Si ya estás cansado de ver en la mesa de novedades los mismos libros de siempre y te apetece leer otras cosas, al loro con las dos novelas que van a continuación y una pequeña pieza de terror que he descubierto a raíz de andar indagando para el borrador que me llevo entre manos.
EL MAPA DEL TIEMPO
de Félix J. Palma
ALGAIDA EDITORES, S.A.
de Félix J. Palma
ALGAIDA EDITORES, S.A.
Londres, 1896. Innumerables inventos hacen creer al hombre que la ciencia es capaz de conseguir lo imposible, como demuestra la aparición de la empresa de Viajes Temporales Murray, que abre sus puertas dispuesta a hacer realidad el sueño más codiciado de la humanidad: viajar en el tiempo, un anhelo que el escritor H.G. Wells había despertado un año antes con su novela La máquina del tiempo. De repente, el hombre del siglo XIX tiene la posibilidad de viajar al año 2000, como hace Claire Haggerty, quien vivirá una historia de amor a través del tiempo con un hombre del futuro. Pero no todos desean ver el mañana. Andrew Harrington pretende viajar al pasado, a 1888, para salvar a su amada de las garras de Jack el Destripador. Y el propio H.G. Wells sufrirá los riesgos de los viajes temporales cuando un misterioso viajero llegue a su época con la intención de asesinarlo y arrebatarle la autoría de una novela, obligándolo a emprender una desesperada huida a través de los siglos. Pero, ¿qué ocurre si cambiamos el pasaqdo? ¿Puede reescribirse la Historia?
En El mapa del tiempo, XL premio Ateneo de Sevilla, Félix J. Palma teje una fantasía histórica tan imaginativa como trepidante, una historia llena de amor y aventura que rinde homenaje a los comienzos de la ciencia ficción, y transportará al lector al fascinante Londres victoriano en su propio viaje en el tiempo.
En El mapa del tiempo, XL premio Ateneo de Sevilla, Félix J. Palma teje una fantasía histórica tan imaginativa como trepidante, una historia llena de amor y aventura que rinde homenaje a los comienzos de la ciencia ficción, y transportará al lector al fascinante Londres victoriano en su propio viaje en el tiempo.
Un cantar de gesta arropado con la imaginería del space opera. Tercera Edad Media: la humanidad languidece en la vieja Tierra mientras las naves de la Corporación llevan la Conquista a otros sistemas. Los mundos alienígenas son arrasados y explotados en nombre de la expansión humana, y estas gestas bélicas son cantadas por los poetas, hombres que a bordo de las naves componen sus poemas épicos acerca de las grandes hazañas guerreras, debidamente embellecidas, exaltadas... y deformadas. Favorita indiscutida de la ciencia ficción española, la novela Lágrimas de luz y los relatos «A tumba abierta» y «Ébano y acero» (recogidos por primera vez de forma conjunta en un solo volumen) trasladan al mundo del space opera los elementos que dieron gloria a los cantares de gesta medievales. Partiendo de las imágenes más tradicionales de ambos géneros y haciendo gala de un estilo virtuoso rayano en lo poético, Rafael Marín dio forma a un ciclo que se ha convertido en verdadero referente para los aficionados españoles desde su publicación original en la década de los ochenta.
Me detengo en este libro para hacer un pequeño inciso, al fin y al cabo tengo en gran estima a su autor y esta novela me trae añejos recuerdos que me devuelven al pasado. Mi hermano tenía la colección completa de Orbis. Ahora él ya está casado, roza los 50 y tiene su propia familia. Se llevó todos sus libros de casa, entre ellos esa colección azul con lomos plateados que tanto me fascinaba cuando era un crío. Tendría diez u once años, me plantaba delante de la estantería y me dedicaba a sacar libro por libro para quedarme embobado durante varios minutos con las maravillosas portadas de naves espaciales surcando el espacio. Por aquel entonces yo nada sabía de space operas, ficción especulativa o ciencia ficción hard. Simplemente me impresionaban las portadas. Incluso de vez en cuando hice el amago de incluir entre mis lecturas alguna de aquellas novelas, pero nunca podía pasar de la tercera página. Eran muy complicadas para un crío con una edad tan prematura.
Con el tiempo, comencé a escribir, me empapé de este maravilloso mundillo y conocí al señor Marín con el que ahora comparto una buena amistad. Se que para muchos «Lágrimas de luz» es su obra más importante. Más de una vez la he tenido en mis manos con la intención de comprarla, pero recuerdo con tanta añoranza aquellos libros de Orbis, despiertan en mí sentimientos tan cálidos, anhelo tanto tener el libro de un amigo que pasó por las estanterías de mi hermano, que, al final, siempre he optado por devolver la edición de Gigamesh a la estantería e insistir a mi hermano para que me la traiga. Por desgracia mi hermano mucha mucha memoria no tiene y yo, consciente de que en cualquier momento puedo ir a su casa y cogerlo, tampoco he insistido demasiado.
Ayer, cuando vi la nueva edición de bolsillo de «Lágrimas de luz», opté por no concederle más tregua a la nostalgia y desembolsar los ocho euracos que vale el libro. Todavía no he renunciado a conseguir la edición de mi hermano, porque esa novela, para un escritor que ha dejado de ser niño, representa lazos con la infancia, olores de viejas librerías repletas de obras con las páginas ennegrecidas y los cantos repelados. Representa una parte de mi niñez en donde todavía no era lo que soy, pero «Lágrimas de luz» ya estaba allí, esperándome, como una premonición que adelantaba que amaría aquel género y que tendría un buen amigo al que considero un maestro.
Libros grandes son aquellos que llevan a su espalda historias personales, recuerdos imborrables, miradas al pasado cargadas de añoranza. «Lágrimas de luz» es historia viva de la ciencia ficción española, pero lo que lo hace aún más grande es que su autor habrá escuchado muchas historias como la mía, eso es lo que convierte la opera prima de Rafa en un libro inmortal.
Me detengo en este libro para hacer un pequeño inciso, al fin y al cabo tengo en gran estima a su autor y esta novela me trae añejos recuerdos que me devuelven al pasado. Mi hermano tenía la colección completa de Orbis. Ahora él ya está casado, roza los 50 y tiene su propia familia. Se llevó todos sus libros de casa, entre ellos esa colección azul con lomos plateados que tanto me fascinaba cuando era un crío. Tendría diez u once años, me plantaba delante de la estantería y me dedicaba a sacar libro por libro para quedarme embobado durante varios minutos con las maravillosas portadas de naves espaciales surcando el espacio. Por aquel entonces yo nada sabía de space operas, ficción especulativa o ciencia ficción hard. Simplemente me impresionaban las portadas. Incluso de vez en cuando hice el amago de incluir entre mis lecturas alguna de aquellas novelas, pero nunca podía pasar de la tercera página. Eran muy complicadas para un crío con una edad tan prematura.
Con el tiempo, comencé a escribir, me empapé de este maravilloso mundillo y conocí al señor Marín con el que ahora comparto una buena amistad. Se que para muchos «Lágrimas de luz» es su obra más importante. Más de una vez la he tenido en mis manos con la intención de comprarla, pero recuerdo con tanta añoranza aquellos libros de Orbis, despiertan en mí sentimientos tan cálidos, anhelo tanto tener el libro de un amigo que pasó por las estanterías de mi hermano, que, al final, siempre he optado por devolver la edición de Gigamesh a la estantería e insistir a mi hermano para que me la traiga. Por desgracia mi hermano mucha mucha memoria no tiene y yo, consciente de que en cualquier momento puedo ir a su casa y cogerlo, tampoco he insistido demasiado.
Ayer, cuando vi la nueva edición de bolsillo de «Lágrimas de luz», opté por no concederle más tregua a la nostalgia y desembolsar los ocho euracos que vale el libro. Todavía no he renunciado a conseguir la edición de mi hermano, porque esa novela, para un escritor que ha dejado de ser niño, representa lazos con la infancia, olores de viejas librerías repletas de obras con las páginas ennegrecidas y los cantos repelados. Representa una parte de mi niñez en donde todavía no era lo que soy, pero «Lágrimas de luz» ya estaba allí, esperándome, como una premonición que adelantaba que amaría aquel género y que tendría un buen amigo al que considero un maestro.
Libros grandes son aquellos que llevan a su espalda historias personales, recuerdos imborrables, miradas al pasado cargadas de añoranza. «Lágrimas de luz» es historia viva de la ciencia ficción española, pero lo que lo hace aún más grande es que su autor habrá escuchado muchas historias como la mía, eso es lo que convierte la opera prima de Rafa en un libro inmortal.
LEGIÓN
de Salvador Sanz
EDITORIAL IVREA
de Salvador Sanz
EDITORIAL IVREA
Llueve sangre sobre la ciudad de Buenos Aires. El cielo se abre para vomitar demonios. Son la Legión; son la muerte y la destrucción; arquitectos infernales que construyen una desmesurada torre hecha restos humanos sobre el horizonte urbano. ¿Por qué han venido? ¿Qué quieren? Nadie lo sabe. Sólo Felix, el guitarrista de una banda de barrio, tiene la clave para averiguarlo.
Comic gore con un componente estilístico y gráfico que te sin respiración. Recomendable 100%.
2 comentarios:
Espero que junto con el libro de Rafa hayas adquirido tambien una lupa. La vas a necesitar
Esa fue la broma que corrió de boca en boca cuando sacamos el libro del precinto. Alejo tendría que haber incorporado una lupa en el libro :))
Desde la edición de bolsillo de Jonathan Strange no había visto nada igual.
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