El mundo acaba de publicar un interesante artículo escrito por Álvaro Cortina que analiza la reedición de Dune realizada por Factoría de Ideas. Os dejo aquí el texto:
En uno de los ensayos de 'Costas extrañas', dice Coetzee: "El clásico se define, en sí mismo, por la supervivencia". Hoy, junto al inicio de la gran saga de Frank Herbert, 'Dune', queda su versión cinematográfica de 1984 de David Lynch.
Es razonable decir que se trata de una rémora que el tiempo irá maltratando, pero al mismo tiempo hablamos de un tratamiento respetuoso, meritorio y personal. Con todo, la novela, que reedita La factoría de ideas, permanece intacta para los aficionados, fruto de idolatrías, magia negra y continuada después en secuelas más allá de la mano de su propio autor. Los que sucumbieron A la hipnosis del planeta arenoso de Arrakis o Dune, o sea, los 'arrakeanos' (es el gentilicio), visitan la película como se visita algo accesorio, de mayor o menor nivel. El hogar está en el Dune literario.
Curioso que Lynch aceptó este proyecto imposible y excesivo para dejar de lado otro que barajaba, 'El retorno del Jedi'. Tatooine parece de la misma especie desértica que el mundo de Herbert. El voraz sarlacc (con la boca abierta en el suelo), que según C-3PO, tardaba mil años en digerir a una persona, no es menos terrible que los gusanos icónicos de Dune. Jabba algo tiene del gordo barón Vladimir Harkonnen, subido en sus suspensores. Inevitablemente, los "moradores de las arenas" nos recuerdan a los indígenas fremen.
Los gusanos gigantes de Arrakis/Dune apenas son descritos por el autor. Herbert no es un escritor de detalles salvo en momentos muy puntuales. Hace el dibujo a grandes rasgos y deja que sus hijos lectores coloreen los huecos. Herbert prefiere hacer un apéndice sobre la rebelión anti-robótica de la galaxia, nos atiborra a terminologías y a léxico entre árabe y marciano, susurra en oblicua voz en off los pensamientos de sus intrigantes, pero tampoco tiende a perder el tiempo en precisar los matices irisados que derrama la luz en su incidencia sobre una fragata estelar. O las expresiones y gesto y físico de sus hombres, del planetólogo Kynes o de las brujas o de Muab'dib, Paul Atreides, el mesías.
Sabemos que sus gusanos tienen aliento con olor a canela, sabemos que alcanzan casi 400 metros de largo y 80 de diámetro, pero prescinde muchas veces de pormenores. Aunque de pronto habla de la noche sobre las dunas, en arrebatos líricos. A las montañas agrestes que se alzan desde la arena de Dune las llama farallones, como si hablase de arrecifes. Algo tiene un desierto de mar, algo tiene Dune/Arrakis de Solaris. Mundos vivos.
Embajadas de Asimov
Aparte del evidente discurso ecologista, la primera parte de esta novela (cuyo inicio es costoso, y requiere de consultar el diccionario herbertiano dispuesto al final) tiene mucho de la 'Fundación' de Asimov. Un tinglado de embajadas, de casas enfrentadas, de intereses y reserva. La especia, materia nativa de Dune, sería la más preciada sustancia para todas ellas, para el emperador y para la Cofradía.
Los Atreides, del planeta Caladan, y los Harkonnen, de Giedi Prime son los enemigos directos, y en torno a ellos, se levantan aspiraciones y emboscadas sobre la conquista del terreno arenoso de los gusanos. Una invasión digna de las tropas espaciales de Heinlein. Paul Atreides sería un Lawrence de Arabia, que aquí sería un "Paul de los fremen".
Los capítulos van encabezados por textos historiográficos, que al final nos hablan en pasado desde el futuro (futurismo dentro del futurismo), como glosando una vieja historia. Quedan estos sucesos aquilatados de pasado y monumento, de mito. Nos cuentan estos frontispicios cómo el protagonista y todos los demás se incardinan en su Destino.
Sabemos quién es Judas antes de su traición, y del santo antes de su santidad. El destino (y los destinos) queda muchas veces presagiado y tanteado por los varios mentalistas (los mentats, las Bene Gesserit), miembros escuelas sobrenaturales que pueblan este lúdico despliegue de mundos en comercio y guerra. Hay, todo hay que decirlo, profusión de sentencias tipo galleta de la suerte.
Temblores y 'jodorowskys'
Con todo, la versión de Lynch acentúa lo grotesco y lo inquietante brillantemente. La batalla de los clásicos por ser clásicos, perdida ya contra lo eterno, despoja de urgencias a estas carreras. No echamos de menos la versión de Jodorowsky, con Dalí y Orson Welles.
Lynch rellena el hueco que Herbert no toca, cosa los flecos, nos dirige la imaginación en las impresionantes apariciones cetáceas de los gusanos, nos las arma, tan parecidos (¡por cierto!) como son a aquellos otros pobladores del yermo de Nevada de 'Temblores'. Herbet dice: "Y entonces apareció". Nada más. Y estos libérrimos flecos recorren su narración. No son elipsis, Herbert nos habla como si ya supiésemos todo. A veces, como si lo estuviéramos viendo. Por eso tiene sentido una versión libre (y fiel, al tiempo) de su novela.
Deben ver ustedes mismos (asistidos por su propia imaginación) los pasos de Paul para vengar a su padre, el duque de Leto y liberar a Pandora... digo a Dune. Y frente a él, su némesis, Feyd-Rautha. Al final, lo más sencillo es lo más complicado: ¡qué poderosa imaginación hay que tener para proponer un gusano gigante brotando de la arena, atraído por unas pisadas, en un planeta desértico entre arrecifes rocosos! Poco importa añadir a eso matices. 'Dune' sobrevive tranquilamente; sus fans lo celebran con su culto, y esperan la próxima adaptación.
3 comentarios:
Precisamente acabo de publicar reseña en Fantasy... mi libro de cabecera podría decir. Y el libro que me gustaria haber escrito. Una MARAVILLA.
Todos hemos tenido nuestro momento DUNE.
Te pongo el enlace de Fantasymundo, para que lo lean los lectores:
http://www.fantasymundo.com/articulos/3282/dune_frank_herbert
para mi ha sido una pequeña decepcion, un colega que tiene un altar de Dune en su casa, con los libros, comics, videojuegos, dvds etc me decia que era algo impresionante, a otro colega le fascino pero la verdad es que me costo acabarlo, es un libro correcto e interesante, los personajes, el escenario y la historia en si estan bastante bien pero le falla el paso, el ritmo, junto a pasajes repletos de accion e interes tenemos aburridisimas disertaciones de Paul con su madre y con los fremen, y el estilo literario de Frank Herbert pues tampoco es para tanto, como digo un libro que no es flojo pero tampoco la joya que creen sus fans
Francisco
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