jueves, diciembre 17

Coleccionaba tebeos

Mi primer contacto íntimo y duradero con el mundo de los comics se produjo en la Plaza Redonda. Tendría entonces cinco o seis años, y durante mucho tiempo ese mercadillo de compra-venta de animales, libros, cassetes de música y comics se convirtió en el mayor aliciente del fin de semana. Mi padre me solía llevar casi todos los domingos por la mañana, dábamos una vuelta y compraba esos paquetitos plastificados con siete u ocho comics que valían veinte duros a lo sumo. Así descubrí los tebeos de ‘Dartacán y los tres mosqueperros’, de ediciones Montena, primera colección que completé en las estanterías de mi casa, o los comics de Spiderman de Bruguera... y si algún domingo me sentía especialmente confiado, cometía la osadía de agenciarme algún paquetito de Creepy, aunque luego los leyera con tanto miedo que a mitad del tebeo lo tuviera que cerrar y guardarlo en la caja de los comics.
Ese es el primer recuerdo que tengo del coleccionismo: cálido y paternal, devocional y emocionante. Hasta el punto que el fin de semana que por cualquier circunstancia no podíamos ir a la Plaza Redonda, se convertía en un domingo triste y anodino.
Cuando tuve edad suficiente para emanciparme de la mano de mi padre (y de su coche, causa esencial de mi dependencia) y comencé a desplazarme en autobús, descubrí el santo santorum del comic en Valencia: Futurama. Imaginad a un chico de diez u once años, que hasta ese momento había dependido única y exclusivamente del kiosco del barrio para comprar el comic del mes, llegar a semejante catedral del noveno arte. Mis ojos no dieron crédito. Estanterías rebosantes de comics plastificados, perfectamente conservados y que nunca se acababan. En el quiosco del barrio había que entrar rezando para que algún santo no se hubiera olvidado de llevar el comic del mes o el despistado quiosquero no se lo hubiera vendido a otro chaval. En cambio, allí, en Futurama, estaban todos, los que te faltaban de la colección y los que ya tenías, incluso repetidos.
Yo empecé a salir tarde a las discotecas, así que durante mi preadolescencia mi mayor aliciente era coger la línea 19 el sábado al mediodía, ponerme los walkmans para escuchar el programa de cine de la Ser y parar en la plaza de toros para ir andando hasta Futurama y comprarme tres o cuatro comics con los que ir completando mi colección de Spiderman. Y si ese mes había ahorrado un poquito más, completaba mi compra del sábado con algún cartucho para la Super Nintendo de la tienda de videojuegos que está justo detrás de Futurama. Ese día, por supuesto, era el chico más feliz del mundo.
Luego me compré el Ford Fiesta, mi primer coche, y Futurama se convirtió en un quebradero de cabeza ante la imposibilidad de aparcar, así que de la Calle Guillén de Castro me mudé a Krypton comics y de ahí a Gotham City o a DcComics. Así completé mi colección de Spiderman —gracias a Dios, me llevó siglos—, y desde entonces la compra de comics para mí se reduce a las cuatro colecciones del mes. Los tiempos de mi niñez en que el sábado o el domingo se convertían en mi día preferido de la semana porque suponían mi encuentro con los tebeos pasaron a mejor vida. Ahora la mayoría de los viernes no hago más que despotricar porque incluso en Ruzafa el aparcamiento se ha convertido en un vía crucis y la mayoría de las semanas entro en Gotham con la cabeza más puesta en el coche que en los comics.
La semana pasada, sin ir más lejos, Toni me aconsejó que me llevara el último número de Ultimate Spiderman antes de que se agotara, porque luego ya no se reponía. Y es que incluso las librerías especializadas están perdiendo su magia. Cada vez es más complicado conseguir esas viejas reliquias que te faltan en la colección. Las distribuidoras son implacables en las devoluciones y las tiradas de las editoriales cada vez se reducen más a la necesidad del público. Ayer estaba en un foro y comentando estas circunstancias del coleccionismo, uno de los foreros me respondió: «Es que ahora la gente es práctica, pasa de coleccionar.»
Esa frase me dejó helado, sin habla. En la industria actual del comic, todos son números 0, todo tiene que dar la sensación de que se resetea y comienza de nuevo, los grandes Universos de superhéroes fenecen continuamente para volver a nacer, todo vale con tal de que el nuevo modelo de lector se enganche aunque solo sea por diez números. Luego ya meteremos otro reseteo o, como comentaba Julián Clemente en su artículo, una caída de caballo que vuelva a atraer al público en masa.
Que nadie me malinterprete, son estrategias comerciales con las que estaré o no estaré de acuerdo, pero son lícitas. Sin embargo, cuando miro la industria del comic de hoy, inevitablemente, pienso en el ayer y en esos días en los que iba de la mano de mi padre a la Plaza Redonda a comprar tebeos o los sábados que me iba yo sólo a Futurama en autobús a comprar los comics que me faltaban para completar la colección. No dejo de darle vueltas al comentario de ese forero que dejó entrever que hoy la gente es práctica porque renuncia a las largas colecciones. En cierto modo, tiene más razón que un santo, pero para mí, el coleccionismo de comics ha sido más que un hábito, más que una necesidad… ha sido una parte de mi vida que hoy, cuando vuelvo la mirada hacia atrás, contemplo con nostalgia porque sé que jamás se repetirá.


By David Mateo with 14 comments

14 comentarios:

Los tiempos cambian... nosotros, encerrados en esta ciudad que no tenía tiendas especializadas, mientras todos los chavales se ponían guapos para salir, nos subíamos al cercanías y nos dábamos nuestro homenaje en Futurama, Ludomanos,... hace tanto que ya ni recuerdo... Pues sí, los tiempos cambian, todo parece estar poseido por el efecto del "bombazo" eterno.

Yo creo que directamente los chavales ya no están por los comics. Entras a cualquier librería especializada y solo ves carrozones treintañeros.
Hoy el manga es el comic de las nuevas generaciones. Colecciones rápidas, sencillas y fáciles de digerir.
¿Quién se atreve a meterse en una colección de 500 números en la que tarde o temprano te la van a clavar? Por suerte, nuestra generación fue ingenua y llegó a tiempo.

Joder macho, me has puesto un nudo en la garganta, y es que solo cambian los nombres. Cambiando Valencia por Madrid, la Plaza Redonda por la tienda de la señora Rita, donde se cambiaban tebeos y novelas, Futurama por Madrid Comics en la Gran Vía, la línea 19 por la 147, Krypton Comics y Gotham City por Elektra Comics y Akira,(Lo único que no hay que cambiar es lo del Ford Fiesta, que ya es coincidencia), los recuerdos y sensaciones corren paralelos.
La gran diferencia es que yo soy de los que tiré la toalla cuando comencé a sentirme estafado. Quizás no supe adaptarme a los cambios y mi nostalgia por esos tiempos de niñez me pudo.
Sea como fuere, mil gracias por hacerme volver un poco a esos días dorados. Un enorme placer seguir leyéndote.

Gracias a ti por tus palabras. Nos resistimos a dejar de ser niños, por eso queremos seguir siendo Peter Parker o Bruce Wayne o Steve Rogers.
Por cierto, he elegido la música de Big Bang Theory porque, a parte de ser una serie cojonuda, me mola mogollón cuando Sheldon va a la tienda de comics, se plante frente a la caja de números antiguos y comienza a recitar: 'lo tengo, lo tengo, lo tengo' mientras pasa tebeos y tebeos. En el fondo todos hemos sido un poco Sheldon.

Afortunados vosotros que teníais tiendas especializadas, que servidor no conoció una hasta que se fue a la universidad en Salamanca. Y antes de eso dependía de los quioscos. Por suerte en Zamora ahora hay una tienda especializada y en Salamanca dos.

Joer David... ya la liaste. Me acaba de dar el "megaataque" de nostalgia comiquera.

Recuerdo cuando tenía que estirar de sobremanera la paga para poder llevarme algunos comics, teniendo que elegir con sumo cuidado lo que me llevaba (no podía salirme del presupuesto).

Ese Spidey que se convirtió en mi personaje preferido, esos Avenger... definitivamente, a uno se le hace un nudo en la garganta.

Pero como todo en estos días, el dinero manda, y a los empresarios que manejan el cotarro les importa un carajo lo que pensemos los de siempre, mientras compren sus comics.

Además ahora la moda, son los mangas y esos dichosos otakus.

Saludos!

David. Me has clavado también a mí.

Sólo que en mi caso, cambia Futurama por el Madrid Comics que había en Santa María de la Cabeza.

Por lo demás, totalmente de acuerdo. Aunque un amigo dibujante me dijo que el problema de que los niños no lean cómics es también de los padres, que no se molestan en que los críos se aficionen.
Hizo la prueba con un cómic infantil que acaban de publicarle. Se lo dio al hijo de un amigo... y el chaval quedó encantado y pidió más.

Eso que cuentas ha pasado con mi sobrino Javi, que es un devorador del BONES de Jeff Smith. Le regalé el primer tomo y, a partir de ahí, mi hermano le compró los demás.

Respecto a lo otro, en el fondo somos clones repetidos.

A mi nano le entra un espíritu extraño cada vez que entra en Futurama, y aún le queda para saber leer.
Se pone como euforico y con ganas de apropiarse de todo. Más feliz que en una juguetería!
Me ha encantado este post, David. A mi también me ha dado nostalgia de mis años mozos.

¡¡Dios!! Esa portada me ha quitado veinte años de un plumazo... Yo era de los que compraba los cómics en el quiosco de prensa de mi barrio, porque, lo reconozco, nunca he sido lector habitual del género. Pero era estupendo asomarse cada semana al pequeño escaparate lateral para ver qué novedades teníamos...

En mi caso siempre estaban las mismas... al menos en el quiosquete de al lado de casa :p

¡HALA! Un Spider-man de Bruguera... fiuuuu---

Los buenos son los tomitos en blanco y negro de Vertice. Pero los míos se los comieron las arañas :(

Creo que soy de los pocos que aún siguen coleccionando cómics, tal vez porque empece más tarde, aunque cada vez menos (la hipoteca se lleva los cuartos que deberian ir a los cómics) y es cierto eso de que ahora van buscando más la explosividad que un universo estable y duradero.

No hace tanto era bastante sencillo encontrar cómics de hace una decada, ahora cuesta encontrar los de hace unos meses....por suerte, siempre quedará el salón del Comic de Barcelona (no tanto el Expocomic de Madrid) e internet, que aunque no es lo mismo, se esta convirtiendo en el GRAN medio para terminar colecciones.

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