Tengo un vecino un tanto especial. Hasta hace un año Fede vivía con su milenaria madre, pero la pobre mujer, aquejada de Dios sabe qué, murió dejando a mi vecino la casa en herencia. Fede ya es un tío cincuentón, de esos que llevan una vida muy muy sedentaria, a pesar de que recibe una paguita por una invalidez ignota —al menos para mí— que le impide trabajar, aunque a menudo sale al balcón en gallumbos, se despereza y proclama a los cuatro vientos: estoy hecho un toro. Hasta hace poco lo escuchaba hablar por el móvil —creánme, es imposible no hacerlo por mucho que te esfuerces, porque también padece el mal del vozarrón crónico— diciéndole a alguien que ya tenía la vida solucionada porque su abogado estaba a punto de conseguirle la invalidez total y que a partir de ahora solo tendría que hacerse su comidita, lavar sus platos y pocas cosas más porque se iba a dedicar a la ley del mínimo esfuerzo.
A menudo habla desde el balcón con la gente que pasa por la calle, como no trabaja se dedica a hacer vida social con todos los del barrio, y como delante de mi finca hay un banco en donde se sientan los ganapanes, suelo asistir de refilón a las tertulias que se monta con el transeúnte de turno. Hace poco me enteré de que no tenía novia. La verdad es que el hombre tiene cierto ingenio, pues dejó claro que su esposa podía estar en Sevilla, en China, en Argentina o en Moscú. No puedo negar que el chascarrillo puso una sonrisa en mis labios y sentí cierta empatía por mi sagaz vecino. El caso es que al segundo siguiente, Fede apostilló: digo eso porque no tengo mujer y lo mismo mi media naranja está en Argentina, en México o en Estados Unidos. Ahí Fede perdió muchos puntos, supongo que nadie le ha comentado que si explicas un chiste, éste pierde toda la gracia. Aunque también supongo que su interlocutor, a menudo borrachuzos y mamporreros de poca monta, tampoco pilló a la primera el chiste y se hizo necesaria la explicación.
El caso es que Fede usa unas lógicas que, quizás para el resto de los mortales sean aplastantes, pero en ocasiones a mí me superan. Hace unas cuantas noches, andaba él con su hermano o con algún amigo en casa y, de repente, sonó el estallido de dos motos en la calle. Inmediatamente, Fede se asoma al balcón y suelta un HOSTIAS de esos que hacen crepitar el mundo.
—¿Qué pasa, Fede? —le pregunta su hermano.
—Coño has visto esas dos motos.
—Joder, Fede, que estaba a tu lado. ¿Cómo no las voy a escuchar?
—Eran dos motos igualitas —dijo emocionadísimo—, de esas Hondas CBR que van a toda pastilla.
De ese modo averigüé que mi vecino algo entendía de motos.
—Y los dos tíos que la montaban —prosiguió— iban con la misma chupa, el mismo casco y las mismas botas. Joder, tío, llevaban las motos iguales y la misma ropa. Esos dos van de caza, seguro. Van a pillar fijo. Tendrías que haberlos visto, vaya motazas que se gastan y los dos iguales, iguales. Pillan fijo.
Los siguientes veinte minutos Fede estuvo diciendo estas mismas palabras en el balcón, lleno de estupor, pero variándoles el orden y alternándolas una y otra vez.
Con esa lógica aplastante de mi vecino Fede, todos aquellos que tienen dos motos iguales y visten la misma ropa, siempre van de caza y pillan fijo. Es una lógica curiosa. Me pregunto por qué Fede no alquila un día un par de motos y él y su hermano, o alguno de los ganapanes que conoce del barrio, se visten con la misma ropa y se van de bares. Pillaría fijo. Y Lo mismo no tiene que viajar a México ni a Argentina para dar con su media naranja.
A menudo habla desde el balcón con la gente que pasa por la calle, como no trabaja se dedica a hacer vida social con todos los del barrio, y como delante de mi finca hay un banco en donde se sientan los ganapanes, suelo asistir de refilón a las tertulias que se monta con el transeúnte de turno. Hace poco me enteré de que no tenía novia. La verdad es que el hombre tiene cierto ingenio, pues dejó claro que su esposa podía estar en Sevilla, en China, en Argentina o en Moscú. No puedo negar que el chascarrillo puso una sonrisa en mis labios y sentí cierta empatía por mi sagaz vecino. El caso es que al segundo siguiente, Fede apostilló: digo eso porque no tengo mujer y lo mismo mi media naranja está en Argentina, en México o en Estados Unidos. Ahí Fede perdió muchos puntos, supongo que nadie le ha comentado que si explicas un chiste, éste pierde toda la gracia. Aunque también supongo que su interlocutor, a menudo borrachuzos y mamporreros de poca monta, tampoco pilló a la primera el chiste y se hizo necesaria la explicación.
El caso es que Fede usa unas lógicas que, quizás para el resto de los mortales sean aplastantes, pero en ocasiones a mí me superan. Hace unas cuantas noches, andaba él con su hermano o con algún amigo en casa y, de repente, sonó el estallido de dos motos en la calle. Inmediatamente, Fede se asoma al balcón y suelta un HOSTIAS de esos que hacen crepitar el mundo.
—¿Qué pasa, Fede? —le pregunta su hermano.
—Coño has visto esas dos motos.
—Joder, Fede, que estaba a tu lado. ¿Cómo no las voy a escuchar?
—Eran dos motos igualitas —dijo emocionadísimo—, de esas Hondas CBR que van a toda pastilla.
De ese modo averigüé que mi vecino algo entendía de motos.
—Y los dos tíos que la montaban —prosiguió— iban con la misma chupa, el mismo casco y las mismas botas. Joder, tío, llevaban las motos iguales y la misma ropa. Esos dos van de caza, seguro. Van a pillar fijo. Tendrías que haberlos visto, vaya motazas que se gastan y los dos iguales, iguales. Pillan fijo.
Los siguientes veinte minutos Fede estuvo diciendo estas mismas palabras en el balcón, lleno de estupor, pero variándoles el orden y alternándolas una y otra vez.
Con esa lógica aplastante de mi vecino Fede, todos aquellos que tienen dos motos iguales y visten la misma ropa, siempre van de caza y pillan fijo. Es una lógica curiosa. Me pregunto por qué Fede no alquila un día un par de motos y él y su hermano, o alguno de los ganapanes que conoce del barrio, se visten con la misma ropa y se van de bares. Pillaría fijo. Y Lo mismo no tiene que viajar a México ni a Argentina para dar con su media naranja.
6 comentarios:
Un coleguita y aquí el presente tenían, antaño, la misma Derbi, la chupilla de cuero y los pantalones de pitillo... pero pillar, lo que se dice pillar... Ese vecino tuyo es un cronista de las realidades sociales. Le falta pulir un poco su teoría y ya puede ser periodista.
A veces parece que vives en Irak, macho. Entre policías, el barrio chungo de al lado, y ahora tu vecino... Se nota que escribes en un santuario de paz y armonía.
Ya quisiera Irak tener la vidilla que hay en la Malva :p
Dile a Fede que no se fíe de las apariencias.
Trabajé en Telepizza. Motos iguales, mismo mono... Lo más que pillé fue un bonito revolcón asfáltico con peperoni y mozarella.
Que crack eres!!!
Tú dirás lo que quieras, pero son este tipo de personajes frikillos que todos conocemos (en menor o menor medida) los que dan sal a la vida. A fin de cuentas, será un destarifado, pero has escrito un artículo sobre él.
A mi los "Fedes" del mundo me recuerdan a los Chris Peterson de "Get a life" y a los Ignatius J. Reilly de "La Conjura de los necios". La creatividad humana sería más pobre sin ellos.
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