Todo lo que tiene un principio tiene un final, aunque en este caso bien podría ser a la inversa: tras el final siempre sobreviene un principio. El caso es que hoy es el final de mis vacaciones o, lo que es lo mismo, el inicio de un nuevo curso escolar en Moncofa. De momento, esta pequeña población costera de Castellón marca el pistoletazo de salida de todas las actividades que tengo concertadas a lo largo del año y que pueden pasar por varias localidades más… ya os iré contando porque algunos de los proyectos son muy interesantes y, la mayoría, vienen relacionados con libros y con la cultura. Lo cierto es que últimamente me estoy relacionando con diferentes profesionales que son auténticos correcaminos en la industria del ocio y del entretenimiento, y de alguna manera eso hace que entres en sintonía con ellos y, consciente de lo compleja que es la vida del autónomo que busca completar su nómina a final de mes vendiendo cultura, crezcas en lo personal y en lo profesional.
Hoy por hoy, tengo la sensación de que una parte importante de mí pertenece a Moncofa, no en vano gracias a esta pequeña localidad he crecido como profesional, me ha deparado maravillosos momentos y me siento superorgulloso de los chavales que han pasado por el taller, aunque para algunos su paso haya sido más bien anecdótico. Por Moncofa se han dejado caer grandes y buenos amigos: Paco Illán, José Miguel Vilar, Juanmi Aguilera, Santiago García Clairac, Javier Negrete, Laura Gallego, Rafael Marín, Pep Castellano, etc etc… Este año pasarán otros tantos y elevarán el nivel. A estas alturas, el taller literario de Moncofa es la envidia de las pedanías circundantes. No es la primera vez que me lo dice un técnico de cultura o de juventud, pero es lo que hay y lo que esta gente se ha ganado a pulso. Hace tres años, Toni Casares apostó por un humilde juntaletras para llevar a cabo un taller literario y, tras tres años de intenso trabajo, hemos logrado convertir el arte de leer y de escribir en algo atractivo para los medios de comunicación de la zona, en un vínculo que une a los más pequeños con otros ámbitos culturales y, lo más importante, en un símbolo que identifica la actividad cultural de Moncofa y de aquellos que lo pusieron en marca con su avenencia y su colaboración: los políticos.
Conforme transcurren los años, me siento más ligado al Colegio Avelí Corma y al maravilloso profesorado que deambula por sus aulas. Me acogieron como uno más en su momento y, ahora, me entusiasma volver a sus aulas, demorarme en la sala de reuniones y mantener conversaciones con los profes con los que comparto clase.
Es verdad que se me pone un gusanillo en el estómago cuando pienso en los chavales, sobre todo en los nuevos. Suelo comenzar con los más pequeñuzos, los más revoltosos, los más gañanes, los más divertidos, los que te escriben cartitas al final de la clase o los que más te toman el pelo escondiéndose tras esa descacharrante fachada de inocencia. A veces da un poco de miedo plantarte delante de ellos, coger aire y empezar a hablar. Sobre todo cuando ves multitud de ojitos pendientes de lo que vas a decir. Miradas sabias que poco tienen que ver con las de los adultos. Y es que lo más pequeños están dotados de esa maravillosa inteligencia que adolecen los mayores, que los hace únicos y que les permite ver la vida con una perspectiva distinta.
Estoy nervioso. Tengo ganas de empezar el nuevo taller, un curso que se prolongará hasta mayo del 2009 y que alternará con otras muchas actividades dentro y fuera de Moncofa. Sé que por muchas vicisitudes y contingencias que vengan, me rodean buenos profesionales que dejarán el pabellón muy alto. En fin, que no me enrollo más. Que estoy contento porque empiezo a trabajar, y a la vez estoy muy nervioso porque tras un largo período de inactividad cuesta quitarse las telarañas.
Creo que mi ciclo vital comienza hoy y se extenderá otros tantos meses. También debo confesaros que he comenzado mi nuevo libro (no pude resistir la tentación), lo cual significa que mi reloj vital ya late a toda leche. ¡¡A ver hasta dónde llego este año!!
Hoy por hoy, tengo la sensación de que una parte importante de mí pertenece a Moncofa, no en vano gracias a esta pequeña localidad he crecido como profesional, me ha deparado maravillosos momentos y me siento superorgulloso de los chavales que han pasado por el taller, aunque para algunos su paso haya sido más bien anecdótico. Por Moncofa se han dejado caer grandes y buenos amigos: Paco Illán, José Miguel Vilar, Juanmi Aguilera, Santiago García Clairac, Javier Negrete, Laura Gallego, Rafael Marín, Pep Castellano, etc etc… Este año pasarán otros tantos y elevarán el nivel. A estas alturas, el taller literario de Moncofa es la envidia de las pedanías circundantes. No es la primera vez que me lo dice un técnico de cultura o de juventud, pero es lo que hay y lo que esta gente se ha ganado a pulso. Hace tres años, Toni Casares apostó por un humilde juntaletras para llevar a cabo un taller literario y, tras tres años de intenso trabajo, hemos logrado convertir el arte de leer y de escribir en algo atractivo para los medios de comunicación de la zona, en un vínculo que une a los más pequeños con otros ámbitos culturales y, lo más importante, en un símbolo que identifica la actividad cultural de Moncofa y de aquellos que lo pusieron en marca con su avenencia y su colaboración: los políticos.
Conforme transcurren los años, me siento más ligado al Colegio Avelí Corma y al maravilloso profesorado que deambula por sus aulas. Me acogieron como uno más en su momento y, ahora, me entusiasma volver a sus aulas, demorarme en la sala de reuniones y mantener conversaciones con los profes con los que comparto clase.
Es verdad que se me pone un gusanillo en el estómago cuando pienso en los chavales, sobre todo en los nuevos. Suelo comenzar con los más pequeñuzos, los más revoltosos, los más gañanes, los más divertidos, los que te escriben cartitas al final de la clase o los que más te toman el pelo escondiéndose tras esa descacharrante fachada de inocencia. A veces da un poco de miedo plantarte delante de ellos, coger aire y empezar a hablar. Sobre todo cuando ves multitud de ojitos pendientes de lo que vas a decir. Miradas sabias que poco tienen que ver con las de los adultos. Y es que lo más pequeños están dotados de esa maravillosa inteligencia que adolecen los mayores, que los hace únicos y que les permite ver la vida con una perspectiva distinta.
Estoy nervioso. Tengo ganas de empezar el nuevo taller, un curso que se prolongará hasta mayo del 2009 y que alternará con otras muchas actividades dentro y fuera de Moncofa. Sé que por muchas vicisitudes y contingencias que vengan, me rodean buenos profesionales que dejarán el pabellón muy alto. En fin, que no me enrollo más. Que estoy contento porque empiezo a trabajar, y a la vez estoy muy nervioso porque tras un largo período de inactividad cuesta quitarse las telarañas.
Creo que mi ciclo vital comienza hoy y se extenderá otros tantos meses. También debo confesaros que he comenzado mi nuevo libro (no pude resistir la tentación), lo cual significa que mi reloj vital ya late a toda leche. ¡¡A ver hasta dónde llego este año!!
4 comentarios:
Mucha suerte con los chavales y con tu nuevo libro.
ch3p3
Gracias, amigo :D
Lo que digo siempre: iniciativas así valen su peso en oro.
JM
Que sensación más maravillosa regresar a casa y sentir la garganta convertida en esparto puro después de pasarte dos horas desgañitándote ante treinta chavales. Ya no recordaba esa dulce y agradable sensación.
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