Quien me conoce sabe perfectamente que soy muy precavido a la hora de dar consejos. No obstante, hoy voy a dar uno. Después de cinco años metido en el meollo de la literatura, después de cinco años publicando, después de cinco años hablando con unos y con otros y husmeando en los mentideros literarios, sólo puedo aconsejaros que jamás hagáis caso a un consejo. Así de simple. No hay ningún camino predeterminado en España que conduzca al éxito. No hay un sendero por el que peregrinar que nos lleve al triunfo. En ocasiones, ni el trabajo ni la constancia son garantías de triunfo.
A lo largo de estos cinco años he visto de todo: escritores a los que le han escamoteado sus contratos, apretones de manos que no han conducido a nada, escritores en la brecha que han acabado hundiéndose en los abismos… ¿y qué? El mundo editorial es así. Y a quien no le guste que se vaya a un convento. En mis propias carnes he vivido unas cuantas (¡¡y las que me quedan por vivir!!), pero una vez asumes que los escritores somos presas con piel de cordero y el mundo del libro está plagado de lobos, os puedo asegurar que vives más tranquilo y ciertos cardenales obtenidos en las batallas perdidas llegan a doler menos.
No puedo evitar sonreír al leer en ciertos blogs la fórmula de la cocacola. Como he dicho antes, no hay dos escritores iguales, ni hay un mismo recorrido para los autores. No existe un método, ni un mapa, ni un folleto que te explique cómo debes hacerlo o qué cosas debes sacrificar para llegar a buen puerto. En la jungla sólo existe la fuerza de voluntad, el tesón y el instinto que en un momento u otro te haga coger la senda más apropiada. Si existiera una metodología que condujera al éxito, todos la habríamos aplicado ya y seríamos Somoza. Pero no, desgraciadamente en este mundillo no hay ninguna metodología. En mitad de la lluvia no hay dos gotas iguales; pues bien, en el mundo editorial tampoco hay dos escritores iguales. Somos mercenarios que tienden puentes en el abismo y buscan un vellocino de oro inalcanzable.
Nunca he anunciado un libro hasta que lo he visto físicamente en mis manos o el editor me ha mostrado un ejemplar, por muchos contratos que haya firmado o por mucho entusiasmo haya olisqueado en la editorial. Si el libro no esta fuera de imprenta, mejor no cantar victoria pues torres más grandes han caído. Sé que decir esto es duro, pero asumirlo en primera persona es peor… y yo ya lo he asumido unas cuantas veces. Y como dije antes: no pasa absolutamente nada. Te levantas y vuelves a la lucha, que al fin y al cabo nadie ha invitado al escritor a entrar en esta guerra.
Como comenté al principio, desechad las fórmulas de la cocacola. En la literatura, el diablo sabe más por mediático que por diablo. Vale la pena luchar hasta el final, pues si lo consigues, el resultado es tremendamente bello. Pero ojo, no basta con luchar —y más en los tiempos que corren en los que todo el mundo trata de salvar el cuello—, el que se meta en estos andurriales, que luche y que rece, pues en ocasiones no viene mal llevar un santo a cuestas.
A lo largo de estos cinco años he visto de todo: escritores a los que le han escamoteado sus contratos, apretones de manos que no han conducido a nada, escritores en la brecha que han acabado hundiéndose en los abismos… ¿y qué? El mundo editorial es así. Y a quien no le guste que se vaya a un convento. En mis propias carnes he vivido unas cuantas (¡¡y las que me quedan por vivir!!), pero una vez asumes que los escritores somos presas con piel de cordero y el mundo del libro está plagado de lobos, os puedo asegurar que vives más tranquilo y ciertos cardenales obtenidos en las batallas perdidas llegan a doler menos.
No puedo evitar sonreír al leer en ciertos blogs la fórmula de la cocacola. Como he dicho antes, no hay dos escritores iguales, ni hay un mismo recorrido para los autores. No existe un método, ni un mapa, ni un folleto que te explique cómo debes hacerlo o qué cosas debes sacrificar para llegar a buen puerto. En la jungla sólo existe la fuerza de voluntad, el tesón y el instinto que en un momento u otro te haga coger la senda más apropiada. Si existiera una metodología que condujera al éxito, todos la habríamos aplicado ya y seríamos Somoza. Pero no, desgraciadamente en este mundillo no hay ninguna metodología. En mitad de la lluvia no hay dos gotas iguales; pues bien, en el mundo editorial tampoco hay dos escritores iguales. Somos mercenarios que tienden puentes en el abismo y buscan un vellocino de oro inalcanzable.
Nunca he anunciado un libro hasta que lo he visto físicamente en mis manos o el editor me ha mostrado un ejemplar, por muchos contratos que haya firmado o por mucho entusiasmo haya olisqueado en la editorial. Si el libro no esta fuera de imprenta, mejor no cantar victoria pues torres más grandes han caído. Sé que decir esto es duro, pero asumirlo en primera persona es peor… y yo ya lo he asumido unas cuantas veces. Y como dije antes: no pasa absolutamente nada. Te levantas y vuelves a la lucha, que al fin y al cabo nadie ha invitado al escritor a entrar en esta guerra.
Como comenté al principio, desechad las fórmulas de la cocacola. En la literatura, el diablo sabe más por mediático que por diablo. Vale la pena luchar hasta el final, pues si lo consigues, el resultado es tremendamente bello. Pero ojo, no basta con luchar —y más en los tiempos que corren en los que todo el mundo trata de salvar el cuello—, el que se meta en estos andurriales, que luche y que rece, pues en ocasiones no viene mal llevar un santo a cuestas.
8 comentarios:
Tela...
Joer, David. Lo que me faltaba para mi crisis de ansiedad.... yo esperaba que me cogieras de la mano y me dijeras: todo va a salir bien, tranquilo, no pasa nada.
jaja.
Bueno, que los veteranos como tú te digan esto te da un tembleque de rodillas que....
Brrrrrr
No, de verdad, todo va a salir bien, ¿no?
Un saludo
Ojalá hubiera en tu blog un "me mola" como en el Facebook, porque realmente suscribo cada punto -con menos experiencia que tú- y no tengo nada que añadir...
Me uno a los comentarios. A pesar de mi nula experiencia, suelo recelar de los "tienes que hacer esto y esto...".
Como en casi todo en esta vida, la única cosa que hace que te mantengas ahí, al final es tu voluntad.
Y un escritor debe tener mucha!
Saludos!
Esta claro que comer siendo escritor es chungo pero peor aún cuando quieres publicar! siempre digo que hace falta voluntad pero también que el dinero mueve todo.un saludo!
Yo podría decir que el mundo editorial es bonito, comprensivo y que todo es fácil, pero estaría mintiendo. Si hubiera un camino simple, todo el mundo lo transitaría. Pero... ¿acaso no es orgásmico conquistar lo inconquistable?
El camino es sólo eso, un camino... uno va paso a paso, con conocimiento de causa y efecto, comprendiendo que no hay fracaso sino metas equivocadas, malos principios y peores finales. Que no se puede correr porque no hay meta a la que llegar. Yo si algo sé es que no sé nada, o más bien poco. Pero bueno, para eso estamos aquí.
Ay! orgásmico, orgásmico.
Pero cuantas cosas tenemos en común los ilustradores con los escritores!
Yo tampoco añadiría nada. Este texto está muy completo y tremendamente realista.
Voy ahora mismo a encerderle la vela al santo!
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