Juan Miguel Aguilera me ha dicho más de una vez que hacer una reseña de la ‘Red de Indra’ sin caer en spoilers es muy muy complicado. Yo me niego a hacer una reseña sin spoilers, porque creo que no desgranaría perfectamente el meollo de la novela, pero voy a intentar ser lo más cuidadoso posible y voy a dividir la reseña en dos. La primera parte de la misma no tendrá spoilers. La segunda parte sí, pero para leerla tendréis que seleccionar el texto para que la fuente os salga resaltada. Así, el que lo quiera leer, ya tiene que molestarse en seleccionar.
Conozco esta novela desde que el autor se puso a parirla y me tenía muy intrigado. Juanmi llevaba mucho tiempo escribiendo novela histórica con componente fantástico y ya tocaba de una vez por todas que regresara a la ciencia ficción que tan bien maneja. ¿Y lo hace dando continuidad a su universo de Akasa Puspa? No, creo que ha tomado un camino mucho más interesante: el tecnothriller con un componente muy alto de ciencia ficción hard.
‘La red de Indra’ es una novela de artefacto, como ya la ha definido él muchas veces. Una geoda de un metal exótico que es detectado por los servicios de espionaje de los EEUU en las profundidades de la meseta Laurentina canadiense. Desde ese momento comienza una cuenta atrás para rescatar tan misterioso objeto, pues las autoridades canadienses, alertadas por grupos radicales políticos, pueden meter las narices en el asunto en cualquier momento y reclamar a los americanos lo que es suyo por situación geográfica.
Pero ya sabemos todos como son los yanquis: culo veo, culo quiero. Y si el culo tiene la más mínima posibilidad de desafiar todas las reglas establecidas por la física, ese culo debe de ser mío a cualquier precio. Para ello, Jim Conrad, el jefe de la expedición norteamericana en tierras canadienses, recluta a dos físicos muy especiales: su exmujer Laura Muñoz y su ayudante Neko, un friqui de cuidado que hará las delicias de todos los aficionados a la ciencia ficción.‘La red de Indra’ es una novela de artefacto, como ya la ha definido él muchas veces. Una geoda de un metal exótico que es detectado por los servicios de espionaje de los EEUU en las profundidades de la meseta Laurentina canadiense. Desde ese momento comienza una cuenta atrás para rescatar tan misterioso objeto, pues las autoridades canadienses, alertadas por grupos radicales políticos, pueden meter las narices en el asunto en cualquier momento y reclamar a los americanos lo que es suyo por situación geográfica.
Laura, a su vez, comienza una segunda carrera contra el reloj, pues además de descubrir el misterio de la geoda, tiene que luchar contra el cáncer que, poco a poco, la está devorando por dentro y que ha sido detectado poco antes de que Conrad la reclutara y se la llevara a Canadá.
Los amantes del buen thriller americano disfrutarán de esta primera parte de la Red de Indra. Primero la búsqueda de respuestas, segundo la resolución del misterio, tercero un siniestro muy de esperar y cuarto una situación límite que obligará a tomar a los personajes una decisión desesperada. Y no voy a contar más, porque ya me he ido demasiado de la lengua. Eso sí, por el medio hay una relación romántica entre Conrad y Muñoz y un asesino psicópata que está acabando con los miembros del equipo con extrañas mutilaciones que pondrán los pelos de punta.
Voy a ser muy sincero, mientras leía la novela me sentía apabullado por los datos técnicos que Juanmi vierte en ella. Y, ojo, en absoluto lo considero negativo. Si algo tenían novelas como ‘Parque Jurásico’ o ‘Timeline’ era que estaban sustentadas por una base científica más o menos creíble. En este caso, Juanmi no se corta un pelo y las teorías y contrateorías surgen a chorro por los labios de ese niño prodigio llamado Neko. Un neófito como yo se quedaba con la boca abierta mientras iba leyendo el despliegue de información técnica que arrastra el argumento y lo único que puede hacer es quitarse el sombrero ante la genialidad de Juanmi. Asistimos a algo insólito y nos lo explica con todo lujo de detalles. Incluso en un momento determinado, ciencia y religión debaten sobre la existencia de Dios durante todo un episodio de la novela. ¿Que quién gana? Basta echar un vistazo a quien escribe la novela para hacerse una idea, aunque…
Segunda parte de la Red de Indra (con grandes Spoilers). Para leer, seleccionar con el ratón.
La geoda se ha activado a causa de un sabotaje, los científicos han podido penetrar en la superestructura y ¿qué descubren? Que estamos ante un núcleo formado por agujeros negros que crean, gracias a su singularidad, una especie de Stargate. ¿Y a dónde lleva ese portal dimensional? ¿Otro planeta? ¿Otra galaxia? ¿Otro Universo? ¡¡Pues no!! A otro lugar en el tiempo. Juanmi Aguilera emula los pasos de H.G. Wells y a través de su peculiar máquina en el tiempo, nos traslada a un futuro lejanísimo. Un futuro situado a miles de millones de décadas después del nuestro. Cuando ya no queda rastro de la civilización humana y todo cuanto conocemos se ha extinguido. Un escenario exótico y a la vez conocido plagado de criaturas fascinantes y de naturaleza abrupta que se convertirá en el principal escollo de los protagonistas. Personalmente creo que la novela continúa siendo un tecnothriller, pues el misterio de la geoda no se ha resuelto del todo y todavía hay mucho que averiguar hasta el final de la novela. Eso sí, los niveles emocionales de los personajes se disparan: Laura comienza a padecer los síntomas más atroces de su cáncer en ese ambiente hostil y lejano, la presencia del asesino se vuelve más amenazadora y los orígenes de Neko salen a la luz, creando una situación culebronera de esas que Juanmi tanto reniega y tan necesarias son en la literatura para lectores marujones como yo. Estamos ante un grupo de seres humanos que ‘han descendido al centro de la Tierra’ para encontrar un ambiente diametralmente opuesto al que estamos acostumbrados. Un grupo de aventureros deslumbrados por el sentido de la maravilla y situados ante un ambiente marciano diseñado en nuestro propio planeta —algo que Juanmi ya experimentó en Rihla y que, conforme la novela avanza y la jungla se abre ante nuestros ojos, se hace más avasalladora—. ‘La red de Indra’ es una evolución lógica de las novelas de Julio Verne en las que los personajes se enfrentaban a un mundo insólito, la aventura era el pulso principal de la historia y, sobre todo, la trama científica era indispensable para ordenar todos los argumentos. La última parte de la obra de Juanmi nos trae todo tipo de criaturas exóticas —y muy próximas a la geoda— y paisajes imposibles que explotan hasta lo indecible nuestra imaginación. Permitidme resaltar las dos o tres páginas en las que el autor nos describe con todo lujo de detalle un mundo en el que el Sol se ha convertido en un gigante rojo a punto de eclosionar. Un paisaje crepuscular cada vez más ardiente que crea una atmósfera bellísima y aterradora a la vez. Por supuesto, en esta parte de la historia también asistimos a un derroche de términos y teorías científicas relacionadas con el origen de la existencia, el Big Bang, la creación del Universo y su inevitable vinculación con la geoda.
¡¡Pues bien, todo esto nos trae ‘La red de Indra’!! Una novela muy rigurosa en su concepción, que poco a poco se va haciendo más frenética y más delirante —en el buen sentido de la palabra— y nos depara momentos de intensa aventura. Una novela de artefacto que es más que una novela de artefacto, mucho más. Las aventuras de un grupo de hombres enfrentados a lo imposible, a lo maravilloso y a lo insólito.
Probablemente, y volvemos a lo de siempre, si Juan Miguel Aguilera fuera William Gibson (Juanquist Libson, que ahora lo sueco está más de moda) esta novela habría sido el no va más, tendríamos ante nosotros al heredero de Michael Crichton y demás pollas en vinagre. No va a ser así. Este mercado es el que es y los genios españoles tienen que dar veinte mil pasos más que alguien que venga de fuera para ser reconocido. Pero no pasa nada, los amigos de Juanmi, los que nos hemos criado leyendo sus novelas, los que disfrutamos de la ciencia ficción insólita y de las aventuras en universos improbables, tenemos muy claro que entre nosotros hay un grandísimo maestro de la ciencia ficción que todavía le quedan muchísimas novelas que escribir y, personalmente creo, que con la Red de Indra, Juan Miguel Aguilera ha encontrado un nuevo camino.
12 comentarios:
La acabé anoche, y tengo que reseñarla mañana, pero ante este artículo, no sé si no enlazar y listo :-)
Es una gran novela, y me ha encantado. Me ha sorprendido como los elementos científicos no sólo no entorpecen la lectura, sino que la enriquecen sin problemas.
Una gozada haberla leído, en serio. Mil patadas a otros que se las dan de superventas.
Un saludín
Ganas tengo de echarle el guante a este libro... no he querido ni leer la parte sin spoilers para no contaminarme.
Ahora iré a por Aquamarine, de Vera Parkhutik,luego a por la de los vampiros de Guillermo del Toro y a ver si acabo el mes de julio con la de Vilar.
Pobre Gibson, que no le publica nadie el último libro en castellano.
La verdad es que tienes razón, Fredo, luego, releyendo el texto, me he dado cuenta que he puesto el nombre de un autor de cifi canadiense :-s
¿Habrá sido el subconsciente?
Por cierto, el Gibson éste publica en Minotauro, no?
Me la compré el sábado, demasiados libros en la pila, jaja.
Bueno, es que es una de las mejores novelas de Juanmi y eso es ya mucho decir.
Una novela que va juntando poco a poco los elementos para desarrollarlos en un tour de force impresionante.
Y el final, cojonudo, perfecto para dejarlo en una novela cerrada o darle una continuación...
Un saludo
Daniel
Sip, Gibson es el que escribió Neuromante y prácticamente se inventó el cyberpunk, aunque a mi me gusta más su última producción, que llega con cuentagotas o directamente no llega.
¿El último libro es Spook Country?
Ya está traducido (por menda) y entregado. Imagino que saldrá en octubre.
RM
Así que era culpa tuya, ¿eh? Ya ajustaremos cuentas dentro de ná :D
He terminado la semana pasado la Red de Indra. Me ha encantado, como no podía ser menos, me la tragué en un fin de semana. Me parece además como han comentado más arriba que todo el tema tecnológico no entorpece sino que hace la novela infinitamente más atractiva. Los capítulos cortos te dejan siempre con ganas de más, y ha sido un acierto incluir cap como el de la discusión sobre la ciencia y la religión.
Enhorabuena a Aguilera. Subrayo lo que dice David de que si fuera canadiense o sueco y el mercado de los libros otro, sería una estrella (¿por qué le dedican los suplementos literarios de los principales periódicos a los best sellers tipo Crichton un espacio y no a esta novela (además de las de otros autores que todos conocemos?).
Doble agradecimiento además al autor por seguir en la brecha de la cifi y por incluir un relato al final que es buenísimo (ligado con la novela, pero que se puede leer suelto sin más).
!Esperamos la próxima!
Mazarbul
Gracias compañeros. Esto me levanta la moral que no veas.
A ver si funciona bien, y se repite el éxito en Francia, donde saldrá al final del verano.
Desde luego creo que es un camino muy interesante: el sentido de la maravilla de siempre a partir de un entorno cotidiano. De ese modo la cosa se hace más digerible para los no aficionados, pero lo importante es no decepcionar a los ciencia-ficcioneros.
Juanmi.
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