miércoles, diciembre 5

Habitación sin salida o cómo sobrevivir a mi primer snuff movie

Hay películas efectivas o efectistas, y «Habitación sin salida» podría encuadrarse en el segundo grupo. Sin grandes alardes y con muchos defectos, la película de Nimród Antal sabe mantener la tensión durante la hora y media que dura el metraje. ¿De qué va? Una parejita que acaba de perder a su hija (¿se ha puesto de moda en las películas que los papás hayan perdido a uno de sus retoños y por ello estén psicológicamente torturados?) y, tras asistir a un fiestorro en casa de los padres de ella, optan por salirse de la interestatal por el consabido camino de cabras. El marido, muy ecologista él, tira de volante para no chafar un mapache. Consecuencia: varias vueltas en la cuneta y motor a tomar por culo.

Tras las consabidas disputas maritales, la parejita acaba en un motel de mala muerte que está dirigido por un tipo bastante extravagante. Finalmente, incapaces de dar con el dueño de un taller, optan por pasar la noche en una de las habitaciones del motel; pronto se darán cuenta de que ese mismo lugar es el escenario donde se han llevado acabo películas snuff.

¿Y qué pasa a partir de aquí? Nada que no puedan imaginar. No hay giros sorprendentes, no hay sorpresas inesperadas, ni tan siquiera hay un metraje excesivamente largo. La película comienza siendo una loa al voyeaurismo y acaba convirtiéndose en un correcalles en el que no hay un momento de respiro en la lucha por conservar la vida. Los torturadores van de cabrones y son peligrosos (al menos hasta que empieza a jodérsele el plan) y el componente masculino, de repente, acaba sacando esa vena inteligentísima que permite a la pareja salir de las situaciones comprometidas cuando más difíciles se ponen. Aun así, la película mantiene la tensión y no se hace demasiado larga.

No estamos hablando de un peliculón (si eres de los que prefiere gastarse los cinco euros que vale la entrada del cine en un cubata, ni lo intentes…), pero entre toda la morralla de cine de terror que llega a la gran pantalla, al menos «Habitación sin salida» no propone grandes pretensiones y, en definitiva, acaba convirtiéndose en un film en el que prima el agobio y el desasosiego.


By David Mateo with No comments

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