lunes, enero 11

De Nicolas Cage a Twin Peaks

Sin más dilación, vamos con las tres primeras pelis del año… aunque la tercera no es una película, sino una serie que ya tiene sus añitos y que quería recuperar.

El teniente corrupto: Vaya por delante mi rechazo total a ese actorcete del tres al cuarto que no sabe más que sobreactuar en la pantalla y que se llama Nicolas Cage. Me parece que es uno de los peores actores del panorama actual: cargante, irritante, ridículo, chulo, bufonesco, provocador, paria… en fín, que no puedo con él. Pero en esta película se deja ver… sobreactuando, como siempre, pero se deja ver. ¿Por qué ciertos actores no saben contenerse ante la pantalla? Al fin y al cabo es su trabajo.
Nos encontramos en un barrio de Nueva Orleáns, donde las bandas, la corrupción y las drogas campan a sus anchas, en ciertos momentos me recordó al barrio de Farmington de The Shield. Pues ahí es donde opera el teniente Terence McDonagh, un poli que vuelve al cuerpo tras una lesión en la espalda y que a causa de la vicodina (sí, sí, como House) se ha enganchado a la coca. El tío se pasa el 90% de la película viendo iguanas y lagartos y no hay ningún poli en la comisaría que se de cuenta. El caso es que nuestro buen teniente tiene que resolver el asesinato en masa de una familia mientras se las ve con camellos, drogatas, corredores de apuestas ilegales y maltratadores de putas. Por cierto, su novia es la Eva Mendes, una prostitula de lujo que está como un tren pero que no enseña nada en toda la película.
La estética es muy sucia y en ciertos momentos llegas a pasarlo realmente mal por el protagonista; mientras la veía recordaba ese Nicolas Cage autodestructivo de ‘Leaving Las Vegas’, pero la película no llega a ese histerismo tan sobrecogedor que alcanzó la peli de Mike Figgis. Por cierto, que nadie busque paralelismos con la original porque su director Werner Herzog (el tipo que dirigió el documental del chalado que vivía con los osos grizzlis) ya ha manifestado que ni siquiera la ha visto.
En resumidas cuentas, género negro que se deja ver, pese a Nicolas Cage, pero que la trama supera en mucho al desenlace paniaguado de la película.

9: La peli postapocalíptica de Shane Acker producida por Tim Burton. Un mundo muerto en el que todo se ha ido al carajo a causa de una guerra entre hombres y máquinas (más o menos como en Terminator o Matrix… ¿por qué siempre nos ganan?), es allí donde unos pequeños hombrecitos de hilo y mecanismos cobran vida y son acosados por una bestia mecánica. 9 es el recién llegado y el que se encuentra con todo el pastel. Poco a poco, irán reconstruyendo los últimos días del holocausto, mientras hacen frente a una máquina llamada Cerebro y van reconstruyendo su propio origen.
No es una mala película, pero no está a la altura de ‘Los mundos de Coraline’, le falta algo de chicha al argumento y gran parte de la peli te la ves venir desde un primer momento. Aún así, la película entretiene y las máquinas son sobrecogedoras. Además, Shane Acker no se anda con paños calientes y cuando tiene que cargarse a un personaje, lo mata bien muerto.
Buena animación oscura, aunque le falta un poco de tripa al argumento.

Twin Peaks: ¿Y os preguntaréis: por qué a estas alturas este tío nos sale hablando de la Laura Palmer cuando ya está más que muerta que la madre de los neanderthales? Pues porque he recuperado la serie durante estas últimas navidades y me lo he pasado pipa reviviendo los parajes sobrecogedores y rurales de Twin Peaks. Creo que la nueva generación que no ha visto esta serie tiene una deuda pendiente con los Palmer. Al igual que otros telefilms de los años noventa han perdido muchísimo, Twin Peaks mantiene la tensión de los diálogos, de las situaciones, del misticismo sobrenatural que embarga buena parte de la obra. Sus mujeres siguen siendo inconmensurablemente bellas: Dona, Shelly, Audrey… y los habitantes de Twin Peaks continúan rozando ese excentricismo que aún, con el paso de los años, sigue hipnotizando.
La historia ya es harto conocida: el asesinato de Laura Palmer a manos de un espíritu siniestro llamado Bob y las circunstancias que rodean su muerte, plagada de secretos oscuros que acaban involucrando a medio pueblo. El asesino real, su propio padre, Leland Palmer es uno de los más macabros psicópatas que ha dado la televisión… y todo gracias a un actor recurrente y compulsivo como Ray Wise.
Por supuesto, el mundo sobrenatural en el que se van introduciendo el agente especial Dale Cooper y el Sheriff Harry Truman, plagado de enanos, gigantes, logias negras y blancas y espíritus hambrientos de placeres carnales, solo pudo ser entretejido por un genio de lo bizarro como David Lynch; en esta producción acompañado de Mark Frost.
La serie murió de su propio éxito. Se atisba un final redondo —quizás con unos cuantos cabos pendientes de atar— en el capítulo quinto o sexto de la segunda temporada, cuando Bob vuelve a emerger en el subconsciente de Leland Palmer y ataca a la prima de la propia Laura. Es en ese momento cuando la serie alcanza sus momentos más gloriosos, y el tandem formado por el propio Leland y el espíritu llamado Bob acojona de verdad. El caso es que las audiencias seguían siendo altísimas, y estiraron la serie con la trama del burdel de Jack el tuerto, las luchas de poder entre las familias Horne y Martell y la aparición del archienemigo de Dale Cooper: su compañero psicópata del FBI Windom Earle. Lo malo es que todos esos cabos sueltos que se afanaron en cerrar tras la muerte de Leland Palmer quedaron más abiertos que nunca tras el último episodio: ¿recordáis la explosión del banco con la pobre Audrey atada a la puerta? ¿O a Leo atado a un hilo que abre la puerta de una trampa de tarántulas?
Sea como sea, el verdadero final de Twin Peaks, y el más impactante, es el del genial Dale Cooper poseído por esa fuerza elemental llamada Bob. Un final catastrófico y delirante que hace honor al resto de la saga.
La hayas visto o no, Twin Peaks es una serie que merece una revisión calmada. Su ambiente rural, las imágenes desapacibles de los bosques, los lugares insólitos y apartados crean una atmósfera única e irrepetible que sigue haciendo las delicias de los aficionados.

By David Mateo with 9 comments

9 comentarios:

Sí que es verdad que a Número 9 le falta chicha. Pero es que después de Wall-E todo sabe a poco.
Por cierto no me ha quedado claro si te gusta Nicolas Cage.

Wall-E es buena, pero Up está a su altura y Los mundos de Coraline también. Yo creo que la mejor animación por ordenata hoy en día la ponen Dixie y Pixar y Henry Selick.

¿Has dicho Nicolas Cago?

Con toda su grandilocuencia (poco a poco se convirtió en una historia que se devoró a si misma) a mi Twin Peaks me parece un clásico irrenunciable, sobretodo por el tratamiento de lo fantástico que hace.
Incluso por encima del universo de David Lynch y Mark Frost. Todo un hit.
Todavía tiemblo con ese final outsider i a contracorriente.

"y", sorry por las prisas...

No te metas con el gran Nicolas Cage, ese tio es un hacha, ha demostrado que no hace falta saber actuar para ser un actor reconocido.
Su truco es bien sencillo, hace tantas películas que de casualidad alguna le sale hasta aceptable, o menos mala.. es pura probabilidad!

Bueno, bueno. Me gustaria saber si tu tambine te has percatdo de que ademas de que la actuación de Nicolas Cage es pésima en todas y cada una de las peliculas que hace (siempre pone la misma cara, vamos un Zoolander pero sin la coña) el trabajo del doblador es prácticamente igual de plano que el del actor. Uff! Netre los dos se mke quitan las ganas de verle.

te refieres a Nicolas Cage o asu doblador en español? has visto alguna peli suya en versión original?? ha echo verdaderas bazofias pero eso no quiere decir que sea mal actor

Lo siento, pero comparto la opinión de Mrs. Bitter, pocas cosas buenas ha hecho este actor. Siempre que veo una de sus películas soy incapaz de abstraerme del actor y dejarme llevar por el personaje. Sobreactua tanto que me supera y me saca de la película.

Pues lo cierto es que si que he visto peliculas de Nicolas Cage en version original y (en mi humilde opinion) sigue siendo igual de mal acotr. David tiene mucha razón cuando dice que siempre sobreactua.

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