martes, abril 14

El robot pixiedixie

¿Recuerdan el robot enano que deambulaba por los pasillos de la Estrella de la Muerte y que huía ante el rugido de Chewaka? Pues parece que en breve podremos verlo deambular por los rincones del Palacio de la Moncloa.

Se llama Gordon y antes era una rata. Se trata del primer robot que tiene un «cerebro vivo». Lo hemos localizado en el Reino Unido y se le han implantado 300.000 neuronas de rata.

El futuro no es la carne, sino lo sintético, lo inorgánico, el metal y los cables. Algo parecido a lo que nos mostraba aquella película de Jamie Lee Curtis y Donald Sutherland en la que una especie de pseudovirus entraba en un enorme barco y convertía a la tripulación en cachitos de carne y trozos de metal.

Es el primer robot con cerebro biológico. Un androide que se mueve, esquiva obstáculos y todo lo hace gracias a estímulos neuronales. Ben Whalley, de la universidad de Reading explica que «el robot está equipado con sensores como un sónar que podríamos decir que equivale a nuestros oídos. La información que recoge, como la distancia de una pared a la otra, la podemos transformar en estímulos que se distribuyen entre las neuronas.»

Lo que no nos ha explicado el doctor Whalley es si el ciborg Pixiedixie siente especial predilección por amagarse en pequeños agujeros de la pared, si en las últimas semanas ha experimentado un claro descenso en el queso almacenado en su nevera o si los ciborgs-gatos rondan con asiduidad el alféizar de su ventana.

Así se le extraen las neuronas al ratón.

¿Y si el ciborg-Pixiedixie prospera: qué nos espera el día de mañana? ¿Qué pasará cuando comencemos a descargar nuestros cerebros en un microprocesador que se implantará en el disco duro de un robot? ¿Tendremos que vivir eternamente en la piel de los minúsculos robots ratas de la Guerra de las Galaxia o podremos habitar en enormes Godzillas que sacudirán los cimientos de las ciudades? ¿También traspasaremos los cerebros de los asesinos en serie al disco duro de un robot rata?

Su cerebro es un disco con sesenta electrodos y sus impulsos llegan a través de bluetooth. Pero lo curioso de todo esto es que a Gordon se le han implantado 300.000 neuronas de rata, algo que se puede hacer con otros animales. Como Whalley dice «Si alguien a quien queremos va a morir, podriamos extraer parte de sus células cerebrales. Cultivándolas vivirían en un robot».

La vida eterna parece que hoy está un poquito más cerca. En el futuro todos seremos robots. Viviremos en una sociedad robótica en la que lo orgánico acabará arrojándose en enormes fosas comunes y la moda marcará la tendencia a la hora de serigrafiarse la chapa del capó o tunearse la carrocería que luciremos en invierno.


Pero hay algo que debemos recordar siempre: todo esto forma parte de un plan. Un plan magistralmente dirigido por la Mente Maestra. Y cuando todos tengamos el corazón de metal y nuestros impulsos nerviosos circulen por cables en vez de neuronas, habremos perdido la mayor partida contra el destino: la partida por nuestro futuro.

Futuro robot-ovejo. Da grima, ¿eh?


By David Mateo with No comments

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