Si hubiera una conspiración alien en Valencia… ¿dónde estaría?

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Yo cada vez lo tengo más claro. En la placeta Nules, en el Barrio de la Seu, justo al lado de la Plaza de la Virgen, hay una casa noble que perteneció, en otro tiempo, a los Catalá de Valeriola, una de las familias más importantes de Valencia. Tras la reconquista, Jaume I le entregó la casa a un caballero catalán que comenzó su reforma hasta el siglo XVI, fecha en la que los apellidos de los Catalá y Valeriola se unificaron para formar una de las familias más poderosas del Reino. Uno de los miembros más importantes de esta augusta familia fue Don Bernardo Catalá de Valeriola. El tipo militó en las Cortes Valencianas, fue caballero de la Orden de Calatrava y, por si fuera poco, Inquisidor de la Iglesia Católica. ¡¡Ahí es nada!! En su tiempo libre se dedicaba a abrir su palacio a los bohemios de la época (Guillem de Castro, Gaspar Aguilar, Miguel Beneyto, Jaime Orts…) y todos juntos se dedicaban al noble arte de las justas poéticas y al oficio de escribir. Estamos hablando de La Academia de Los Nocturnos, uno de los movimientos culturales más importantes del Siglo de Oro español.

¿Y por qué Los Nocturnos? Porque los colegas se enclaustraban en una de las capillas de la parte noble del palacio y ocultaban sus identidades con sobrenombres del tipo: Ocaso, Silencio, Secreto, Horror, Miedo… Es decir, todos calificativos que pudieran derivar de la noche.

Desde entonces, la casa obtuvo un cierto halo de misterio que ha durado hasta nuestros días. Uno de los últimos miembros de la familia Catalá de Valeriola, Otger Catalá, caballero del hábito de Montesa, realizó la última reforma en el siglo XIX y convirtió la casa solar en un majestuoso palacio. Antiguamente, el caserón daba al carrer dels catalans, pero Otger cambió la orientación de la casa y ahora el zaguán da a la Plaza Nules. No en vano, la familia Catalá de Valeriola ostentó durante mucho tiempo el marquesado de Nules.

Más o menos esta es la historia antigua de la casa (quien quiera profundizar más, que se lea Noches de sal, mi próximo libro), actualmente el palacio es propiedad de la Generalitat. El PP se la compró a Don Francisco Roig (sí, sí, sí, Paco Roig, el presidente del Valencia que se dio de hostias con Lubo Penev hace un porrón de años). Si servidor fuera mal pensado, echaría cuentas y recordaría el affer entre Paco Roig y la Generalitat Valenciana por el que el expresidente del Valencia C.F. tuvo que vender sus acciones a Juan Soler. La prensa valenciana insinuó que hubo una mano institucional que obligó a Paco a desvincularse del Valencia. ¿Recibiría a cambio el favor de la Generalitat a la hora de acometer la última rehabilitación del antiguo palacio de los Catalá?

El caso es que si algo tiene Paco es buen olfato para los negocios (¿alguien en Valencia lo duda?), así que la familia Roig se hizo con el Palacio Valeriola y se encargó de su última rehabilitación. Obviamente, a estas alturas, de la antigua estructura de la casa no queda nada. Las habitaciones de los sirvientes y de los señores ahora son oficinas desabridas llenas de muebles de formica. El tiempo ha acabado borrando la huella que dejaron los Catalá de Valeriola y sus Nocturnos. Paco Roig acabó hace un año la rehabilitación del inmueble y se lo vendió a la Generalitat Valenciana.

Hoy el edificio es de uso administrativo, es un inmueble que forma parte del patrimonio valenciano, pero… aquí comienza la historia extraña. Cuando vas al palacio con la intención de echar un vistazo, el señor portero te impide el paso. Muy amable él, te dice que es imposible visitarlo. Servidor, que anda haciendo un libro en el que Los Nocturnos de Valencia tienen un protagonismo especial, acude a todas las fuentes posibles para recabar datos: la Llig (librería de la Generalitat), la biblioteca de la Diputación, en el edificio de la Beneficencia, el colegio de arquitectos de Valencia, que debe tener su propio fichero con los últimos planos de edificios rehabilitados. Finalmente, a través del Colegio de Arquitectos, doy con el Archivo del Patrimonio Histórico Cultural de Valencia, lugar donde se guardan los planos de todo edificio rehabilitado con más de veinte años de antigüedad. Cual es mi sorpresa cuando acudo al fichero y una amable señorita (muy amable y servicial, va sin tono irónico) me indica que el Palacio de los Valeriola sigue siendo de propiedad privada. Imposible, le digo, si el propio portero del inmueble dice que son oficinas.

Tras un rato de discusión, llegamos a la conclusión de que existe una descompensación temporal y que la Generalitat todavía no les ha informado de que el Palacio de los Catalá y Valeriola es de ámbito público, por lo tanto no puede darme los planos del edificio. Tampoco es algo que me sorprenda. ¿A quién le sorprende a estas alturas que los trámites de la administración pública sean lentos? El caso es que realizo una instancia al Ayuntamiento para obtener esos planos y después llevo la instancia a las Oficinas del Registro para agilizar el tema. En las oficinas me dicen que no me preocupe, que el tema lo resolverán el lunes ya que ese viernes era fiesta (¡¡un viernes de hace dos o tres semanas!!), que recibiré contestación sin mucha demora. Hasta hoy. Todavía no he tenido acceso a los planos de la antigua casa solar de los Valeriola.

Y de ahí viene mi pregunta: ¿tan importante es lo que se oculta en este edificio que no permiten su visita? ¡A ver si se está gestando una colonización alienígena en los antiguos salones de los Nocturnos con el consentimiento de la Administración! En fín, dejando chorradas a un lado, es una pena que el Gobierno Valenciano no ayude en nada en la elaboración de un libro cuyo eje central es un tema tan importante para nuestra cultura como la Academia de Los Nocturnos. Luego nos las vamos dando de eruditos y de filántropos de la literatura, pero apoyo a los jóvenes escritores valencianos nulo. Por suerte, gracias a la colaboración desprendida de la gente del Archivo del Patrimonio Histórico uno se hace una idea clara de cómo era el edificio sin haberlo pisado, pero si fuera por la Generalitat, la Diputación o el Ayuntamiento lo llevaba clara. Por supuesto, si este libro algún día sale a la luz, no será a través de una editorial valenciana, apoyada por el Ayuntamiento o Diputación. Y ya me jode ya. Como siempre será a través de una editorial madrileña o catalana, pero a estas alturas los autores de la tierra hemos aprendido a ganarnos las habichuelas por otro lado.

By David Mateo with 20 comments