miércoles, mayo 21

No me llames iluso, porque tenga una ilusión...

Tuve la oportunidad de conocer a Antonio Gómez Rufo en la última feria del libro de Valencia. Bueno… más que conocer, estaba firmando «La noche del Tamarindo» en la caseta de la organización, me acerqué a saludar a una amiga e intercambiamos un par de palabras. Más tarde, por mediación de otra amiga, me enteré de la ardua labor que este autor está realizando en Madrid para ayudar a los escritores noveles y me pareció impresionante. El caballero trabaja con grupos cerrados, sin cobrar un duro, y se va quedando con aquellos que muestran verdadero interés. Realiza una labor constante, rectificando errores, trabajando los textos, orientándolos a la hora de encaminar su carrera literaria. Me parece una labor exquisita y loable para un gran autor de la que muchos escritores debemos tomar ejemplo.

En Moncofa estamos llevando a cabo desde hace dos años una labor de animación a la lectura y a la escritura intensísima en el colegio Avelí Corma. Es cierto que trabajar con un grupo tan grande conlleva que los individuos propensos a la escritura acaben sepultados por la masa negativa. Y eso da mucha rabia, porque hay chavales y chavalas que volcándonos un poquito sobre ellos y realizando una tarea intensiva como la que hace Antonio Gómez en sus talleres podríamos conseguir grandes cosas que, a la larga, repercutiría positivamente sobre ellos y sobre el propio pueblo. De momento, nos conformamos con ver que el hábito por la lectura ha crecido en una pequeña población como Moncafa, y que los pequeños lectores conocen un amplio abanico de autores que tres años atrás les era ajeno.

Para el curso que viene vamos a intentar llevar a cabo una pequeña apuesta personal que me llena de ilusión. ¿Qué le vamos a hacer? Uno se ilusiona con pequeñas cosas. Crear un modesto taller permanente al que invitaremos a los más dotados en el campo de la escritura. Intentaremos trabajar con ellos hasta pulir al máximo su estilo y que sean capaces de escribir historias con garantías de éxito. Formaremos un club de lectura e, incluso, si la suerte nos acompaña, montaremos alguna velada literaria. A mí estas cosas me llenan de ilusión; sacar adelante nuevos valores que acaben desarrollando sus aptitudes para la escritura.

A día de hoy no es más que un proyecto en manos de los políticos, así que la cosa queda en el aire. Yo no tengo la suerte de Antonio Gómez Rufo de poder hacerlo de manera altruista; ya me gustaría ya, eso significaría que estoy viviendo de la literatura. El día de mañana Dios dirá… pero de momento estoy cruzando los dedos y con la máxima ilusión puesta en este nuevo propósito.

By David Mateo with 7 comments

7 comentarios:

Me parece un proyecto estupendo y espero que puedas llevarlo a término. Pienso que hoy en día se les da muy pocas oportunidades a los chavales, sobretodo a los jóvenes. En mi pueblo, parece que sólo exista el público infantil, en cambio al juvenil, se le tiene relegado. Conozco a un chaval que dibuja de maravilla pero aquí sólo hacen talleres o concursos para los niños. Yo misma me apunté a un taller de escritura por el simple hecho de aprender más pero fue un fracaso total, me sentí engañada y frustrada. Faltan medios y falta motivación.

El triunfo (o el fracaso) de un taller viene dado por la pericia del animador a la hora de conectar con el chaval o con el niño. Una vez que tienes las herramientas y eres "sensitivo" a un texto, trabajar con el alumno puede ser una experiencia inolvidable. Pero si no conectas, la sensación de fracaso puede dejar bastante frustrado al alumno.
Yo no me atrovo todavía a trabajar con adultos. Creo que los chavales son más agradecidos y entusiastas. Los adultos que suelen acudir a un taller ya están muy fogueados, o resabiados porque no han logrado lo que tenían en mente cuando comenzaron a escribir, así que hay que asentar unas bases más técnicas y dedicarles una atención mayor. A mí eso me da un poco de miedo, ya que siempre he sido un escritor institivo.
Sea como sea, hablando con muchos escritores agobiados por la frustración, he hallado una pauta común que tiene una solución muy sencilla. Pero me reservo todo esto para mi próximo artículo en Fantasymundo.

Eres perverso...

Perversa, perversa,

;)

De hecho, las únicas cosas que realmente merecen la pena son aquellas que logran ilusionarnos. Mucha suerte con esa nueva inciativa. :)

Muchas gracias, amigo.

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