lunes, febrero 4

Festín de cuervos con SPOILERS

Magistral. Uno no puede definirlo de otra manera. Cada libro de George R.R. Martin es como una sinfonía compleja y poderosa de Beethoven. Líneas argumentales consistentes, personajes construidos con una definición escrupulosa, grandes dosis de mala leche y algo de culebreneo. El cóctel perfecto para construir la saga épica más grandiosa de nuestros días.

Creo que fue mi buen amigo Alfonso Merelo quien, en Memorando, venía a decir que Festín de cuervos es como el primer beso de una nueva pareja. Lo estás esperando mucho tiempo y, cuando llega, supone un orgasmo de gusto que pasa rápidamente. Ahora nos quedan unos cuantos añitos por delante para que lleguen los dragones, pero la sensación que me queda después de hincarle el diente a Festín es que la obra de Martin no va a menos, sino todo lo contrario, aumenta en emoción y en grandiosidad.

Además, el autor de Nueva Jersey demuestra en este tomo que no necesita descuartizar a medio reparto para obtener el interés de sus fieles (si no recuerdo mal, en «Festín de cuervos» hay una o dos muertes muy secundarias). Ni siquiera necesita retomar a los viejos personajes para ganarse la complicidad del lector. En «Festín de cuervos», Martin introduce nuevas vidas integradas en los Siete Reinos de Poniente: como los piratas de las Islas de Hierro o Aleyne la heredera de Dorne, y aun así nos mantiene pegados al libro de principio a fin. La estructura argumental de «Canción de hielo y fuego», llegados a este punto es tan vasta y compleja, que me recuerda a unas «Mil y una noches» muy particulares. Pequeños cuentos que conviven en una historia mayor. Meandros independientes que siguen el cauce de un río enorme, descomunal. Tramas y subtramas que se enredan y se entrecruzan fugazmente. Leyendas que originan mitos. En este volumen asistimos a la culminación de la transformación de Catelyn Stark en Lady Corazón de Piedra, a la iniciación de la pequeña Arya en una experta asesina que recuerda al sorprendente Jaqen, a la mutación aberrante de Gregor Clagne a manos de un extraño maestre que bien podría estar inspirado en un sucedáneo macabro de Dr. Frankenstein.

Pero todas estas líneas son secundarias y «Festín de cuervos» ahonda en las consecuencias derivadas de la guerra entre los Lannister y los Stark. Cuando todo parece indicar que los primeros iban a ser los vencedores de tan cruenta lid (en buena medida gracias a la masacre desatada en la Boda Roja), en «Tormenta de espadas» nos encontramos con que Jaime Lannister ayuda a escapar a su hermano y Tyron, en agradecimiento, le deja un regalito en las letrinas de palacio. Con Lord Twyn muerto, la corona de los Siete Reinos va a parar a la cabeza menos indicada que existe en todo Desembarco del Rey: Cersey Lannister. Por supuesto, esto supone el inicio de una muerte anunciada. Cersey odia a los Tyrell, odia a los Stark, odia al Gnomo, odia a Stannis Baratheon (el único que puede hacer sombra al reinado de su hijo Tommen), odia a los consejeros de su padre, ve confabulaciones donde no las hay —y donde las hay no las ve—, y acaba repudiando a la única persona que está de su lado en todo este lío: su hermano Jaime. Consecuencia: cada capítulo de Cersey Lannister es tronchante. La buena mujer lleva tal melopea en la cabeza que sus decisiones son disparatadas y rebosantes de veneno. Mientras tanto, Jaime se ve atrapado por el remordimiento tras la muerte de su padre. La culpa acompaña al Matarreyes allá donde va. A estas alturas ya sabemos que su fama de «villano sin escrúpulos» es un tanto inmerecida. El Lord Comandante de los Capas Blancas es un alma atormentada que carga con el pecado del incesto y causa la vergüenza entre aquellos que lo rodean (incluida su hermana). Por ello, será el abanderado de las fuerzas destinadas a acabar con el asedio del bastión de Aguasdulces, que tras la Boda Roja se encuentra cercado por las espadas de los Lannister y de los Frey.

Pero en «Festín de cuervos» no sólo se decide el destino del Pez Negro y de su imponente castillo, sino también el de Rocadragón, antigua fortaleza de Stannis. También atisbamos las consecuencias que ha provocado la muerte de Oberyn Martell a manos de la Montaña, y la sed de venganza que salpica a sus sobrinas las Víboras de Dorne. Conoceremos a Doran Martell, un príncipe regente menor que parece entregado a la soberanía de los Lannister pero que tiene sus propios planes respecto a la Corona de los Siete Reinos. Y sobre todo, nos sumergiremos en la vida de su hija Aleyne Martell y seremos cómplices de los planes que conciernen a la pequeña Myrcella, otro de los cachorros de Cersey.

¿Pensáis que «Festín de cuervos» acaba aquí? Ni mucho menos. Samwell Tarly se enfrenta a un largo viaje por mar en compañía de Elí y del anciano Aemón Targayen. Su misión es la de convertirse en maestre y avisar en la Ciudadela de todo lo que está aconteciendo más allá del Muro. Pero su travesía acaba convirtiéndose en un auténtico calvario, y no sólo por las tormentas y los avatares derivados del Mar Angosto, sino por la decisión que su buen amigo John Nieve, ahora convertido en Lord Comandante del Muro, ha tomado antes de partir. Por otro lado, Brianne comienza la búsqueda de Sansa Stark tras su huída de Desembarco del Rey. Junto a ella descubriremos el destino del Perro, una sombra oscura que se entrecruza con la vida de los bandidos de Beric Dondarrion, y que anda sembrando el terror en el Tridente. Sansa y Meñique continúan confabulando en el Nido de Águilas. Los cuatro herederos de las Islas de Hierro se disputan el liderazgo de los clanes piratas tras la muerte de Balon Greyjoy. Y es en esta reyerta donde aparece un nuevo objeto que ahonda en la magia que lentamente se esparce por todo Poniente: un cuerno mágico capaz de someter a los dragones y acabar con la hegemonía de los Siete Reinos.

Pero aún hay más, mucho más. La imaginación de Martin parece no tener límites. Hay tantos frentes abiertos, tantas subtramas declaradas, que uno no puede más que especular hacia dónde se dirige todo esto. Los más fieles a la novela histórica continúan abogando por el conflicto entre los Siete Reinos. Pero detrás de todo el entramado bélico que Martin ha sembrado en Poniente, hay una sombra mágica que, con el advenimiento del invierno, parece estar creciendo a pasos agigantados. Los muertos resucitan, el poder del Desconocido aumenta, la religión que tratan de imponer Stannis y Melisandre posee una marcada tendencia oscura que no puede traer muy buenas consecuencias. Incluso Jaqen parece haberse infiltrado entre las líneas de los maestres para hacer sus propias averiguaciones. Y por si todo esto fuera poco, la mujer más bella del mundo aguarda al otro lado del Mar Angosto, armada con el mayor ejército que se ha visto en las Ciudades Libres y con varios dragones bien atados de la correa. Y ahora parece que hay alguien en los Siete Reinos dispuesto a abrirle las puertas y a servirle el Trono de Hierro en bandeja.

Canción de hielo y fuego continúa… ¡¡que lleguen pronto los dragones!!


By David Mateo with 5 comments

5 comentarios:

Tranquilidad, que no abro todos los días el correo de los cuentos... :-s

Sobre Festín que es de lo que trata la entrada, es mucho más sosegado que TOrmenta, también tiene menos acción, pero en él se labran varias conjuras palatinas que veremos con mayor detalla en A DAnce with Dragons(anunciado en preventa en Amazon, según he leido por ahí). Y se encuentra centrado en Desemabrco del REy y los Lannister, aunque los retazos de Samwell y de Arya resultan antológicos. Una buena lectura que no tiene el nivel de violencia ni de mortandad que su predecesora.

Un saludo.

Es que en Tormenta de espadas se desata la mundial. Eran lógicas tantas muertes. En Festín se habla sobre las consecuencias de tantas muertes.

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