viernes, noviembre 12

Centremos «Heredero de la alquimia»

La guerra es el gran tapiz de fondo sobre el que se desarrollan las aventuras de «Heredero de la alquimia». Para elevar la tensión y poner a los personajes en situaciones límites, opté por alejarme del verdadero cisma que acabó con las cinco ciudades de La Pentápolis y convertí el imperio Sumerio en algo más que una dinastía que reinó sobre Mesopotamia en la Edad de Bronce Antigua, situada en el milenio 2100 y 2000 antes de Cristo. Ur-Nungal, en ese momento, no era el verdadero rey de la Tercera Dinastía de Ur, sino que fue Ur-Nammu el que dirigía los designios de su pueblo en los valles de Mesopotamia en los tiempos de Abraham. Pero cuando pensé en «Heredero de la alquimia», quise remontarme a una dinastía anterior, a una dinastía que llevó al imperio sumerio a su máximo esplendor y que lo situó al frente de la leyenda, esa no podía ser otra que la de Gilgamesh, hijo de Lugalbanda, quinto rey de Uruk y, según la leyenda, hijo de la diosa Ninsu. Así pues, si no quería romper demasiado el espejismo de este mito sumerio, Ur-Nammu no era el más adecuado para sentarse en el trono de Ur, sino que Ur-Nungal, descendiente directo de Gilgamesh, y su hijo Udul-kalama fueron los elegidos. Más tarde, Udul-kalama sería sometido a un apresurado cambio de sexo —por cuestiones inexcusables de la trama— y se convertiría en la hermosa Dul-Kalama.


Ya tenía a mis reyes listos para lanzarse sobre la actual Palestina y dejar el Valle del Sidim hecho ciscos, pero entonces surgió una nueva figura que devastaría los cimientos de mi epopeya, un nombre rimbombante que reflejaba poder: Quedarlaomer. Echemos un vistazo a Génesis, 14:

Aconteció en los Días de Amrafel rey de Sinar, de Arioc rey de Elasar, de Quedarlaomer rey de Elam, y de Tidal rey de Goím, que éstos hicieron guerra contra Bera rey de Sodoma, Birsa rey de Gomorra, Sinab rey de Adma, Semeber rey de Seboím, y el rey de Bela, la cual es Soar. Todos éstos se reunieron en el valle de Sidim, es decir, el mar Salado. Doce años habían servido a Quedarlaomer, pero en el año 13 se rebelaron. En el año 14 vinieron Quedarlaomer y los reyes que estaban con él, y derrotaron a los Refaítas en Astarot-carnaim, a los zuzitas en Ham, a los emitas en Save-quiriataim, y a los horeos en el monte Seír, hasta El-Parán, que está junto al desierto. Luego regresaron, llegaron a En-mispat, que es Cades, y devastaron todo el campo de los amalequitas y de los amorreos que habitaban en Hazezón-tamar. Entonces salieron el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Adma, el rey de Seboím y el rey de Bela, la cual es Soar, y dispusieron la batalla contra ellos en el valle de Sidim; a saber, contra Quedarlaomer rey de Elam, Tidal rey de Goím, Amrafel rey de Sinar y Arioc rey de Elasar: cuatro reyes contra cinco.

En este párrafo bíblico tenemos la estructura básica de «Heredero de la alquimia». Por un lado Quedarlaomer, mano derecha de Ur-Nammu en asuntos de guerra, avanzando por el desierto y acabando con todas las tribus rebeldes que se interponen a su paso, y con un solo objetivo en mente: devastar la Pentápolis. Y por otro, los cinco reyes de las ciudades del Mar Muerto sublevándose a los designios de Ur-Nammu. Todo parece indicar que tal matanza se llevó a cabo simple y llanamente por caprichos expansionistas de Ur-Nammu. Pero esos motivos, en mi fábula, sonaban insuficientes. Mi Ur-Nammu particular, es decir Ur-Nungal, no se conformaría con los pueblos de Canaan, ni mucho menos, su objetivo real era Egipto, antítesis de todo lo que era su reino, y para ello necesitaba los recursos de la Pentápolis, una ciudad rica situada a orillas del Mar Muerto que en otro tiempo ya fue deseo de otros pueblos consagrados a la guerra.
Así, la Pentápolis se convirtió en un pequeño imperio situado entre el Desierto de Arabia y las ciudades cananeas; una perla dorada exultante de recursos que debía ser tomada antes de iniciar acciones contra Egipto, el verdadero centro de atención de Ur-Nungal.
Para ello, los reyes de la Pentápolis se convirtieron en apellidos de estirpe y la fama belicosa del Sidim se multiplicó hasta el infinito, de tal modo que Sodoma y Gomorra se convirtieron en potencias absolutistas que habían resistido a lo largo del tiempo. La brea y la sal se convirtieron en los recursos económicos que habían dado realce a la estirpe de Abdías, papá de los reyes actuales de la Pentápolis y, teniendo en cuenta la Biblia, el libro más breve de las Santas Escrituras incluido en «Profetas Menores».
Según el Génesis el conflicto entre Quedarlaomer y los reyes de la Pentápolis acabó de una manera un tanto estúpida:

El valle de Sidim estaba lleno de pozos de brea. Y al huir los reyes de Sodoma y de Gomorra, cayeron en ellos, mientras que los demás huyeron a las montañas. Los enemigos tomaron todos los bienes de Sodoma y de Gomorra, y todos sus alimentos, y se fueron.

En el universo de «Heredero de la alquimia» se dan muestras sobradas de que los reyes de la Pentápolis, aunque petulantes y orgullosos, jamás acabarían hundidos en los pozos de brea. Sin embargo, la guerra en las aventuras de Akbeth y Neferet no es más que un mar de fondo en el que navegan los personajes. Las ansias de poder de Ur-Nungal y Quedarlaomer quedan solapadas por el verdadero objetivo de nuestros protagonistas: hallar al alquimista. Aun así, el conflicto bélico que amenaza con llegar a las puertas del Valle del Indho cobra una nueva dimensión ante una figura inesperada muy cercana a los dos héroes y, sobre todo, a un pacto entre taematurgos y sumerios que no es revelado en este libro.

Por cierto, si queréis leer una entrevista que me hace Pedro Llamedo, la tenéis en su blog. En ella hablo más de Heredero, de la Tierra del dragón y de muchas otras cosas interesantes.

By David Mateo with 4 comments

4 comentarios:

Ya lo he empezado y me parece que todo el ambiente profano y místico que rodea a la novela le otorga un aire fastuoso. Genial.

A mí también me está convenciendo la novela, aunque hay muchos puntos de intriga que quedan en el aire.




Si permitís un spoiler: ¿Qué le da Kaiss Marat a Dul Kalama para recuperar a los prisioneros?

SPOILER

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Obviamente, Mefisto le ha ofrecido algo a los sumerios tan valioso como las vidas de Akbeth y Neferet. ¿El qué? Aunque la verdad es ambigüa, y en manos de Mefisto se convierte en un arma de doble filo, los tiros pueden ir por las acusaciones de Neferet tras la partida del oasis.

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