete, voy a aclarar una cosa: no tengo nada contra els bous al carrer. Es más, me parece una fiesta autóctona, necesaria y popular. A mí, personalmente, no es que me vuelvan loco. Me gusta ver al toro cuando lo sueltan, pero al cabo de diez minutos ya me he aburrido. Pero para gustos colores y si por algo tiene que distinguirse una población es por sus tradiciones y sus fiestas populares.

Dicho esto, me parece una barbaridad que un municipio (llámese la Vall, Valencia, Montanejos o el Castellar de Teruel) invierta el cincuenta o el sesenta por cien de su presupuesto en toros y que después trate de eludir su responsabilidad de ofrecer cultura a la gente de su municipio.

No sé exactamente cuánto valdrá un toro en la provincia de Castellón. En Teruel, un morlaco que han meneado por varias plazas y que no anda del todo resabiado puede costar mínimo seis mil euros (¡¡mínimo!!). Con un toro, con un simple toro, se puede cubrir fácilmente el presupuesto de un taller permanente para todo el curso escolar. Existen fórmulas para realizar actividades atractivas con los chavales minimizando gastos o amoldándolos a las exigencias del pueblo. Basta un poco de interés y de estrujarse los cuernos para encontrar la fórmula idónea. Pero ningún ayuntamiento, ninguna concejalía de cultura puede eludir una de las premisas más importantes de sus actividades, que es la de fomentar la cultura en el pueblo.

Con todo esto no quiero decir que se erradiquen els bous al carrer. Lo aclaro antes de que salga algún exaltado para tirarme los trastos a la cabeza. Las tradiciones son las tradiciones y si los encierros o las encajonadas son importantes en nuestras costumbres populares, hay que respetarlas de aquí al día del juicio final. Pero cuando un sector importante de tu población demanda cultura, cuando las madres de los chavales en edad escolar se dirigen al órgano de gobierno solicitando un bien necesario e insustituible como una campaña lectora o unos talleres para cimentar actitudes tan importantes como la curiosidad, la atención o el desarrollo del niño, cuesta bien poco sustituir en el presupuesto de festejos un par de toros por un taller, por más personal docente, por centros asistenciales que ayuden a desatascar el gran problema logístico que ha traído la inmigración o para promulgar los valores de la lectura o la escritura. Seguro que entre todos, con un poco de apoyo, podemos hacer de este país una sociedad más culta y preocupada por sus valores pedagógicos.

By David Mateo with 7 comments