Llevaba un par de semanas queriendo hablar de la nueva serie que iba a coger el relevo de la ya casi legendaria ‘Perdidos’ y digo casi legendaria porque falta rematarla con un final que esté a la altura de las expectativas creadas. El caso es que como sólo había visto el primer capítulo no me atrevía a juzgar. Ahora ya he hecho los deberes y he visionado hasta el séptimo, y el regusto que me deja no puede ser más amargo, no me extraña que los productores ya les hayan dado un toque a los guionistas ante las bajas audiencias. Y aun así, me queda la sensación de que esta serie es carne de cañón, como ya lo fue Jericó en su día o Invasión.
Primero partamos del propósito de la serie: el flashforward. Una visión alejada en el tiempo que presagia el futuro de los protagonistas. El propio flashforward determina el discurrir de la serie, es el punto focal al que van predestinados todos los personajes. A partir de ahí, la historia pierde toda emoción porque de alguna manera sabes de antemano que los protagonistas no peligran hasta que llegue ese punto determinado. Parece ser que los guionistas se dieron cuenta de ese defectillo y en el capítulo siete se sacan de la manga un salto del cisne para contradecir al flashforward, es decir, el suicidio de Al Gough; a partir de ese momento se produce una paradoja que pone en entredicho todos los flashforward y la integridad de la serie. La sensación que saco yo de todo esto es que flashforward es una idea interesante que da para una película o para una miniserie, pero no da para convertirla en una serie de largo recorrido como Perdidos.
Tampoco entiendo porque los personajes se empecinan en decir que si no tienen flashforward están muertos, cuando en el capítulo en el que compadecen ante la comisión de Washington el representante de la CIA hace una observación muy acertada al señalar a los chinos como causantes de la anomalía porque a ellos no les afectó ya que estaban durmiendo. Si nos agarramos a ese precepto, el no tener un flashforward puede ser sinónimo de: estar en los mundos de Yuppi, o estar inconsciente (no dejo de preguntarme por qué el coreano no piensa en esa opción) o simplemente estar echándose la siesta del borrego.
Por otro lado, pensando un poco llegas a la conclusión de que hablamos de líneas temporales paralelas, nunca de una única línea temporal. Si yo mato a mi padre es científicamente imposible que yo pueda retroceder en el tiempo para no matarlo porque el pasado ya está escrito. Si yo retrocediera en el tiempo para impedir el asesinato, estaría creando una paradoja que a su vez daría pie a una nueva línea temporal paralela a la real. Es decir, hablamos de universos paralelos y de realidades distintas… ¿y qué serie ahora mismo se dedica a especular con esas teorías? Fringe. Es decir, Flashforward, ante las restricciones de la premisa que supone su título, fusilaría la serie de realidades alternativas de Abrams.
Pero dejemos de lado los enigmas científicos que solo nos interesan a los frikis y vayamos a lo que le gusta a todo Dios y hace grandes las audiencias: los personajes.
¿Pueden existir en los EEUU personajes más estúpidos e infantilizados?
El personaje de Joseph Fiennes no deja de sermonear al coreano chungo para que tenga esperanza, que Mosaico en realidad es un fin para que no se cumplan los flashforward, pero llega a su casa y no deja de culpar a su mujer por un escarceo amoroso con el padre del autista que ni siquiera se sabe si se va a cumplir. Actúa como un adolescente de dieciséis años en vez de cómo un agente del FBI. Es más, en el capítulo sexto se produce un diálogo acojonante en el que Mark le recrimina a Olivia la presencia de Lloyd en su casa y ésta le replica que no vaya de listo porque él la ha traicionado ya que en su flashforward estaba bebiendo. En ese punto, paré el DVD, comprobé que no estaba viendo Hanna Montana o los Jonash Brothers y se me escapó una carcajada.
Pero más allá de todo esto, uno no puede dejar de sorprenderse ante lo rematadamente mal que están esbozados los personajes: los dos niños que salen son odiosos, el tío de la barba (que por cierto esta casado con un pivón impresionante que no pega ni con cola con él) de tan melifluo resulta repelente, al coreano estás esperando que le metan los dos tiros y lo manden a la morgue (es que el personaje en sí no puede ser más cargante y antipático), Peyton List está buenísima pero de lo recatadita que va te hace pensar en la Virgen María, el director adjunto del FBI es un padre –excepto cuando se pone a extorsionar al Presidente de los EEUU, ahí se convierte en un cabrón- y me dejo para el final al único personaje que me mola de la serie: Christine Woods, la agente lesbiana del FBI que depara las mejores escenitas con su novia calentorra y que tras ooooootra discusión por culpa de los dichosos flashforwards se separa y para más inri le meten un tiro en el estómago… ¡pues vamos bien!
Desde La sombra de Grumm pedimos a los guionistas de Flashforward que Christine Woods siga haciendo escenas de lesbianas.
Además, ¿por qué cojones todos los personajes masculinos se empeñan en ocultar sus flashforwards a sus parejas hasta que están a punto de romper con ellas?
Y ya el súmun, ¿quién se cree que el puto hobbit es un científico siniestro y luego se puede camelar a la tía buena del tren hablándole de física cuántica?
Me da la sensación, como me decía ayer Juanmi Aguilera, que los guionistas de la serie han querido copiar el culebroneo de Perdidos y han pillado lo peorcito de la serie, es decir, los triángulos amorosos, y se han dejado por el camino a personajes psicológicamente complejos como Locke, Ben o Walt. En Flashforward no hay golpes de efectos como en Perdidos. El propio Flashforward no aboca a una situación de infarto. No vemos el fin del mundo. No vemos un atentado terrorista a gran escala. No vemos una invasión alienígena. No vemos el fin de las civilizaciones. Solo asistimos a un cambio de presidente (que obviamente atiende a estrategias políticas pues en ningún flashforward del mundo se alerta de una situación de peligro inminente), a un borracho que está investigando la anomalía y que es atacado por varios enmascarados y a unos cuantos líos de faldas… ya está. Ante todas esas visiones uno ni se inmuta.
Mucho tendrá que mejorar esta serie para que pueda compararse con Perdidos. De momento, se queda en un producto bastante deficiente, estupidizado y que ya ha recibido un toque de sus productores. Ahora a ver como sigue la temporada.
Primero partamos del propósito de la serie: el flashforward. Una visión alejada en el tiempo que presagia el futuro de los protagonistas. El propio flashforward determina el discurrir de la serie, es el punto focal al que van predestinados todos los personajes. A partir de ahí, la historia pierde toda emoción porque de alguna manera sabes de antemano que los protagonistas no peligran hasta que llegue ese punto determinado. Parece ser que los guionistas se dieron cuenta de ese defectillo y en el capítulo siete se sacan de la manga un salto del cisne para contradecir al flashforward, es decir, el suicidio de Al Gough; a partir de ese momento se produce una paradoja que pone en entredicho todos los flashforward y la integridad de la serie. La sensación que saco yo de todo esto es que flashforward es una idea interesante que da para una película o para una miniserie, pero no da para convertirla en una serie de largo recorrido como Perdidos.
Tampoco entiendo porque los personajes se empecinan en decir que si no tienen flashforward están muertos, cuando en el capítulo en el que compadecen ante la comisión de Washington el representante de la CIA hace una observación muy acertada al señalar a los chinos como causantes de la anomalía porque a ellos no les afectó ya que estaban durmiendo. Si nos agarramos a ese precepto, el no tener un flashforward puede ser sinónimo de: estar en los mundos de Yuppi, o estar inconsciente (no dejo de preguntarme por qué el coreano no piensa en esa opción) o simplemente estar echándose la siesta del borrego.
Por otro lado, pensando un poco llegas a la conclusión de que hablamos de líneas temporales paralelas, nunca de una única línea temporal. Si yo mato a mi padre es científicamente imposible que yo pueda retroceder en el tiempo para no matarlo porque el pasado ya está escrito. Si yo retrocediera en el tiempo para impedir el asesinato, estaría creando una paradoja que a su vez daría pie a una nueva línea temporal paralela a la real. Es decir, hablamos de universos paralelos y de realidades distintas… ¿y qué serie ahora mismo se dedica a especular con esas teorías? Fringe. Es decir, Flashforward, ante las restricciones de la premisa que supone su título, fusilaría la serie de realidades alternativas de Abrams.
Pero dejemos de lado los enigmas científicos que solo nos interesan a los frikis y vayamos a lo que le gusta a todo Dios y hace grandes las audiencias: los personajes.
¿Pueden existir en los EEUU personajes más estúpidos e infantilizados?
El personaje de Joseph Fiennes no deja de sermonear al coreano chungo para que tenga esperanza, que Mosaico en realidad es un fin para que no se cumplan los flashforward, pero llega a su casa y no deja de culpar a su mujer por un escarceo amoroso con el padre del autista que ni siquiera se sabe si se va a cumplir. Actúa como un adolescente de dieciséis años en vez de cómo un agente del FBI. Es más, en el capítulo sexto se produce un diálogo acojonante en el que Mark le recrimina a Olivia la presencia de Lloyd en su casa y ésta le replica que no vaya de listo porque él la ha traicionado ya que en su flashforward estaba bebiendo. En ese punto, paré el DVD, comprobé que no estaba viendo Hanna Montana o los Jonash Brothers y se me escapó una carcajada.
Pero más allá de todo esto, uno no puede dejar de sorprenderse ante lo rematadamente mal que están esbozados los personajes: los dos niños que salen son odiosos, el tío de la barba (que por cierto esta casado con un pivón impresionante que no pega ni con cola con él) de tan melifluo resulta repelente, al coreano estás esperando que le metan los dos tiros y lo manden a la morgue (es que el personaje en sí no puede ser más cargante y antipático), Peyton List está buenísima pero de lo recatadita que va te hace pensar en la Virgen María, el director adjunto del FBI es un padre –excepto cuando se pone a extorsionar al Presidente de los EEUU, ahí se convierte en un cabrón- y me dejo para el final al único personaje que me mola de la serie: Christine Woods, la agente lesbiana del FBI que depara las mejores escenitas con su novia calentorra y que tras ooooootra discusión por culpa de los dichosos flashforwards se separa y para más inri le meten un tiro en el estómago… ¡pues vamos bien!
Desde La sombra de Grumm pedimos a los guionistas de Flashforward que Christine Woods siga haciendo escenas de lesbianas.
Además, ¿por qué cojones todos los personajes masculinos se empeñan en ocultar sus flashforwards a sus parejas hasta que están a punto de romper con ellas?
Y ya el súmun, ¿quién se cree que el puto hobbit es un científico siniestro y luego se puede camelar a la tía buena del tren hablándole de física cuántica?
Me da la sensación, como me decía ayer Juanmi Aguilera, que los guionistas de la serie han querido copiar el culebroneo de Perdidos y han pillado lo peorcito de la serie, es decir, los triángulos amorosos, y se han dejado por el camino a personajes psicológicamente complejos como Locke, Ben o Walt. En Flashforward no hay golpes de efectos como en Perdidos. El propio Flashforward no aboca a una situación de infarto. No vemos el fin del mundo. No vemos un atentado terrorista a gran escala. No vemos una invasión alienígena. No vemos el fin de las civilizaciones. Solo asistimos a un cambio de presidente (que obviamente atiende a estrategias políticas pues en ningún flashforward del mundo se alerta de una situación de peligro inminente), a un borracho que está investigando la anomalía y que es atacado por varios enmascarados y a unos cuantos líos de faldas… ya está. Ante todas esas visiones uno ni se inmuta.
Mucho tendrá que mejorar esta serie para que pueda compararse con Perdidos. De momento, se queda en un producto bastante deficiente, estupidizado y que ya ha recibido un toque de sus productores. Ahora a ver como sigue la temporada.
8 comentarios:
Está basado en libro. Eternizarlo es estúpido. Ya la cagaron con Heroes con la misma premisa: el futuro visto por el pintor. Hasta que quiso llegar, la serie fue un peñazo gordo gordo...
Está basado en una novela corta (que ganó o quedó finalista del UPC) que a su vez se alargó para hacer un libro. Y, sin leer la obra de Robert J. Sawyer, no creo que el libro y la serie sigan el mismo camino. De ahí que diga que hayan fusilado Fringe cuando se han dado cuenta de que la historia de Sawyer daba para lo que daba y ellos querían montar una historia a gran escala.
Por cierto, Claudio, Yolanda me dijo lo mismo que tú al segundo capítulo: esto es un coñazo como Heroes.
La premisa está bien. Tienen presupuesto para hacer una buena serie. Pero alternan escenas absurdas y aburridas con buenos momentos. y así no se hace una gran serie. También tiene el incoveniente que en USA se emite el día de la semana que tiene mayor competencia de otras series.
Y no, yo tampoco veo al Monaghan de físico cuántico.
La serie solo tiene treinta segundos buenos y son los del final. El resto aburrimiento plomo soporífero.
Spoiler del libro....
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En la novela corta de Sawyer el flashforward lo ha causado un experimento del CERN, y no hay ningún misterio al respecto pues los protagonistas son precisamente los que estaban haciendo el experimento. Toda la trama del libro gira alrededor del libre albedrío, que si un individuo puede cambiar su destino o no. El flashforward es de 20 años, y el prota se ve casado con una mujer oriental. Esto lo ve inevitable, pues piensa que el futuro no se puede cambiar. Hasta que el hermano menor de su socio en el experimento se suicida. Este quiere ser escritor, y en 20 años se ve sirviendo mesas en un restaurante, así que se suicida. Pero su propio suicidio demuestra que los flashforward no son inalterables. Fin de la historia.
Todo esto, la verdad, no da para una serie. Una peli en plan “Memento”, quizá.
Una trama alargada como un chicle que no da para mucho. Se ve que le hacen un par de guiños a la novela, como el enfermero que sueña con la china.
Anda que no hay libros perfectamente adaptables para hacer una serie... pues nada, escogen el más sencillote.
A mi el argumento me pareció buenón para una serie. Eso de intuir el futuro todos a la vez mola.Pero claro, es lo que dice David, los personajes son de chiste. El prota es medioimbécil (acojona pensar que en el FBI haya imcompetentes tal que él), los diálogos, de besugo, escenas indecorosas como los dos científicos jugándose al poker si cantan o calla... Tiene puntos buenos, como el padre que ve a la hija muerta viva o aquel que se ve cagando (el jefe del FBI, ¿es una metáfora?)
¿Cuándo termina? Será cosa de ver el último capitulo y olvidarlo rápidamente.
Pues en teoría no termina. Si hacemos caso a los mensajes publicitarios de la ABC esta iba a ser una serie para cinco o seis temporadas, como Perdidos. Yo le auguro ésta y otra más para cerrar cabos, algo parecido a lo que pasó en Jericó, y sanseacabó.
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