Ha ocurrido más pronto de lo que yo esperaba. El otro día, regresando de Huesca, recibí la llamada de Rocío, la chica que me suple en el taller permanente de Moncofa: David, que Vicent ha ganado un concurso de terror de Halloween. Os puedo asegurar que fue como si me hubieran dicho en ese mismo momento que publicaban mi último libro. Fue una sensación de bienestar grandísima. Bienestar porque uno de mis chicos conseguía su primer premio. Bienestar porque Vicent es una mente delirante a la que es imposible poner freno… ¡¡y eso que no tiene ni once años!! Bienestar porque el taller ha generado frutos mucho antes de lo que era de esperar.
Vicent me demostró el primer día que tenía dotes, o al menos podía presumir de algo que otros chicos de su edad no tienen: imaginación. Es charlatán, rollero e interactivo, hay veces que pone nerviosas a las más mayores que tratan de encerrarse en la introspección a la hora de escribir y fundirse con la historia. Vicent no. Vicent te atropella con sus ideas, las elucubra muy deprisa y te sacude con ellas. Es un portento de imaginación. Y no sólo eso, sino que posee un acervo cultural superior al de un chico de su edad y lo aplica a la hora de escribir, lo cual deja aún más impresionados a sus tutores. Palabras como hipogrifo o licántropo provocaron que pusiera mi atención en él el año pasado. Se llevó el Premio Isaac Asimov al mejor relato de ciencia ficción en el concurso municipal de Moncofa. Recuerdo que en las jornadas de Valdeavellano me llevé los cuentos para leerlos durante la noche y Marc R. Soto observó la portada que hizo para su cuento y me comentó que tenía un buen puñado de detalles ciferos que aludían a películas espace opera o a videojuegos retros de los tiempos del Spectrum y el MSX. No me preguntéis como un chaval de 11 años posee esa información, pero lo cierto es que la tiene y la usa en sus relatos. Es asombroso.
Este fin de semana toca celebración en el taller. Vicent ha sido el primero de mis pequeños escritores en hacerse con un premio literario a nivel nacional. Personalmente creo que tiene muchas cualidades que lo distinguen de los demás. Si sigue adelante en esta singladura literaria, será un autor friki, de esos a los que les gusta escribir ciencia ficción o fantasía por vocación y no pueden separarse del género. Me motiva tener un chaval así en mi taller porque es como ver a esos buenos amigos que tengo desperdigados por toda la geografía nacional y que siguen sus convicciones a rajatabla, por encima de comercialidades y ventas. Pero como he dicho antes, Vicent es diferente a los demás, tiene un marcado instinto de la maravilla que hay que enfocar hacia el papel y ayudarle, de alguna manera, a que no lo despilfarre por la boca antes de plasmarlo. Aún así, no creo que Vicent sea mejor o peor que los otros, es diferente. Es un hijo de la ciencia ficción, uno de esos visionarios que conviven con naves especiales y expediciones científicas que acaban atrapados en conspiraciones demoníacas. No obstante, el taller permanente de Moncofa tiene otros valores en alza que igualan a Vicent en imaginación y destreza. Creo que podremos llevarnos algún otro premio nacional más. Estoy seguro de ello. De momento, hemos alcanzado la gloria. Lo hemos conseguido, tenemos un triunfito entre nosotros y eso es digno de alabanza.
La literatura te da mucho: desengaños, frustraciones, dolor, pero también… ilusión, esperanza y tesón. La literatura inculca valores que difícilmente vas a encontrar en otros aspectos de la vida. Y lo mejor es que la puedes gozar en grupo. El sábado que viene tenemos fiesta en el taller: Vicent ya es uno de los grandes. Viva Vicent.
Vicent me demostró el primer día que tenía dotes, o al menos podía presumir de algo que otros chicos de su edad no tienen: imaginación. Es charlatán, rollero e interactivo, hay veces que pone nerviosas a las más mayores que tratan de encerrarse en la introspección a la hora de escribir y fundirse con la historia. Vicent no. Vicent te atropella con sus ideas, las elucubra muy deprisa y te sacude con ellas. Es un portento de imaginación. Y no sólo eso, sino que posee un acervo cultural superior al de un chico de su edad y lo aplica a la hora de escribir, lo cual deja aún más impresionados a sus tutores. Palabras como hipogrifo o licántropo provocaron que pusiera mi atención en él el año pasado. Se llevó el Premio Isaac Asimov al mejor relato de ciencia ficción en el concurso municipal de Moncofa. Recuerdo que en las jornadas de Valdeavellano me llevé los cuentos para leerlos durante la noche y Marc R. Soto observó la portada que hizo para su cuento y me comentó que tenía un buen puñado de detalles ciferos que aludían a películas espace opera o a videojuegos retros de los tiempos del Spectrum y el MSX. No me preguntéis como un chaval de 11 años posee esa información, pero lo cierto es que la tiene y la usa en sus relatos. Es asombroso.
Este fin de semana toca celebración en el taller. Vicent ha sido el primero de mis pequeños escritores en hacerse con un premio literario a nivel nacional. Personalmente creo que tiene muchas cualidades que lo distinguen de los demás. Si sigue adelante en esta singladura literaria, será un autor friki, de esos a los que les gusta escribir ciencia ficción o fantasía por vocación y no pueden separarse del género. Me motiva tener un chaval así en mi taller porque es como ver a esos buenos amigos que tengo desperdigados por toda la geografía nacional y que siguen sus convicciones a rajatabla, por encima de comercialidades y ventas. Pero como he dicho antes, Vicent es diferente a los demás, tiene un marcado instinto de la maravilla que hay que enfocar hacia el papel y ayudarle, de alguna manera, a que no lo despilfarre por la boca antes de plasmarlo. Aún así, no creo que Vicent sea mejor o peor que los otros, es diferente. Es un hijo de la ciencia ficción, uno de esos visionarios que conviven con naves especiales y expediciones científicas que acaban atrapados en conspiraciones demoníacas. No obstante, el taller permanente de Moncofa tiene otros valores en alza que igualan a Vicent en imaginación y destreza. Creo que podremos llevarnos algún otro premio nacional más. Estoy seguro de ello. De momento, hemos alcanzado la gloria. Lo hemos conseguido, tenemos un triunfito entre nosotros y eso es digno de alabanza.
La literatura te da mucho: desengaños, frustraciones, dolor, pero también… ilusión, esperanza y tesón. La literatura inculca valores que difícilmente vas a encontrar en otros aspectos de la vida. Y lo mejor es que la puedes gozar en grupo. El sábado que viene tenemos fiesta en el taller: Vicent ya es uno de los grandes. Viva Vicent.
10 comentarios:
Enhorabuena
De tal palo, tal astilla.
Felicidades.
Felicidades al pequeño autor y a su orgulloso mentor.
Tiene que ser un orgullo :D
Puedo decir que estoy muy muy orgulloso de él y él es el que tiene todo el mérito. Es un crack.
¡Qué día! ¡Para enmarcar! ;-)
Que puedo añadir a lo ya dicho. Felicita al chaval y apúntate un tanto como forjador.
Espero que pronto el alumno supere al maestro.
Los que vienen detrás, vienen con mucha fuerza, así que no vale la pena interponerse, que van a toda pastilla.
Enhorabuena David, tu esfuerzo como guía empieza a dar sus frutos.
Gracias, amiguete. Muchas gracias.
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