jueves, mayo 22

Sobre el sexo de los ángeles

La verdad es que últimamente andaba un poco nervioso porque no sabía como introducir una escena subida de tono en mi última novela. No me malinterpretéis, no soy de los que meten escenas eróticas a cascoporro, sin embargo, desde que empecé a escribir, los trabajos que siempre han acabado publicados han sido aquellos en los que ha habido una pizca de sexo. Podría decirse que el sexo ha sido un talismán para mis manuscritos. En todos mis libros hay escenas licenciosas: en «La tierra del dragón», en «Heredero de la alquimia» y ya en «Perversa» ni te cuento (no, en «El susurro del bosque» no hay sexo, que es juvenil).

«Noches de sal» iba a ser una excepción. Había construido la historia hace tiempo y en ella, a priori, no cabía el amor burro. Sin embargo luego llegaron los consejos de Jose Miguel Vilar, el autor más pervertido al oeste del Río Pecos, y me hizo ver que la historia debía tener un segundo hilo conductor y ahí, gracias a Dios, llegó la tan deseada escena sexual. Creo que aparece de forma natural, como suele surgir el sexo en la vida real, sin sonar forzado y, además, aportando algo a la historia, por lo que su inclusión no es gratuita. En fin, que cada vez estoy más contento con «Noches de sal». Creo que aporta algo diferente al terror que se está escribiendo actualmente. Bebe de numerosas fuentes, se construye a partir de unos cimientos innegablemente valencianos y, lo mejor de todo, es que ofrece (al menos para mí) una visión fresca de algo que ya es conocido. Además, creo que ciertos pasajes del libro poseen una magia especial mientras otros son terriblemente tribales.

La novela va muy lenta por lo que ya he explicado miles de veces en este blog, pero tengo que ponerme las pilas y acabarla en tres o cuatro meses porque suenan campanas en la lejanía. Volviendo al tema que quería reflejar en esta entrada del blog, mucha gente puede pensar que escribir una escena de sexo resulta sencillo y gratificante. Todo lo contrario, para mí las escenas de sexo son una ralladura de cabeza y, aunque acabo disfrutando con ellas, suponen horas de lectura y un derroche de esfuerzo para que queden bien integradas, el lector las saboree como debe hacerlo y no parezca un extracto arrancado de un texto de una web de relatos eróticos. Me da miedo extralimitarme y acabar soltando una vulgaridad más típica de Sarita Montiel pasada de vueltas en una noche loca con Parada que de literatura fisna. Ustedes ya me entienden. ¿Dónde está el límite en el erotismo? Comienzo a pensar que no existe. El escritor puede desarrollar la idea más burra que a ustedes les pase por la cabeza, pero siempre, siempre, siempre eligiendo las palabras con precisión y que el texto no pierda su armonía estructural.

Normalmente, cuando acabo una de estas escenas, la releo tres o cuatro veces (por si la cabeza se ha calentado excesivamente y mis dedos han sufrido alguna luxación involuntaria mientras aporreaban el teclado) y corrijo muchísimo. Imagínense si la escena se extiende a más de una página el esfuerzo que supone.

El caso es que el erotismo en la literatura cada vez está más integrado. Hablar de una escena gratuita de sexo resulta hasta descabellado. Las historias deben tener licencia para enganchar al lector, y en ese sentido vale todo: desde el gore hasta el morbo, pasando por cualquier perversión que a ustedes les venga en gana. Lo importante es que el fragmento esté bien integrado, no cante por soleares y se note cierta destreza en su redacción. Conseguida esta meta, escriban sin complejos, al fin y al cabo de eso se trata: escribir es disfrutar y si ustedes disfrutan escribiendo, probablemente sus lectores también lo harán.



By David Mateo with 11 comments

11 comentarios:

Una entrada muy buena, interesante y oportuna. Precisamente tenía pendiente un artículo sobre sexo para la revista de mi pueblo que, al final, y como suele suceder en esta vida, pregunté el plazo de entrega y resulta que había expirado, así que se quedó en el papel... pero tal vez me anime y lo publique en mi blog.
El tema era "Literatura y Sexo" y todo venía porque, como tú, pienso que, de alguna manera, esas escenas deben aparecer en nuestras novelas y también, como tú, me cuesta muchísimo escribirlas.
Para ello, desde hace un tiempo, me dedique a empaparme de lo que llamamos "literatura romantica" y de ahí surgió ese "artículo" ¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?
En fin, volviendo a lo nuestro: una buena "escena" siempre se espera (le da "suquet" a la cosa), eso si, bien narrada y no muy explícita (porque hay algunas que son verdaderos manuales de sexo)

Yo no estoy muy de acuerdo. ¿Por qué no explícita? Hay formas y formas de tratar el sexo en una novela. Hay maestros de la novela erótica que no escatiman en detalles y no por ello su texto pierde belleza (o intensidad, que también es de lo que se trata). Una vez más volvemos a la forma. La grandeza del escritor reside en que una escena sea digerible sea cual sea su grado de crudeza o perversión. Hay veces que hay que ser más prosaico, en otras ocasiones el recurso de ser explícito es el recurso que necesita la novela para ponerte la piel de gallina. Yo creo que el escritor debe quitarse de encima todos los complejos y escribir. Está claro que cada cual pone su cima, pero ¿alcanzada esa cima... no vale la pena arriesgarse unos cuántos metros más?

Completamente de acuerdo y estamos en ello. Pero aún le voy dando vueltas a como hacerlo y no es sencillo.
Tal vez "explícita" no hubiera sido la palabra indicada para expresar lo que quería decir, mejor decir "de manera vulgar" (sigo sin hacerlo bien pero el día que lo consiga seré una gran escritora).
Para explicarme de otro modo: hay escenas que, cuando las lees, te pone la carne de gallina (por no decir otra cosa)y otras que parecen un pegote mal puesto. Parece que el autor diga: ahora toca, hay que ponerlo y queda como una patada en los "dellonsis".
Pues a mí me gustaría ponerme en el lado de "hacer que se pongan los pelos de punta" pero cuando me pongo a ello... buff (si que da un poquillo de vergüenza, si)

Tienes toda la biblioteca de la sonrisa vertical a tu disposición. Lee mucho erotismo y serás capaz de escribirlo. Sea como sea, hay que tener en cuanta que cuando un lector se mete de lleno en la novela y llega a un punto que nos avergüence, si el texto esta bien escrito, por su cabeza no va a pasar en ningún momento: que calenturiento es este tío, sino que se quedará prendado de la novela.
Bueno... una vez que deje el libro sí que pensará: ¡¡joder, este tío (o tía) es un calentorro!!, pero no dejará de ser un elogio por lo bien que has utilizado el lenguaje para un tipo de situación. Así que a sacar pecho.

No hagas demasiado caso al José Miguel ese, que es un sinverguenza.
JM

Sip... sinverguenza integral, pero en el fondo el chaval tiene buenas ideas.

A este post le sobra el engendro ese del final...

Que poca consideración con los clásicos, leñe.

Vergüenza debería darle, señor Mateo.

Un saludín

Las conversaciones y relaciones "cibersexuales" son pura literatura erótica poco a envidiar a algunos autores de novela erótica,muy sutil o soez en algún caso,tanto que cuando llega el momento de hacerlo de verdad en persona ,una vez terminado te quedas ,en alguna ocasión, algo decepcionado.

Los clásicos siempre quedarán, pero hay ritmos que se acogen a ciertas circunstancias. Es obvio que la canción original esta a años luz, pero en un momento dado la mente te pide otras cosas, como en este caso.
Aunque, la versión que quería poner era la de Tahures Zurdos, pero no la he encontrado en el tubo. Sorry.

Pero criatura, con la de versiones que tenías a parte de la original de Patti Smith... ¿a ti qué te pasa por la mente para que te pida "eso"? Decididamente necesitas vacaciones. XD

Complot, complot, complot...
El día que hagan la película de Noches de sal, pediré al productor expresamente que la peli cierre con esta canción. Sólo pa'joderos.

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