miércoles, diciembre 12

Opá, voy a ser escritor...

Ayer tuve la suerte de conocer a una colega de infortunios. Una de esas enamoradas de la cultura que no encuentra su lugar en el mundo de las letras y tiene que andar dando palos de ciego aquí y allá, tocando distintas barajas para poder mantenerse. Y lo cierto es que hablando con ella, te das cuenta de que se desenvuelve como pez en el agua y, aunque mantiene su cuota de frustración (¡¡cómo no tenerla!!), los logros se obtienen pasito a pasito y con grandes dosis de sacrificio. En definitiva: ofrecer todo lo humanamente posible con tal de subsistir y no acabar reciclado por un sistema que desecha la cultura inteligente y acaba premiando la mente condescendiente y dúctil.

Lo cierto es que orbitar alrededor de cualquier estrato social que se identifique con cultura o arte requiere una ingente cantidad de sacrificio, sobre todo cuando provienes de raíces modestas. Basta con echar un vistazo a muchos de los grandes nombres que están en la palestra:

1) El showman que se baja los pantalones delante de la cámara con tal de hacerse famoso.

2) El publicista que es capaz de montar una campaña mediática, cuenta con las relaciones adecuadas y transmite con eficiencia un rostro ventajista al público para vender su producto.

3) El periodista que echa mano de sus contactos para encontrar una distinción que en cualquier otra faceta laboral no hallaría respuesta (Jose Miguel, no te me enfades que no lo digo por ti).

4) El político que… piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip…

¿Todo esto quiere decir que es imposible acceder a un escalafón cultural sin haber ejercido como rostro público? Sinceramente, no lo creo. No obstante, esa falta de trascendencia mediática debe compensarse con trabajo y mucho esfuerzo. No nos engañemos, la escritura no mantiene a nadie. O eres un animal mediático capaz de convertir tu nombre en una marca o ya puedes buscar actividades paralelas que mantengan tu estatus social. Lanzarse a escribir por el mero hecho de encontrar rápidamente una solución económica es impensable, a pesar de que el mero ejercicio de escribir ya supone un desgaste intelectual digno de cualquier trabajo. Es más, los editores buscan nombres para avalar sus obras que salen al mercado, pero para labrarte ese nombre se es necesario años de tesón, muchos libros y grandes dosis de trabajo. Y ojo, no estamos hablando del trabajo que procede del músculo, sino de la actividad que proviene de la cabeza, que puede causar mayor desgaste que cualquier trabajo físico.

Reconozcámoslo, qué difícil es tras una jornada laboral de cuarenta horas semanales ponerse delante del procesador de textos y comenzar a escribir. El ejercicio de la escritura requiere una mente lúcida y despejada. Es en sí mismo, un trabajo paralelo a la vida cotidiana que muy pocos pueden llevar a cabo. Y si el mercado literario exige mínimo un libro al año, el esfuerzo para alcanzar un puesto entre los mecenas de las letras puede derivar en una lucha intempestiva contra los elementos que, perfectamente, puede acabar en divorcio.

Teniendo en cuenta todo esto, hace falta grandes dosis de valentía para lanzarse al mundo cultural y querer agarrar al toro por los cuernos. Debes tener la cabeza bien amueblada, saber que vas a tener que lidiar con las vacas flacas y, sobre todo, tener la capacidad de levantar un pequeño emporio, paralelo a la escritura, que te permita ganarte las papas mientras quemas neuronas delante del ordenador. A mi colega escritora le va bien, a mí comienza a irme bien. El mundo de las letras no es un túnel sin salida, pero sí que es un túnel profundo del que es muy complicado salir. Eso sí, si lo logras y puedes meter cabeza, sin duda es uno de los mundos más apasionantes, maravillosos e ilusionantes de los que puedan existir a tu alrededor.

By David Mateo with 6 comments

6 comentarios:

Y sobre todo, añadido a lo que dices, que si los editores pagaran a los autores en proporción al tiempo y al esfuerzo que han invertido en sus novelas, pues otro gallo nos cantaría...

Pero esto no da para más, así está el mercado.

En realidad el editor paga un tanto por cien que va en proporción a la tirada y que suele variar muy poco. Hay que negociar siempre tirada, nunca tanto por ciento.
Ahora, que si como tú bien dices el mercado no da para más... pues es lo que hay. Aunque tampoco creo que debamos ser alarmistas. Hay sitio para nuevos autores, aunque hay que currárselo mucho.

Lo que parece claro es que pasar de cara mediatica a escritor es mucho mas facil que pasar de escritor a cara mediatica. Algunos casos son infames (Ana Rosa Quintana, la 'plagiata') y otros son de justicia(Perez-Reverte). En cuanto al rollo periodistico, pues lo que dices es verdad: Desde las altas esferas hasta el periodico local de Cullera, el mamoneo se reproduce de la misma manera. En fin, cada uno tira de lo que tiene para hacerse hueco.
Y que razon tienes cuando dices que escribir, aun cuando sientes que la cosa avanza, tiene una inevitable cota de frustracion. Pero mola!

Y si extrapolamos esa visión tuya del apadrinaje periodístico a la literatura valenciana... apaga y vámonos.

Buenas de nuevo. Con mi intervención no pretendía ser pesimista, si no, como bien dices en la entrada, constatar que no es posible vivir de lo que se escribe a no ser que te llames César Vidal (por ejemplo).

Un saludo.

No, si razón no te falta, Alex. Es lo que hay.

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