Mientras los de Cuatro se deciden a emitir o no la nueva temporada de Roma, una de las mejores series que un servidor ha visto pasar por televisión, he matado el gusanillo con «Yo, Claudio» de Herbert Wise y basada en la novela homónima de Robert Graves. Teóricamente, donde acaba la segunda temporada de Roma, la Batalla de Accio y la caída de Marco Antonio y Cleopatra (junto a la ascensión de Augusto) es donde comienza «Yo, Claudio». La historia está narrada por el emperador Claudio, en las postrimerías de su vida, y abarca desde la época dorada de Augusto hasta el declive de Roma a manos de Nerón. Y entre medio, ¿qué vemos? Nada menos que a Brian Blessed haciendo de César Augusto y a Sian Phillips de Livia, uno de los personajes más atrayentes de la serie (ésta mujer mataba con estilo y lo demás son tonterías). A George Baker interpretando al acomplejado Tiberio y a John Hurt (¡¡qué grande!!) haciendo del tirano más perturbado de la historia: Calígula. Me ha impactado tanto el nepotismo de este último personaje (impagable la escena del pobre Claudio tratando de explicar a los senadores romanos que Calígula es un dios que se deja ver con un cuerpo mortal, pero que no deben confiarse) que me he agenciado la controvertida película de Tinto Brass: Calígula, a ver qué tal. Ojo que hay edición especial. «Yo, Claudio» absorbe esa tensión que tan bien aplica la televisión moderna. Cada capítulo es un espectáculo de horror, arrogancia y corrupción, de comedia e ironía que te atrapa y te impulsa a seguir viendo la serie. La familia Julia reúne todos los componentes para ofrecernos el fresco histórico más apasionante de la Historia. Más allá del halo de grandeza que rodeó a Augusto, sus sucesores se jugaron el trono de Roma a golpe de cuchillada en la espalda o a chorro de veneno en la copa (que parece más apropiado). Emperadores excéntricos y megalomaníacos, tiránicos y obscenos hasta lo indecible, convirtieron Roma en un coso de vanidades y bacanales. Y el pobre Cla-Cla-Claudio (Derek Jacobi, que creo que no lo había mencionado hasta ahora) tratando de salvar la cabeza.
A pesar de que es una serie que se filmó en 1976, no ha perdido un ápice de frescura. Los diálogos de los personajes son antológicos. El ambiente que envuelve la historia lleva aparejado ese regusto de buen hacer que la BBC daba a sus series. La historia incluye dos libros de Wise: «Yo, Claudio» y «Claudio el Dios y su esposa Mesalina» y en todo momento parece lo que es: una gran superproducción destinada a quedar en los anales de la televisión.
Si os quedaron de seguir disfrutando de las conspiraciones secretas que se llevaban entre manos los herederos de Julio César, no lo dudéis dos veces: «Yo, Claudio», el mejor aperitivo para la segunda parte de Roma.
4 comentarios:
Hombre, mejor tirar de mula, ver la segunda temporada de Roma y enlazar con Claudio: así se va de menos a más.
Hay rumores de una nueva adaptación de la novela de Graves, pero al cine. Y con Leo diCaprio.
Cierto, yo también vi algo por ahí. Aunque no tenía ni idea que fuera el libro de "Yo, Claudio". En fín, no me veo a Leo haciendo de tartamudo (o de Augusto).
Tal como están las cosas en Holivú, me veo a Británico matando a Nerón y a su madre para que la historia acabe bien.
Pues yo sí. Aparte de que Leo es un pedazo de actor, su papel más celebrado es el de adolescente tarado en Quién ama a Gilbert Grape.
Y puede que haga de Calígula y no de Cla-Cla-Claudio.
Hay una versión sin terminar de 1937, por cierto, dirigida por Josef von Stenberg e intrepretada por Charles Laughton.
¿De Calígula? Joer, pues me cuesta verlo. Si tiene que hacer de Augusto demasiado joven (me cuadraría más en los tiempos de Julio o durante la guerra contra Marco Antonio y Cleopatra) y de Claudio pues depende de las capas de maquillaje que le pongan a lo largo de su vida. En el rol de demente nunca he visto a Leo, pero siempre hay una primera vez.
Me apunto la versión de Josef von Stenberg para buscar más datos.
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