Suenan cantares de guerra en el horizonte, quizás más cercanos de lo que yo mismo podría esperar. Jorge, de Equipo Sirius, creó una mala bestia llamada Tobías Grumm y mañana, o pasado, o puede que dentro de tres o cuatro días, mi particular Richard Bachman se revolverá contra David Mateo y le arrojará el guante a la cara. Siento que va a ser un conflicto fraticida, entre hermanos, igual que una guerra civil, pero creo que llegados a este punto es inevitable. Hace poco un editor en Barcelona me preguntó: ¿para esta novela Tobías o David? Yo, que suelo nadar y guardar la ropa, respondí que lo que él quisiera, aunque en mi cabeza rondaba Tobías como una fiera agazapada dispuesta a dar un zarpazo en caso de verse obligada a permanecer en el ostracismo. Creo que en ese libro triunfará Tobías, porque es un libro más de Tobías que de David Mateo.
Ahora ha salido una nueva posibilidad y creo que es David Mateo el que debe poner el nombre, pero Tobías no se conforma, quiere más y más el muy cabrón. Aun así, me da la sensación de que esta vez David Mateo no cederá su testigo (ya lo ha cedido una vez y no volverá a hacerlo), ¿y a qué nos aboca esa circunstancia? ¡A la guerra entre hermanos! ¡A la guerra en mi yo interior! Un subconsciente separado en dos: Tobías Grumm y David Mateo; un cambio de disfraz según qué circunstancias y según qué lugares. Un rostro para un libro, otro rostro para otro libro. Una sonrisa para un tipo de público, otra sonrisa para otro público. Porque Tobías y David son celosos, quieren a su gente y no están dispuestos a compartirla, aunque esa gente sí desee ser compartida. Es el ego del autor elevado a la máxima potencia; dos cerebros en ebullición que planean clavar su particular banderita en la terreta del otro y proclamar a los siete vientos que han conquistado el cerebro del Escritor Padre.
Y si se diera la circunstancia de que las dos novelas salieran al mismo tiempo (¡¡Dios quiera que no!!), yo triste bloguero que nace al alba y se quita el mono de trabajo con el primer rayo de sol, me vería sometido a la tiranía de la dupla de césares que ostenta el liderazgo sobre estos dominios y me trata cual vasallo anclado a un puñado de teclas. Ya oigo sus órdenes: ¡¡Como se te ocurra hacer un artículo del libro de David con cuatro palabras más que el mío, te remojaré los testículos en agua hirviendo!! ¡¡Como hables de la novela de Tobías y utilices dos frases más que en mi discurso, te clavaré la lengua a un árbol y te colgaré a más de veinte metros de altura!! Serán cabrones, ni que me pagaran una fortuna por rellenar cada día este blog. Pero así son los autores, putos caciques a los que no puedes ni mirarles a la ca… sí, sí, sí, ya vale… ya vale… sigo escribiendo.
Pues eso, que en el aire rezuman vientos de guerra, que se escuchan los alaridos allá, de fondo, dos poderosos guerreros que atrincherados en armadura de acero y mandoble en ristre, se miran a los ojos a través del yelmo, dan vueltas alrededor uno del otro, se miden a sí mismos y la distancia que les separa. Casi puede captarse la tensión que, desde ayer, se respira en el aire. Basta un simple jadeo, un simple estornudo, para que uno se lance contra el otro y comiencen a aporrearse como dos locos. Es la vida. Tobías nació como un feto concupiscente y ahora, en su adolescencia pletórica, no va a desaparecer de la noche a la mañana. Y David lleva muchos años en esta cabeza y, desde luego, no va a permitir que un recién llegado se apodere de los restos.
¡Si ha de ser, que sea, pero que gane el mejor y que Dios reparta suerte!
Ahora ha salido una nueva posibilidad y creo que es David Mateo el que debe poner el nombre, pero Tobías no se conforma, quiere más y más el muy cabrón. Aun así, me da la sensación de que esta vez David Mateo no cederá su testigo (ya lo ha cedido una vez y no volverá a hacerlo), ¿y a qué nos aboca esa circunstancia? ¡A la guerra entre hermanos! ¡A la guerra en mi yo interior! Un subconsciente separado en dos: Tobías Grumm y David Mateo; un cambio de disfraz según qué circunstancias y según qué lugares. Un rostro para un libro, otro rostro para otro libro. Una sonrisa para un tipo de público, otra sonrisa para otro público. Porque Tobías y David son celosos, quieren a su gente y no están dispuestos a compartirla, aunque esa gente sí desee ser compartida. Es el ego del autor elevado a la máxima potencia; dos cerebros en ebullición que planean clavar su particular banderita en la terreta del otro y proclamar a los siete vientos que han conquistado el cerebro del Escritor Padre.
Y si se diera la circunstancia de que las dos novelas salieran al mismo tiempo (¡¡Dios quiera que no!!), yo triste bloguero que nace al alba y se quita el mono de trabajo con el primer rayo de sol, me vería sometido a la tiranía de la dupla de césares que ostenta el liderazgo sobre estos dominios y me trata cual vasallo anclado a un puñado de teclas. Ya oigo sus órdenes: ¡¡Como se te ocurra hacer un artículo del libro de David con cuatro palabras más que el mío, te remojaré los testículos en agua hirviendo!! ¡¡Como hables de la novela de Tobías y utilices dos frases más que en mi discurso, te clavaré la lengua a un árbol y te colgaré a más de veinte metros de altura!! Serán cabrones, ni que me pagaran una fortuna por rellenar cada día este blog. Pero así son los autores, putos caciques a los que no puedes ni mirarles a la ca… sí, sí, sí, ya vale… ya vale… sigo escribiendo.
Pues eso, que en el aire rezuman vientos de guerra, que se escuchan los alaridos allá, de fondo, dos poderosos guerreros que atrincherados en armadura de acero y mandoble en ristre, se miran a los ojos a través del yelmo, dan vueltas alrededor uno del otro, se miden a sí mismos y la distancia que les separa. Casi puede captarse la tensión que, desde ayer, se respira en el aire. Basta un simple jadeo, un simple estornudo, para que uno se lance contra el otro y comiencen a aporrearse como dos locos. Es la vida. Tobías nació como un feto concupiscente y ahora, en su adolescencia pletórica, no va a desaparecer de la noche a la mañana. Y David lleva muchos años en esta cabeza y, desde luego, no va a permitir que un recién llegado se apodere de los restos.
¡Si ha de ser, que sea, pero que gane el mejor y que Dios reparta suerte!
7 comentarios:
Curiosa diatriba, ¿quién de los dos va ganando?
Je, je.
Un saludo.
De momento Grumm, pero el año que viene Mateo podría dar un puñetazo en la mesa definitivo.
Tesis, antitesis, síntesis...
Esssste.... como psiquiatra de la escuela de Bahía Blanca... Essste, persibo un conflicto yoico inter vos de marcado vector esquizoide...
Como terapetisación inemdiata, essste, compete a vos la sublimación del yo emergente con el emergido en una nueva personalidad:
TOBIAS MATEO.
Desde Bahía Blanca fraternales saludos de
Rodolfo Venancio Baxter de Pablos
Psiquiatra colegiado (Univ. de Andorra La Vella)
Joer, eso podría llegar a ser aún más traumático :))
Yo creo que ya tienes edad para llamarte David Mateo. Suela muy bien, es musical, y es nuestro. Sabes que siempre me ha agradado citarte como David, David Mateo.
Un abrazo
No creo que Tobías Grumm muera, porque en todo este tiempo le he cogido mucho cariño, pero hay un proyecto muy importante fraguado en estas últimas horas que, si sale en los meses venideros, aparecería con la firma de David Mateo.
Curiosa y divertida situación. Yo creo qeue puedes vivir con los dos sin ningún problema. Un libro para uno, un libro para el otro y así sucesivamente.
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