La verdad es que a estas alturas uno tendría que estar curado de espantos, pero el otro día, navegando por Internet, leí una aseveración bastante chunga. Más o menos venía a decir que los autores necesitamos un mecenas para publicar nuestros libros y, dado que el editor pone la pasta, le debemos dócil pleitesía. Para rematar tamaña barbaridad, se ponía un ejemplo entre Virgilio y Augusto y venía a decirse que Virgilio era el publicista de Augusto. Y todo esto para defender la autoedición y la independencia de valores.
Y ahora digo yo: ¿de verdad vivimos en un mundo dónde tienen cabida semejantes insensateces? ¿Para defender un negocio tan dispar como la autoedición hace falta llamar a los autores profesionales vendidos o pelotas? Es que hay cosas que rozan los límites de lo divino y de lo humano y, por supuesto, el insulto. ¿A alguien en este santo país se le ocurriría decir que el pobre asalariado le debe pleitesía a su jefe por pagarle la nómina a final de mes? Los pelotas existen en la literatura y en cualquier orden de la vida. Y los miserables que se venden a una editorial con tal de que le publiquen el siguiente libro también. Pero oiga… ¡¡eso pasa en cualquier empresa!! ¿O acaso alguien no se ha llevado una buena tarascada por culpa del baboso del jefe?
El mundo editorial y profesional es mucho más complejo que esa imagen arcaica y retro que quieren dar de él (y fíjense que extraño, esa imagen suele venir la mayoría de las veces de gente que no ha publicado un libro en su vida y se dedica a alabar las innumerables posibilidades que ofrece Internet). El mundo profesional ofrece los mecanismos adecuados para que el autor se centre en sus libros y en la promoción y que el editor se encargue de poner el resto de medios para que la novela sea distribuida, se encuentre al alcance del público y todos puedan llegar hasta ella.
Internet no va a representar la solución a todos los problemas o el Edén para los escritores noveles. Seamos sensatos, por favor, y vamos a crear un paralelismo: ¿Cuántos blogs hay pululando por la web que hablan de literatura o publican cuentos? Decenas, centenares, miles… ¿Cuántos realmente son leídos? Es más, los que son leídos, ¿por cuánta gente? Para destacar en Internet tienes que hacer un trabajo exhaustivo que puede ser agotador. La web no es jauja para el primero que llega y publica su libro. Al contrario, los esfuerzos y el tiempo que el autor debe invertir para que su libro tenga la más mínima resonancia mediática debe ser brutal, sobre todo porque va a competir con un montón de gente anónima que se encuentra en su misma situación. Y no me quedo ahí, el autor novel va a competir con gente que verdaderamente está preparada para trabajar con Internet, lleva años haciéndolo y sabe manejarse por la web tan bien como por las editoriales profesionales. Por lo tanto no hagamos castillos en el aire, ni hagamos las cuentas de la lechera, porque Internet va a ser una herramienta que va a estar a nuestra disposición y, en breve, la literatura va a encontrar un hueco muy importante en ella, pero ni las editoriales van a desaparecer de la noche a la mañana, ni va a ser oro todo lo que reluce.
Regresando al tema principal, debo decir que los discursos que hablan de mecenazgos o de propagandas servilistas, suenan arcaicos y de una ignorancia supina. Mira que a estas alturas conozco editores: grandes, pequeños, medianos, modestos, engreídos, humildes… pues bien, todavía no he visto la figura del editor que tiranice al autor. Es más, antes creo que sería el propio autor el que se involucrara en ese juego de «doramiento de píldora» por voluntad propia que a instancias de la editorial. No veamos fantasmas donde no los hay, por favor. Si la editorial es seria, se plantea un contrato profesional en el que se detalla una serie de compromisos entre autor y editor, como en cualquier orden de la vida, sin oscurantismos ni siniestros intereses, a partir de ahí el esfuerzo por llegar a buen puerto es común, y si al final se acaba fracasando en la empresa, cada uno por su lado y aquí no ha pasado nada. Y si, al contrario, el libro se convierte en un superventas y la editorial hace el agosto con la novela, es el propio editor el que dispensa un trato agradable al autor y el que le recompensa por su buena trayectoria literaria.
Esa es la relación profesional entre autor y editor, y todo lo que se aleje de ese sendero son pajas mentales o movidas turbias que nada tienen que ver con el panorama profesional. Así que antes de lanzar acusaciones o aseveraciones irreflexivas, vale la pena pararse a pensar, ver lo que se está diciendo y, en caso de estar insultando o profanando la dignidad de un grupo de profesionales, vale la pena morderse la lengua y pensar en temas más provechosos para la humanidad.
6 comentarios:
Yo también he leído ultimamente aseveraciones semejantes... No sé... Lo mismo sí que hay que volver al mecenazgo... Mi próximo libro se contextualizará en Lalín, tengo un trato con el patronato de Turismo, un 20% del libro hablará de que buenas son las patatas de Lalín y la nobleza de sus gentes...
Para el siguiente me estoy currando el mecenazgo de la diócesis de Sigüenza. La verdad, es que no sé cómo no se nos había ocurrido antes... Qué gran idea...
Por favor... Si alguien tiene más "ideas" semejantes, que las comente primero con su mujer...
A mí si me ponen un chalet, un deportivo descapotable y me pagan una nómina como la que le va a pagar el Real Madrid a Cristiano Ronaldo, me vendo vilmente. Mientras tanto, casi mejor mantengo mi independencia.
David... si le ponen el sueldo de Cristiano Ronaldo, aunque sea el que tiene ahora en el Manchester, hasta un ciego ve xDD
Poderoso caballero es don Dinero, y sí, algunos se venden aunque sea para publicar, escribiendo libros de encargo en los que, por ejemplo, se pondera la patata de Lalín como la mejor del mundo mundial. Pero hay que ser consecuentes y dejar a cada uno que se gane las habichuelas como considere necesario, sin que por ello deba recibir apelativos tan chorras como "vendido". En realidad, todos vendemos nuestra vida por un sueldo... anda que íbamos a trabajar si no tuviéramos que comer, vestirnos o cuidar a la familia.
Y sobre todo, un respeto a los escritores profesionales. Suficiente esfuerzo representa llegar a publicar (sin recurrir a la autoedición), y desde luego, disponer de cierta dosis de talento, al menos, como para encima recibir cariñosas bofetadas de otros que se atreven a juzgarle sin conocerle en absoluto.
Ojo, una cosa es un trabajo de encargo, que quién más quién menos hemos pasado por ahí, y otra cosa es ponderar las virtudes de una editorial porque te está publicando.
El autor, y más si quiere ser profesional, tarde o temprano tiene que pasar por la novela de encargo, a no ser que se convierta en un superventas.
Leyendo un prólogo de Ken Follet, va contando cómo mientras escribía "thrillers" que le proporcionaban jugosas ventas (decentes) a sus editoriales, se empeñó en escribir Los Pilares de la Tierra. Dice él que los editores no estaban de acuerdo con que escribiera tal cosa, pues preferían que siguiera escribiendo lo que hasta el momento hacía. Les parecía riesgoso y más. Sin embargo, obviamente lo dejaron hacer, pues la verdad el señor bien que vendía. Y he aquí que escribe la enorme novela, la presenta a la editorial y se la publican. Y es el mayor éxito de todos, pero sin que pudieran estar seguros. Con dicha anécdota sólo indico que mal podrían las editoriales "tiranizar" a Follet si él es una de sus gallinas de oro. A estas alturas, le publican lo que él quiera. ;)
Muy buen ejemplo, Laura. Es que es muy sencillo: si vendes (escribas mejor o peor) estarás, y si no vendes, pues con la música a otra parte.
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