Ayer un nutrido grupo de gente se dejó caer por el Iber para asistir a la presentación de la novela de Antonio Garrido: La escriba. El emplazamiento inigualable y bello, y las vibraciones que se apoderaron de la sala resultaron lo suficientemente sugerentes como para que la presentación se hiciera muy agradable y el autor dejara el pabellón alto.
Asistí a la presentación con el germá Aguilera y por allí nos encontramos con Rafa Alonso y con Anika; más tarde nos reunimos con dos buenos amigos más que conocimos durante la feria del libro, pero como andábamos con un resfriado de narices tuvimos que regresar a casa un tanto apenados por no dar la enhorabuena al autor, ya que su disertación verdaderamente valió la pena.
No obstante, servidor, que algo sabe de literatura fantástica, discrepa con Garrido (y con las subdivisiones que hizo Coello) a la hora de situar el género fantástico como subgénero de la novela histórica. Es cierto que la fantasía tolkiniana, y todos sus predecesores, fundamentan sus bases en períodos o culturas de nuestra propia historia (ya sea a través de leyendas nórdicas, anglosajonas o, incluso, iberoamericanas… ¿por qué no? Recuerden «Máscaras de matar» de Arsenal), sin embargo, la fantasía siempre ha sido un género literario que ha confrontado con la historia, hasta el punto que los más puristas han dado la espalda a esas obras épico fantásticas que todos tenemos en mente y el lector habitual de novela histórica es un gran desconocedor de este tipo de género.
Por lo tanto, la fantasía representa un género independiente a la novela histórica y nunca podrá ser catalogado como subgénero de la misma.
No obstante, esto no es más que un pequeño matiz a la soberbia exposición que hizo Antonio Garrido. Hubo un detalle que me llamó especialmente la atención de la disertación que llevó a cabo el autor valenciano (ahora saldrá Pedro Camacho y dirá que es de Linares) y que coincidió con la opinión de Antonio Penadés, el escritor que hizo la segunda introducción a «La escriba» y que, a su vez, coincide con mi opinión y con otras voces destacadas del panorama nacional (desde Juanmi Aguilera o Marín, hasta Sagasta, Pallarés, Negrete o el mismísimo Somoza) y es que la novela histórica —extiéndalo hacia otros géneros— tiende más hacia la peripecia y la aventura que hacia la aburrida comedura de tarro. Los tiempos de la paja mental están desapareciendo y las editoriales, conscientes del amparo popular, se están olvidando de esta clase de libros y apuesta más por las tres S que Antonio Garrido tuvo el acierto de señalar en su presentación: Sangre, Sudor y Semen (algo que ya puso sobre la mesa el alemán Gisbert Haefs en su día). Los libros de aventuras son los que llaman la atención de la gente, algo que se viene defendiendo en La Sombra de Grumm desde hace muuuuuucho tiempo y cualquier novela que no tenga una mínima dosis de adrenalina corre el riesgo de acabar lejos de la mesa de novedades o, lo que es lo mismo, de canto en la estantería de la librería de turno.
Lo dicho, interesante y arriesgada la presentación de Antonio Garrido, intercalando recuerdos de infancia con imágenes extraídas directamente de la novela y apabullándonos con fotografías que en más de una ocasión nos hacían sentir incómodos pero que retrataban a la perfección una época de luz y oscurantismo como la Edad Media. Creo que ayer Antonio puso sobre la mesa suficientes argumentos para convencerme y que le de una oportunidad a la novela, que al fin y al cabo para eso sirven las presentaciones literarias, ¿no? Para unir al escritor y al lector en una simbiosis química que Antonio supo derrochar en la sala.
Por cierto, un apunte que nada tiene que ver con La escriba. Si alguien se perdió ayer la reproducción de «La guerra de los mundos» que se hizo en Radio 3 —como yo—, aquí la tiene a su disposición:
Asistí a la presentación con el germá Aguilera y por allí nos encontramos con Rafa Alonso y con Anika; más tarde nos reunimos con dos buenos amigos más que conocimos durante la feria del libro, pero como andábamos con un resfriado de narices tuvimos que regresar a casa un tanto apenados por no dar la enhorabuena al autor, ya que su disertación verdaderamente valió la pena.
No obstante, servidor, que algo sabe de literatura fantástica, discrepa con Garrido (y con las subdivisiones que hizo Coello) a la hora de situar el género fantástico como subgénero de la novela histórica. Es cierto que la fantasía tolkiniana, y todos sus predecesores, fundamentan sus bases en períodos o culturas de nuestra propia historia (ya sea a través de leyendas nórdicas, anglosajonas o, incluso, iberoamericanas… ¿por qué no? Recuerden «Máscaras de matar» de Arsenal), sin embargo, la fantasía siempre ha sido un género literario que ha confrontado con la historia, hasta el punto que los más puristas han dado la espalda a esas obras épico fantásticas que todos tenemos en mente y el lector habitual de novela histórica es un gran desconocedor de este tipo de género.
Por lo tanto, la fantasía representa un género independiente a la novela histórica y nunca podrá ser catalogado como subgénero de la misma.
No obstante, esto no es más que un pequeño matiz a la soberbia exposición que hizo Antonio Garrido. Hubo un detalle que me llamó especialmente la atención de la disertación que llevó a cabo el autor valenciano (ahora saldrá Pedro Camacho y dirá que es de Linares) y que coincidió con la opinión de Antonio Penadés, el escritor que hizo la segunda introducción a «La escriba» y que, a su vez, coincide con mi opinión y con otras voces destacadas del panorama nacional (desde Juanmi Aguilera o Marín, hasta Sagasta, Pallarés, Negrete o el mismísimo Somoza) y es que la novela histórica —extiéndalo hacia otros géneros— tiende más hacia la peripecia y la aventura que hacia la aburrida comedura de tarro. Los tiempos de la paja mental están desapareciendo y las editoriales, conscientes del amparo popular, se están olvidando de esta clase de libros y apuesta más por las tres S que Antonio Garrido tuvo el acierto de señalar en su presentación: Sangre, Sudor y Semen (algo que ya puso sobre la mesa el alemán Gisbert Haefs en su día). Los libros de aventuras son los que llaman la atención de la gente, algo que se viene defendiendo en La Sombra de Grumm desde hace muuuuuucho tiempo y cualquier novela que no tenga una mínima dosis de adrenalina corre el riesgo de acabar lejos de la mesa de novedades o, lo que es lo mismo, de canto en la estantería de la librería de turno.
Lo dicho, interesante y arriesgada la presentación de Antonio Garrido, intercalando recuerdos de infancia con imágenes extraídas directamente de la novela y apabullándonos con fotografías que en más de una ocasión nos hacían sentir incómodos pero que retrataban a la perfección una época de luz y oscurantismo como la Edad Media. Creo que ayer Antonio puso sobre la mesa suficientes argumentos para convencerme y que le de una oportunidad a la novela, que al fin y al cabo para eso sirven las presentaciones literarias, ¿no? Para unir al escritor y al lector en una simbiosis química que Antonio supo derrochar en la sala.
Por cierto, un apunte que nada tiene que ver con La escriba. Si alguien se perdió ayer la reproducción de «La guerra de los mundos» que se hizo en Radio 3 —como yo—, aquí la tiene a su disposición:
¡¡¡Os recordamos que hoy toca actualización de Tajundra!!!
8 comentarios:
Algunos libros de fantasía pueden ser subgénero de la novela histórica, cierto. Pero la mayoría van por libre. La fantasía es lo que tiene.
Por cierto, la imagen que pones duele. ¡Qué pupita!
La novela histórica al uso se concibe como literatura fáci, a menudo, a costa de clonar personajes, tramas, situaciones. Así, como lector, es un producto que no me engancha. Sé como terminarán, sé qué pasará, sé para donde va esta trama secundaria, qué pinta ese personaje.... Lo sé casi todo porque controlo la lógica que atraviesa el relato (mecanismos de contrastada eficacia en el segmento) y sé que el autor no se apartará de ella ni un milímetro. Pero es que, además, como soy lector de historia (de la chunga) sé anticipadamente donde va a surgir tal personaje o tal otro y tal situación. Es así que, aunque lo intento, la mayoría de novela histórica, pilares de la tierra y del mar, constructores de esto y de lo otro, con misterio paranormal o simple hallazgo del tesoro, me aburren soberanamente.
Las únicas que me molan son las de historia militar. Batallas. Y cuanto menos noveladas y más rollo reportaje, mejor,
Saludos Sim
HOla, de acuerdo en lo de la novela histórica y la fantasía.
Aparte, David, este libro es novela histórica, o además incorpora algún elemento fantástico.
Un saludo.
Es novela histórica pura, los elementos fantásticos que pueda incorporar son simplemente especulativos dentro de un marco realista.
"Los tiempos de la paja mental están desapareciendo y las editoriales, conscientes del amparo popular, se están olvidando de esta clase de libros"
Hablando de este tema con Somoza, para él esto es casi una cruzada personal. Completamente de acuerdo. ¡Muerte a los tostones y a las pajas mentales!
JUANMI
Una cosa más hubo buena en aquella disgregación de temáticas, y es que tu saga de LA TIERRA DEL DRAGON encaja a la perfección con aquella en la que está Tolkien.
Por cierto, la próxima vez Juanmi y tú os dejáis los virus en casa y os venís, que siempre os perdéis lo mejor!
Correcto, literatura fantástica 100%
Aunque hay una nueva novela llamando a las puertas que...
Tantas ganas de escuchar la retransmisión de La Guerra de los Mundos y qué queréis que os diga... qué poco creíble con esas voces tan actorales...
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