jueves, julio 17

Náufragos

Vamos a escribir nuestro libro de fantasía. Tenemos ilusión por publicarlo. Queremos hacer realidad nuestros sueños más locos, dar rienda suelta a nuestra inventiva y recrear mundos oníricos que sólo habitan en nuestra cabeza. Y ya, de paso, ganar unas perritas, ¿no?

Bueno… eso está muy bien, pero antes de comenzar a trabajar, echemos un vistazo al mercado con los pies bien pegados al suelo. Y la mejor manera de ser realistas, es comparar la literatura fantástica con otro tipo de género. ¿Cuál? ¿Qué tal la literatura juvenil? Para ello vamos a poner cifras sobre la mesa, rescatadas de un artículo de Daniel Arjona que salió publicado en El Cultural y con fuentes obtenidas de la Federación del Gremio de Editores de España.

Para empezar nos encontramos con un dato avasallador:

La literatura juvenil es la segunda fuerza editora española tras la novela con más de 12.000 títulos y 60 millones de ejemplares anuales, casi el 18% del total de la producción editorial en nuestro país.


Ante una cifra tan categórica, hay quién comenzará a pensárselo, ¿no?

Si extrapolamos estas cifras a la literatura de género, nos encontramos con un mundillo que está en franca recesión. Las editoriales escatiman la aparición de nuevas novelas en el mercado e incluso algunos proyectos editoriales tienen graves problemas de distribución. Por lo tanto, estamos ante un género claramente tocado que no ha sabido subirse al vagón del éxito cuando tuvo la oportunidad.

Pero sigamos con el fenómeno literario de moda: el juvenil. ¿Dónde comienza su escalda?

El impacto de las siete entregas de la saga en el panorama editorial es difícilmente mesurable. No sólo a nivel cuantitativo (el número de ejemplares vendidos de toda la saga en España alcanza los seis millones) sino también cualitativo.

Los números cantan toda una revolución en las ventas de la Literatura Infantil y Juvenil durante la Era Rowling, en el período 2001-2006, último año del que existen datos fiables. Según los datos de la Federación del Gremio de Editores de España, en 2006 se publicaron 12.178 títulos de literatura juvenil y se editaron 60 millones de ejemplares frente a los 9.894 y 44,6 millones respectivamente de 2001. El comienzo de la llamada "época dorada" se localiza en los últimos 90 (el primer Potter data de 1997) cuando el número de títulos alcanza el 40% decrecimiento anual. Sigue una etapa de consolidación entre el año 2000y el 2002 en la que, tras una leve bajada inicial, el crecimiento se asienta en torno al 10% anual. Los últimos años han sido los de la maduración del sector, deudor ya de la fidelidad de un público activo que se comunica novedades y preferencias en la instantaneidad de la red y al que los grandes editores han llegado a temer ante la multiplicación de traducciones aficionadas de unos lectores cada vez más voraces y menos pacientes.

Es decir, la literatura juvenil encontró su canto del cisne en la saga de Harry Potter. ¿Supo encontrar la fantasía su canto de cisne? Obviamente, ante esta pregunta, nos volvemos inmediatamente ante la saga que ha revolucionado el mundo visual de la fantasía: El señor de los anillos. ¿Tanto ha influido Tolkien en las ventas de los libros de fantasía? ¿Puede compararse el fenómeno Rowling con el fenómeno Tolkien? La respuesta es evidente: no. Tolkien ha supuesto un revulsivo para las novelas del propio Tolkien, y si dejamos a un lado fenómenos mediáticos como Canción de Hielo y Fuego y franquicias, nos damos cuenta de que el resto de los autores nacionales e internacionales conviven sumidos en paupérrimas condiciones de publicación, con tiradas cada vez más exiguas (entre los 500 y 2000 ejemplares) que reducen los factores de riesgo.

En España el panorama lo copan las grandes casas como SM, Planeta, Alfaguara o Salamandra, que cuentan en su haber con los principales bestsellers mundiales, obras de venta segura y masiva, donde se juntan lo bueno y lo menos bueno. Subsisten además una miriada de pequeñas aldeas irreductibles con producciones minoritarias cocinadas a fuego lento, con mimo y buen hacer. Kalandraka, Libros del Zorro Rojo, MediaVaca, Kókinos o Diálogo son algunas de ellas.

Aquí nos damos cuenta inmediatamente, que la buena literatura fantástica, aquella que da beneficios, no se publica en los sellos de literatura fantástica, sino que es absorbida por los grandes grupos editoriales y aparece en los sellos de más empaque. Incluso me arriesgaría a decir que el nivel de facturación y de profesionalidad de las pequeñas editoriales juveniles (añadamos incluso editoriales autonómicas como Tandem o Tabarca) supera ampliamente a las editoriales más potentes de fantasía.

El Grupo SM es sin duda uno de los gigantes del sector tanto en España como en Latinoamérica. En 2007 vendió en todo el mundo más de 25 millones de ejemplares y su facturación creció un 19,6% en España y un 62,6% en su vertiente internacional. Este curso celebran que su legendaria colección Barco de Vapor cumple cinco lustros y también el éxito incontenible de Laura Gallego: su trilogía Memorias de Idhun ha vendido 400.000 ejemplares desde 2004 y su último libro, Dos velas para el diablo, obligó a posponer dos horas el cierre de la última feria del Libro ante la inagotable cola de chavales que ansiaban la firma de la autora.

¿Y dónde está la Laura Gallego del género fantástico? ¿Cuidan las editoriales de fantasía a los autores nacionales? ¿Desarrollan una política correcta en la promoción del autor y en el riesgo asumido a la hora de lanzar un libro al mercado literario? Sería injusto acusar a un editor de algo, ya que nadie en este mundo es quién para censurar las inversiones y el trabajo de otro. Simplemente estamos comparando escalas de crecimiento y buscando un porqué a la diferencia de crecimiento entre la literatura fantástica y la literatura juvenil.

Personalmente creo que en el mercado nacional existen autores con suficiente autoridad para convertirse en un fenómeno mediático como Laura Gallego. Y ahí tenemos a los Javier Negrete, Juan Miguel Aguilera, Rafa Marín, León Arsenal, José Miguel Vilar, J.E.Álamo, Jose Miguel Cuesta y José Rubio, José Miguel Pallarés, Joaquín Revuelta, Andrés Díaz, Rodolfo Martínez, Victor Conde, David Jasso, David Prieto, Daniel Mares, Claudio Cerdán y un largo etcétera que no voy a citar porque la lista sería interminable. Tenemos literatura para todos los gustos y todos los subgéneros. ¿Por qué ninguno ha alcanzado un cenit comparable al de Laura Gallego? ¿Por qué los autores que más destacan en las colecciones de fantasía acaban mudándose a la literatura histórica?

Ahora vamos a ver qué opinan los editores de literatura juvenil:

Elsa Aguiar, gerente editorial de Publicaciones Infantiles y Juveniles de SM opina que la Literatura Infantil y Juvenil disfruta de una gran vitalidad: "hay una oferta muy amplia de títulos, se lee (pese a lo que se diga) mucho, hay una mayor presencia en los medios y en la sociedad, es posible encontrar libros de muchos géneros y tipos, se traducen obras muy interesantes del extranjero y se publican magníficos autores españoles...".

Marta Bueno, directora del Área Infantil y Juvenil de Planeta tiene la impresión de que la literatura juvenil "está atravesando un momento muy interesante, ya que ha pasado de la más absoluta de las transparencias a ocupar un lugar visible, estratégico y determinante". La estrategia del grupo Planeta en este sector pasa por la diversificación, desde libros "para bebés de 6 meses, hasta jóvenes de 15-16 años".

Raúl González, director de marketing y comunicación de Alfaguara, está seguro deque "un lector infantil o juvenil será un lector adulto". "Desde mi punto de vista, la literatura infantil y juvenil siempre ha tenido dos líneas muy marcadas: las recomendaciones de lecturas escolares en las que este mercado comenzó a formarse y a crecer, gracias al trabajo de muchísimos profesores que inculcaron el gusto por la lectura a sus alumnos, y los libros más de consumo que compra directamente el lector (niño o joven) sin mediar una prescripción. Son estos últimos los que han contribuido últimamente a que la literatura juvenil dé el salto".

La editora de Salamandra, Sigrid Kraus, cree que "el gran boom que experimentó el género hace unos tres años ya ha pasado, pero nos ha dejado algunas cosas muy positivas: un panorama de libros mucho más rico y variado que antes, libreros más sensibles al tema, muchos jóvenes lectores con ganas de seguir leyendo".

Además, la literatura juvenil cuenta con un apoyo mediático que la literatura fantástica no tiene. Vergonzante que a estas alturas, los medios de comunicación descubran a autores de la talla de George R.R. Martin o Scott Baker, y todo porque la Semana Negra de Gijón haya contado con su participación, sino seguirían siendo esos grandes anónimos de la literatura. Aunque más de uno se llevaría una desagradable sorpresa si viera las cifras reales de venta de las grandes vacas sagradas del género fantástico y las comparásemos con otros autores que pululan fuera del género. Pero vayamos a la repercusión mediática de la literatura juvenil:

Cabe destacar para terminar a las citadas editoriales pequeñas, esos reductos minoritarios de calidad. Vicente Ferrer, de Media Vaca, cuyo Robinson Crusoe dibujado por Ajubel es, según el crítico de El Cultural, Gustavo Puerta Leisse, "el libro de la temporada", afirma que "Los libros para niños ya no son exclusivamente un producto barato destinado a entretener o a educar a los niños (y liberar a sus padres). Ahora hay más libros que son también literatura. Sin embargo, queda todavía mucho camino por recorrer; los aspectos de negocio siguen anteponiéndose a los criterios artísticos o creativos".

Fernando García, de Libros del Zorro Rojo defiende que su apuesta editorial "no intenta seguir tendencias de mercado preexistentes, sino contribuir a crear un espacio lector en el que convivimos (o malvivimos) algunas pocas editoriales que asumimos apuestas arriesgadas que, sin embargo, intentan componer un catálogo perdurable, explorando nuevos horizontes y apostando por un nuevo concepto de libro ilustrado".

Bien, tampoco quiero extenderme más. Cuando uno ve desfilar todas estas cifras y entiende que otros autores nacionales, despegados del género, están alcanzando cotas de éxito mayores con libros de fantasía (eso sí, publicados convenientemente con el sello de juvenil) y ve que hay grandes consorcios editoriales apoyando a pies juntillas a los autores patrios, no puede dejar de sentirse incómodo y preguntarse por qué la fantasía no ha sabido subirse al tren del éxito junto a la literatura juvenil. Cada vez entiendo menos las voces que denigran a los autores nacionales y apoyan incondicionalmente a un grupo de escritores internacionales que suelen ser deficitarios para las propias editoriales. Y, estudiando las voces de los grandes editores del género juvenil, uno acaba sintiéndose un náufrago que navega a la deriva de un mundillo complejo, enrevesado y lleno de trampas.


By David Mateo with 13 comments

13 comentarios:

Interesantes reflexiones, pena que apenas tengo tiempo para comentarlas en profundidad.

El boom de la literatura juvenil, desde mi punto de vista se debe a un boom de la literatura juvenil fantástica, que le debe mucho a Harry Potter, pero que aprovechando su boom, no se ha quedado ahí. ¿Por qué no ha pasado lo mismo con la literatura fantástica adulta, y el posible efecto de las pelis de ESDLA?, porque el comprador adulto en España tiene prejuicios sobre este género, y aunque hayan disfrutado con El señor de los anillos, seguramente piensen que no lo van a hacer con otras obras. ¿Por qué si ha pasado con la literatura juvenil?, porque los prejuicios de los compradores de los libros (padres, familia ...) no aplican esos mismos prejuicios para sus hijos, ya que principalmente piensan que la fantasía es infantil, y claro para ellos no, pero para sus hijos es lo ideal. Además hay otro punto a favor de las ventas de libro juvenil, y son las recomendaciones de lecturas de los colegios y los libros que se tienen que leer en clase. Ahí hay un mercado fijo, en el que si se invierte (publicidad) hay muchas posibilidades de recuperar lo invertido.

De todas formas yo soy optimista a medio plazo, y creo que esa generación que ha crecido junto a Harry Potter tendrá menos prejuicios que las anteriores, y le apetecerá de vez en cuando leer un libro de género.

David, tú que has hecho talleres literarios con chavales y puedes tener información de primera mano, ¿qué leen? ¿cuanto leén?

Yo no voy a ser tan optimista como la señora de SM. Decir que los chavales no leen, sería un sinsentido. Los chavales que leen son auténticos devoradores de libros. Pero por desgracia, esa es una parcela muy reducida, y el clamor popular es que el 90% de los alumnos con los que he trabajado (¡¡en talleres impartidos en horas lectivas!!) prefieren el fútbol y los videojuegos a un buen libro.
Pero centrémonos en los que leen. Os aseguro que no todos se interesan por la literatura fantástica juvenil. Hay chavales y chavalas que les repele, pero suelen ser minoría. Lo cierto es que ellos no ven géneros, y lo mismo se tragan la novela de Ben quiere a Ana, como un libro de Manolito Gafotas, Las bicicletas son para el Verano o Memorias de Idhún.
El caso es que tampoco me atrevería a decir que aquellos que hoy leen fantasía, vayan a seguir leyendo fantasía cuando sean adultos. Piensa que, para bien o para mal, las reglas las impone el mercado y muchos somos inducidos al lado oscuro. Es decir, el mercado impone sus reglas, dice lo que se vende y lo que no se vende y la incidencia del factor mediático influye mucho. Con esto no quiero decir que todos vayan a ser unos zombis descerebrados, sino simplemente son consumidores más que irán a la mesa de novedades y eligirán. Y si en esa mesa de novedades no hay un libro que destaque de literatura fantástica, acabarán decantándose por Las cenizas de Ángela o por El niño del pijama de rayas.
El rum rum que hay entre los escritores patrios es que si quieres hacer algo en el mundo de la literatura, desecha el género fantástico y pásate a escribir otra cosa. A partir de ahí, el mercado irá seleccionando y pondrá a cada cual en su lugar.
Lo que yo olisqueo aquí y allá, y los comentarios que me vienen desde sectores profesionales es que la literatura (en general) está muy mal y los géneros más castigados, obviamente, serán los que estén a la cola.
Por cierto, no he leído El juego del ángel de Zafón, pero el final está siendo bastante criticado por ciertos sectores. ¿Por qué? Porque, parece ser, tiene influencias fantásticas. Alucinante.

Comparar la industria editorial de literatura fantástica con cualquier otra es frustrante. No sólo lo juvenil: el género negro, la histórica, la pseudohistórica... Se pasan el día diciendo ¡ellos mismos! que no hay cantera, que todo se limita a cuatro autores, y luego aparece un bombazo como Sánchez Piñol o Zafón y tiene que justificarse: "no, es que esos no hacen fantástico, son mainstream, el verdadero lector de género lo sabe bla, bla, bla..."

Se debería aprovechar mejor un momento que, si no es bueno, al menos es mejor que antes para tratar de llegar a un público más amplio. Pero tampoco es tan grave: si ellos no lo hace, alguien lo hará.

Hola,
Ultimamente estoy leyendo mucho por ahí acerca de las dificultades de las literaturas fantásticas para ser publicadas. En el Historias Asombrosas nº 2, Alfonso Merelo hace un lucido y pesimista (él dice que realista) análisis del problema que existe para publicar Ciencia Ficción, y tu, David, nos planteas que la Fantasía tampoco es facil de publicar...

Veo mucho desencanto, en general, en todo caso más sobre lo autóctono que sobre lo foráneo. Pero esto ha sido un mal endémico en nuestro país, ¿eh? no es cosa de ahora.

Y si que es verdad que existe un plantel de escritores muy bueno. ¿A que se debe que se publique cada vez menos? Yo no lo se, pero quizas, como apunta Alfonso Merelo, el cine fantástico, con sus imágenes de mundos fabulosos está haciendo daño a la literatura de género, que no puede competir con lo visual. Tambien porque esas peliculas se asocian con lo familiar o infantil (aunque no siempre, pero...) y eso genera el mismo prejuicio a la fantasía escrita...

En todo caso, espero que nuestros autores sepan encontrar buenos editores y que este bajón pueda temrinarse. Aunque sea saliendose del encorsetamiento del género y publicando en "mainstream". Posibilidades haberlas haylas.
Un saludo
Ramón

Pero ahí es donde nos equivocamos. Es decir, la literatura infantil o juvenil se ve con prejuicio desde el fandom. El resto de la sociedad y, sobre todo, el sector editorial ve en la literatura juvenil un filón de oro. Es decir, la calidad ("supuestamente") está en la literatura juvenil y no en la novela de género. Si la literatura fantástica se percibiera como "algo juvenil" se incluiría dentro de ese sector en alza. Lo malo es que la literatura fantástica se encuentra enclavada en una tierra de nadie, seguida por lectores minoritarios y editores que hacen un esfuerzo sobrehumano por subsistir.
Otro gran problema es que las ventas están bajando. Y eso es una mala noticia tanto para los autores nacionales, como para los internacionales. Ayer me pegaron un chivatozo de las ventas de cierto autor extrenjero reverenciado (¡¡con acierto!!) desde el fandom que me deparó hasta un escalofrío. Lo primero que se te pasa por la cabeza es: no puede ser, imposible, no puede vender tan poco un tío así. Pues parece ser que sí, y esa es la tónica que se está repitiendo en muchos títulos de autores internacionales. Estamos llegando a un punto en el que, salvando autores muy específicos, no vende ni el autor nacional... ¡¡ni el internacional!!
Y, ojo, que nadie se lo tome como una reivindicación patria. Todo lo contrario. Para mí las cosas estan tan chungas, que cada palmatoria nos afecta a todos.
Ayer me decía un amigo escritor, con muchísimo acierto, que nuestro problema ha sido buscar un culpable para la situación, cuando simplemente hay que aceptarla. No existen culpables. Los lectores no son culpables. Los autores no son culpables. Los editores no son culpables. Vivimos en el mundo que vivimos, y el orden establecido por los factores de consumo hacen que un producto perdure o se hunda. Desgracidamente, no hay más. Supongo que la literatura de género, tarde o temprano, tendrá que buscar una nueva fórmula si quiere subsistir.

Bueno, las cosas no son sencillas, pero en mi opinión hay varias claves que pueden explicar un poquito esto. No en su totalidad, claro, esto es demasiado complejo como para que ahora demos con la llave de todo.

Hay diferencia de percepción entre la literatura juvenil y la fantástica, pero no en cuanto a contenidos. Me explico. La literatura juvenil puede ser fantástica -a menudo es así-, pero no tiene las connotaciones negativas de su "hermana mayor", la de género, por una razón que me parece evidente: está socialmente admitido por padres y la mayoría de profesores que los niños y jóvenes pueden internarse en mundos fantásticos sin ser tachados como "soñadores" o ser ninguneados por los demás. Total, es algo consustancial a su edad, ya tendrán tiempo de "madurar". Y esta mezcla de padres deseosos de educar a los niños (o de quitárselos de encima) y de ausencia de prejuicios, conforma un mercado más o menos estable.

Esto no ocurre con la fantasía adulta, no está socialmente aceptada, ni de lejos. Los adultos nos tenemos que justificar constantemente (hace años que paso de hacerlo pero no por falta de necesidad). Nosotros nos metemos en el gueto sí, pero la sociedad también lo hace con nosotros. Nuestra actitud es más bien una forma de respuesta, lo tengo clarísimo.

¿Fórmulas para relanzar la fantasía adulta? En realidad luchamos contra un gigante estúpido y que no suele tener gusto por razonar. Ve cualquier película de ciencia ficción o fantasía en masa sin percatarse de que lo son, y se ríe de los libros que tienen como base los mismos argumentos. Sin darse cuenta de que muchas veces esas películas (o videojuegos) salen de libros o cómics que denigra. ¿Porqué? Sinceramente, siempre he creído que el mundo en general adolece de gusto por la cultura, y que se ríe de aquello que no entiende o no le motiva. Es sencillo ver y disfrutar de una película o de un videojuego, pero no tanto zambullirse en un libro o en un cómic. Quizá el secreto es ayudar a comprender al gigante que esto es así, pero es difícil xDD

Por qué Laura triunfa más que otros… Bueno, quizá el segmento masivo sólo puede absorber un número limitado de best-sellers, y Laura G. se ajusta inmejorablemente a las expectativas lectoras..

Yo no lo veo tan negro. Es verdad que el segmento masivo –el que da pasta al autor- es un coto cerrado –creo que por la razón mencionada, sólo admite 20 o 30 títulos-, pero vender +500, llegarse a mil, a dos mil, permite al editor viabilizar gastos, al autor le da unos cientos de euros, y al lector tener al alcance un ilimitado abanico de posibilidades
Respecto a lo de siempre… Por qué se valora tan poco, desde el punto de vista cualitativo, la fantasía heroica?... El otro día hablando con uno, se nos ocurrió que, por un dirigismo cultural (muy acusado en España y Francia) que tiene en la poesía su referente cualitativo. Y sino, mira la RAE, cuántos poetas hay? Todos. La comedia y la épica están en España ninguneadas por la creencia de que la poesía es el Ars Maxima, en consecuencia, la literatura “de calidad” debe tener ese entronque poético…

Un día se me ocurrió decir en un acto que a mí me gustaba más la Venganza de don Mendo (y no era por un afan de incorrección politica, es que es así )que García Lorca… No os lo aconsejo, no lo hagáis nunca…. Nunca..

El de antes soy yo. Sim. Se me ha escapao. Perdonen... (con lo bonito que me había quedado)

Y me anulo y me atribulo y mi horror no disimulo, pues aunque el nombre te asombre quien obra así tiene un nombre, y ese nombre es el de... chulo :))
Me uno al club de Don Mendo.

Pues a mí también me gusta más Pedro Muñoz Seca que Federico García Lorca.

Los cuatro hermanos Quiñones...

Esque don Mendo es mucho don Mendo:

Es que tu inocencia ignora, señora
que a más de una hora las siete y media es un juego
¿Un juego?
Y un juego vil,
que no ha de jugarse a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor
Mas ¡ay de tí si te pasas!
¡Si te pasas es peor!

Apuntadme como un Mendofan más

Nos guste o no, las historias de dragones y magos pertenecen por derecho propio a la infancia igual que la literatura de terror pertenece a la adolescencia. No podemos remar contra la corriente de imaginación y de hormonas de los lectores.

La pregunta es: ¿cuál es el papel que debe cumplir la fantasía dentro de la literatura para adultos? ¿Cómo demostramos a los lectores y a los editores que la fantasía es un medio tan válido como la narrativa histórica, el costumbrismo o el thriller para contar historias "adultas"?

Lo tenemos complicado, es verdad. Pero en este momento yo creo que la pelota está en el tejado de los creadores, no de los editores o vendedores.

"Un lector infantil o juvenil será un lector adulto".

Se nos vienen encima por millares, así que más vale que estemos preparados para darles algo realmente bueno.

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