Que se metan con los yanquis y a los autores españoles nos dejen tranquilos, que nosotros escribiendo un solo libro imprimimos el doble o el triple de carácter que cualquier autorzucho de más allá de la frontera. Pero claro, metes el sustantivo dragón en el título de un libro y ya somos autores de dragonadas. En Nicho de reyes no aparece un mísero dragón y más de uno va hablando de “típica dragonada”. Coñe, al menos léete el libro y, luego, si quieres, me pones a parir, pero no taches el libro de lo que no es porque ni tan siquiera te lo has leído. Es que suena ridículo.
Pero así actúa muchísima gente en este país. Reclama calidad (y hace la vista gorda cuando habla de la novela del amiguito de turno o sobre los libros que edita su colega), habla del mainstream como si fuera la panacea literaria (cuando el ochenta por cien de las novelas que se publican en canales comerciales son novelas basurilla o las memorias de la cupletista de turno escritas por el periodista de moda del momento) y no se lo piensa dos veces a la hora de partirse la caja del vecino en ciertas esferas para dedicarle una crítica entera en la revista literaria del momento. Prefiero mil veces el corporativismo entre autores que el compadreo interesado con la crítica. Al menos el corporativismo protege, el compadreo es una arma de doble filo.
En resumidas cuentas, que todos tenemos muertos en el armario, e ir de pontífices (o de guays) por la vida no mola nada.
2 comentarios:
Es muy fácil generalizar en estos temas, en Chile sucede exactamente lo mismo. A mí me han tildado de escritor de space opera sin haber leído mis relatos o novelas, las cuales tienen (o trato de que tengan) diversas temáticas. Pero no, hay gente obtusa que por ser de cierto género inmediatamente lo asocian con lo más difundido y comercial del mismo, una suerte de configuración por defecto.
Con unos colegas hablábamos la semana pasada y quizás escribamos dragonadas por el gusto de llevarles la contraria a los demás, pues, en última instancia, es un género que en mi país sencillamente no existe.
Adelante, Tobías, que la literatura fantástica es mucho más rica de lo que muchos todavía suponen.
Lo que más gracia me hace de todo esto es que el perfil medio de la persona que pone a parir las dragonadas es el típico tío de 25 a 40 tacos. Coñe, yo cuando era un crío me lo pasaba pipa leyendo las Dragonlance, pero a día de hoy ni se me ocurriría leer un libro de ese tipo. Y no por ello voy a poner a parir las franquicias. Al fin y al cabo, en mi adolescencia acudí a ellas para cimentar mis gustos hacia la literatura fantástica.
Amigo Teobaldo, muchos ánimos con esos libros de ciencia ficción. Más o menos conozco la situación de mercado por tu tierra gracias a los amiguetes de Tau-Zero (y muy especialmente a un buen colega que es Sergio Amira). La situación está chunga, pero ahí está el bueno de Baradit y su Yggdrasil, un libro que está pegando en España con mucha fuerza. A ver si muy pronto podemos ver un libro tuyo por estos lares.
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