Pensaba dejar la entrada de ayer todo el fin de semana en la cabecera del blog, para lucir página web y que la viera la mayor gente posible. ¡¡Pero qué narices!! ¡Esto es un blog dinámico! El blog tiene vida propia y la vida siempre continúa, sin mirar atrás. Así que aquí tenéis la entrada de hoy. Espero que disfrutéis mi paja mental del día.
A mi hermano Julio, cuando era pequeño, le gustaba el baloncesto. También le gustaba el fútbol, pero siempre ha sido un fanático de baloncesto. La verdad es que en mi familia siempre ha tirado el baloncesto tanto o igual que el fútbol.
No nos desviemos. A mi hermano Julio le gustaba el baloncesto y lo practicaba. A mi cuñada también le gustaba el baloncesto, pero ya no sé si lo practicaba tanto. El caso es que se casaron y tuvieron dos hijos. La primera, Anabel, es un valor en alza dentro del baloncesto femenino. Ha recorrido todas las categorías inferiores del Ros Casares. Pero ya sabemos cómo se las gastan estos equipos grandes: o eres el hijo de Benito o jamás llegas a tener una primera oportunidad. El baloncesto de élite, y más un club como el Ros, constituye su primera plantilla con las mejores jugadoras del territorio nacional y con las extranjeras que más destacan en sus respectivas ligas. Así que las canteranas tienen muy claro que, si quieren seguir jugando a esto de la canasta, no les queda más remedio que hacer las maletas y buscarse equipo.
Ahora Anabel está en el Alvargomez de Guadalajara, peleándose con las mejores y luchando como una jabata para encontrar su lugar en la liga.
Mi hermano Julio tuvo otro hijo: Javi. Al principio pensábamos que éste no iba a destacar en los deportes. Pero con doce años, poco a poco, va haciendo sus pinitos y ya comienza a ser observado por algunos clubes valencianos. ¿Hasta dónde llegará? Ni puñetera idea, pero en sus genes va la sangre del baloncesto y puede que algún día destaque tanto como su hermana.
Ahora extrapolemos esa teoría a mi círculo familiar más íntimo. Yo soy un aficionadillo a esto de la literatura. Un escritor con afanes grandilocuentes, pero que se le da mejor vacilar que escribir. Posiblemente, cuando acabe mi carrera literaria, cansado de recibir desplantes por parte de los editores, seré recordado como aquel escritorcillo friki que hacía dragonadas, que sí que tenía cosas interesantes, pero que nunca llegó a nada.
Por otro lado, Yolanda es trabajadora social. Es decir, que pasa olímpicamente de dragones, vampiros y demás historias (una vez le pidieron la nave de Han Solo de Lego, escuchó mal el nombre, y al cliente le dijo que no la tenían. Claro, cuando el cliente fue a la estantería y sacó el Halcón Milenario, Yolanda puso cara de póker y luego me confesó que había entendido el Halcón Peregrino). Creo que con esta bonita anécdota ya os hacéis a la idea de cuál es el nivel cultural friki de mi novia.
El caso es que a ella, como trabajadora social, le gusta todo el rollo ese de la problemática de las drogas, síndromes psicológicos, borrachuzos y demás chusmería social.
Si seguimos la lógica de mi hermano, cuando tengamos un hijo, obtendremos una entidad física y psíquica que heredará el gusto por escribir de su padre y el gusto por los temas sociales de su madre. ¿Y eso qué significa?
Si logro meterlo a periodista, las grandes editoriales (que últimamente pasan olímpicamente de la calidad de los libros y sólo se preocupan por la capacidad de venta del escritor) se volverán locas por ficharlo. Un escritor, periodista y con novelas con trasfondo social. ¡Wauw! El perfil ideal del escritor del siglo XXI.
Haciendo cálculos, si me pongo a concebir ahora, para el 2027 mi niño puede estar trabajando de ciberbecario en algún ciberperiódico, con posibilidades de ascenso, y andar mascullando su primera novela. Y si es un poco prodigio (es decir, sale al padre), ya puede haber escrito su primera novela y algún editor avispado ver en él, o en ella, al Christopher Paulito español y darle su primera oportunidad.
Y si mi niño se hace millonario, su papá ya no tendrá que seguir arrastrándose por este mundo cruel y vivirá de los estipendios que le lleve a casa su hijo.
¿Saben qué les digo? Que hoy no escribo. Casi mejor me voy a casa de mi novia que creo que mi visita va a deparar un futuro más halagüeño.
A mi hermano Julio, cuando era pequeño, le gustaba el baloncesto. También le gustaba el fútbol, pero siempre ha sido un fanático de baloncesto. La verdad es que en mi familia siempre ha tirado el baloncesto tanto o igual que el fútbol.
No nos desviemos. A mi hermano Julio le gustaba el baloncesto y lo practicaba. A mi cuñada también le gustaba el baloncesto, pero ya no sé si lo practicaba tanto. El caso es que se casaron y tuvieron dos hijos. La primera, Anabel, es un valor en alza dentro del baloncesto femenino. Ha recorrido todas las categorías inferiores del Ros Casares. Pero ya sabemos cómo se las gastan estos equipos grandes: o eres el hijo de Benito o jamás llegas a tener una primera oportunidad. El baloncesto de élite, y más un club como el Ros, constituye su primera plantilla con las mejores jugadoras del territorio nacional y con las extranjeras que más destacan en sus respectivas ligas. Así que las canteranas tienen muy claro que, si quieren seguir jugando a esto de la canasta, no les queda más remedio que hacer las maletas y buscarse equipo.
Ahora Anabel está en el Alvargomez de Guadalajara, peleándose con las mejores y luchando como una jabata para encontrar su lugar en la liga.
Mi hermano Julio tuvo otro hijo: Javi. Al principio pensábamos que éste no iba a destacar en los deportes. Pero con doce años, poco a poco, va haciendo sus pinitos y ya comienza a ser observado por algunos clubes valencianos. ¿Hasta dónde llegará? Ni puñetera idea, pero en sus genes va la sangre del baloncesto y puede que algún día destaque tanto como su hermana.
Ahora extrapolemos esa teoría a mi círculo familiar más íntimo. Yo soy un aficionadillo a esto de la literatura. Un escritor con afanes grandilocuentes, pero que se le da mejor vacilar que escribir. Posiblemente, cuando acabe mi carrera literaria, cansado de recibir desplantes por parte de los editores, seré recordado como aquel escritorcillo friki que hacía dragonadas, que sí que tenía cosas interesantes, pero que nunca llegó a nada.
Por otro lado, Yolanda es trabajadora social. Es decir, que pasa olímpicamente de dragones, vampiros y demás historias (una vez le pidieron la nave de Han Solo de Lego, escuchó mal el nombre, y al cliente le dijo que no la tenían. Claro, cuando el cliente fue a la estantería y sacó el Halcón Milenario, Yolanda puso cara de póker y luego me confesó que había entendido el Halcón Peregrino). Creo que con esta bonita anécdota ya os hacéis a la idea de cuál es el nivel cultural friki de mi novia.
El caso es que a ella, como trabajadora social, le gusta todo el rollo ese de la problemática de las drogas, síndromes psicológicos, borrachuzos y demás chusmería social.
Si seguimos la lógica de mi hermano, cuando tengamos un hijo, obtendremos una entidad física y psíquica que heredará el gusto por escribir de su padre y el gusto por los temas sociales de su madre. ¿Y eso qué significa?
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Si logro meterlo a periodista, las grandes editoriales (que últimamente pasan olímpicamente de la calidad de los libros y sólo se preocupan por la capacidad de venta del escritor) se volverán locas por ficharlo. Un escritor, periodista y con novelas con trasfondo social. ¡Wauw! El perfil ideal del escritor del siglo XXI.
Haciendo cálculos, si me pongo a concebir ahora, para el 2027 mi niño puede estar trabajando de ciberbecario en algún ciberperiódico, con posibilidades de ascenso, y andar mascullando su primera novela. Y si es un poco prodigio (es decir, sale al padre), ya puede haber escrito su primera novela y algún editor avispado ver en él, o en ella, al Christopher Paulito español y darle su primera oportunidad.
Y si mi niño se hace millonario, su papá ya no tendrá que seguir arrastrándose por este mundo cruel y vivirá de los estipendios que le lleve a casa su hijo.
¿Saben qué les digo? Que hoy no escribo. Casi mejor me voy a casa de mi novia que creo que mi visita va a deparar un futuro más halagüeño.
¡¡¡Os recordamos que hoy toca actualización de Tajundra!!!
5 comentarios:
O ya puestos en plan mezcla total que el crío haga una novela que mezcle la fantasía y la crítica social, y un publicista del futuro diga que es la nueva tendencia cool :P
Menos mal que la genética no es tu fuerte...
Un saludin
Madre mía, David, como te salga un vástago que a parte de escribir bien le preocupe la temática social no pare un best seller ni harto de vino... Enséñale de bien enano que lo que tiene que hacer es escribir sin estilo cualquier tontuna de tropecientas páginas a partir de cualquier anécdota histórica. Si hay templarios y sectas secretas de por medio y deje a instituciones religiosas de renombre, mejor que mejor.
Eso o que se tire a una folclórica. Así su carrera sería meteórica.
Siempre podría ser guionista de comics, igual llega a Marvel y devuelve a Spiderman al estatus de estrella, tras derrocar al Tirano Quesada...
O nace con poderes psíquicos, o yo que seeee. El caso es que gane mucho dinero, así podrás escribir lo que te salga de los mismísimos sin preocuparte de editoriales, David.
Y na, que el trabajo es muy malo, fijaos que ya estoy delirando.
Saludos desde las Hespérides
Spartan
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