Antes de meterme con las peripecias de los Winchester, voy a hablar un poquito de la última peli de Quentin Tarantino, aunque muy poquito porque todo lo que quiero decir de ella ya se ha dicho y no deseo repetirme demasiado. Los últimos cinco minutos de la película: soberbios, brillantes y maravillosos. Tarantino nos muestra sin complejos y a lo grande lo que muchos hemos deseado ver en una pantalla de cine pero nadie se ha atrevido a hacer. Mientras contemplaba esos últimos cinco minutos, a parte de acabar descojonado hasta el llanto, no podía quitarme de la cabeza un capítulo de los Simpsons en el que Homer guía a Mel Gibson hasta sus raíces y le sermonea sobre la necesidad de volver a crear un cine violento y sin complejos. Por supuesto, Tarantino no necesita a Homer como voz de la conciencia y en esta película se quita el traje y la corbata y nos deslumbra con una de sus películas más desinhibidas.
Por cierto, creo que ya lo ha dicho medio mundo, pero por favor que alguien le de un puto oscar a Christoph Waltz. Yo la vi en versión original subtitulada y este hombre hace una labor lingüística impresionante, pasa del alemán al francés, al inglés y al italiano como el que respira… y el tío ni se inmuta y tiene un acento prodigioso en todos los casos. ¡Acojonante! El ejemplo que usa al principio de la rata y el sentimiento antisemita de los nazis es brillante. Y la escena en la que se descojona vivo cuando Diane Kruger le dice que se ha roto la pierna escalando y él lleva su zapato en el bolsillo es de una hija putez tan extrema que no puedes hacer otra cosa más que lanzar una carcajada.
Tarantino se ríe de los nazis, de los franceses, de los ingleses y de los yanquis. No hay más que ver el plan minucioso que el general Fenech (por cierto, Mike Myers irreconocible) y Winston Churchill montan para entrar en el cine, y como el tonteras de Brad Pitt se lo pasa todo por la piedra en cuanto la cosa se tuerce, con las consecuencias inevitables. Un diez para Tarantino que nos demuestra una vez más que sigue siendo uno de los directores más lúcidos de nuestro tiempo y que no se le caen los anillos a la hora de quitarse la corbata y rodar una de las pelis más cachondas que hemos visto en los últimos tiempos en el cine.
Y ahora sí vamos con Sobrenatural y con los hermanos Winchester. Esta serie comencé a verla desde el principio, aunque los episodios con cierto tono light de la serie y la falta de una continuidad en la primera temporada hicieron que desconectara y que la dejara para más adelante. Con algunas series pasa que ese ‘más adelante’ nunca llega, pero con Sobrenatural no sucedió así. Sobrenatural tiene un gran acierto y es la química entre los protagonistas y, sobre todo, Jensen Ackles. El chico se come la pantalla cada vez que asoma la geta. Sus poses fanfarronas recuerdan a esos viejos héroes, con muchísimo trasfondo, que ya no aparecen tanto en la pantalla porque la imagen se ha comido al perfil del personaje. Posee una rabia interior y una vena dramática que acaban por convertirlo en el hermano Winchester que más protagonismo alcanza en la serie. Y no es que el pobre Sam, Jared Padalecki, lo haga mal, pero es que Dean se sale.
Por supuesto la química entre los personajes es importante, pero sus peripecias entre duendes, vampiros, espectros, monstruos y, sobre todo, demonios se salen. Para analizar Sobrenatural nada mejor que coger una serie de culto como Expediente X. En la saga de Mulder y Scully había capítulos independientes y luego estaba la conspiración alienígena. En Sobrenatural pasa lo mismo, pero en vez de contra alienígenas, los Winchester se dan de hostias contra demonios. Y creo que la expresión se ‘dan de hostias’ es la más acertada porque nuestros dos hermanitos cazadores compaginan los métodos tradicionales para matar fantasmas con todo tipo de revólveres, rifles y puñales, al más puro estilo del lejano Oeste.
Creo que si me desenganché al principio de Sobrenatural fue, precisamente, por la falta de una trama que enlazara los capítulos. En la primera temporada apenas se entrevé, pero en cuanto arranca la segunda, los episodios van tomando fuerza, la búsqueda de John Winchester, el papá de Sam y Dean, se va volviendo cada vez más dramática y las trágicas circunstancias que rodean a la muerte de la madre de los dos protas acaban señalando a un diablo mayor llamado Azazel que les pone las cosas cada vez más difíciles.
Por supuesto, las aventuras de los Winchester, a bordo de su Chevrolet Impala negro modelo de 1967 por los ambientes rurales y sórdidos de los Estados Unidos son cada vez más oscuras y más gore. Actualmente, en España ya vamos por la cuarta temporada, y se prevé que el arco argumental demoníaco acabe en la quinta, aunque de momento los niveles de adrenalina alcanzan cotas insuperables y cada vez se dejan entrever secretos más inquietantes sobre la verdadera naturaleza de los Winchester.
Sobrenatural es una de esas series imprescindibles que ponen al día todo tipo de mitos, superchería y leyendas urbanas y que cuenta con el aliciente de unos guionistas curtidos en el viejo cine de aventuras, amén de unos actores espectaculares y de unas demonias que más de uno ya las querría para sí.
Por cierto, creo que ya lo ha dicho medio mundo, pero por favor que alguien le de un puto oscar a Christoph Waltz. Yo la vi en versión original subtitulada y este hombre hace una labor lingüística impresionante, pasa del alemán al francés, al inglés y al italiano como el que respira… y el tío ni se inmuta y tiene un acento prodigioso en todos los casos. ¡Acojonante! El ejemplo que usa al principio de la rata y el sentimiento antisemita de los nazis es brillante. Y la escena en la que se descojona vivo cuando Diane Kruger le dice que se ha roto la pierna escalando y él lleva su zapato en el bolsillo es de una hija putez tan extrema que no puedes hacer otra cosa más que lanzar una carcajada.
Tarantino se ríe de los nazis, de los franceses, de los ingleses y de los yanquis. No hay más que ver el plan minucioso que el general Fenech (por cierto, Mike Myers irreconocible) y Winston Churchill montan para entrar en el cine, y como el tonteras de Brad Pitt se lo pasa todo por la piedra en cuanto la cosa se tuerce, con las consecuencias inevitables. Un diez para Tarantino que nos demuestra una vez más que sigue siendo uno de los directores más lúcidos de nuestro tiempo y que no se le caen los anillos a la hora de quitarse la corbata y rodar una de las pelis más cachondas que hemos visto en los últimos tiempos en el cine.
Y ahora sí vamos con Sobrenatural y con los hermanos Winchester. Esta serie comencé a verla desde el principio, aunque los episodios con cierto tono light de la serie y la falta de una continuidad en la primera temporada hicieron que desconectara y que la dejara para más adelante. Con algunas series pasa que ese ‘más adelante’ nunca llega, pero con Sobrenatural no sucedió así. Sobrenatural tiene un gran acierto y es la química entre los protagonistas y, sobre todo, Jensen Ackles. El chico se come la pantalla cada vez que asoma la geta. Sus poses fanfarronas recuerdan a esos viejos héroes, con muchísimo trasfondo, que ya no aparecen tanto en la pantalla porque la imagen se ha comido al perfil del personaje. Posee una rabia interior y una vena dramática que acaban por convertirlo en el hermano Winchester que más protagonismo alcanza en la serie. Y no es que el pobre Sam, Jared Padalecki, lo haga mal, pero es que Dean se sale.
Por supuesto la química entre los personajes es importante, pero sus peripecias entre duendes, vampiros, espectros, monstruos y, sobre todo, demonios se salen. Para analizar Sobrenatural nada mejor que coger una serie de culto como Expediente X. En la saga de Mulder y Scully había capítulos independientes y luego estaba la conspiración alienígena. En Sobrenatural pasa lo mismo, pero en vez de contra alienígenas, los Winchester se dan de hostias contra demonios. Y creo que la expresión se ‘dan de hostias’ es la más acertada porque nuestros dos hermanitos cazadores compaginan los métodos tradicionales para matar fantasmas con todo tipo de revólveres, rifles y puñales, al más puro estilo del lejano Oeste.
Creo que si me desenganché al principio de Sobrenatural fue, precisamente, por la falta de una trama que enlazara los capítulos. En la primera temporada apenas se entrevé, pero en cuanto arranca la segunda, los episodios van tomando fuerza, la búsqueda de John Winchester, el papá de Sam y Dean, se va volviendo cada vez más dramática y las trágicas circunstancias que rodean a la muerte de la madre de los dos protas acaban señalando a un diablo mayor llamado Azazel que les pone las cosas cada vez más difíciles.
Por supuesto, las aventuras de los Winchester, a bordo de su Chevrolet Impala negro modelo de 1967 por los ambientes rurales y sórdidos de los Estados Unidos son cada vez más oscuras y más gore. Actualmente, en España ya vamos por la cuarta temporada, y se prevé que el arco argumental demoníaco acabe en la quinta, aunque de momento los niveles de adrenalina alcanzan cotas insuperables y cada vez se dejan entrever secretos más inquietantes sobre la verdadera naturaleza de los Winchester.
Sobrenatural es una de esas series imprescindibles que ponen al día todo tipo de mitos, superchería y leyendas urbanas y que cuenta con el aliciente de unos guionistas curtidos en el viejo cine de aventuras, amén de unos actores espectaculares y de unas demonias que más de uno ya las querría para sí.
¡¡Y de regalo un capítulo de los Herculoides!!
4 comentarios:
Cada peli nueva de Tarantino sigue siendo un acontecimiento. Además, tanto que le han criticado por su falta de ortodoxia y me parece que es el único director actual que dirige mirando a los clásicos. Christoph Waltz el mejor personaje que le ha salido desde el Señor Lobo. Eso sí que es un malo.
Estoy contigo, cada vez que Hans Landa aparece en la pantalla no haces más que pensar: haber que cabronada se le ocurrirá ahora. Y, claro, al final, cuando estalla todo el pastel del teatro y ves de la forma que actúa para conseguir lo que consigue, no queda más remedio que admitir que Tarantino es un genio construyendo personajes. Ya lo hizo con el Sr. Lobo y ahora lo ha hecho con Hans Landa.
La grandeza del cine de Tarantino es que construye situaciones cotidianas con continuas referencias clásicas, miradas retrospectivas y esos diálogos ingeniosos que no paran de dar vueltas sobre sí mismos (SPOILER La forma en que el oficial nazi de la SS averigua la nacionalidad del inglés en la posada francesa es genial)... es un grandísimo prestidigitador del cine.
Pollo pollo
La imagen que da del führer es genial. Un contrapunto desmelenado al führer comedido y tremendamente realista de la película alemana el hundimiento.
Estoy contigo respecto a 'Sobrenatural'. Me encanta. Es difícil que yo me enganche a una serie, pero esta es estupenda. Hay temporadas mejores que otras, pero todas me han fascinado, es puro entretenimiento con un repaso a todo el universo del horror. Creo que una vez que la acabe, como hice con 'Los Soprano', volveré a repasarla...
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